⋆ 𝟏𝟎.
Rose jamás era cariñosa con él. Ni siquiera recordaba cuando había sido la última vez que ella había sido amable con él, no en una forma romántica (porque sabía que jamás se habían querido de ese modo), si no como amiga. A decir verdad, Rose no se preocupaba por alguien que no fuese ella misma y Timothée dudaba que su prometida pudiese sentir algo como el amor o preocupación hacía cualquier persona. A él le gustaba justificar el desapego emocional que ella tenía a todas las cosas que le habían pasado a lo largo de su vida. Sin embargo, sabía que estaba equivocado al justificar con eso la actitud de la joven, pues una persona no se define por su pasado, se define por las actitudes que toma ante la vida y a su resiliencia. Con esos pensamientos nublando su mente, se llevó el vaso de wiski a los labios y bebió hasta el último trago, dejo el vaso en la mesita de centro de su sala y se reclino en el sillón de cuero negro en el que estaba sentado, para después, comenzar a desanudar su corbata.
Esa tarde, Rose se encontraba en el departamento del chico ajustando detalles de la boda, él se preguntó cuándo había sido la última vez que ellos habían hecho algo divertido para pasar el tiempo juntos como amigos o como la pareja perfecta que eran a la cara de la sociedad. La respuesta jamás llego, pues él estaba seguro de que nunca habían hecho tal cosa.
—¿Qué tal estuvo tú día? — quiso saber él, la chica levanto su vista de la agenda en la que estaba anotando cosas de la boda y la llevo a su prometido.
—¿Importa? — respondió con simpleza y continuo con su tarea de escribir en su agenda ignorando por completo a Timothée.
Él suspiro y se apartó un mechón de cabello que le caía por la frente, tirando de este con poca fuerza. —Pues sí, importa, ¿acaso a ti no te interesa preguntar qué tal estuvo mi día? — se atrevió a preguntar.
—¿Para qué? — le dijo ella mirándolo con la misma mueca de desdén y desagrado que él le había visto regalarles a las personas que despreciaba. — No me interesan saber tus aventuras como profesor de esos mocosos a los que te impusiste a darles clases. Tus días me serían interesantes si te rodearas de gente de nuestra categoría y trabajaras en la empresa de tu padre.
Timothée se rio sin ganas negando con la cabeza tras escuchar la respuesta de la joven, se levantó de su asiento y camino hasta el mueble en el que estaban sus botellas de alcohol, se sirvió más wiski y lo bebió de golpe notando en la garganta el calor que la bebida le dejaba y sintiendo en todo sus ser la amargura de estar comprometido con alguien que no lo amaba y a quien no le interesaba en lo más mínimo.
Afrodite se levanto de la silla en la que se encontraba sentada. Junto a ella en la cocina, se encontraban Lily y Nick, pues en aquella pijamada improvisada que estaban teniendo se le había ocurrido preparar galletas. El reloj de su sala de estar marcaba las nueve de la noche. Ni su hermana ni su madre se encontraban en casa por lo que cuando el timbre sonó anunciando la llegada de alguien, supuso que a algún miembro de su familia se le habían olvidado las llaves.
—¿Qué haces aquí? — pregunto cruzándose de brazos tras abrir la puerta y encontrar a Rose en la entrada. Su sola presencia le causaba irritación, la ponía de malas y con ganas de gritar. — Athena no está —volvió a hablar cuando Rose ignoro la pregunta que le había hecho y se internó en la casa, empujando a la pelirroja para hacerse paso.
—Athena ya viene en camino y voy a esperarla. Me invito a dormir esta noche —respondió posando por primera vez su vista en la hermana menor de su mejor amiga. —¿Por qué traes esa ropa?, es desagradable— señalo haciendo referencia a la camisa vieja con un logo de The Beatles y los pantalones de pijama que la pelirroja traía puestos.
Afrodite rodó los ojos y se mordió los labios para no contestar, paso de largo junto a ella ignorando por completo su presencia y entro nuevamente en la cocina. Para su desgracia, Rose la siguió causando que los tres adolescentes en la cocina rodaran los ojos cuando la joven se sentó en la mesa en la que todos estaban.
—¿Qué hacen tus amigos raros aquí?, ¿no tienen casa? — pregunto, pero nuevamente fue ignorada.
Tras pasar unos minutos de tenso silencio, el horno lanzo un pitido anunciando que las galletas estaban listas. Afrodite y Lily las sacaron mientras Nick abría el horno y hablaba sobre lo bien que se veían.
—Deberías dejar de comer esas cosas Afrodite — habló Rose causando que todos la miraran— Mírate nada más, estas gorda, tus caderas son demasiado anchas y ni hablar de tú piel fea y llena de pecas a causa de tú alimentación. Siempre has sido fea, pero con los años te volviste peor.
—Deberías dejar de abrir la puta boca Rose, ¿no te das cuenta de que a nadie le gusta escucharte? —respondió Lily cruzándose de brazos.
—Siempre has sido idiota, pero con los años te volviste peor — señalo Nick.
—Fuera de mi cocina— susurro la pelirroja entre dientes. Se estaba conteniendo demasiado para no lanzarse al cuello de Rose. Ella de verdad quería golpearla.
Rose le sonrió con esa cara de suficiencia que dominaba bien. —Lo que estoy diciendo es verdad, eres gorda y fea.
—Puedo ser fea—inicio Afrodite mientras rodeaba la mesa y caminaba hasta donde la otra chica estaba sentada. — Y puedo tener caderas anchas y pecas por todo el rostro, ¿pero sabes qué? al menos no soy desagradable como tú. Nadie te tolera ni quiere estar a tú lado por la horrible persona que eres Rose, y es una pena que todo el dinero que tienes no te pueda comprar una buena personalidad.
Rose se quedo de piedra al escucharla. No estaba acostumbrada a que nadie le llevara la contraria, menos una chiquilla como Afrodite quien era cuatro años menor. Se quedaron en silencio mirándose, ninguna sabia muy bien que decir o hacer. Incluso Nick y Lily estaban callados. Afrodite había dejado de sentirse culpable por meterse con el novio de esa chica, después de todo era obvio que él no la quería, mucho menos ella a él. Fue la voz de Athena lo que las hizo separarse de golpe. Rose salió rápidamente de la cocina y fue en busca de su mejor amiga. Al cabo de un rato, cuando Afrodite y sus amigos estuvieron en la seguridad de su habitación, dejo de sentirse incomoda. Casi se olvidó que Rose también estaba ahí aquella noche.
—Hey tú, ven aquí.
Fue lo que dijo Athena a la mañana siguiente, cuando tanto los amigos de su hermana, como su mejor amiga se hubieron marchado. Afrodite quien caminaba justo enfrente de la habitación de su hermana suspiro con resignación antes de adentrarse en la recamara.
—¿Sí? — pregunto mientras subía los pies a la cama de Athena y se sentaba.
La mayor la miro con reproche. —Rose me dijo que fuiste grosera con ella.
Afrodite soltó una risa carente de humor. — ¿Y te dijo que también fue grosera conmigo?
Athena se encogió de hombros. —No fue necesario — dijo. — Se como es, supuse que te había provocado ella.
La chiquilla asintió, su hermana abrió los brazos y la invito a acercarse. Ella lo hizo, Athena la abrazo por un momento como cuando ambas eran pequeñas. Después, Afrodite dejo caer su cabeza en el regazo de su hermana y esta, comenzó a tejerle trenzas.
—No entiendo porque eres su amiga — susurro Afrodite al cabo de un rato.
Se que nada justifica una infidelidad, pero solo quiero que entiendan como es Rose y las malas actitudes que tiene hacía las personas, Rose es la clase de persona que no quiere a nadie que no sea ella misma y eso se ve reflejado en como es. Así que este capitulo esta escrito desde una perspectiva en donde se entienda como es ella y el por que Timothée desprecia a las personas como ella y a ese ambiente de "gente rica" en el que se crio.
Me gustaría saber que piensan de Afrodite hasta ahora, de Timothée, de Rose, de la relación Rose-Timothée y de la relación Afrodite-Timothée.
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