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Me incorporé del sofá para abrir la puerta y descubrir quién está detrás de ella.

Avancé con paso vacilante hacia la puerta, tenía miedo de saber quién podría estar detrás de ese pedazo de madera.

Agarré algo tembloroso  el pomo de la puerta, lo giré lentamente para poder salir corriendo y llamar la policía.

Mi sorpresa fue grande cuando vi a Claude detrás de ella.

-¿C-C-Claude?

-hola ¿Cómo te ha ido?

-b-bien, ¿Qué te trae por aquí?

-algo lo suficientemente fuerte como para cruzar medio globo terráqueo.

-¿s-se podría saber qué es eso tan fuerte?

-mis sentimientos por ti no han cambiado en lo absoluto, el amor vive aún en mi interior, yo…

-C-C-Claude, por favor. Sabes que mis sentimientos por ti no pasan más que de una amistad, ni siquiera amistad, somos conocidos.

-y-yo te amo

-yo no, y muy bien sabes que no puedo amar nadie ahora

-¿es por Sebastian?

-no es ni por Sebastian, ni por nadie…es por mí, no me siento lista para amar a alguien

-no mientas por favor – Claude se acercó y me acorraló contra la puerta

-C-Claude, aléjate de mí

-no quiero y no puedo – acercó su mano hasta mi mejilla

-n-no me toques Claude

-por favor ______, se mía

-¡que me sueltes!

-no la escuchaste Claude, suéltala

Su voz, su aroma…e-e-era él. Sentí una presión en mi pecho y como las lágrimas se me acumulaban en mis conductos lacrimales.

-Sebastian ¿Qué haces aquí?

-vengo solo a resolver un asunto entre ____ y yo – su mirada era fría al igual que su tono de voz monótona.

-S-Sebastian, tengo todo controlado

-no lo creo preciosa – Sebastian empujó a Claude y me caí de culos.

-¡joder! ¿No podías ser más sutil Michaelis?

-extrañaba escucharte discutir.

-cállate

De pronto  Sebastian cerró la puerta de mi hogar, negándome lo que fuera a ocurrir allí afuera.