21 ~ "Melones"

Solito, subí a cada una de las atracciones del parque, y Marlene ni siquiera se dignó a mirarme. De hecho, aprovechó mi ausencia para dedicarse exclusivamente a la lectura del libro.

Si está mínimamente interesada en mí, sabe ocutarlo perfectamente.

Si dichos sentimientos no constaran en su diario, no lo creería.

—¿Tampoco vas a acompañarme a esa? —señaló con el dedo, pisoteándo del todo su propio orgullo.

La susodicha caminaba con el hocico hundido entre las páginas del libro. No había dejado de leer en ningún momento.

Cuando se dignó a mirar a Aleix, lo hizo con una pereza demasiado evidente y, dicho sentimiento creció cuando vio la noria, atracción que él le había sugerido.

—Buff... —soltó con todo descaro.

Aleix estaba por desanimarse, pero en cuanto vio que ella cerraba el libro y lo regresaba a la mochila, una sonrisa se colgó de sus labios.

—Venga, vamos —aceptó ella, pero sin ninguna pizca de emoción.— No quiero tenerte después llorando frente a mi puerta.

—Gracias —a pesar de su tono, Aleix se sentía complacido.

Estaba tan contento con el logro que le tendió la mano a Marlene, ganándose una expresión interrogante por su parte. Se lo quedó mirando así durante un rato, hasta que Aleix se impacientó y le tomó la mano, arrastrándola al interior de una cabina que compartirían solo ellos.

Marlene hizo el ademán de soltarse para sentarse en el otro banco, pero Aleix tiró de ella, obligándola a sentarse junto a él.

—Cielos...—protestó Marlene, mirando para otro lado, incómoda por su cercanía.

—Venga, relájate —deslizó una mano por sus hombros y la estrechó contra él.

En cuestión de breves minutos, la atracción comenzó a moverse, alejándolos cada vez más del suelo.

—Eres tan cliché... —se quejó Marlene sin moverse, a pesar de que quería despegarse de él.

—¿Por qué dices eso? —de repente, Aleix se sintió muy nervioso.

Aleix temía estar haciendo algo mal. No tener experiencia respecto al amor le ponía muy nervioso, y la actitud de Marlene no le ayudaba en nada.

—¿La vista no te parece hermosa? —soltó lo primero que se le ocurrió, y al mismo tiempo se aprovechó para pegarse más a Marlene, porque aunque ya estaban juntos, le seguía siendo insuficiente —¿No te gusta estar a mi lado? —a pesar de que se lo susurró al oído con sensualidad, temía la respuesta.

En ese momento, la sintió estremecer.

—Bueno, digamos que, —alzó el semblante, que se esforzaba por verse indiferente y le miró —por desgracia me he acostumbrado a tus acosos como un drogadicto a las drogas —pegó dos dedos a su frente y le empujó la cabeza ligeramente.

Aleix no supo decir si aquello era bueno o malo, y se quedó pensando acerca de ello incluso después de que la noria dejara de girar.

—Oh, no...

Nada más escucharle, Marlene le miró con curiosidad. Aleix tenía la mirada clavada en un punto en específico, se veía de lo más nervioso y le sudaba la mano asquerosamente. Dicho punto se trataba de una jovencita que caminaba en su dirección. En lo primero que Marlene se fijó, fue en sus dos enormes melones, que a cada paso que ésta daba, parecía que se le iban a salir de la escota camiseta de tirantes.

—Oh, Catalina —la saludó Aleix nervioso, teniéndole la mano —Hace tiempo que no te veía.

—Sí, la verdad es que sí —tras acercarse y darle dos besos sonoros en las mejillas, se rió coquetamente —Desde aquel revolcón de hace dos meses, ¿no?

Era la típica rubia poli operada con kilos de maquillaje sobre el rostro y que se pasaba la vida apretando los brazos para que se le notaran más los pechos.

Los ojos de la ñoña observaron a ambos con detenimiento. La mano sudorosa de Aleix le resultaba sumamente incomoda, pero no más que aquellos dos pedazos de silicona.

Que ganas de pincharlos.

No sería a la primera ni a la última a la que se le reventaran las tetas, y tenía que admitir que sería gracioso verlo.

—¡Hey!

Aleix abrió mucho los ojos en el momento que Marlene se le arrimó al brazo y le miró con una mueca.

Catalina sin duda era un problema. La muy descarada había confesado sin más lo que había ocurrido entre ellos. Lo había hecho solo para fastidiar, y porque estaba resentida de que Aleix no la hubiera tomado en serio.

—Marlene, esto no es...

—¡Él es mío! —declaró Marlene alto y claro, aferrándose a él con garras y dientes, y los cachetes hinchados.

Era demasiado adorable. Aquel era sin duda el mejor momento de toda su vida.

La rubia sacudió las ubres a propósito demostrándole a Aleix lo que se había perdido y se marchó, claramente molesta.

—Vaya, tu amiga se fue —comentó Marlene, agitando las pestañas con aire inocente. —Qué pena.

—No es mi amiga —negó de inmediato, sintiéndose presa de un apuro.

—¿Nos vamos ya? Quiero mi libro —tiró de él, mostrándole la expresión de una niña demandante.

Aleix, por primera vez, agradeció la existencia de los libros, ya que le habían librado de un apuro. No quería hablarle a Marlene sobre Catalina, aunque ya estaba bastante claro el tipo de relación que habían tenido.

En cuanto llegaron a una librería, Marlene se soltó de su mano y se pusó a husmear entre las muchas novelas, y tras leer varias sinopsis, se presentó frente a Aleix con el libro que quería.

En cuanto salieron de la tienda, Marlene pegó el libro a su pecho y le dio las gracias.

—Lo admito, me lo he pasado bien. Especialmente cuando esa chica me miró mal porque se creyó que éramos novios y que estaba celosa—comentó, esbozando una sonrisa de pura satisfacción.

—¿Eh?... —Aleix sintió que el corazón se le hacía pedazos.

—¡Su cara! —recordó, riéndose —¿No la viste? ¡Fue muy cómica! ¡Disfruté mucho de verla así! ¡Le dañé el ego a esa narcisista!

Interpretación.

Solo por esa razón Marlene había actuado así. No eran celos, como él llegó a asumir, solo fue actuación.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top