⋆ 𝟎𝟗 .
Las nubes grises de la tormenta que caía afuera provocaban que los pasillos desiertos de la escuela se vieran siniestros y que pareciera que la noche ya había caído, aunque solo eran las cuatro de la tarde. Afrodite camino a paso rápido al salir de la biblioteca después de terminar su castigo. El frío le calaba los huesos, se reprendió por haber decidido usar una falda con medias negras aquel día, pues a pesar de traer una gabardina y las medias puestas, el frío seguía colándose por sus piernas haciéndola temblar.
Avanzo por los pasillos oscuros llena de nervios y con la constante sensación de que alguien la estaba siguiendo, se dijo que solo estaba siendo paranoica porque estaba lloviendo y eso causaba que los pasillos se vieran tan desolados y también culpo al frío por su paranoia. Antes de abrir la puerta que llevaba al patio de la escuela, sintió una mano tomar la suya desde atrás y detenerla. Formo un puño con su mano libre y se giró para golpear a su atacante.
—Maldita sea, casi me matas del susto — habló mientras un suspiro de alivio abandonaba sus labios. Timothée la miro con un poco de culpa y susurro un "perdón".
—Te llevo a casa, está lloviendo demasiado — a pesar de la demanda que había en su voz, para la pelirroja aquello no fue una orden. Asintió con gratitud.
Él abrió la puerta y tiro de la mano de Afrodite, llevándola directamente a la lluvia que caía. El chico camino a paso apurado hasta llevarla a su auto, aún sin soltar su mano. Sus manos eran suaves, las mismas manos que dos días antes la habían acariciado con tanta ternura. El corazón de la chiquilla latía con fuerza. No quería que aquel contacto entre ellos se rompiera.
Cuando ambos estuvieron dentro del calor del vehículo, Timothée encendió el motor y salió de la escuela. El silencio entre ellos pendía como una cuerda tensa, a punto de romperse. Ninguno sabía como romper el silencio que se cernía en el auto. Al final, ella dijo lo primero que le vino a la mente.
—Si sabes que le gustas a Jane, ¿no? — pregunto haciendo referencia a la profesora de literatura. Él despego su vista de la carretera un momento y la miro con las cejas alzadas mientras un "¿de qué hablas?", salía de sus labios —Ay por favor — exclamo con ironía. — Claro que le gustas, hoy se estaba luciendo frente a ti mientras me regañaba. Supongo que pensaba que imponerle disciplina a un alumno frente a ti que eres tan correcto, sumaria puntos a su favor. Y ni hablar de cómo te mira o como te toca cuando almuerzas con ella. Esta loca por ti.
La pequeña llama que quemaba su interior cuando pensaba en Jane y Timothée juntos comenzaba a extenderse por todo su cuerpo generando un incendio. Estaba celosa y se sentía tonta por eso.
—Jane es muy guapa — respondió él. Afrodite se cruzó de brazos y se quedó en silencio mientras ignoraba la mirada del castaño y observaba con interés la carretera que tenían frente a ellos. — Pero no me gusta.
Lo decía de verdad, a pesar de que Jane Powell era guapa, amable y buena maestra, a Timothée no le gustaba de otra forma que no fuese como una amiga.
—¿Quién te gusta entonces? — se aventuró a preguntar en voz baja. No estaba segura de querer saber la respuesta, sobre todo si no la involucraba a ella.
Él sonrío de lado ignorando su pregunta mientras estacionaba su auto. Afrodite miro por las ventanas, se encontraban en un páramo del bosque que había junto a la carretera. El lugar estaba vacío, desolado. Afuera, la lluvia continuaba cayendo con fuerza.
— Es mejor que paremos un rato, podría ser peligroso conducir con este clima — señalo el chico recargándose en su asiento.
—Es una mierda que este lloviendo demasiado. Si no le hubieras dicho a Jane la que no te gusta que me dejara castigada, yo ya estaría en mi casa y no soportando esta jodida lluvia. Todo es tú culpa.
Afrodite no sabía porque insistía tanto con el tema de Jane, quizá era porque sentía celos de ella y porque tenía miedo de que Timothée en algún momento gustara de su profesora. Se cruzó de brazos y se recargo en el asiento, girando su cabeza para ver que hacía el chico: la estaba observando con una sonrisa socarrona en el rostro.
—¿No te avergüenza ser tan descarada y tener una boca tan sucia? — pregunto él mientras llevaba su mano al rostro de ella y retiraba un mechón de cabello rojo que se pegaba a su rostro por culpa de haberse mojado antes de entrar al auto.
—Bueno, ¿vas a hacer preguntas estúpidas o quieres que te bese? —se aventuró a preguntar al mismo tiempo que con todo el valor que había en su ser, se pasaba al asiento de Timothée y se sentaba en su regazo con sus piernas a ambos lados de las de él, causando que su falda se levantara hasta sus muslos. Sus brazos se colaron por detrás del cuello del joven jugueteando con los rizos de su nuca — ¿Quién te gusta? — volvió a preguntar.
Se encontraba a escasos centímetros del rostro de Timothée, sus labios se rozaban y sus respiraciones se entremezclaban. Las manos de él se posaron en sus muslos desnudos, acariciándolos. Ella pego su frente a la de él y cerro los ojos disfrutando el suave tacto de sus manos contra su piel.
—La verdad es que me gustas tú, pero creo que eso ya lo sabes. Eres demasiado lista como para no saberlo a estas alturas — respondió con los ojos cerrados como los de ella. — Me gusta tú cabello rojo, tus ojos, me gusta que siempre tengas una respuesta descarada para todo, me gusta que sea espontanea, inteligente y segura de ti misma. Me gustas como nunca me había gustado nadie y como nunca me imaginé que alguien pudiera gustarme.
Era sincero, Afrodite lo supo por su tono de voz tan pausado, seguro de si mismo. Abrió los ojos y se encontró con los orbes verdes de él mirándola con ternura. —También me gustas — le contesto con una sonrisa y después lo beso.
Poco a poco, el calor dentro del auto comenzó a aumentar y con el, la necesidad creciente entre Timothée y Afrodite de estar más cerca el uno del otro. Con sumo cuidado, él deslizo sus manos debajo de la camisa de la pelirroja. Afrodite se estremeció ante el contacto. Él mantuvo sus manos en la cintura de la chica, no estando seguro de si debía ir más allá. Fue ella quien tomo sus manos entre las suyas y las subió poco a poco hasta llegar a uno de sus pechos, por encima de su sostén. Aquello y los ojos anhelantes de la joven fueron todo lo que Timothée necesito para atreverse a tocarla. Segundos después, la playera negra de ella y la camisa blanca con botones de él, terminaron en algún lugar de la parte trasera del automóvil. Mientras los labios de Timothée besaban, succionaban y mordían todo a su paso en el camino desde los senos hasta el cuello de Afrodite y de regreso, ella dejo caer la cabeza a un lado. El placer inundaba su cuerpo y por instinto, comenzó a mover sus caderas en suaves círculos sobre el regazo del castaño. Quería más. Necesitaba sentirlo aún más cerca. Los dedos de Timothée se deslizaban con experiencia sobre la espalda de la pelirroja hasta llegar al broche de su sostén. Él también necesitaba sentirla más cerca. No bastaba con besarse y rozarse por encima de la ropa. Necesitaban más. Antes de atreverse a desabrocharle el sostén y lanzarlo hacía el resto de la ropa. Él se detuvo y la miro. Sus labios entreabiertos y sus pupilas dilatadas bastaron para que el cosquilleo en el vientre bajo de Afrodite y su incipiente humedad aumentaran. Él la miraba como pidiéndole permiso. Necesitaba saber si ella quería estar con él. Si lo necesitaba tanto como él a ella. Porque después de que lo hicieran, no habría macha atrás para ninguno de los dos.
—¿Quieres continuar Déesse? — le pregunto en un susurro. Su voz sonaba ronca. Como las cuerdas de una guitarra.
Ella no contesto. Se acerco a sus labios y lo beso mientras sus manos se deslizaban hasta el borde de sus jeans y los desabrochaba. Timothée gimió contra su boca en cuanto sintió las suaves manos de Afrodite rodearlo con la experiencia propia de una chiquilla para nada inocente. Con una mano desabrocho su sostén. La prenda de encaje rojo se escurrió entre sus dedos y fue a dar a algún lugar del auto. Después se aferro a su cintura mientras su mano libre vagaba hasta encontrar el centro de la pelirroja. Estaba húmeda, suave, caliente y él no perdió más el tiempo antes de deslizar dos dedos en su carne. Afrodite dejo escapar un gemido contra sus labios. Ella nunca dejo de acariciarlo mientras él hundía sus falanges en su interior. Sus labios expulsaban los jadeos que salían de sus gargantas. Para Afrodite esos sonidos roncos que salían de la boca de Timothée, fueron como un canto erótico que no hacía más que aumentar su humedad.
Cuando el éxtasis estuvo a punto de arrollarlos, él mordió suavemente los labios de la pelirroja para después dejarse llevar por el mismo orgasmo que la abrasaba a ella. Los segundos se detuvieron en ese auto en donde ambos se entregaban al placer y poco a poco, el resto de sus ropas fueron a hacerles compañía a las prendas que ya se habían quitado. Timothée atrapo con sus labios uno de los pezones de la muchacha mientras con sus manos se aferraba y tocaba cada centímetro de piel que ella tenía al descubierto. Ella dejo escapar un chillido cuando los labios de él mordieron la suave carne de sus senos. Araño sin piedad los músculos de su espalda tensa a causa de la excitación y tiro de su cabello al mismo tiempo que aumentaba el ritmo de sus caderas sobre el regazo de él. Timothée no perdió tiempo y conforme sus cuerpos se fundían en uno solo, llevo sus dedos hacía el punto en medio de las piernas de la chica en donde se encontraba su clítoris para masajearlo. Quería que ella sintiera placer. Que el sexo fuera bueno para ella. Que ella supiera que él la deseaba, que le importaba, que comenzaba a quererla. Supo que había acertado en tocarla de esa forma cuando ella gimió su nombre.
—Timothée — susurro mientras dejaba caer su cabeza sobre su hombro, sus manos tiraban de los rizos de él. Se sentía desfallecer. En cualquier momento él la llevaría al limite de aquella lujuria que la embriagaba y la dejaría caer al abismo del placer.
Cuando el elixir del orgasmo nuevamente los ataco, él la abrazo con fuerza por la cintura y ella escondió su rostro en su cuello, donde dejo un suave beso. Al reponerse y normalizar su respiración, él se separó un poco de ella para observarla mientras acariciaba su espalda. Verla así, tan sonrojada y con los labios hinchados, fue como mirar a la misma diosa con la que ella compartía nombre, porque aquella chica abrazada a él era la misma representación de la lujuria, el deseo y el amor.
Si el capitulo les gusto, háganmelo saber comentando y votando, lxs tqm.♥
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top