Huida

¿Qué sentido podía tener aquello? La intromisión inesperada de Brock, Kiawe celoso, la pelea con Mayla, Piplup correteado en medio de la turba de espectadores, Dawn apareciendo inesperadamente y señalando hacia un lado donde sin explicación alguna se encontraba Serena observándolo con el rostro ruborizado... Ninguna explicación que pudiera entrar en la cabeza de Satoshi, ciertamente. De pronto, una idea lo atravesó con la agudeza del pico de un Pidgeotto destrozando el globo del team Rocket en pleno vuelo, haciéndolo dudar de su cordura: ¿y si otra vez se trataba de un sueño?

El sol picaba sobre la piel mientras los entrenadores de ambos Golem ordenaban a uno y a otro embestirse brutalmente haciendo temblar la tierra bajo sus pies mientras que Serena se adelantaba pidiendo permiso respetuosamente entre la multitud de isleños y turistas enardecidos buscando acercarse al centro para captar más la mirada de Satoshi, reconociendo que ante tal magnitud de latidos humanos sería imposible rodearlos, viéndose obligada a elegir ese medio como la única salida posible a fin de poder estar un poco más cerca de su querido azabache.

La propuesta, la pelea, la turba, el pingüinito, la muchacha. Todo tenía más sentido si jugaba a reconocerse necesitado de un milagro de ese estilo como para volverla a ver, quizás simplemente le dolió tanto que rechazara su tentativa de ir a buscarla que su mente entró en crisis, quebrándose poco a poco hasta ir haciendo que perdiera la cordura y sus sueños estaban delatando sus deseos ocultos de no hacer caso a las súplicas de su amiga y partir pronto al encuentro de la pelimiel.

Serena sonrojada, los Golem arrojándose elementos líticos con bravura, la tierra temblando sin razón alguna, la turba emocionada sin motivo que lo justifique, Dawn, su Piplup, Mayla, Kiawe, Brock... todo eso, un simple telón; un sinsentido incalculable, un absurdo absoluto, una excusa barata para no aceptar que se moría de ganas por verla, ¿es que acaso estas alucinaciones sólo cesarían el día que la tenga de nuevo entre sus brazos? Su mente no podía parar de reprochárselo, pero su corazón estaba turbado. De pronto, en medio de tantas incoherencias una sóla cosa tuvo sentido: él tenía asuntos pendientes con su recuerdo de la muchacha, y en ese mismo momento tenía la oportunidad de resolverlos.

Caminó chocando de una manera grosera a los espectadores de la pelea sin pedir permiso, sin siquiera articular un intento de disculpa; total, eran sólo personajes de un mísero sueño. Adelantó sus pies sobre el área de pelea, ¿por qué preocuparse por los golpes de aquellos formidables oponentes rocosos? Los sueños no duelen. Tomó sin descaro la mano de la chica sorprendida que lo observaba retraída en medio de la multitud desde la primera fila —obviamente, puesto que se trataba de un sueño y en ellos hasta lo más ridículo como ver a Serena en primera fila en una pelea que no fuera suya era posible—, la acercó a él poseído por la emoción de ser invisible e imposible de juzgar, todo aquello sería sólo un recuerdo propio cuando despertara, nadie le diría nada, y en medio del pequeño lapso de silencio que generó la alarma de que dos chicos se hayan integrado al área de pelea la acercó a su pecho sintiéndola respirar con cierta dificultad, sujetó su rostro con delicadeza entre sus manos y sin mediar palabra alguna, la besó en los labios.

Su contacto era cálido pese a lo rígido de la postura de la adolescente... ¿por qué estaría nerviosa? ¿Acaso su mente no concedía que se permitiera disfrutar desaparecer por un rato las batallas, la playa, los amigos del colegio y cualquier otra nimiedad a cambio de disfrutar del dulce sabor de los labios de Serena? Ella cedió al abrazo embriagada por la ocasión, por las manos del entrenador sujetando su rostro, por el silencio expectante que de un modo casi programado brindó la multitud, por la atención centro escénica que le brindaron cuantos hubiera en torno a ellos: ni los Golems resistir el evitar caer en el asombro olvidándose completamente de la pelea por unos instantes, tras los cuales una sola persona se atrevió a gritar.

—Por todos los cielos, ¡no la friendzoneó!

La voz de Kiawe en medio del silencio había sido un llamado de atención; ¿por qué su sueño no le permitía disfrutar de algo tan simple? ¿Era necesario que todo aquel escenario armado siguiera existiendo? ¿No podía mejor transportarse de nuevo a la playa de noche como en el primer sueño donde Serena le reprochaba sus falencias, pero esta vez agredir esa sensación de vacío hasta desaparecerla bajo la forma de un beso? Un momento... ¿En qué momento se había dormido?

Abrió los ojos en la medida que Serena se alejaba escasamente de él, quedándose ambos a unos pocos centímetros el uno del otro mientras que Brock estallaba en exclamaciones inentendibles acerca de todo lo que le había enseñado a Satoshi durante sus viajes y la multitud se dividía drásticamente entre vitoreadores y quisquillosos que lo reprendían por interrumpir la pelea cuando de pronto comprendió el ridículo que estaba haciendo: Aquello —aún contra todo pronóstico—, no era un sueño...

—¡Puta! —Gritó Satoshi descolocando a muchos que lo creían incapaz de decir semejante grosería y luego sujetó precipitadamente la mano de Serena y se largó a correr seguido sin repliques por parte de la adorable pelimiel.

—¿Qué fue todo eso? —Inquirió la damisela mientras tomaba partido en las acciones evacuatorias de la «escena del crimen», alcanzando prontamente la velocidad del azabache en medio de la huida.

—No lo sé, pero realmente me alegro de que sucediera —respondió éste emocionado sin sacarle el ojo de encima a la muchacha, cuando de pronto ella notó que alguien los perseguía y gritó desesperada.

—¡Corre, nos va a alcanzar!

El mostaza obedeció sin rechistar dirigiendo la marcha a gran velocidad hacia los riscos que adornaban el periplo de las zonas más altas de Melemele, logrando encontrar refugio en una gruta húmeda escarbada en la roca de un bajo acantilado libre de cualquier actividad humana y lo suficientemente alejado como para que no los puedan encontrar en breve. Ella sacó de su mochila una botella con agua y se la ofreció mientras ambos se sentaban en el suelo.

—¿Quieres explicarme qué fue todo aquello? —Insistió Serena ansiosa por entender qué estaba ocurriendo en la cabeza del azabache en aquellos momentos.

Él bebió un sorbo de su botella antes de contestar. —No es como si yo tuviera todas las respuestas, ¿sabes? Pero lo que sí tengo es un deseo enorme de que todo esto sea real.

La muchacha sonrió tiernamente recibiendo el mismo gesto cálido de parte del chico a cambio. Sus manos se encontraron en la penumbra mientras el sonido de las olas rompiendo contra el acantilado climatizaba el ambiente con un melodioso sonar rítmico y vertiginoso, completamente ajeno al aura de alegría y calidez que ellos dos estaban experimentando.

—Supongo que estaría de más decirte ahora que te he extrañado —insinuó Satoshi mientras que su compañera reía tímidamente sin perder el rubor del rostro.

—Supongo que no estaría de más que te pidiera disculpas por venir sin haberte avisado —repuso ella al tiempo que acariciaba su rostro y el cielo se oscurecía débilmente por una nube blanca que había tapado por un momento al sol para luego ceder paso nuevamente a los efectos del astro.

—Agradecería que me contaras algo sobre eso —confirmó Satoshi siguiéndole el juego de la palabras decoradas y los gestos atontados como imitando a los condes de alta sociedad, esos que siempre los habían recibido sin desagrado en su viaje por Kalos, pero que de algún u otro modo les habían hecho sentir que eran diferentes, que lo suyo no excedería la caridad de quien brinda un pantallazo de algo inalcanzable para el beneficiado. Era ridículo hacerlo, Serena sabía romper todas sus pantallas—, si ibas a venir tan de repente ¿por qué no me dejaste que yo fuera donde estabas? ¿Por qué cuando huíamos mencionaste que alguien que se acercaba?

—¿Me creerías si te dijera que yo tenía planeado venir a encontrarme contigo mucho antes de que me llamaras? —Él meditó unos segundos sin responder—. Desde que Dawn y yo nos encontramos en medio de los concursos de Hoenn mis planes fueron un desastre tras otro... en su elaboración, claro está, puesto que tener la ayuda de esa chica para realizar mis presentaciones ha sido una bendición del cielo, sin lugar a dudas pero...

El ritmo de sus palabras cesó al instante haciendo que el pierdeligas se asustara.

—¿Pero?

Ella reaccionó. —Pero Dawn es un poco eufórica, ¿sabes? Siempre está de un lado a otro haciendo que me cueste centrarme, por eso tardé tanto en...

De la nada, una voz vino a interrumpir su momento de intimidad. —¡Piplup, piplup, piplup! —Gritó el pokemón.

—¡Ahí están! —Observó su entrenadora.

—¡Maldito pingüino bocón! —Recriminó Serena—. Nos encontraron.

Tomó nuevamente la mano de su entrenador preferido pero cuando intentó emprender la huida un enorme Mamoswine se paró frente a la gruta tapando completamente la entrada.

—¿Querías escapar de nuevo sin contarme los detalles, no es así? —Intervino Dawn en tono burlón apareciendo tras su pukemón— Pues no lo harás. ¡Quiero saberlo todo!

Satoshi y Serena se miraron el uno al otro con miedo y nerviosismo a verse rodeados de las garras siempre persuasivas de su antigua y nueva amiga, la cual no perdería oportunidad de inmiscuirse en la historia de la pareja de dos de sus personas favoritas en este mundo.

—Y bien —apuró la peliazulada.

—Nosotros... —inició el azabache.

—Solo estábamos... —continuó la chica del gorro rosa.

—Poniéndonos al día, ¿no Serena?

—¡Si! Conversábamos de nuestros viajes en un lugar menos ruidoso.

Dawn no se lo creyó ni un poco. —Así que se ponían al día de tantos besos pendientes.

¡Rayos! Los entrenadores estaban hechos un par de cerezas en tanto se deshacían en explicaciones incongruentes, frases mal elaboradas y balbuceos interminables buscando evadir la verdad de los hechos hasta que Serena al fin se rindió y se aventuró a decir la verdad.

—Verás Dawn, ¿recuerdas al chico que te dije que besé en Kalos?

—Si —contestó ésta sin poder contener la emoción por saber de antemano lo que se venía.

—Era él —soltó la entrenadora de Braixen mientras que su interlocutora estallaba en un grito de euforia y emoción.

—¡Lo sabía, lo sabía! Y tú que lo negabas, ¡pero yo lo sabía! ¿Ya son novios? ¡Oh, por favor, díganme que ya lo son!

Satoshi casi no reconocía a esa chica; durante su viaje por Sinnoh había sido bastante distraída para los asuntos románticos pero ahora parecía enviciada con la idea. Tuvieron que hacer malabares para explicar que todavía no tenían un título apropiado para lo que pasaba entre ellos e insistir incansablemente hasta que la coordinadora cedió a dejarlos en paz para con ese tema y pasar a otros asuntos que tenían intrigado al inmortal.

—Entonces las dos se conocieron en un concurso pokemón, ¿no es verdad?

—Así es y fue un gran concurso. Yo estaba muy ocupada, no nos hubiéramos hablado de no haber sido porque en ese Serena resultó ser la ganadora —respondió Dawn con tranquilidad.

—¡Guau! ¿Le ganaste a Dawn? —Exclamó Satoshi—. Eso es increíble.

—No me ganó —aclaró la chica que seguía sin destrabar la puerta—, yo no estaba compitiendo.

—¿Y entonces?

—Yo era la organizadora del concurso —al ver la cara de incomprensión del muchacho, ella tuvo que agregar—. Soy la actual maestra de concursos de Hoenn, señor Ketchum.

La reacción exasperada del mostaza no se hizo esperar. —¡¿Ya cumpliste tu sueño?! ¡¿Por qué no me llamaste para contarme algo?!

Ambas chicas rieron. —No es que no te haya llamado, es que estabas viajando —se excusó la entrenadora del Piplup—, por mucho que lo hubiera querido no había forma de ubicarte.

—Ya, ya, entiendo. ¿Y a ti, Serena, cómo te fue en los concursos?

—Sabía que no estaban poniéndose al día —murmuró por lo bajo la maestra en concursos pokemón logrando una mirada asesina por parte del entrenador del Pikachu.

—La definición correcta es «raro». Primero gané, después perdí, después gané dos veces y a la segunda me encontré con Dawn. Entonces ella quería competir en Sinnoh y quiso que viajáramos juntas. Yo no quería porque fui a Hoenn a aprender de mí misma, no quería copiar a una campeona ni tampoco tenía sentido haberme esforzado tanto en conseguir estos listones si mas tarde pretendía dejarlo por la mitad, sólo lograría quitarle la oportunidad a otros entrenadores, entonces Dawn viajó conmigo hasta conseguir el quinto listón, lo cual fue muy loco porque todavía faltaban como cinco meses para el gran espectáculo.

—La llevé de un concurso a otro en mi helicóptero privado... tengo uno —presumió Dawn inflando el pecho al igual que su pingüino.

—Y te lo agradecí un montón de veces. Como sea, ella me llevó a Sinnoh...

—En el Jet privado de la compañía —intervino Dawn sabiendo que aquello molestaba a la pelimiel. Ambos entrenadores la miraron feo.

—Si... gracias. ¡Me llevó a Sinnoh engañada, haciéndome creer que sería ella quien intentaría ser maestra de concursos en dos regiones!

—¡Oye, nunca dije eso, tú sola lo supusiste!

—¿Y no fue así? —Inquirió Satoshi antes de que las peleas regresaran.

—No, otra vez fui yo quien tuvo que competir. Tengo cinco listones en Hoenn y tres en Sinno pero aún no estamos ni cerca de las fechas de los próximos grandes espectáculos.

El amo de la friendzone estaba asombrado, sabía que Serena era fuerte pero todos esos logros eran algo más que admirable.

—¿Entonces tú la preparaste? —Preguntó el peirdeligas a la únca que había cumplido sus sueños en aquel lugar.

—Yo más bien diría que aprendimos la una de la otra. Serena ya era una gran coordinadora cuando la conocí, yo sólo encontré una buena compañera con quien seguir mejorando, alguien que esté a mi nivel.

Sabían que ella no estaba presumiendo, realmente no intentaba decir que los otros coordinadores fueran de un nivel deplorable, pero lo cierto era que ambas entrenadoras representaban todo lo que se podía esperar de una verdadera coordinadora pokemón de calidad. Sus actos eran elegantes, enérgicos, exquisitos y de gran originalidad, el fanatismo por aquella disciplina había crecido mucho desde que Dawn y Serena se habían cruzado, lo cual no era bueno para la pelimiel puesto que el llegar a todos los concursos acompañada por la campeona le había valido el odio de todos sus contrincantes.

—Chicos, creo que será mejor que volvamos —opinó la chica que obstruía la puerta desde un comienzo—. Tal vez tu grupo se preocupe, Satoshi, además quiero saludar a Brock.

—¿Tu grupo? —inquirió Serena quien aún no había tenido oportunidad de conversar sobre la situación del azabache en estos últimos tiempos.

—Estabas con esos chicos del grupo que iba con la que peleó contra Brock, ¿no? —Dawn había visto todo desde lejos mientras que buscaba a Piplup por lo que estaba más informada que Serena.

—Si, estoy en una escuela de entrenadores pokemón. Vengan, les contaré en el camino.

Accedieron a su petición y caminaron por el empedrado angosto que los separaba de la playa hasta volver al puerto oyendo atentamente cada palabra del relato del mostaza en donde detallaba su aventuras y aspiraciones en Alola. Para su sorpresa, ninguna de las dos tuvo observaciones similares a las que había tenido la Serena de sus sueños en las noches antereioses, sólo alguna que otra acotación sobre lo increíble de los movimientos zeta, sobre la pelea con el kahuna y muchas críticas por no haber llamado antes. Pronto se acercaron al lugar donde acontecía la batalla la cual, por alguna extraña razón, aún no había llegado a su final. Frente a frente y sin perder la concentración, Brock ofrecía batalla al Lycanroc nocturno de Mayla usando a su Steelix en un combate encarnado y repleto de expresiones de poder. Satoshi se apresuró a preguntar sobre lo que había sucedido a uno de los extasiados espectadores que estaba tan emocionado como todos los presentes en el lugar por el fragor de la pelea.

—¡Viejo, te perdiste algo increíble! —bramó el surfista sin perder de vista el espectáculo que acontecía frente a sus narices—. Esos dos son lo máximo. Primero fueron dos Golems, uno de aquí y otro de los del extranjero, luego el tipo ese se distrajo porque una pareja de locos fenomenales se metió a besarse en medio del campo de pelea, y Mayla aplastó al Golem forastero mientras corrían los locos besucones, entonces otros tipos raros más aparecieron y dijeron que eran un equipo de ladrones y que se iban a llevar a los pokemóns de los que se estaban peleando, Mayla quiso detener a esos que decían estar en algo así como el equipo Rocket pero el enfermito del cabello puntiagudo sacó un maldito Chancey y destruyó su camioneta de un solo golpe, ¡fue alucinante! Y entonces, lo más loco del universo ocurrió: ¡un oso enorme salió del medio del bosque y atrapó a los criminales para llevárselos antes de que la oficial pudiera hacer nada! Yo pensé en arrojarles vaselina para que les doliera menos pero tardaría mucho en ira  comprar a la tienda, y mientras tanto la pelea se reanudaba como si nada, así que me quise quedar. El tipo raro sacó a ese poderoso Steelix, destrozó a Golem, Mayla acaba de arrojar a la pelea a su icónico Lycanroc y aquel desgraciado del charizard se sacó sus pantalones. Esto es la onda, viejo.

Observaron impactados como Lycanroc esquivaba con enorme velocidad los movimientos de Steelix al haber comprobado que sería inútil intentar esquivarlo y luego su entrenadora resolvía que no les quedaba más que usar su as bajo la manga.

—Muy bien Lycanroc, mostrémosle a este chico todo tu poder, ¡Continental Crush!

La danza entre la entrenadora y su pokemón logró que éste último se rodeara de un halo de energía zeta y valiéndose de ese poder lograra condensar una enorme masa de piedras sobre su cabeza para luego arrojársela al pokemón rival, el cual esperaba pacientemente las órdenes de su entrenador.

—Bien Steelix, ¡usa excavar!

—Esconderte bajo tierra no te servirá contra nuestro poder.

—¿Y quién dijo que lo haremos bajo tierra? Usa excavar sobre esa enorme mole de piedra que te están arrojando.

—¡¿Qué?!

El movimiento del Brocas funcionó tan bien que el públicó quedó maravillado. Steelix atravesó el ataque zeta de Lycanroc como una serpiente nadando en el mar hasta llegar a él y estamparle la cabeza con su poderosa cola de acero, logrando debilitarlo al instante. Mayla estaba consternada.

—Pero... ¿cómo...?

—¿Aún no lo comprendes? Tú no me arrojaste una masa de piedra compacta, eran solo rocas amontonadas que dañan por su peso. Si hubiera hecho que mi pokemón se metiera bajo la tierra ese peso colosal habría logrado hacerle daño aplastando el sueño bajo a su paso, pero como Steelix lo atravesó no precisó más que un mínimo esfuerzo para excavarlo puesto que no son más que algunas rocas amontonadas y cargadas de energía. Incluso eran mucho más blandas que el suelo bajo nuestros pies.

La kahuna suspiró derrotada mientras aceptaba la supremacía del oriundo de Kanto. Pese a las protestas infantiles del semi-desnudo Kiawe, Brock se había ganado el derecho a abrir y liderar su gimnasio en ese lugar. Todos sus amigos se acercaron a felicitarlo.

—¡Bien hecho! —gritó Satoshi mientras le echaba un brazo sobre los hombros—. ¿Entonces abriremos un gimnasio juntos?

—Así es, siempre y cuando logremos derrotar a los otros reyes de estas islas. Serán tres desafíos muy interesantes.

El mostaza sonrió con toda la boca. —Dos desafíos. Ya vencí al kahuna de Melemele.

—¿En serio? ¡Eso es asombroso! Por cierto, hola Dawn, cuánto tiempo sin verte —Aquellos viejos amigos se saludaron con gran fraternidad y luego el morenote le preguntó a la chica del pingüino presumido—. ¿Qué estás haciendo en Alola? Si se puede saber...

—¡Vinimos a abrir una escuela de coordinadores en esta zona! —Exclamaron al unísono ambas muchachas.

—Una escuela... —Musitó Satoshi.

Frente al entrenador las cosas habían cambiado drásticamente: él y Brock debían viajar a todas las islas en búsqueda de vencer a los dos kahunas restantes hasta conseguir el permiso del archipiélago completo para poder construir el cimiento de la liga pokemón, Serena y Dawn planeaban una escuela de coordinadores, algo que quizás no simpatice con los planes del director Oak, pero sin embargo las apoyaría sin dudar porque eran sus amigas (aunque una de ellas quizás no pueda gozar de ese título por mucho tiempo más si las insistencias de Dawn por ponerle un nombre a lo que ocurría entre él y Serena continuaban) y a todo esto, uno de los chicos de la escuela pokemón ya comenzaba a mirar de mala manera a sus antiguos compañeros. Lo que nadie sospechaba era que Kiawe no era el único con estas malas maneras. Una lucha encarnada y desleal estaba a punto de ocurrir y nada podría preparar a nuestros héroes para lo que se venía.


NA: ¡Hola! Prometí nuevo capítulo y acá les cumplo. Los que no se enteraron ya está activo el grupo de face "Wattpad pokemón" donde pueden compartir con otros amantes de los fics de esta serie, crecer como escritores y hacer amigos en el proceso. ¡Espero que todos se unan! Bueno, voten comenten, especulen, lo que gusten. Saludos.

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