6. Fenómeno
Jungkook soltó una exhalación pronunciada llena de alivio una vez que el orgasmo culminó en su cuerpo. Mantenía su cabeza hacia atrás mientras su cuerpo era inundado por espasmos y el chico encima de él terminaba de venirse también. Éste arqueó la espalda con sus manos sobre el abdomen de Jungkook, sosteniéndose y echándose hacia delante cuando satisfactoriamente llegó al punto máximo de su placer.
El pelinegro cerró los ojos y sintió al chico levantar su cuerpo, separándose de él, por lo que dejó de sentir aquel calor abrasador y húmedo alrededor de su miembro.
Wooyoung se recostó rendido sobre su lado de la cama intentando recuperar la respiración con inhalaciones y exhalaciones profundas. Jungkook hizo lo mismo mientras procedía a tapar sus cuerpos. A pesar de que había entrado en calor, el frío en la habitación era evidente y le produjo piel de gallina.
- ¿Aún no tenemos dinero para comprar una estufa? – le preguntó, observando que el chico comenzaba a moverse en dirección a su mesita de luz.
- No, aunque en algún momento terminará el invierno – comentó entre risas el peligris a quien escuchó hurgar en el cajón.
- Cierto... ya vendrá la primavera... - pensó en voz alta, el tiempo realmente había pasado – Y durante el verano nos moriremos de calor...
- Ya conseguiremos un ventilador – dijo sin hacerse demasiado problema, como si pudieran costearse un ventilador, aunque suponía podría conseguirlo de alguna otra manera.
El pelinegro se quedó mirando al contrario quien se había sentado sobre su lugar mientras preparaba las cosas que usaba siempre a esa hora de la mañana. Aquel ritual lo había visto ya millones de veces, al principio le desagradaba, pero terminó acostumbrándose con el tiempo.
Escuchó unos sonidos metálicos, la rueda del encendedor girando y chispeando hasta sacar una llama que encontró la zona inferior de la cuchara que Wooyoung sostenía en su otra mano.
Como siempre, disolvió aquel polvo en ese líquido con olor algo agrio y dejó el encendedor en el cajón nuevamente. La pequeña jeringa esperaba por su turno, la tomó con su mano contraria y apoyando la fina aguja en el pequeño charquito dentro del utensilio de metal, hizo palanca con sus dedos tirando del émbolo. Todo el líquido se succionó dentro.
Se cercioró que no quedasen burbujas de aire y cuando estuvo listo posó cuidadosamente la jeringa sobre las sábanas mientras tomaba el cinturón de tela que siempre usaba. Se encargó de atarlo a su brazo, pasando el extremo por la hebilla y luego lo llevó a su boca, lo apretó con sus dientes y tironeó para presionar su brazo y permitir que la vena del doblez de su codo se hinchara y fuera perfectamente visible.
No tardó en pinchar su piel y con ello la vena sobresaliente, lentamente vertiendo todo el contenido de la jeringa.
Sí, Jungkook se había acostumbrado al proceso desde que vivía allí hacía ya tres meses. Había sido espectador de aquello una y otra vez, todos los días. Pero algo a lo que no podía habituarse era a cuando el efecto de la droga inmediatamente hacía lo suyo en el cuerpo de Wooyoung. No le gustaba verlo, aunque de todas formas se obligaba a observarlo, sentía que si no le miraba podría llegar a sucederle algo, que si se despistaba no podría controlar si se encontraba bien o no.
Era inquietante cómo el cuerpo de Wooyoung se desplomaba lentamente sobre el colchón, boca arriba, y su rostro de costado completamente ido, con sus ojos a penas abiertos. Su pecho subía y bajaba, inflándose con lentitud. A partir de ese instante, él ya no era capaz de moverse.
Era excepcionalmente peligroso que se durmiera de esa manera estando drogado, boca arriba, pero Jungkook estaba a su lado después de todo, por lo tanto se aproximó a él y acomodó su cuerpo. Volteó a Wooyoung hacia el costado de su mesa de noche y Jungkook le abrazó por detrás, cubriendo sus cuerpos con las sábanas y rodeando el cuerpo ajeno con sus brazos, apretándolo contra él y escondiendo su rostro en la nuca del chico. Cerró sus ojos y suspiró pausadamente para caer dormido, aunque siempre estaba atento a su alrededor de alguna u otra forma ya que le preocupaba que a su compañero le pasara algo mientras dormía.
Sin embargo, se despertó repentinamente cuando la puerta del cuarto fue abierta y levantó la cabeza para ver a Yugyeom entrar con unas bolsas en sus manos. Cerró la puerta detrás de él y se les quedó mirando.
- Hoy es tu día de suerte – dijo el azabache acercándose, rodeando la cama y llegando al lado de Jungkook – Te traje algo – se sentó sobre el colchón. Jungkook se giró para ver que sacaba un pequeño recipiente de plástico anaranjado y el sonido de pastillas dentro de él llamó la atención de Jungkook. Yugyeom le sonrió mientras batía el frasco.
- ¿Cuánto me costará?
- Quizás una mamada, o dos – rió. Jungkook torció los ojos y se volvió a Wooyoung, abrazándole nuevamente. Sintió el colchón hundirse más cerca suyo y prontamente los labios del chico contra la piel de su cuello. Su lengua jugó en círculos, saliendo y luego metiéndose para porciones de su piel.
- Hazme una mamada a mí – murmuró de forma ronca.
Yugyeom sonrió para sí mismo. Ambos se movieron, Jungkook posicionándose sobre su espalda y observó cómo el más alto descendía ubicándose entre sus piernas y apoyándose con sus codos sobre el colchón para comenzar a tratar con su boca el miembro del pelinegro.
Jungkook disfrutó de la sensación, de la humedad placentera de la boca del chico subiendo y bajando, desde la base de su miembro hasta el glande, succionando con suavidad.
Sólo se escuchaba la respiración forzada de Jungkook, quien mordía su labio inferior con fuerza, y el sonido que hacía la boca de Yugyeom al moverse.
Jungkook comenzó a mover sus caderas fervientemente y pidiéndole más al contrario.
Luego de unos minutos, cuando terminó, Yugyeom limpió su boca con su mano, tragando y carraspeando. Miró el cuerpo de Jungkook, completamente extendido entre las sábanas, quien permanecía con la respiración agitada y con los ojos cerrados, esperando a que su cuerpo se relajase luego de los espasmos del orgasmo.
El azabache miró el cuerpo de Wooyoung y estiró su brazo para acariciar levemente su espalda, notando que estaba profundamente dormido.
- ¿Hace cuánto se inyectó? – cuestionó y Jungkook abrió sus ojos.
- Quizás media hora – replicó, viendo cómo el azabache se acercaba sobre Wooyoung y peinaba el cabello de su frente, posando su mano en su piel para tomar la temperatura. Al ver que estaba bien se alejó.
- ¿Cómo está tu madre? – hizo otra pregunta. Jungkook simplemente contestó sin moverse.
- Podrá salir en unos meses más.
- ¿Sólo así? – se sentó en el borde del colchón, al costado del cuerpo contrario.
- Le diagnosticaron alcoholismo, irá a una clínica de rehabilitación cuando salga, esa es la condición según su abogado, y también conseguirá trabajo.
- ¿Sabe sobre lo que estás haciendo? – Jungkook negó con la cabeza - ¿Sabe de nosotros dos? – dijo en referencia a él mismo y el chico que aún dormía.
- Sabe que estoy saliendo con un chico, pero no sabe dónde me estoy quedando.
- Ya veo.
Yugyeom se quedó observando cómo Jungkook se acomodaba en su lugar, volteándose nuevamente hacia el lado de su otro compañero, tomándole de la cintura y acercándole a él.
El azabache por un momento pensó en que aquella imagen era bastante lamentable, por no decir deprimente y prematura. Ver cómo Jungkook se aferraba a la única pieza de calor humano que podía tener cerca y que se asemejaba a lo que él más quería, aunque no hablase de ello. Sabía que quería a Wooyoung, pero nunca podría quererle más de lo que quería a Jimin.
Jungkook ya no tenía a nadie, además de a su madre y a ellos dos, y por más que tuviera la misma edad que él, el chico no podía evitar verle como a un niño a veces, como en ese momento, donde apretaba el cuerpo inmóvil de Wooyoung como si fuera un osito de felpa que le evitara las pesadillas mientras dormía.
Yugyeom no se arrepentía de lo que le había hecho a Jungkook, había sido su trabajo y había recibido una buena paga. Las cosas se habían dado de esa manera, y él nunca hubiera tenido relación alguna con el chico de no ser que le contrataron para amedrentarlo por pura venganza por parte de un hombre que no podía aceptar lo que le había ocurrido a su hermana.
Jungkook había tenido mala suerte y no le quedaba otra más que aceptarlo.
El pelinegro podía quedarse todo el día en la cama siendo acompañado, de momento era lo único que le apetecía desde ya hacía meses. No le gustaba cuando Wooyoung se iba a trabajar y le dejaba solo.
El chico era demasiado imprudente con su forma de vivir, y le molestaba que sólo le sonriese cada vez que le decía que se cuidara. Era como si no le tomara en serio o como si no fuese la gran cosa.
- ¿Con quién hablas? – preguntó Jungkook apoyado en el marco de la puerta al ver que el contrario estaba boca abajo escribiendo en su celular.
- Un chico que conocí por la aplicación... - respondió – parece interesado.
- ¿Le verás? – se acercó a la cama y se echó a su lado, descansando su cuerpo que comenzaba a sentirse somnoliento.
- Eso intento, en la noche.
- ¿Volverás a tiempo? – Wooyoung volteó su rostro, quitando su atención del artefacto donde escribía, echándole una mirada al pelinegro. Sonrió por la manera en la que le estaba mirando.
- ¿No quieres que te deje solo? – preguntó.
- Sabes que no me gusta dormir solo.
- No puedes quedarte despierto toda la noche sin dormir, además tienes la oxicodona que te dio Yu, y en todo caso le tienes a él para que te haga compañía.
- No quiero estar con él – soltó irritado, algo que le causó gracia al otro.
- Mejor que no te escuche, o si no diría algo como "Después de todo lo que he hecho por ti" – imitó el tono de voz y la expresión de ofendido del susodicho.
- Si quiere hacer algo por mí entonces mejor que vuelva a nacer – suspiró y cerró sus ojos sintiendo una sensación pacífica invadiendo su cuerpo.
- ¿Ya tomaste? ¿No es algo temprano?
- Woo... - le llamó en un susurro. El peligris respondió con un sonido de asentimiento – Podríamos salir... algún día... - dijo con voz calma. Poco a poco sentía un calor tranquilizador en su cuerpo, calidez y suavidad – ir a comer...
- No tenemos mucho dinero – frunció los labios, algo decaído.
- Tengo algo guardado... para ti... - el chico sonrió, pero no respondió ante eso. Sólo se quedó mirando cómo Jungkook parecía sucumbir ante los efectos de la pastilla que había tomado. Escuchaba el sonido de su respiración, y lo único que dijo fue algo supuso ya eran delirios o algo así - ... Jimin...
No entendía si sólo había pronunciado su nombre medio dormido porque su recuerdo llegó a su mente, o si era porque en realidad hablaba de él, de Jimin. Quizás era con él con quien Jungkook quería salir, ir a comer y esas cosas de pareja. Pensaba que probablemente Jungkook aún soñaba con Jimin, que le veía, que le abrazaba y le besaba, y en parte era así.
Los momentos donde no estaba teniendo pesadillas, sus sueños eran reinados por las únicas memorias felices que atesoraba de su vida, él estando con Jimin, únicamente con él como si nada más fuera importante.
Wooyoung sabía quién era Jimin, sabía toda la historia, todo lo que había sucedido.
Hizo una mueca con su boca al observarle, no había nada que pudiera hacer para reparar las angustias de Jungkook, él no era quien para poder arreglarle, y además tenía suficiente con él mismo, con esa vida tan caótica que llevaba pero a la cual ya estaba absurdamente acostumbrado.
Jungkook le había dicho tantas veces que dejara la heroína, pero él sólo podía decir que era como encontrar al amor verdadero, te sientes tan bien, tan lleno y tan en paz que no puedes dejarlo ir. El pelinegro le decía que podía encontrar el amor verdadero si se lo proponía, alguien que le amara de verdad, parecía como si supiera de lo que hablaba, o como si él estuviera dispuesto a cumplir ese papel pero sabía que no podía ser así.
Él quería a Jungkook, pero éste estaría toda su vida enamorado de alguien más, y Wooyoung igual, enamorado y dependiente de la única cosa que le hacía sobrellevar su vida, por más que se tratase de una droga que acabaría por matarle algún día.
Los días de Jungkook transcurrían de esa manera. Si no estaba en aquella habitación acurrucado contra el cuerpo de Wooyoung, estaba en la calle.
Solía salir a hacer las compras, a buscar lo necesario para comer y satisfacer las necesidades básicas de ambos. El poco dinero que tenía lo usaba para eso.
Las calles por las que caminaba, en aquel vecindario, en nada se parecían a donde él solía vivir, ni cerca de su universidad ni donde solía vivir su madre. Estaba acostumbrado a caminarlas, a andar por aquellas callecitas angostas que muchas derivaban a callejones bastante poco gratos, donde cualquier persona normal evitaría adentrarse, pero incluso por las calles que él solía concurrir, allí la gente "normal" no existía.
Caminaba con sus manos metidas en los bolsillos de su chaqueta y pasaba de la gente que estaba a su alrededor en un estado lamentable.
Adictos y desahuciados, personas que habían perdido su vida hacía muchísimo tiempo y que ahora se resumían a sacos de piel y hueso, con el cerebro quemado por la droga y a penas con un techo que les refugiara.
El vecindario estaba rodeado por pensiones y casuchas muy malogradas.
En las esquinas de los callejones se juntaban los adictos a hacer negocios con los traficantes, a comprarles e incluso a inyectarse o inhalar.
Esa era la imagen frente a los ojos de Jungkook cada día, era moneda corriente ver cómo la gente echaba a perder sus vidas, pero él y Wooyoung también eran así.
Jungkook sentía que no tenía un lugar en el mundo, que no había lugar para él. Que las cosas se habían dado de esa manera porque probablemente estaba en el lugar equivocado. El vacío dentro suyo era porque seguía sin poder encontrarlo, sin poder encontrar un lugar donde pudiera ser él mismo, donde su pasado ya no pesara, donde pudiera ser perdonado por sus errores y donde sintiera que el odio hacia él y hacia los demás pudiera dejarle en paz.
Jungkook estaba dañado y también demasiado cansado, sin un lugar al cual ir. Y si no tenía un lugar al cual ir, ¿Entonces qué estaba haciendo? No tenía dirección alguna.
Era aquel sentimiento de encontrarse a la deriva, de que nadie le esperaba, de que nadie le buscaba, de que nadie le necesitaba. Era ese sentimiento de soledad que le hacía saber que a nadie le importaba, que él no hacía falta en la vida de los demás.
Jungkook no sentía que algo de todo lo que le rodeaba tuviera sentido. ¿Para qué estaba viviendo? Era eso lo que se preguntaba todos los días, y cuando se sentía tan desolado y lloraba porque ya estaba cansado de seguir aguantando, había algo dentro de él que de todas formas se resistía a rendirse.
Él en serio quería ser libre. Era todo lo que quería. Pero ¿Por qué le habían privado de su libertad? ¿Qué culpa tenía?
Jungkook no tenía un rumbo, no tenía una dirección, estaba completamente perdido en las cosas que no habían podido ser. Era como si nada pudiera encajar, como si no pudieran realmente suceder. ¿Para qué había nacido si estaba destinado a eso? No se le ocurría una respuesta. Todo se sentía demasiado mal para él.
Era una real mierda. Era increíble que una persona viviera así, marginada, simplemente porque las acciones de los demás habían terminado por enviarle a tomar malas decisiones y destruirse.
¿Cuántas cosas había dicho su padre que le habían obligado a encapsular sus propios sentimientos hasta casi deshacerse de su humanidad? ¿Cuántos golpes había recibido para terminar aprendiendo que ser homosexual estaba mal? ¿Cuántas amenazas le había dirigido para convencerse de que odiar a Jimin era lo mejor?
Jungkook sólo quería vivir en paz, pero de todas maneras el seguir los mandatos de su padre sólo le había generado todo lo contrario a una vida tranquila.
¿Cuántas miradas de desprecio habían sido suficientes para hacerle sentir que su mera existencia era un error? ¿Cuántos susurros maliciosos contra su persona en los pasillos de la universidad habían sido necesarios para hacerle sentir que no merecía estar vivo?
Él había comprendido la gravedad de sus actos y el dolor que había causado apenas escuchó que Soojin se había suicidado y no había podido dejar de repetirse en su mente nublada; "No pensé que eso pasaría, no creí que ella haría eso".
Lo comprendió cuando vio a Jimin llorar y alejarse de él.
Lo comprendió perfectamente y nunca se había sentido tan arrepentido de sus actos pero incluso así no había existido la misericordia. Al parecer él había sido tan basura y merecedor de todo aquel odio que habían visto necesario enviarle a un grupo de tipos a buscarle para que uno de ellos lo lanzara directo a las puertas del mismísimo infierno.
Pero, ¿tenía él la culpa?
El maltratar a Soojin, abandonarla y privarla de ayuda, serían cosas que él cargaría en su pecho como bloques de metal macizo.
Jungkook hubiera deseado que le dieran la oportunidad de arrepentirse de todo, porque los errores eran humanos, y él sentía desde el fondo de su corazón que se odiaba por ello pero nadie lo sabía y a nadie le importaba.
Arrastraba sus ojos por todo el callejón, sintiendo sus párpados cansados como de costumbre y su respiración acortada, sus manos temblando. Sus ojos allí pero su mente en cualquier otro lugar.
¿Algún día sería libre?, se preguntaba mientras esperaba afuera de la tienda, mirando cómo una mujer que era puro hueso estaba sentada en el cordón meciéndose sin parar, con marcas cubriendo sus brazos y hombros. Desvió sus ojos para evitar seguir viendo.
Pensaba que había personas que nunca lograban encontrar lo que estaban buscando, que nunca lograban encontrar su lugar. Y el estar fuera de lugar dolía, tanto que por las noches la garganta se le desgarraba para silenciar los sollozos.
Quizás ese era el significado de su vida. Nunca dejaría de estar solo y vacío. Y en esos momentos sentía cómo todo su interior había terminado completamente adormecido, entumecido, imposibilitado de sentir calor o algún atisbo de emoción. Incluso el recordar el rostro de quien solía amar ya no producía nada en él.
No tenía sentido sentir algo a esa altura, porque todos le habían dejado. Le habían enterrado solo en el olvido.
Incluso el recordar cómo todos le miraban con odio, se sentía tan lejano a él. Sólo podía recordar cómo había llegado a sentirse, como si los muros de aquellos pasillos se alzaran bien altos y le tragaran por completo hasta derrumbarse sobre él. Le alejaban del resto, del mundo, de su libertad.
Y no había ni una sola mano allí que pudiera tomar para salvarle.
En su cabeza pedía que no le mataran, que sólo quería huir de todos ellos, necesitaba que le dieran un lugar en el cual quedarse y poder cubrir su rostro para llorar.
Era un fenómeno, un despojo de la sociedad.
Aquello era en lo que le habían convertido, era lo único que le habían dejado ser, la única oportunidad que le habían dado.
Y allí estaba, con la cabeza llena de parásitos, con agujeros negros cubriendo sus ojos, soñando con ellos todas las noches y esperando algún día no despertar.
Quizás simplemente él no pertenecía a ese mundo.
No tenía sentido, ¿Cierto? Seguir caminando sin llegar a ningún lugar.
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Buen domingo, gente bella.
Ahora que la vida de Jungkook ha tomado un rumbo completamente inesperado, él siente que ya no tiene solución.
Sin embargo, las cosas no quedarán así, habrá cambios que él no espera y el pasado que él intenta dejar atrás volverá y le obligará a hacerle frente.
Nos leemos en el siguiente cap ♡
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