Terror en Ula-Ula: La leyenda del moreno sin pareja.

Vencer a todos los kahuna no era una obligación para poder abrir el primer gimnasio, pero demostrar su valía frente al archipiélago de Alola a fin de ser reconocidos por los lugareños era sin dudas una necesidad ineludible.

—Creo que lo mejor será ir primero a Ula-Ula —opinó Satoshi—. Me dijeron que Rika, la kahuna de Poni, es una chica joven, y no quiero que vuelas a intentar cambiar el lugar del gimnasio como hiciste con Mayla para quedarte a vivir con ella.

El morenote rió. —Oye, si voy a tener que asentarme en una nueva región, es mejor hacerlo bien acompañado.

Un guiño del estudiante de medicina Pokémon bastó para que la pareja de enamorados enrojeciera como la lava del volcán donde Kiawe solía practicar sus habilidades de acosador de lolis fantasma, y Serena rápidamente buscó cambiar de tema.

—¿Cuánto tiempo nos vamos a quedar allí? Me gustaría poder hacer un par de presentaciones antes de marcharnos.

Brock dudó.

—Eso... eso no estaba en nuestros planes, pero si quieres podríamos quedarnos un día en Ula-Ula y viajar por la mañana a Poni.

—¿De verdad? ¿No los estaría incomodando?

—Jamás podrías.

La respuesta de Satoshi la dejó satisfecha, y con el viento de Alola golpeándolos en el rostro pudieron divisar a Ula-Ula acercándose a lo lejos. El monte Lanakila sobresalía dando un tono imponente a la isla en tanto su cima nevada rozaba el cielo oscuro de aquella mañana poblada de nubes.

—Es impresionante —opinó Serena. Satoshi la tomó de la mano y ella se acurrucó en su pecho agachándose un poco para salvar las diferencias de estatura— ¿Crees que algún día pueda hacer una presentación en la cima de ese monte?

—Quizás en el entretiempo de la liga —El moreno se veía inspirado al decir aquello—, porque hasta ahora, el lugar donde la comenzaremos será justamente ahí.

Los tórtolos observaron anonadados la belleza de aquel accidente geográfico, Serena pensaba en lo hermoso que se vería una presentación de Braixen rodeada de hielo mientras que Satoshi se deleitaba con la idea de salir de una batalla en la liga para tomarse un chocolate caliente con alguna torta tamaño Mamoswine que por ser calientes, sabían más rico con un clima helado, algo un poco difícil de encontrar en su viaje aloliano. El recuerdo de su última pelea en una ciudad fría hizo que la abrazara con más fuerza sin siquiera pensarlo.

—No te preocupes Satoshi, el gimnasio será en la playa y la liga en el hielo. De esa manera no nos distraemos con los trajes de baño de las retadoras durante la prueba máxima.

—¿Trajes de baño? —La voz y el rostro de la Pelimiel demostraban que no estaba nada feliz con aquella idea.

—Está hablando por él —advirtió el chico restándole importancia mientras acariciaba al Pikachu sobre su hombro —. Tenemos que encontrar al Kahuna, ¿qué me dicen si empezamos a buscar por la ciudad más grande?

—¡Sí! Sería perfecto empezar con las presentaciones en un lugar concurrido. Veamos, la ciudad de mayor importancia es —Serena comenzó a buscar en su mapa pero la voz de Brock se adeltantó a la suya.

—Ciudad Malíe.

Una confrontación de miradas ocurrió casi de inmediato en la cual el moreno y la artista de algún modo lograron comunicarse leyéndose los pensamientos para decirle uno al otro sin emitir una sola palabra: "Tú puedes ser su novia, haberlo conocido durante su infancia e incluso cocinar mejor que yo, pero el puesto de mapa en este equipo me pertenece, y no dejaré que nadie me lo arrebate", Serena achinó los ojos al regresarle el mensaje: "Eso está por verse. Nuestra contienda será legendaria".

Bajaron de la lancha, pagaron sus pasajes, echaron una mirada a los al rededores y se convencieron de que aquella sería una experiencia emocionante.

—Cuántas nuevas oportunidades, ¡hay lugares muy hermosos para exhibir!

—Siento que aquí podré entrenar hasta superar mi nivel, veo entrenadores por doquier y parecen fuertes.

—¡Cuántas chicas hermosas hay aquí! Si no consigo el número de aquella castaña del biquini azul sé que me voy a desmayar.

Todos con tan solo mirar un poco encontraron motivación de sobra para seguir adelante con su emprendimiento. Los muchachos ayudaron a Serena a preparar un espacio seguro para dar su primera presentación: no se trataba de un espectáculo súper preparado como los que había realizado en Kalos, sino más bien de un acto sencillo y elegante, con ropa deportiva e invitando a participar a algunos jóvenes del público para que sus pokémon realizaran diferentes acrobacias o también a algunos ancianos para bailar con ella, idea que pareció elevar el furor al máximo. Tan sólo media hora allí y ya se había logrado un pequeño club de admiradoras.

—Chicos —Los interrumpió cuando los muchachos se disponían a seguir con su recorrido—, ustedes saben lo mucho que quisiera seguir con ustedes, pero estas chicas quieren que les enseñe algunas cosas sobre los perfourmances, no puedo perder esta chance.

—¿Entonces no verás mi batalla? —Satoshi se veía afligido por por las palabras de su compañera.

—Lo siento... Te prometo que te lo compenzaré más tarde con algo que a ti te encanta.

Satoshi recuperó su sonrisa puesto que bien sabía que ella se refería a sus exquisitos pokepuffs, aunque Brock, muerto de la envidia, no podía parar de pensar "¿Cómo lo hace?"

Recorrer la isla Ula-Ula sin Serena a su lado no era lo mismo para el Azabache; tenían que encontrar al kahuna y retarlo a una batalla antes de que comenzara la tormenta, pero su mente no lograba concentrarse en la realización de aquel objetivo.

—¿Sabes dónde está ubicado cada sitio dentro de esta isla? Porque yo sí —Se regodeó el ex líder de gimnasio asumiendo nuevamente su papel de guía.

El sol había desaparecido dejando tras de sí un cielo obnubilado, el aire se pobló rápidamente de pequeñas gotitas gélidas en tanto algunas de mayor tamaño comenzaban a precipitar sobre los adolescentes descubiertos que sin dudarlo decidieron tomar refugio en el primer edificio abierto que encontraron: un centro comercial abandonado.

Ingresaron presurosos preguntando por alguna presencia humana en aquel sitio, sin obtener respuesta alguna, lo que ocasionó que se relajaran. Una mirada a su al rededor les devolvió un escenario rústico y ciertamente triste donde todo lo que alcanzaban a percibir olía a moho y daba apariencia de estar desgastado por los años. El sistema eléctrico había dejado de funcionar hace mucho y los pocos haces de luz que se filtraban por los pedazos de pared caídos y las goteras apenas les permitían hacerse un panorama de las cosas que podrían aprovechar.

—Estoy seguro que pasará pronto, no debemos preocuparnos —opinó el mayor de los dos. Satoshi no perdía el gesto angustiado del rostro.

—Serena...

De pronto, el sonido chirritante de una bisagra añeja abriéndose los hizo sobresaltar.

—¿Quién anda ahí? —gritó el moreno alzando la guardia.

—Quien quiera que sea, quiero que sepa que no estoy interesado en lo que sea que pretenda de mí, y que ya estoy con alguien —agregó su amigo con la voz impostada en seguridad.

Un tono aniñado y femenino respondió con cierta tristeza. —¿Me estás diciendo que no quieres nada conmigo?

—¡Satoshi, deja de friendzonear a los extraños!

—¡Decir que ya sales con alguien no es friendzoneo!

—¡Por supuesto que sí!

—Oh, rayos... ¡No puedo evitarlo, es algo que simplemente ocurre!

De atrás de la puerta abierta emergió la figura de una chica muy joven que llevaba el pelo violeta atado de un modo singular, ropa holgada y un gesto entre pícaro y divertido en el rostro.

—Descuida, me gustaría que fuéramos amigos. Soy Zarala, ¿y ustedes?

—Mi nombre es Brock, soy un criador pokémon y actualmente estudio para convertirme en un doctor pokémon.

—Yo soy Massara town no Satoshi, y éste es mi amigo Pikachu —El roedor saludó con antipatía al notar que la muchacha llevaba un Mimikyu en su hombro—, y junto a él voy a ser el mejor Maestro Pokémon de todos los tiempos.

—¿Un maestro Pokémon? ¡Impresionante! ¿Y por qué están aquí? No es normal que un desconocido me friendzonee en mi propia pocilga.

—Vinimos a desafiar al kahuna de esta isla a una batalla pokémon para demostrar que somos dignos de ser los primeros líderes de gimnasio de la liga pokémon próxima a inaugurarse en Alola.

—¡¿Traerán la Liga Pokémon aquí?! ¡Sorprendente! Aunque si quieren desafiar a Denio van a tener que esperar a que pase la tormenta.

—¿Lo conoces?

—Sí, somos muy cercanos.

—¿Podrías llevarnos con él?

—Claro, aunque está en la biblioteca ahora.

—¡Bien!

—Oigan, ya que yo voy a ayudarlos, ¿podrían darme una mano con algo que me está costando? —Los chicos asintieron— Quiero fotografiar a algunos pokémon fantasma que hospedan este lugar, pero como no se los puede ver sólo podría hacerlo al captar objetos en movimientos inexplicables, que duran muy poco y casi siempre se me escapan. ¿Me darían una mano?

—Bueno —comentó Brock—, ahora somos amigos, así que no veo por qué no.

Zarala agradeció entusiasta y todos sacaron algo para fotografiar a los fantasmas. Tomaron diferentes caminos al adentrarse en el edificio y la ausencia de las voces lo cubrió todo; sólo el incesante golpeteo de la lluvia contra las chapas y los cristales se reproducía en ese ambiente de misterio y penumbra. Entonces, el grito de Brock activó las alarmas de los demás cuando algo lo jaló de los calzones.

—¡Ya lo tengo! —gritó Satoshi fotografiando a su amigo elevado a medio metro del piso, con sus calzoncillos de oficiales Jenny al descubierto haciéndole una tortura china refleja en su cara de dolor. Ante el fulgor del flash, un Gastly salió volando hasta perderse en la oscuridad.

—¿Rotom, lo captaste?

—Todo —contestó su pokémon.

De pronto, un carrito de supermercado salió disparado cargando sobre sí a la chica rara del grupo, y Satoshi montó sobre el mismo para obligarlo a frenar su curso chocando estrepitosamente contra una pared. Ante el flash de la cámara del pokenav de Brock, un Hounter salió presuroso y atravesó una de las ventanas ennegrecidas por la suciedad.

—Eso estuvo cerca. Gracias Satoshi.

—No me lo agradezcas.

—Al menos salieron muy tiernos en la foto —El morochote morrudo les enseñó lo que había captado su lente encontrándose ellos con una escena de ambos jóvenes derribados en el suelo, uno sobre el otro y con los ojitos en espiral.

—Si se la llegas a mostrar a Serena, el próximo fantasma en embrujar casas abandonadas serás tú.

—Si se la llegara a mostrar a Serena, lo único que podrías hacerme sería estirarme de los pies por las noches diciendo "Bu" y cubierto por una sábana porque ella te mataría a ti primero.

—¡Mimikyu, deja de pelear! —gritó repentinamente Zarala— Oye, dile a tu Pikachu que él también ya pare.

Los tres observaron como el roedor eléctrico literalmente volaba por los aires tratando de darle cabezazos al fantasmita disfrazado. Satoshi reaccionó.

—Pikachu no puede volar, eso debe estar haciéndolo otro fantasma.

—¡Bien! —La muchacha se adelantó a sacarle fotos a la contienda pokémon y ante el primer flash un Gengar huyó de la escena atravesando las paredes.

Los chicos se felicitaron mutuamente y en clima de júbilo le pasaron todas las imágenes tomadas a la chica del vestido oscuro en tanto un sonido de palmas chocando superó al débil murmullo de los últimos vestigios de lluvia sobre las chapas del lugar.

—Fantástico, Zarala, muy emocionante. Tus nuevos amigos parecen chicos muy buenos y divertidos.

—¡Denio!

—¡¿Denio?!

El hombre ojeroso que los había estado aplaudiendo saltó desde el mueble donde permanecía escondido y les contó. —Estuve observándolos desde hace unos momentos, escuché sus pretenciones y déjenme decirles que sería un placer no sólo aceptar su propuesta, sino también invitar a Rika y tener contra ustedes una batalla doble frente a la plaza central de Ula-Ula mañana por la tarde. No les garantizo que puedan derrotarnos, pero al menos demostrarán su nivel, y eso será suficiente, ¿verdad?

El dúo de entrenadores sonrió feliz ante la propuesta. —Por supuesto, señor.

—Tío, ¿por qué viniste? —cuestionó Zarala sorprendiendo a los muchachos por la manera en que llamó al kahuna.

—Lo que pasa es que esta linda jovencita necesitaba asegurarse de que no le ocurriera nada a un tal Satoshi y su amigo, Brock durante la tormenta.

El oriundo de Pueblo Paleta observó conmovido a Serena que lo observaba desde atrás de Deino con un gesto ausente. Era lo mismo que aquella vez, cuando aún estando enojada con él lo dejó todo de lado y salió a buscarlo en la tormenta de nieve porque para ella él era importante. El saberse querido por Serena lo hizo sentir sobreseído por una sensación de paz y seguridad que pronto fue interrumpida por la voz de la perfourmer.

—Satoshi...

—Serena —contestó feliz, aunque había algo raro en la voz de la pelimiel que le hacía desear salir corriendo.

—¡¿Qué hacías sobre ella?!

El chico cedió al deseo y emprendió una huida cobarde en tanto se deshacía en explicaciones sobre la situación y el orden de los hechos, pero fue en vano. Quiso esconderse en una pieza, pero ahí mismo Serena lo alcanzó y desde afuera el grupo escuchó tres percusiones fuertes y sonoras antes de que la pareja saliera nuevamente abrazados, ella con una cara feliz, y él con los cachetes coloreados.

—Todo está bien, muchachos —anunció la entrenadora de Kalos.

—Prefería las bolas de nueve —Se quejó el azabache.

Cuando por fin cesó la tormenta, los chicos abandonaron al kahuna y a su sobrina y se dirigieron hacia el centro pokémon donde Brock se animó a preguntar.

—Y bien Serena, ¿cómo te fue a ti con las chicas?

La aludida se entristeció. —Muy mal. Con sólo ver el tipo de bailes casi nudista que les gusta a las chicas de Alola empiezo a creer que quizás las performances no tengan mucho éxito en esta isla.

—Bailan casi desnudas, anotado —infirmó Brock.

—Pero en las otras islas les había ido bien —objetó el Mostaza.

—Nos admiraron, sí, pero ninguna de ellas quiso ser como nosotras. Esta es la primera vez que interacciono así con las lugareñas y la experiencia fue decepcionante: Las chicas dijeron ser bailarinas de una escuela de danzas del lugar, y por eso organicé un ensayo improvisado. Dijeron que se irían a cambiar y vinieron vestidas con polleras de hojas y una mitad de coco en cada seno como sostén.

—Eso no suena tan malo para mí —opinó el morenote.

—¡¡Dijeron que esa era el vestuario de sus danzas tradicionales!! Podría adaptar el estilo de los perfourmances para que su tradición sea respetada, pero no creo que Yashio lo quiera financiar.

—Harás que funcione, tienes un don increíble para los milagros —incentivó Ketchum.

—Aún si funcionara, ellas dijeron que lo único que les interesaba era aprender de mis bailes, no les interesa involucrar a sus pokémon. No sé si yo estoy interesada en esto.

El azabache abrazó a su chica y ésta se acurrucó sobre su pecho. Había sido un día largo para todos, y el día que los esperaba mañana sería aún peor. No había nada de malo en querer olvidar las penas tirándose sobre un sillón y mirarse a los ojos en silencio hasta que el sueño los invadiera.

Excepto por Brock. Él les iba a sacar fotos vergonzosas para después poderlos extorsionar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top