Especial ~ Fiesta -2
—Buenas noches.
Tan pronto como Marlene abrió la puerta, sintió la mirada azul de Aleix recorriéndola de arriba a abajo, y finalizó en su mueca de pura desaprobación.
—Sabía que pretenderías ir a la fiesta con esas fajas.
—¿Qué tiene mi ropa?
De nuevo el estampado de Spiderman. Siempre el estampado del hombre araña. ¿Es qué acaso no habían otras camisas en rebajas en la sección de hombres?
—¿Tanto te gusta el hombre araña? — señaló la estampa de la caricatura.
—¿Eh? —como si no supiera de qué hablaba, Marlene bajó la mirada hasta toparse con el dibujo plastificado a la altura de su pecho —Pues, la verdad es que sí. Es el único héroe que me gusta. ¿Acaso tiene algo de malo?
—Él no, pero lucirlo en una camiseta es de un gusto nefasto. Marlene, odio esas camisetas de Spiderman. En conclusión: odio todo tu vestuario.
Lo curioso es que ya habían hablado sobre ello, y aunque Aleix ya le había comprado varias prendas dignas de lucirse, ella seguía usando sus horrendas camisetas holgadas y pantalones deportivos. A veces, solo a veces, se ponía jeans, pero eso no cambiaba en si lo mal que se veía.
—Perfecto, entonces me regreso a leer.
Aleix la agarró de la muñeca antes de que pudiera siquiera arrastrar la suela del zapato.
—Iremos a esa fiesta —no pudo decirlo más decidido. —Solo entra y deja que te arregle un poco.
Marlene soltó un bufido de león, al tiempo que se dejaba arrastrar por el incordioso de su novio, el cual la estacionó en medio de su caótica habitación y comenzó a hurgar en su armario.
—Esto está un asco —comentó, descartando una prenda tras otra. — ¿Dónde están las ropas que yo te compré?
La ñoña respondió con un encogimiento de hombros.
—Por ahí andará.
—¡Eres un completo desastre!
Agarró un puñado de ropa y la arrojó en la cama, deshaciéndose del desperdicio de algodón, licra, entre otros materiales. Después se centró en el remolino de ropa que yacía a los pies del mueble y agarró una prenda rosada al azar.
—¡El vestido que yo te compré! ¡Mira que le has hecho!
Aleix lució muy indignado al ver lo arrugada que estaba la prenda. Marlene, por su parte, no parecía nada preocupada por su estado, más bien se veía sumanente aburrida.
—¡La falda! ¡La camiseta roja que te compré hace una semana también está hecha una porquería!
Aleix iba comentando desastres de todas las prendas que descubría entre el revoltijo de ropa, haciendo caras propias de una pija que se miraba todo el tiempo las uñas con temor a haberse quebrado una.
—¿Dónde tienes la plancha?
Marlene volvió a encoger los hombros. ¿Para qué siquiera perdía el tiempo preguntándole nada?
Sin demora, y sin dar ningún tipo de explicación, salió del apartamento llevando consigo una camiseta de tirantes blanca y unos jeans rojos con destellos brillantes.
Marlene asomó el careto, topándose con un indeciso Aleix frente a la puerta de su vecina, Lucía; una mujer que había mostrado abiertamente su interés hacia el muchacho.
—Aleix, esa ropa no le cabe a Lucia.
Después de todo, aquella mujer compartía ballenerismo con su madre.
Aleix la miró con una cara de "no me digas" y prosiguió con su objetivo.
Cuando el timbre sonó, su cuerpo estremeció. Amaba su poder de atracción sobre las mujeres, pero no en ciertas mujeres, y Lucía entraba en ese grupo de excluidas.
—Oh, buenas noches.
Tan pronto como lo vio, una vela se encendió en sus ojos.
—Buenas noches, Lucía, perdone molestarla. ¿Podría prestarme su plancha un momento? —alzó ligeramente las prendas, como escudo quizás, quién sabe, Aleix no podía pensar con claridad frente a aquella mujer.
La sola idea de abordar su apartamento le aterrorizaba, pero su objetivo estaba por delante de todo temor. ¡Iba a ir a esa fiesta con Marlene!
—Ah, claro, adelante.
La sonrisa de la mujer se ensanchó, al tiempo que se hacía a un lado, dejándole un espacio para que pasara.
Aleix giró el rostro, fijándose en su ñoña, la cual no podía ocultar la sonrisa que se asomaba tras el marco de la puerta.
—Te espero aquí —soltó en una especie de canturreo, devolviéndose a su apartamento.
Su ñoña era malvada, pero se sentía incapaz de maldecirla, así que se apresuró en la labor de planchar las dos prendas. Lucía se ofreció en un principio, pero Aleix temió que ella alargara el proceso a propósito, así que prefirió hacerlo él.
***
—Ya estoy lista.
Cuando la ñoña salió del baño, el corazón de Aleix sufrió un vuelco. Qué atractiva se veía cuando dejaba que la cuidara. Qué mal aprovechaba lo bonita que era.
—Ahora te peinaré el cabello.
Aleix esquivó el cuerpo femenino y se introdujó en el baño.
—Qué pesado eres... —refunfuñó, pero aún así dejó que su novio hiciera la molesta labor de deshacer cada uno de los nudos y darle un aspecto más pulcro y decente.
—Ven.
Aleix la arrastró hasta el baño sin darle una explicación, y allí, Marlene vio en el espejo la horquilla brillante que destacaba a un lado de su escaso flequillo.
—¿Te gusta?
La sonrisa soñadora de su novio se reflejaba en el espejo, logrando que una parte de ella estremeciera. Ellos estaban solos, en una habitación no propiamente espaciosa y su calor corporal envolvía su hombro a través de su mano. Había comenzado a agobiarse.
—Sí, sí. Ya vámonos.
Con su temperamento nada atractivo se apresuró en salir del baño y huir de su peligrosa esencia, y se dirigió de inmediato a la salida.
Aleix había pensado en aplicarle un poco de maquillaje, pero decidió no exigirle más. De todos modos, prefería que las mujeres lucieran lo más naturales posible. O al menos así le gustaba Marlene.
—Espera.
—¿Qué sucede?
Marlene se detuvo a dos metros de él y giró sobre sus talones para encararlo.
Le tembló la mano al sentir sus dedos filtrándose entre los suyos repentinamente.
—¿Qué haces? Sabes que aborrezco que me agarren de la mano.
Bajo la tenue iluminación de los farolillos, la rojez de Marlene apenas se distinguía, pero era lo suficiente visible para robarle a Aleix una sonrisa.
—Somos una pareja, ¿recuerdas?
Marlene formó un mohín con los labios. Ni siquiera necesitaba mencionarlo, era a los libros a lo que él se refería.
—Lo de hacer cosas de novios no estaba en el acuerdo. Apenas acepté ir a la fiesta contigo.
—CComo mi pareja".
Esas comillas... Cierto, él lo había mencionado.
Maldito Zorro astuto.
Marlene lo maldijo en silencio, dejando que la guiara.
Era una noche de otoño agradable. No hacía frío. Parecía una noche robada de verano de la que Aleix se había adueñado para disfrutarla cuando más le conveniera. El cielo era una mina de estrellas, y aún estando en plena ciudad, se podía apreciar una calma que se hacía agradable. Escasos traseuntes. Algún que otro vehículo. Marlene pudo apagar por unos instantes toda existencia.
Hasta que el fuerte volúmen de la música se hizo presente en su audición, arrancándola de su extasiante momento de paz.
La fiesta se celebraba en un apartamento que quedaba en lo más alto de un edificio. Ya en el pasillo se podía evidenciar la presencia de las personas sosteniendo sus copas llenas de alcohol y otros fumando en un rincón.
—Qué asco.
Aleix se fijó en el punto de mira de Marlene, percátandose de que su fastidio iba dirigido a una mujer cuya falda parecía más bien un cinturón, que abrazaba a un hombre extremadamente delgado y con el cuerpo repleto de tatuajes por donde quier.
—Te juro que ese no es mi amigo —se apresuró a decir en su defensa. —Yo no me relaciono con ese tipo de personas.
—Pues, al parecer tus amigos sí.
Marlene se deshizo de la unión de sus manos y arrastró las suelas de sus zapatos hasta que se quedó tras la espalda de Aleix.
—Oh, buenas noches, Aleix, querido.
La misma mujer que Marlene fulminaba con la mirada se acercó sonriente, dejando que finalmente un escote tremendamente abierto saltara a la vista de todos.
—Buenas noches, Jess. ¿Dónde está Richard?
Era el sujeto que cumplía años, así le había informado Aleix ayer.
—Creo que bebiendo con sus amigos en su habitación —se llevó la copa de vidrio a los labios y dio un sorbo antes de proseguir. —Creo que ya está borracho.
—¿Ya?
Antes que lucir sorprendido, Aleix se mostró divertido.
—Claro, la fiesta para él ya empezó desde que abrió los ojos esta mañana. Lo increíble es que aún se mantenga en pie.
Sus pestañeos, sus movimientos. La sensualidad con que movía sus labios rojizos. El continuo roce de sus antebrazos en sus pechos. Era muy evidente lo tanto que aquella mujer se estaba insinuando a su novio.
—Oh, ¿y este quién es?
El tipo tatuado se paró junto a la mujer.
—Lucas, te presento a Aleix, el chico más atractivo de la secundaria a la que asistí. Corrijo. Es el hombre más guapo que he conocido en toda mi vida.
Aleix se rio. Su perfecta dentadura era un imán para las mujeres al igual que sus hermosos ojos.
Ya hacía un buen rato que estaban allí parados, pero aún no había tenido la decencia de presentar a Marlene, pero lejos de incomodarle, ella se lo agradecía. De ese modo, las cosas se le harían más fáciles de soportar.
—Un hermoso hombre, sin duda alguna.
Aleix no había dejado de sonreír y de reír desde que aquella tipa se había parado ante él, pero, repentinamente, su sonrisa se esfumó, así como sus ganas de reír.
—Oh...
Marlene se quedó sorprendida en el momento en el que una mano comenzó a acariciarle uno de los glúteos de su novio. La mano de Lucas.
—¿Qué te parece si mejor nos vamos y pasamos una linda noche juntos? —le susurró Lucas al oído.
Aleix se mantenía inerte como una estatua, incapaz de reaccionar, hasta que un rayo de luz iluminó su cerebro para su conveniencia.
Entonces, Marlene perdió la sombra que hasta el momento la había mantenido al margen de la fiesta y varios ojos se clavaron en ella.
—Os presento a Marlene, mi-
—Hermana.
La mirada de Aleix se clavó en ella con un enorme interrogante.
—Oh, no sabía que tuvieras una hermana —comentó la mujer, llevándose dos dedos al mentón, sorprendida.
—Lo que pasa es que no soy muy sociable —le dijo Marlene con una enorme sonrisa.
Marlene nunca sonreía. No de aquel modo. Iba a hacer algo. Aleix lo presentía. Y nada bueno podía venir de ella y su maquiavélico cerebro.
—Marlene, no digas tonterías. Ella no es...
—Tranquilo, hermano —le dió dos toquecitos en el hombro. —No te preocupes por mí. Mejor disfruta de la fiesta.
¡Peligrosa! ¡De Marlene emanaba la esencia cruda del peligro!
Marlene nunca antes tomaba la delantera a la hora de hablar. De hecho, era propio de ella evitar el diálogo, y más si se trataba con desconocidos, pero aquella noche, estaba hablando con una facilidad y familiaridad impresionantes.
—Lucas, ¿te gusta bailar? —le cuestionó Marlene al hombre tatuado, a lo que él asintió un tanto confuso por la repentina pregunta. —Ah, qué bien, a mi hermano también le fascina la danza.
—¿Qué?
¡Así que eso era lo que ella pretendía! ¡Villana Marlene!
—Oh, ¿quisieras bailar conmigo, Aleix? —le propuso el tipo, un tanto apenado.
Tío, la pena y el mariconeo no compaginan nada con tu persona, así que, por favor, no sigas.
Actuar rápido. ¡Eso necesitaba Aleix con urgencia!
—¡Marlene no es mi hermana, es mi novia, y apenas bailaré con ella! —lo dijo tan rápido que todo terminó en un atropello de palabras y en una huida fugaz.
Tanto su figura como la de Marlene se perdieron por entre el gentío, hasta que se metió en el despacho del padre del muchacho, sabiendo que estaría vacío.
—Has dejado a Lucas a dos velas —comentó Marlene aguantando las ganas de reír.
El cuello de Aleix se torció al encararla. El cielo en sus ojos se había convertido en dos tormentosas llamas.
—¡Marlene!
Aplastó su rostro entre sus manos, haciéndola sufrir, pero en vez de llorar o rogar su liberación, Marlene se rio como una foca retrasada.
—¡No te rías!
—¡El tipo te nalgueó!
No podía dejar de reírse y de llorar. La escena seguía muy viva en su cabeza.
—¡No es gracioso!
Ahora sí que estaba molesto, pero no con Marlene, si no con aquel tipo. Quería partirle la cara, y si no lo había hecho era por Marlene.
—¡Te lo mereces! —le mostró la lengua. — Eso te pasa por estar zorreando con otra frente a mis narices. Que, ojo —alzó la mano—, no es que me importe.
—Ajá.
Del enfado, Aleix pasó a la satisfacción.
—Así que hiciste eso porque estabas celosa.
La ñoña blanqueó los ojos.
—Pues no. Solo quería divertirme y la escena se presentó por sí sola.
Era sincera. Marlene estaba siendo totalmente sincera.
Aleix soltó un largo suspiro repleto de decepción. La noche no había podido comenzar de un modo más caótico. Ya ni siquiera tenía ganas de divertirse.
—Vamos, no me seas dramas. Te prometí venir a esta fiesta a cambio de mis hermosos libros.
—M-Marlene...
No pudo evitar atragantarse con su propia saliva al sentir la mano de Marlene apretándole una nalga. Esa acción, acompañada de uno de sus guiños, le hizo estremecer toda la hombría.
—Marlene...
La agarró por los hombros, sintiendo como todo su ser ardía al sentir la tenue calidez que podía percibir a través del tejido de su camiseta.
—No me vengas con ese tono de cachorro llorón. Esta noche no ocurrirá nada de eso entre nosotros —le apretó la nariz y le dio un pequeño golpe en el pecho, arráncandole de sus calientes fantasías.
Era tan difícil estar junto a ella sin poder tocarla como tanto deseaba... Pero, finalmente, la imagen de una futura unión le tranquilizaba. Saber que ella un día sería únicamente suya, le calmaba.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top