Corazón ardiente, pensamientos fríos

—Kiawe, necesito que me ayudes con algo importante...—suplicó el joven inventor de Alola—, algo que no me deja dormir.

El morenazo nudista puso toda su atención en aquel amigo en apuros sin terminar de comprender porqué acudía precisamente a él. —No te preocupes, puedes contar conmigo. ¿Se trata de golpear a alguien, verdad?

La patata con patas negó. —Es sobre Lillie y Satoshi.

—¡¿Cómo?! Pensé que ella te miraba a ti.

—¡No digas eso! Aunque me gustaría creerlo...

—¿Entonces qué está pasando entre ellos dos? —La voz del lolifílico se había cargado de energía como si el volcán de su isla se reflejara en su bravura.

—¡Oh rayos, no hay nada entre ellos! —Ante la mirada severa y confundida del campesino, el niño con rasgos de rumiante optó por no hacer más rodeos y plantearle de una vez— El problema es... ¡tú ya sabes, el problema siempre es Satoshi! Lo malo ahora es que él quiere ayudarme.

Kiawe estaba confundido. —¿Y eso es un problema?

—¡Es que todos sus consejos parecen sacados de un libro sobre cómo friendzonear a alguien! Ya no sé como pedirle que deje de intentarlo, ¡me está volviendo loco!

Lejos de la preocupación que esperaba Chris, su amigo no pudo más que reír. Todos habían creído ilusamente que Satoshi tenía grandes dones con las chicas tras ver a la preciosura de muchacha que se paseaba de la mano con él, pero Kiawe bien recordaba sus habilidades como amo de la friendzone y su desinterés por cualquiera de las integrantes de la escuela. Si algo tenía en claro era que la experta en relaciones en aquella pareja de extranjeros era sin dudas Serena.

—Es más fácil si no lo piensas tanto. ¿Alguna vez habías pedido consejos a alguien para hacer un nuevo amigo?

—Pues no.

—Con una mujer no debería ser diferente. Ella quiere lo mismo que tú, lo único que les falta es que uno de los dos tenga lo lo que hay que tener para poner las cartas sobre la mesa.

El gordito fricki estaba maravillado; desconocía completamente las sapiencias de su interlocutor sobre temas del corazón. —Pero ya intenté hablarle y creo que Lillie tiene miedo.

—Oh... entonces quiere, pero le asusta... Debes darle celos.

—¡¿Celos?! ¿Cómo quieres que haga eso? ¿Apenas puedo dirigirme a ella y tú quieres que me la pase mirando a otra chica?

—No es por presionarte pero lo mejor que puedes hacer para que se decida de una vez es llevarla al límite. Ve, hazte amigo de una chica que ella no conozca y ponla a dudar hasta que veas que está molesta. Entonces ella misma dará el paso. Yo me encargaré de convencer a Mao para que hable con Lillie cuando llegue el momento.

—De acuerdo... ¡Gracias Kiawe! Esos consejos sí me servirán.

—Para eso somos amigos. Ahora, ¿quieres ver mis abdominales?

—Ya los estoy viendo.

—Hay un poco más para ver más hacia el sur...

—Déjalo así. ¡Nos vemos en la escuela pokemón!

—Adiós, Chris.


Durante el camino de regreso el entrenador del Togedemaru recorría los sinuosos senderos periféricos meditando sobre el asunto cuando su vista se posó en un gran tumulto de personas expectantes entorno a dos jovenzuelas que danzaban en sincronía con sus pokemóns.

—Piplup, Rayo burbuja.

—¡Arañazo!

Una zorra con rasgos humanoides destrozó el ataque del pingüino causando cientas de explosiones que hicieron al público gritar de euforia en tanto las damitas bailaban elegantemente rodeadas de destellos.

—Acabemos con esto —planteó la chica con la que salía Satoshi a su compañera peliazulada, quien tras asentir a aquella sugerencia montó de un salto el enorme torbellino que crecía exponencialmente desde el pico de su pokemón de agua— ¡Llamarada!

El ataque de Braixen se unió por detrás al movimiento de su compañero causando una gran explosión de vapor en forma de flor a través de la cual la figura de la Maestra de concursos de Hoenn se asomó como propulsada hasta alcanzar unos cuantos metros de altura y descender sobre un tobogán de hielo propiciado por su pokemón. El público estalló nuevamente.

—¡Gracias! Este espectáculo llega a ustedes de la mano de la señora Yashio, quien pronto abrirá una cede de su escuela de performers en esta isla —informó Serena al público para luego descender del escenario improvisado hasta posarse junto a Satoshi, quien la esperaba en medio del tumulto de gente.

—Como así también de la liga de coordinadores pokemón de Hoenn, quienes estamos en planes de comenzar una serie de concursos para el archipiélago de Alola. ¡Estén atentos! muchas gracias a todos —concluyó Dawn rebosando de felicidad en tanto la turba se iba disipando.

Los tres se reunieron para dirigirse a los vestidores de aquella playa. Mientras el muchacho esperaba afuera, Chris lo alcanzó al grito de: —Alola Satoshi, ¡eso estuvo increíble! Tus amigas son geniales.

—¿Verdad? Han estado haciendo exhibiciones todos los días desde que llegaron —respondió Lord Friendzone apretando la mano extendida por el ingenioso inventor—. Además Brock y yo hablamos con las autoridades de la isla para planificar la habilitación del nuevo gimnasio. ¡Todos estamos poniendo nuestro mejor esfuerzo para cumplir nuestros sueños! Mañana iremos a Ula-Ula a tener un enfrentamiento amistoso con su Kahuna.

—Ya veo... Ese amigo tuyo, Brock, él es increíble. Me aterraría tener que enfrentarme a él.

—Tienes razón. Además, al haber vencido a Mayla ésta decidió permitirle a él y a mí hacer el desafío insular de Akala. Si todo sale bien, Brock también podrá usar movimientos Z en el nuevo gimnasio.

—Ustedes sí que apuntan a lo grande.

—Ellas dos también.

—¿Sí?

—Serena está buscando un lugar para alquilar y convertirlo en la primer escuela de coordinadores de esta isla; será la profesora, tal como se lo pidió Yashio, una ex Reina de Kalos, mientras que Dawn está comprando un terreno donde deberán construir el primer edificio de concursos pokemón de esta zona. Ella ya organizaba concursos en Hoenn, pero esto es tan nuevo y osado... Las dos son admirables.

—¡Increíble! ¿Y dónde pondrán esos lugares? Me gustaría ir a ver.

—El espacio para los concursos lo donó el gobierno de Alola porque consideran que es una perfecta actividad turística y quieren subsidiarlo. En cuanto a la escuela de performers, aún no encontramos un espacio adecuado para alquilar. Yashio puso el dinero, pero su agenda no le permite encargarse de nada más.

—Ya veo. Oye, ¿cómo tiene que ser el lugar que buscan?

Satoshi ladeó para poder acariciar a Pikachu con su mejilla. —Ya sabes; estar en una calle transitada, preferiblemente en una zona comercial o frente a una plaza, tener un espacio amplio y seguro, con miras al exterior para poder practicar los ataques correctamente y, de ser posible, un piso de madera o algún acolchado para que las chicas puedan practicar bailes y piruetas.

—No es como una escuela de danzas normal, ¿no es así?

—No, para nada, por eso nos cuesta tanto encontrar el lugar ideal. ¿Tú conoces algo que pueda servirnos?

El ñoqui petacón se llevó una mano al mentón para meditar bien antes de contestar. — Pues, ¿probaron con el centro de danzas Hula frente a la plaza de Hauoli? No es lo más céntrico, pero está rodeado de cafeterías y lugares a los que van más los nativos que los turistas. Creo que es ahí donde yo apuntaría si estuviera en su lugar.

—No, la verdad no lo conozco. ¿Podrías acompañarnos?

—¿Acompañarnos a dónde? —cuestionó la pelimiel que se aproximaba ya con su ropa de calle habitual seguida por detrás por su amiga— Hola Chris.

—Alola Serena, ¡estuvieron increíbles las dos!

—Gracias.

—Satoshi me contó que estabas buscando un lugar para alquilar y hay uno que creo les podría servir al lado de una tienda de pasteles que me agrada mucho. Si quieren los puedo llevar ahora.

—¡Oye, sí! Qué bueno tener como guía a alguien que conozca más de la isla, ¿verdad Piplup? —El pingüino respondió feliz a las palabras de su entrenadora— No como «otros» que llevan meses aquí y apenas se pudieron aprender el camino hacia la escuela y el bosque donde capturar pokemón.

—¡Hey, eso no es cierto! —bramó Satoshi.

—Es verdad, no capturaste ninguno. —Todos rieron ante el chistecillo de Serena y juntos partieron a buscar el lugar mencionado. Se trataba de una sala de ensayos situada frente a una plazoleta pintoresca a unas cuantas cuadras de la plaza central de la ciudad. La oriunda de Kalos enumeró durante eltrayecto todos los centros de interés, apreció con críticas positivas la cantidad de entrenadores que se veía por el camino, discutió con Satoshi porque éste había querido luchar contra un muchacho que poseía un Dartrix varicolor y estaba desafiando a todos los entrenadores que veía pasar y se maravilló al contemplar el tamaño del lugar al que los había llevado Chris: era un teatro enorme.

—Oye Satoshi, ¿crees que puedan pagarlo? Es más imponente de lo que yo recordaba —planteó el fanático de la deep web algo abochornado.

—No te preocupes, Yashio pone el dinero. Nosotros sólo somos inversores —Ketchum se sentía importante al hablar así de ellos mismos mas no por eso quitó su mirada de encima de la muchachita ilusionada que recorría de todas las maneras que le fueran posibles el sitio en miras de descubrir hasta la última de las posibilidades que pudieran existir en el uso de ese espacio. Estaba fascinada, el sitio era perfecto.

Conversaron con los dueños del teatro, acordaron un precio inicial algo modesto el cual ascendería considerablemente si la escuela perseveraba y luego comenzaron a trazar un cronograma con los días que pretendían cubrir. La pelimiel tomó un par de fotografías, grabó una filmación corta y envió todo a su mentora quien prontamente dio el visto bueno del lugar y llenó a su pollo de recomendaciones basadas en sus experiencias pasadas.

Todo era tan perfecto que al salir del sitio decidieron festejarlo en la pastelería mencionada por Chris, la cual contaba con un bufet de postres, cafés y licuados tropicales pensados exclusivamente para deleitar el paladar de nativos y extranjeros. Al atravesar la puerta una sorpresa de cabello verde los esperaba.

—¡Mao! —gritó Chris para que los viera la morocha desde la lejanía y todos se adelantaron a su encuentro— ¿Qué haces aquí?

Ella miró de reojo al grupo con un gesto algo desconfiado. —¡Alola chicos! Vine por provisiones de panecillos para nuestro restaurante, ¿y ustedes?

—Hola Mao. Nosotros estábamos viendo locales en alquiler para poner la escuela de performer —respondió Serena—. Acabamos de encontrar un sitio perfecto y lo vinimos a celebrar.

 La experta en fanservice de Alola no parecía feliz de oír eso. —¿Por qué no hablan con Kukui para ver si les deja abrir un curso especial en la escuela pokemón? Podrían sumar en lugar de dividir.

—Sería genial —repuso la repostera experimentada en pokepuff— pero Yashio, quien impulsa y financia el proyecto, tiene otros planes. Además no es que vayamos a dividir, ambas escuelas apuntan a cosas muy diferentes.

—Yo no estoy muy segura de eso, pero en fin. Disfruten de su merienda, yo iré a llevar este encargo.

—Gracias. Salúdame a tu familia —cerró el niño que no se podía ver los pies.

Chris y los demás se despidieron de la cocinera y ésta se retiró volteando en más de una ocasión para volver a ver al grupo que ya se juntaba para ordenar. Comieron muy a gusto, disfrutando de una amena charla amistosa donde todos se sentían parte, hasta que un par de caras conocidas atravesaron la puerta y buscaron entre los comensales pretendiendo hacer blanco con la mirada del grupo en receso festivo, quienes en ese momento comenzaban a levantarse de la mesa para saludar.

—Hola, ¿ustedes son Kiawe y Lillie, verdad? —Se adelantó la entrenadora del Piplup tras haber pagado su comida antes que los demás.

—Alola Dawn, Chris, Satoshi y Serena. ¿Los podemos acompañar?

—¡Pero claro! Aunque ya estábamos por salir a caminar —respondió el chico con el síndrome del país de nunca jamás. Los recién llegados alegaron no tener grandes deseos de comer algo y todos juntos se dirigieron a la plazoleta en un clima pasivo hasta que una pregunta de Serena lo vino a destrozar.

—Oigan, y si no tenían ganas de comer nada, ¿por qué fueron a ese restaurante?

—Cierta personita nos contó que los podríamos encontrar ahí —repuso pecho frío.

—¿Mao, no? —arriesgó la copia electricista de don Barriga.

—Así es —Esta vez contestó Lillie—, ella mencionó que había visto a dos parejitas muy interesantes justo en este lugar y quisimos venir a ver.

Satoshi se sorprendió un montón. —¿Parejas?

—Lo dice por ti, mostaza —bromeó Dawn.

—¡No me llames así!

—Lo digo por los cuatro.

Todas las miradas se posaron sobre la rubia oxigenada incrédulos por lo que acababan de oír. ¿Acaso estaba celosa?

—No somos parejas, somos amigos —se esforzó la chica de Kalos, pero Lillie le recriminó.

—Ustedes dos andan caminando de la mano, no me digas que no andan juntos. Y por lo que veo, esta es una salida de a cuatro, ¿no? Se sentían solos siendo los únicos en darse besitos en público y quisieron formar un nuevo par de novios más para que los acompañaran a interrumpir batallas entre Golems.

—¡Oye, no! Satoshi y yo sólo somos amigos.

—Sí, con derechos —bromeó Chris y el pierdeligas le exigió silencio tapándole la boca con ambas manos.

—¿Dices que no tienes nada con Satoshi? ¡No me mientas! ¿O lo dices para tener vía libre y hacer lo que quieras con Chris también? ¡Eres una zorra!

—¡¿Cómo dices?! —El rostro de Serena se había poblado de un rubor carmesí a causa del enojo, señal que si bien no pasó inadvertida por la semi albina poco le importó en ese momento.

—Estás celosa porque todo tu fandoom dejó de hacer fanfics sobre ti y ahora yo soy el centro de los romances y por eso viniste aquí a quitarme a mi gordito. ¿No? ¡¿Cómo te atreves?!

—¿Pero de qué estás hablando? Esos que te shipean con Satoshi no eran fanáticos, eran sólo oportunistas. Además la gente me ama, ¿no viste las encuestas?

—¡Pero por favor! Tu shipp sólo existe para levantar la pésima trama de esa temporada sin humor y repleta de relleno, por eso nosotros en esta temporada nueva estamos primeros en el ranking nipón.

—Esa temporada a la que insultas es la causa de haber llegado a la tuya con los niveles de interés que tienen. Si hubieras llegado después de Teselia la franquicia se extinguía.

—¡Zorra!

—¡Repítemelo una vez más y...!

Un sonido seco se hizo oír cuando Lillie abofeteó a Serena. Todos a su al rededor intentaron acercarse a ayudar pero la pelimiel los frenó con un gesto de su mano y sin perder la compostura, cruzó la calle hasta posarse en medio de la plazoleta esperando la llegada de la rubia de Alola. Lillie caminó en silencio imitando el gesto de la chica que le robara al Mostaza su primer ósculo y se ubicó frente a ella, a varios metros,  donde sacó a su Vulpix de su pokebola.

—Si tanto gustas usar esa palabra te daré la razón, ¡que esta sea una pelea de zorras! Braixen, yo te elijo.

—Debiste haberte quedado en Kalos e intentarlo otra vez, vas a terminar perdiendo concursos en todas las regiones conocidas como Satoshi. ¡Polvo nieve!

—¡Eso jamás! Yo sí me respeto. Braixen, usa Lanzallamas.

Los golpes chocaron en el medio pero lejos de producirse una explosión que los frenara a ambos, el ataque ígneo avasalló al movimiento del pokemón de Lillie arrasando con el mismo hasta dejarlo en estado crítico.

—¡Shiron, no! —La enciclopedia de la regla 34 quiso correr a socorrer a su compañero pero éste se puso de pié rápidamente para indicarle que aún podía seguir luchando—. Usó la misma estrategia  que el Mayonesa de frenar un golpe con otro golpe. Creo que lo mejor será no ir de frente, Shiron, rodéalo con Ataque rápido.

—Arañazo.

Una bola blanca transitaba a enorme velocidad entorno a la figura de la zorra de fuego, quien intentaba torpemente atinar un golpe sin grandes logros debido a la enorme diferencia de velocidad, y recibiendo ocasionalmente una descarga del ataque rápido del Vulpix de Alola, aunque para este experimentado inicial los mismos fueran menos significativos que un empujón.

—Así no podremos derrotarlo. ¡Braixen, salta al lugar donde encontrarás aquello de lo que viven en esta temporada!

Con un fuerte salto el pokemón de Serena logró posarse en medio del arenero y rápidamente fue seguido por Shiron, quien pese a la diferencia de terreno no había perdido su velocidad.

—¿Pensaste que la arena nos detendría? Ella y yo nos la pasamos en la playa, estamos muy acostumbradas a este tipo de lugares.

—¡Ahora amiga, salta y golpea el suelo con tu Poder oculto!

—¡Shiron, esquívalo! —La mota blanca se alejó evitando por poco que el Poder oculto de Braixen la impactara de lleno, situación que su entrenadora no podría haber disfrutado más— ¿Lo ves? No podrás ganarnos en nuestro terreno. ¡Aprovecha esa densa nube de polvo y atácala con tu Polvo nieve! —gritó eufórica la oriunda de Alola, pero su orden no fue acatada de inmediato logrando que ésta se preocupara— ¿Shiron?

—No lo entiendes, ¿verdad? Yo no apunté al piso porque creía que podría golpearte, lo hice para que esa nube de polvo se formara —En la medida que el polvo desaparecía se pudo ver a Vulpix esforzándose por limpiar sus enormes ojos de la gran cantidad de arena que le había salpicado. Estaba indefensa— Me temo que alejar a tu pokemón de la suciedad fue un error. Braixen, terminémosla con Llamarada.

—¡No!

Aunque Lillie corrió para protegerla su pokemón no logró evitar que fuera alcanzada por aquel poderoso movimiento de tipo fuego que la dejara fuera de combate al instante. Shiron regresó a su pokebola y luego su entrenadora comenzó a gritar improperios a quien venciera el combate.

—Peleaste bien —La interrumpió Serena logrando así que se callara—. Usa eso para mantener tu integridad y corre al centro pokemón. Eso si no tienes algún centro de curado instantáneo en tu lujoso auto.

—¿Entonces es porque soy rica? ¿Esa es la base de todo tu rencor conmigo?

—Ay, no exageres, mi madre es la dueña de una serie de ranchos, de cientos de pokemón de alta competición y también tiene un sueldo como ex campeona, la de Dawn fue Maestra de concursos y ahora ella sigue fielmente sus pasos. No eres la única rica aquí, la diferencia es que tú conviertes eso en un escudo y te defines por algo de ese estilo en lugar de buscar quién eres realmente.

Lillie comenzó a llorar. —¿Entonces por qué tienes que estar tan cerca de Chris si él ni siquiera se anima a conversar conmigo?

Dicho esto la muchacha de pelo amarillento comenzó a correr saliendo del campo de visión de los entrenadores en menos de lo que cualquiera que la conociera se habría animado a imaginar que fuera capaz. Corrió y corrió por varios minutos hasta llegar al centro pokemón donde Joy se hiciera cargo de la salud de su Vulpix forma Alola. Cuando dejó a su compañera con la enfermera y se dirigió a la recepción a esperarla paciente, la puerta del centro de abrió para dar paso a la figura del gordito frickie el cual no dudó en acercarse a conversar con ella.

—Chris...

—Alola Lillie. ¿Cómo está Shiron?

—La enfermera dijo que no es nada grave.

—Qué bueno, me asusté cuando vi los ataques de esa chica de Kalos.

—Sí, se excedió un poco... —La niña estaba muy nerviosa, había confesado todo lo que sentía y además lo dejó demostrado unos momentos atrás y ahora no sabía cómo escapar de la situación. Sólo supo agregar— Pelea como Satoshi.

—Pues sí —contestó Chris—, ella también disfruta destrozando el campo para poner las cosas a su favor. Son unos salvajes —La risa de Lillie a causa de su comentario generó una inmensa ternura en el joven entrenador eléctrico—. Me dolió verte así de triste, ¿por qué te enfadaste tanto con Serena?

Su interlocutora reaccionó indignada por el comentario. —¿Por qué crees que me enojé con ella? Es por ti, tonto. A mí me dolió mucho verte comiendo y bromeando con esas dos chicas extrangeras, nunca estás así conmigo.

—Es verdad... Tal vez debería dedicarme menos tiempo a quienes ni siquiera conozco y más tiempo a quien realmente me importa —Chris logró una mirada furtiva de la chica que le quitaba el sueño con ese comentario—. Eso siempre y cuando ella esté dispuesta a pasar más tiempo conmigo y no andar peleando con una chica que no le llega ni a los talones por cosas por las cuales no debería preocuparse.

El murmullo del centro pokemón se fue extinguiendo en la medida que ambos entrenadores clavaban la mirada en el piso y tras un silente instante que pareció una eternirar, como si sus pensamientos se sincronizaran buscaron torpemente la manera más disimulada de lograr un contacto de sus manos sin que estos supusiera ser traicionados por sus nervios. Lentamente sus dedos se entrelazaron y el rubor pobló sus mejillas llenando sus rostros de color y sus pechos de mariposas.

—Kiawe tenía razón —murmuró la papa con patas a lo que la chica tabla reaccionó curiosa—, él dijo que te tenía en un pedestal tan alto que me resultaba imposible verte conmigo, como si fueras un ángel hermoso e inalcanzable. Debería haber notado que eras una persona con un corazón sencillo y bueno e invitarte a salir hace mucho tiempo.

Lillie soltó su mano para abrazar sus propias piernas. —Sí deberías.

—¿Me dejas repararlo ahora?

—¿Cómo?

—Invitándote a salir. No se me ocurre algún lugar donde llevar a alguien como tú y que te guste, pero haré mi mejor esfuerzo.

—Chris... —musitó la chica que se agrupaba sobre sí misma observando la cara de alegría del chico que la había hecho enloquecer.

—Dime.

—¿Tú también me ves como una chica rica que no sabe lo que quiere ni lo que espera de los demás?

El pequeño genio se detuvo un momento a meditar. —Al principio creí que sí, pero luego... No, definitivamente no pienso eso de ti. Eres la persona más dulce y valiente que he conocido, y no lo digo porque no tengas miedos sino porque haces todo lo que está a tu alcance para vencerlos y siempre tienes esa forma de ser tan alegre y amable... ¡por Arceus Lillie, eres genial y sin embargo te fijaste en el chico más desagradable del curso! Tu corazón es muy especial.

—No digas eso de ti mismo. Eres inteligente, tierno y junto a ti me siento... menos... rara.

Chris rió con esa afirmación. —Eso debe ser porque crees que yo soy aún más raro.

—Puede ser —dijo ella—, pero me gustas así.

—Tú también me gustas así.

Recostaron sus cabezas el uno contra el otro y permanecieron juntos hasta que Shiron se recuperó. Mientras tanto, del otro lado de la isla, el grupo de Satoshi despedía a Kiawe y se dirigían nuevamente al puerto a reencontrarse con Brock.

—Serena, no estaré ahí para ver tus presentaciones, pero te estaré apoyando desde Ula-Ula mientras desafiamos al Kahuna.

Ella reaccionó molesta. —¡Ni hablar! Iré con ustedes.

—¡Oye, no! —Se quejó la peliazul—, te necesito para hacer promoción de nuestras actividades. No me vayas a dejar sola, porfis.

—Quisiera estar contigo, pero también es bueno que pueda hacer algunas exhibiciones fuera de esta isla. Iré a Ula-Ula con Satoshi y Brock y haré que todos en Alola conozcan nuestra misión aquí —respondió Serena con decisión.

—Bueno, pues la verdad eso no suena nada mal...

—¡¿Qué?! Pero ¿y el centro?

—No empezaremos de inmediato Satoshi, tenemos unas semanas para terminar con los preparativos antes de comenzar con las actividades. Mientras eso dure trataré de estar contigo cuanto me sea posible. Eso, claro, si tú estás de acuerdo...

El azabache sonrió confiado. —No hace falta que lo preguntes. Yo quiero estar contigo.

—Y yo también.

Y así, en medio de un mar de burlas de Dawn hacia nuestras pareja favorita, una nueva aventura comienza y un nuevo romance también. No se pierdan las emocionantes experiencias que esperan al trío de héroes en su viaje por Alola. ¡Esta historia continuará!

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