⋆𝟏𝟑.
Su beanie negro le rozaba las cejas y ocultaba la maraña de cabello color zanahoria que tenía debajo. Los ojos le pesaban y solo esperaba que su cansancio no le hiciera una mala jugada en alguna de sus clases. Soltó un gruñido en cuanto noto que el maquillaje debajo de sus muy marcadas ojeras no era suficiente para ocultarlas lo mejor posible, así que tomo uno de sus cosméticos y comenzó a maquillarse nuevamente.
—Afrodite ¿puedes dejar de gruñir?, llenas de mala vibra el auto —la reprendió su madre. — No es mi culpa que tú y Athena se hayan dormido hasta la madrugada todo por ver una serie y ahora tengan sueño.
La chica rodo los ojos y le lanzo una mala mirada a su hermana que se encontraba en los asientos traseros del automóvil y mientras peleaba con ella sobre quien tenía la culpa por desvelarse el pensamiento intrusivo de que aquel día sería particularmente largo y pesado inundo su mente. Y no se equivocó. La mayor parte de la mañana se la había pasado luchando contra el sueño que la embargaba. En al menos tres clases la habían regañado por estar distraída y para colmo (la peor parte para ella), Jane Powell nuevamente había desayunado con Timothée y le había coqueteado descaradamente. Para cuando llego su última hora del día: historia, se sentía tan irritable que estaba segura de que, ante la mínima provocación, golpearía a alguien.
—Como saben, los exámenes finales están por comenzar — la voz de Timothée sonaba en la lejanía para ella como un suave eco omnipresente en su cabeza. Sintió un ligero tirón de cabello que la hizo abrir los ojos de golpe y enderezarse en su asiento, miro hacia atrás solo para encontrase con la mirada de Lily reprendiéndola por dormitar en clase. Rodó los ojos y le mostro su dedo de en medio para después girarse nuevamente al frente y poner atención a lo que Timothée les decía a todos en el salón de clases. — Estamos a solo un mes de terminar el ciclo escolar, por lo cual es importante que se enfoquen en sus exámenes finales y en sacar la mejor calificación posible en ellos ya que de sus notas finales, depende que muchos de ustedes entren o no en la universidad.
Timothée, que se paseaba por los pasillos que se formaban entre las mesas en donde estaban sentados sus alumnos, hizo una pausa de su discurso solo para ver a Afrodite bostezar por quinta vez en aquella hora, por alguna razón, verla tan adormilada le causaba ternura.
—Sé que aún falta para que las clases terminen, pero quiero decirles que fue un honor ser su profesor de Historia en este, su último semestre — continuó hablando mientras caminaba a la fila en donde la pelirroja se encontraba sentada en medio de sus dos amigos. Se quedó ahí, parado junto a ella mientras continuaba su discurso. —Pocas veces en la vida uno coincide con personas que le cambien la perspectiva de ver las cosas o que le aporten algo positivo, ustedes clase, me enseñaron muchas cosas este año y eso siempre se quedará conmigo.
Quizá lo último solo lo decía para Afrodite y se lo hizo saber poniendo una de sus manos sobre su hombro, dándole un suave y rápido apretón para que nadie ajeno se enterara del secreto que ambos callaban. Sin embargo, para Lily y Nick eso no pasó desapercibido, ambos se dedicaron un vistazo y le lanzaron una fugaz mirada burlona a su amiga que ahora se encontraba un poco sonrojada.
—Tengo entendido que por la mañana la consejera escolar les repartió una copia de sus horarios para los exámenes, así como una guía que entre todos los profesores hemos elaborado para ayudarles a estudiar y para que aprueben de la manera más satisfactoria posible. Si alguno tiene alguna duda sobre algún tema, hágamelo saber — el timbre que anunciaba el fin de la jornada escolar resonó por los pasillos del colegio causando que Timothée dejará de hablar sobre exámenes y les deseara un buen fin de semana a sus alumnos, antes de que Afrodite saliera del aula, la detuvo. —Señorita la Rue, ¿puede esperar un momento?, creo que debemos hablar sobre su falta de interés el día de hoy y sobre por qué no debe dormirse en mi clase.
Ella asintió de mala gana y se acercó al escritorio de Timothée, cuando el aula por fin estuvo vacía, él cerró la puerta echando seguro en ella. Aun sabiendo que probablemente no iba a ser regañada, Afrodite abrió la boca, aliviando por fin, el mal humor con el que había cargado todo el día.
—No me jodas Timothée, si me regañas, me bajas puntos o me envías a detención por dormir en la maldita clase te voy a dejar de hablar — hablo cruzándose de brazos, mirándolo con molestia.
Él soltó una risita por lo bajo y haciendo caso omiso de sus palabras, se acercó a ella, la aprisiono contra el escritorio y la tomo por las caderas pegando sus cuerpos. La beso suavemente en el cuello obligándola a dejar caer su cabeza hacía un lado y a gemir en voz baja cuando él mordió la unión entre el cuello y su hombro.
—¿Vamos a enrollarnos para quitarme el mal humor? — pregunto la pelirroja en cuanto la ropa comenzó a estorbarles.
Él le sonrió. —Si — le dijo besándola suavemente. —Y también te voy a enseñar a dejar de ser tan descarada y a dejar de dormir en mis clases.
—Les juro que voy a reprobar este maldito examen, no entiendo nada, mi cerebro ya no aguanta y estoy seguro de que voy a ponerme a llorar en cualquier estúpido momento — Afrodite y Lily levantaron su vista de los apuntes de Historia que tenían en sus manos al escuchar a Nick quejarse, ambas chicas soltaron una risita al ver a su amigo tirarse en el piso y gruñir dramáticamente. Aquella era la semana en la que debían presentar sus últimos exámenes del ciclo escolar y por ello, se encontraban aquel viernes en casa de Afrodite estudiando.
La pelirroja se acercó a su amigo y tomo su cabeza entre sus manos para acariciar su cabello mientras Lily ocupaba las piernas de Nick como almohada, mientras el agotamiento físico y mental que los tres tenían se hacía presente. Orillándolos a procrastinar en vez de continuar estudiando.
—Afrodite te tengo tanta envidia — habló el chico llamando la atención de ambas chicas. — Porque de seguro vas a ser la única que pase esa materia del demonio con una buena calificación. Dios, las ventajas de salir con tú profesor — suspiro.
—No digas estupideces — respondió la mencionada, tirando levemente del cabello de su amigo, causando que él se quejara. —Acostarme o no con mi profesor no determinara mi calificación, eso lo determina mi cerebro, tener sexo con él solo es un plus — hizo una pausa para reír junto a sus amigos tras decir lo último. — Y deja de quejarte, porque llevamos más de dos semanas estudiando, estoy segura de que seremos las mejores calificaciones de la clase. Y también estoy segura de que seremos las mejores calificaciones del curso entero. ¿No te gustaría tener una mejor calificación que los estúpidos de Mellie y Mike Preston?
El rizado suspiro. Una sonrisa se dibujó en sus labios. — Dios sabe que yo vivo para querer ver sufrir a ese par de mellizos del mal.
Continuaron estudiando sin descanso las siguientes dos horas, hasta que el teléfono de Afrodite vibro anunciando que tenía un nuevo mensaje de Timothée deseándole buenas noches y pidiéndole que no se durmiera tan tarde. Ella sonrió al leerlo y sin darse cuenta, ya se encontraba sonrojada y suspirando.
—¿Te he dicho que cuando te sonrojas a causa de tú novio, pareces una jodida fresa? — le pregunto Nick.
—Cállate.
—Él te quiere — le dijo Lily al mirar el mensaje sobre el hombro de la pelirroja. — He visto cómo te mira, como te habla y como es cuando está contigo y te quiere.
—No digas esas cosas Lily — contesto con un suspiro.
—Y tú también lo quieres, se te nota, se les nota — replico Nick.
—Él va a casarse. Yo lo sabía desde un principio, así que esto no tiene futuro. No importa si me quiere o lo quiero porque él tiene una responsabilidad que cumplir quiera o no — fue lo único que Afrodite pudo responderles a sus amigos porque la puerta de su habitación fue abierta, dejando ver a su madre, quien acababa de llegar del trabajo y aún portaba la bata blanca que estaba obligada a usar en el hospital en donde ejercía su profesión.
—Buenas noches tía Amelia — saludo Nick con una sonrisa.
—Hola chicos, solo pasaba a decirles que acabo de pedir pizzas para cenar, les aviso cuando lleguen para que bajen a comer y se duerman.
Después de aquello y de la rotunda respuesta de Afrodite al hablar sobre Timothée, sus amigos no volvieron a mencionar el tema. Un tema que sabían que a la pelirroja le dolía. Se limitaron a continuar estudiante y más tarde, fueron a cenar.
—¿Cuál es mi premio por ser tan buena alumna y sacar una excelente calificación en tú examen? — susurro Afrodite mientras se desabotonaba la blusa y se recostaba en la cama de Timothée.
Habían pasado dos días desde aquel día en que ella y sus amigos estudiaron hasta tarde para el examen final de Historia. Timothée, que aún se encontraba en la puerta de la habitación se mordió el labio y se acercó a ella mientras se quitaba la corbata y la lanzaba a algún lugar en el piso.
—Voy a follarte como premio por ser mi mejor alumna, por supuesto — le respondió colocándose sobre ella entrelazando sus piernas, mientras la pelirroja lo rodeaba con los brazos y sonreía.
Timothée recorrió con suaves besos la unión entre el hombro y el cuello de la chiquilla y antes de llegar a sus labios se detuvo para mirarla, absorbiendo cada detalle de su rostro que por siempre, guardaría en su memoria. En el instante en el que ella arrastra sus ojos celestes hacía los labios de él, la atrapa en un beso que lo hace sentirse dichoso por tenerla ahí, por poder reclamarla como suya en ese efímero momento en el que nadie más importa para ellos dentro de aquella habitación. Las manos de Afrodite se desplazan por la camisa de Timothée y la desabrocha para que después él se incorpore unos instantes y la lance a cualquier lugar que sea lejos de ellos. Ella lo besa, le muerde los labios, le araña la espalda y gime sobre su boca entregándose a él, proclamándolo suyo también.
—Faisons de l'art sur ce lit aujourd'hui Déesse (hagamos arte en esta cama el día de hoy Diosa) — susurra por encima de la boca de la chica, con la voz ronca y la respiración agitada antes de fundir ambos cuerpos en uno solo en una manera celestial que provoca que ambos giman el nombre del otro y que sus susurros hagan eco en aquel departamento que tras sus paredes, les guarda el secreto de aquella relación clandestina.
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