04 ~ Una forma "obvia" de ligar

—No baja...

Aleix no paraba de frotarse la frente mientras se miraba en el espejo. Tenía un chichón espantoso que le había hecho Marlene un día después de su brillante idea de hacerle spoiler. Había ido a verla con la intención de copiar otro protagonista para ver si así conseguía acercarse a ella. Cuando ella le abrió la puerta, pensó que ya se le había pasado el cabreo, pero en cuanto le vio cruzando el marco de la puerta, le cerró por sorpresa, dándole de lleno en la frente apropósito. Se había vengado por el spoiler. Sí que era rencorosa.

Sin embargo, eso no desanimó a Aleix. En esos días que no podía salir de casa — porque el chichón era para él estar enfermo — aprovechó el tiempo para leer varias novelas de esa dichosa página. En las novelas todo parecía más fácil, a pesar de que siempre tenía que haber escenas tristes para hacer el drama, igual las parejas se quedaban juntas al final. Aunque no estaba muy seguro de que la ñoña Marlene le fuera a hacer caso alguna vez.

En cuanto tuvo ese pensamiento, sacudió la cabeza, flipando consigo mismo. Claro que iba a conseguirlo. Era él. Era imposible que no lo consiguiera. Para convencerse, se quitó la ropa y se admiró al espejo. El six pack estaba en su sitio, su pecho besable, sus brazos musculosos, su espalda ancha, pero no de forma exagerada, sus glúteos duros y apretables, su entrepierna, uff...y sus piernas duras, fuertes y perfectas. Sin duda era el bombón que cualquier chica en su sano juicio querría saborear. Incluso alguien como Marlene tenía que desearlo. Él si fuera una mujer no se dejaría escapar.

Asintió, dándose el visto bueno, volvió a ponerse la ropa y regresó a la cama, donde en vez de pecar, siguió leyendo como un viciado.

***

Varios amaneceres después, ya sin el chichón, regresó a aquel apartamento con una idea en mente. Era cursi, típica además, pero quizás eso es lo que debería haber usado desde un principio.

Tras tocar dos veces, comenzó a escuchar los pasos de la bestia come libros acercándose, hasta que abrió la puerta. Una vez más, llevaba puesto un pijama infantil de ositos esparcidos por toda la tela, el que Aleix supuso que habría pertenecido a su infancia. Ya que como era enana, pues...

—¿Viniste a hacerme spoiler otra vez? —Marlene le miraba con ojos asesinos. Lo detestaba, o al menos fingía que lo hacía, pero Aleix no retrocedió a pesar de eso.

—Solo venía a decirte algo —le dijo con su fastidioso aire de interesante.

—¡Pues dilo ya de una vez y...!

En cuestión de segundos, Marlene sufrió varias emociones. Frío y sorpresa cuando Aleix le bajó los pantalones de un tirón. Vergüenza cuando se miró las bragas con fresitas. Y furia cuando el imbécil la empujó contra la puerta y se inclinó sobre ella con la intención de besarla.

—Marlene, yo...

Sin decirle nada, Marlene apretó la mano contra su pecho, lo alejó de ella sin empujarlo y caminó hasta su habitación, arrastrando los pantalones por el camino. Aleix ya se estaba quitando los botones de su camisa y sonriendo de forma triunfal, preparándose para cuando le invitara a entrar.

—¿Eh?

Pero, de repente, Aleix se vio siendo empujado con delicadeza al interior de un coche patrulla y en varios parpadeos más, estaba sentado en la cama dura de unas de las celdas de un puesto de policía. Allí tuvo que dormir. Le soltaron a la mañana siguiente y todavía seguía perplejo.

—Muchacho, controla esas hormonas. Hay que ver —le dijo el policía sacudiendo la cabeza y le dio una palmada en la espalda para que se espabilara.

Aleix no fue capaz de decir nada, apenas asintió y regresó a su casa. Se suponía que al bajarle los pantalones, despertaría la hambrienta sexual que Marlene llevaba dentro, o por lo menos se ruborizaría, pero no fue así... Ella actuó de una forma que no se esperaba.

En cuanto llegó a casa, agregó aquella historia a la lista de lectura negra. Lo que no sabía es que esa era una de esas historias en proceso que nunca iba a tener su final, y eso que tenía muchas visualizaciones y votos.

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