Extra * Visitando a los abuelos*


Extra * Visitando a los abuelos*

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- Sebastian, lo voy mencionar una sola maldita vez... si ellos llegan a ponerle una mano encima a mi hijo los mataré tan lento, que pedirán morir más rápido – odio decirlo pero, Sebastian es un imbécil. ¿Cómo se le ocurre ir a visitar a mis padres? Desde hace tiempo que no los veo y no quiero que mi hijo Ryan de cinco años los vea. No sé qué atrocidades le puedan hacer a mi pequeño.

- No te preocupes linda, estaremos allí todo el tiempo.

Suspiré, no tengo un muy buen presentimiento de esto. Me trae muy malos recuerdos.

Sebastian agarró mi mano y aun así no me pude tranquilizar. Ryan estaba corriendo por la sala y el comedor, es tan alegre.

- ¡mami! ¡papi! Adivine – colocó sus manos detrás de su espalda y yo me agaché a su altura.

- ¿Qué sucede cielo? – Sebastian copio mi acción

- Les tengo una sorpresa a los abuelos – sonreí forzadamente y vi en Ryan un brillo algo extraño. Nunca lo había visto y al parecer Sebastian también lo notó.

- Estoy seguro de que les va a encantar. Vamos, estamos algo tarde. – suspiré muy pesadamente y agarré una maleta donde estaban unas cuantas cosas de Ryan y Sebastian cargó a nuestro hijo.

Después de más o menos unos 45 minutos de viaje, llegamos a la casa de mis padres. De un momento a otro comencé a temblar y mi labio inferior igual.

- Tranquila cariño – estaba comenzando una de mis crisis en frente de Ryan.

- E-estoy bien cielo – cargué a Ryan para poder respirar mejor y lo logré. Mi hijo es mi calma.

Entramos por el largo sendero y llegamos a la casa que tantos recuerdos asquerosos trajeron a mí.

- Qué bueno que ya llegaron, creímos que nunca llegarían – dijo Marius,

- bajé a Ryan y él se escondió entre las piernas de su padre.

- Ganas no me faltaron de no venir – sonreí, pero debo controlarme por el bien de Ryan. Sebastian agarró nuevamente mi mano y me ayudó a calmarme un poco.

- Miren a este niño tan guapo, tiene un poco de los dos – dijo Gill con una sonrisa, y Sebastian se la respondió tan fácilmente.

- Sí, eso nos lo dicen muy a menudo – dijo Sebastian mientras acariciaba la cabeza de Ryan. Ryan aun miraba de con recelo a mis padres.

- Sigan son bienvenidos.- entramos a la gran casa y fuimos directamente al comedor.

Allí nos esperaba un almuerzo demasiado grande para cinco personas nada más.

- ¿acaso viene más personas? – pregunté, no quería que el resto de mi familia estuviese aquí.

- No, solo somos nosotros cinco – dijo Gill.

- Tomen asiento- invitó Marius- ahora ¿Cómo te llamas pequeño?

Ryan se sentó demasiado bien como para ser el, creo y tengo la sospecha de que se dio cuenta de algo.

- Ryan Michaelis Clark – el los miraba con una sonrisa desconocida para mí y supongo que también para mi amado esposo.

- ______ debiste ponerle un nombre mejor. – maldita Gill. Ryan me miró con sus ojos grandes y rojos.

- Gill, no me hagas retractarme de venir aquí. No te metas con mi hijo- si no me controlo, todo lo que haya de utensilios en esta mesa terminarán por su aguado culo.

- Solo digo

- ¿sabes cuánto me interesa lo que tú dices o piensas? Unas tres millones doscientas cincuenta mil hectáreas de mierda- sonreí cínicamente. Marius me mira consternado y Sebastian apretaba mi mano.

- ¿mami? – Ryan jaló mi blusa y lo miré - ¿puedo hablar con los abuelos a solas? – mierda no me gusta la idea, Sebastian se incorporó y me jaló fuera del comedor.

- ¿vamos a dejarlo dentro con esos monstruos?

- Sé cuál es su plan.

POV Ryan

Saqué los papeles que les había hecho y fui a cerrar las puertas y ventanas.

- Saben más que nadie que no soy humano – sonreí y me organicé mi cabello como mamá solía hacerlo.- y estará algo confundidos debido a mi tan repentina... como decirlo... solicitud - el abuelo Marius me miraba algo nervioso y Gill me miraba algo amenazante.- he conocido mejores padres demonios que ustedes escorias. - debo leer menos las novelas de mami- leí una novela de mi madre en la que contaba su infancia y permítanme decirles que son unos jodidos hijos de la grandísima puta bastardos de mierda

- ¡¿ese es el vocabulario que te enseña tu madre?! – gritó Gill, sonreí.

- Lo aprendí yo solito ¿no les parece maravilloso? – agarré las cartas.- abuelitos, les traje algo para que nunca olviden – ambos lo agarraron y leyeron. Pero no se esperaron lo último. Estudie una clase de trucos de uno de los libros de papá. Y todo el sufrimiento que le provocaron a mi madre lo sentirán ellos pero multiplicado mil veces.

Comenzaron a gritar y a sangrar, es lo mínimo que se merecen.

- Espero que aprendan la lección, no vuelvan a joder a nuestra familia. – salí del salón y me lancé a los brazos de mis padres, los cuales estaban algo preocupados por mi

- ¡Ryan Michaelis Clark! Me tenías demasiado preocupada. ¿te hicieron algo? ¿te duele algo? ¡vámonos a la clínica!

- Tranquila linda – calmó mi papá a mi mamá – él está perfectamente.

Y después de eso, nos fuimos de la estúpida casa que albergaba tan malos recuerdos a mi mami.

- Adiós abuelitos – sonreí.

Ryan es un amor.


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