3. Oscuridad
Aunque sus amigos insistieran en que saliera de su habitación de una buena vez, él no lo haría.
Los únicos momentos donde Jungkook salía era cuando sus amigos no estaban. Se levantaba de su cama, librándose del entramado de sábanas y mantas de encima de su cuerpo y se dirigía al baño únicamente para cumplir con sus necesidades básicas, para luego volver a encerrarse bajo llave en la oscuridad de su habitación, debajo de sus sábanas, cubierto con ellas por completo, como si el mínimo hilo de luz que entraba por las rendijas de su persiana baja pudiera dañarle los ojos.
Ni una luz tenía prendida allí, no las necesitaba. Así se sentía mejor, la oscuridad era un lugar que comenzó a ver como algo especialmente cómodo, reconfortante, porque sentía que allí era donde pertenecía.
Escondido en la oscuridad no tenía que ir a la universidad como había intentado los primeros días luego de lo que le había sucedido.
Ya no vería a todo el mundo mirándole con rechazo, no vería el altar que habían hecho para Soojin lleno de mensajes desalentadores, no debería soportar el escuchar de las cosas que no podían dejar de hablar de él. No debería ver a Yugyeom caminar cómodamente por los pasillos como el estudiante ejemplar que fingía ser. No tendría que estar expuesto ante la mirada de nadie, podría morderse las uñas a su antojo, tanto hasta incluso atinar a arrancarse los dedos a mordiscos. Nadie tendría que ver cómo sus manos se movían compulsivamente sobre la curvatura de su cuello mientras se rascaba sin poder detener el movimiento casi involuntario de éstas.
Y tampoco tendría que ver a Jimin.
Hubiera deseado hablar con él, explicarle lo que había ocurrido, que supiera que él no se había acostado con nadie, al menos no bajo su consentimiento.
Quisiera haber podido acercarse a él, mirarle a los ojos y decirle que era imposible que él pudiera hacer algo como eso porque la única persona en su vida era él, Jimin, y que no podía pensar en nadie más, que su mente estaba llena de él.
Pero Jungkook no podía ni si quiera mirarle, no podía si quiera hablarle, porque no tenía fuerzas disponibles para hacer algo como eso. La vergüenza y el dolor eran demasiado grandes para si quiera verle a la cara.
Porque algo que parecía tan fácil, natural y simple anteriormente, ahora le parecía casi una imposibilidad. Era como si le estuvieran diciendo que moviera una montaña con sus manos, simplemente no iba a pasar y no sentía la motivación si quiera para intentarlo.
Había intentado comunicarse con él, dejándole mensajes, e incluso le había llamado pero su celular no parecía estar recibiendo ninguno de todos sus intentos por llegar al rubio. Incluso se armó de valor, sacando el poco que le quedaba de las sobras de su putrefacto ser y llamó a Hoseok con la esperanza de que le dejara hablar con Jimin, pero el chico sólo defendió a su amigo hasta el final y le dejó muy en claro que no quería hablarle.
También le había dicho algo de que si no daba la cara, entonces que ni lo intentase.
Era como si el alma de Jungkook se hubiera machucado en pocas semanas, como si repentinamente hubiera sido lanzada a las brasas, él mismo la había sentido quemarse. Le quemaba por dentro, y mientras eso sucedía, también le gritaba. La sentía agonizar, arrastrándose en su interior y clavándose con uñas y dientes dentro de su piel para intentar sobrevivir.
No era extraño que tuviera tics nerviosos, Jungkook sentía que algo había sido implantado dentro suyo y que estaba ahí, al asecho, observándole a cada segundo, a cada minuto, a cada hora. Día y noche que pasaba, esa presencia maligna rondando la esquina, en un punto oscuro y deformado de su ser. Se sentía ajeno a él mismo pero incluso así lo sentía demasiado cerca, porque lo sentía adentro de él.
Era el equivalente a tener unas manos trepando desde su esternón y subiendo por el interior de su garganta. El aire le faltaba y sentía que aquellas manos se cerraban, esta vez por fuera, podía sentirlas, podía sentir sus dedos amoldarse a su carne posesiva y suavemente, hasta que la presión de ellas aumentaba obstruyendo sus vías respiratorias por completo.
Así se había cortado su respiración en el momento que, erróneamente, había ido la universidad, creyendo que lo mejor era seguir con su vida para no pensar en nada, a unos días del incidente.
Ver a Yugyeom doblando en la esquina de uno de los pasillos del departamento de su carrera sólo le hizo retroceder con terror y meterse en el baño empujando a alguien que apenas estaba saliendo de allí.
Se metió en uno de los cubículos e inmediatamente se sentó en el piso y se pegó contra la pared, cerrando sus ojos con fuerza. No tenía aire, no tenía ni puta idea de cómo poder respirar. Sólo se dejó retorcer en su lugar con espasmos incontrolables y su piel comenzando a sudar. Tenía ganas de gritar, pero simplemente no podía.
"Sólo mírate cómo lo disfrutas..."
Golpeó con su puño la puerta de madera a su costado, sintiendo un dolor imposible desde sus nudillos extendiéndose hasta toda su mano y muñeca.
Aquella noche había estado tan drogado que no había podido mover ni un solo músculo para defenderse, totalmente perdido. Su cuerpo estaba casi flácido, rendido contra la superficie del colchón de aquella cama. El simplemente recordar cómo Yugyeom le tocaba le daba náuseas y vergüenza.
No abrió sus ojos hasta que su respiración pareció normalizarse con el pasar de los minutos. Entonces fue cuando sus ojos cayeron en la pared que tenía en frente, llena de cosas escritas con marcador negro, algunos sólo con bolígrafo.
Eran mensajes tontos, poco importantes, o cosas que escribía alguien dedicado a quien amaba en secreto o a su pareja. Pero sólo le prestó especial atención a uno de los mensajes.
"R.I.P Soojin. Te extraño demasiado"
Era sólo eso lo que el mensaje decía, además de la firma del nombre de la persona que lo había escrito, el cual desconocía.
El pelinegro dejó sus ojos allí por bastante tiempo, sintiendo su cabeza estancarse en releer una y otra vez esa frase. ¿Cuántas vidas había arruinado la muerte de una persona? ¿Cuántas personas estarían llorando a Soojin en ese momento? Muchas, sin duda, seguro más de las que habría visto por los pasillos, porque al fin y al cabo Soojin tenía a mucha gente que la amaba.
Pero, ¿Cuántos le extrañarían a él si se fuese? Seguramente nadie.
La vida de los demás sería completamente mejor si él no estuviese ahí. Si él dejara simplemente de ser parte de la vida de los demás. Quizás el pesar por lo que le había ocurrido a Soojin se iría un poco de los corazones de los demás, quizás podrían sentirse en paz, incluso ella podría descansar como se debía.
Se puso de pie y decidió salir del baño.
La gente sólo le dedicaba una fría mirada antes de desviar su atención a lo que hacían antes de verle. Incluso eso, sólo le dedicaban un segundo de su tiempo, y nadie más volvía a mirarle.
Jungkook caminaba por el pasillo sintiendo cómo todos pasaban de él, cómo ni si quiera podía oír, por momentos, las voces de los demás. Era como si estuviese encapsulado y caminando en cámara lenta, simplemente demasiado despacio y tortuoso.
Sus pies pesaban al igual que sus manos y su cabeza, que en ocasiones se sobre exigía para intentar mantenerse en el presente y no divagar en pensamientos exasperantes y recuerdos hostigadores.
Las marcas en las muñecas y en su cuello aún estaban allí pero de todas formas nadie parecía haberlas notado, él pensaba que se sentiría observado, que mirarían con asco aquellas marcas que comenzarían a plantar dudas y suposiciones ingratas de su persona en las mentes de los demás, pero no había sido así.
Lo único que hacían los demás era mirarle a los ojos con odio. Sabía que en sus mentes pensaban cosas como: "No perteneces aquí, muérete".
Dentro de su cabeza Jungkook se hacía un ovillo en el suelo, sosteniendo su cabeza entre sus manos y soltando un grito desgarrador, pero incluso en su imaginación su voz no salía, su voz seguía igual de apagada y atrofiada que esa mañana que despertó en medio de la nada.
Su lengua volvía a doler y volvía a sentir el sabor a sangre.
En ocasiones escupía al tacho de basura o al lavabo y no había nada más que saliva, ni una sola marca roja, pero sentía perfectamente la sangre llenando su boca y escurriéndose entre la abertura de sus labios, una sensación horrible. Percibía el sabor; metal caliente y oxidado.
Y también podía sentir a Yugyeom dentro de él.
Por momentos sentía que quería gritarle a alguien sobre lo que le había sucedido, sobre la razón que se estaba carcomiendo su cerebro, pero no podía hablar de ello.
Caminaba por los pasillos, buscando la salida, y su respiración se volvía aún más irregular. Realmente necesitaba que alguien le ayudase porque sentía que estaba a punto de morirse, pero a nadie parecía importarle. Incluso cuando su respiración se agitaba repentinamente y comenzaba a sudar notablemente, los estudiantes sólo se alejaban y pasaban de él.
Todo lo que podía hacer era aguantar el sufrimiento en silencio.
¿Así se había sentido Soojin todo ese tiempo?
Aquella ansiedad se la tragaba una y otra vez. Masticaba las ganas de escupir lo que le había ocurrido porque sabía que nadie le escucharía, que nadie le creería, y que en todo caso le dirían que se lo tenía bien merecido, porque claro, aquello no le hubiera pasado de no haber sido que Soojin se había quitado la vida por su culpa. Después de todo a Yugyeom y el resto de los involucrados le habían pagado para encargarse de él.
Jungkook lo sabía, lo tenía bien merecido, por eso sabía que sería hipócrita si pedía ayuda, si hablaba de ello con alguien, incluso con alguno de sus amigos.
- Hey, Jungkook – una mano se posó sobre su rodilla y sólo ahí pudo salir de sus pensamientos repetitivos. Movió sus ojos hacia la persona que tenía a su lado en la mesa - ¿Qué pasa? – preguntó Yoongi con cierta expresión de preocupación. Ambos estaban en el comedor de su casa.
- ¿Qué? – preguntó el pelinegro.
- Te he estado hablando por minutos pero al parecer no me has estado escuchando... y no dejas de mover la pierna – solo ahí el menor notó que Yoongi tenía su mano en su pierna, probablemente la que había estado moviendo sin cesar. Sus ojos se quedaron mirando aquella mano, y su mente volvió a perderse en recuerdos – Jungkook. Te estoy hablando.
- ¿Qué? – reiteró, levantando sus ojos. Su amigo permaneció observándole, sin saber qué pensar al ver a Jungkook así. No sólo había estado encerrándose en su habitación por días, sino que además no había estado yendo a sus clases. También era preocupante que ni si quiera hablara o escuchara lo que él le decía.
- ¿Qué te sucede? Estás actuando extraño desde hace dos semanas.
- No estoy actuando extraño – negó, apuntando su atención a un punto fijo en la pared para evitar ver a su amigo. Juntó sus manos, entrelazando sus dedos para que permanecieran quietas, acariciando sus dedos para intentar relajarse, sus hombros estaban tensos, una postura que nunca había sido parte de él.
- Sí, lo estás. No estás yendo a clases, ¿Qué pasará con los exámenes? Ya terminará el semestre.
- Ya tengo algunas materias aprobadas, volveré a cursar la que me queda el año entrante.
- Pero... no entiendo por qué estás haciendo esto, hermano.
- No quiero ir, es simplemente eso.
- Mira... Jungkook... no sé qué ha pasado entre tú y Jimin, no entiendo cómo es esa cosa de que... de que él te llamó y al parecer estabas con alguien más... - el pelinegro sintió que su garganta se contraía. Movió su mandíbula con nerviosismo y apretó los dientes – Pero... ¿No pueden simplemente hablarlo? No creo que desquitándote de esa manera logres nada... a menos que no te importe Jimin en realidad – eso era lo último que Jungkook quería escuchar, una suposición completamente errónea – Sea lo que sea que esté pasando, no huyas, enfréntalo.
- Yoongi.
- ¿Si? – se inclinó un poco para mirar a Jungkook a sus ojos aunque estos no le miraban.
- Déjame en paz – su amigo abrió los ojos con gran sorpresa, alzando las cejas y extrañándose por la actitud brusca de su amigo – Quiero que me dejes en paz... que todos me dejen en paz.
Era la única manera de que Yoongi dejara de preguntar y de meter sus narices en asuntos que no le competían y que además eran demasiado complicados. Mientras que él pensaba que sólo se trataba de un problema de amor y mala comunicación entre Jungkook y quien había sido su novio, en realidad el problema que había excedía todo aquello, iba más allá de lo que la cabeza de su amigo era capaz de imaginar.
No era como si fuera fácil decirle lo que le sucedía, Yoongi no podría si quiera hacerse una leve idea de lo que pasaba por la mente de Jungkook, de la manera en que su propio cerebro era machacado minuto tras minuto.
No podía simplemente decirle que se pasaba las 24 horas del día luchando contra su ansiedad cada vez que su mente se perdía en recordar lo tan inútil que su cuerpo se sentía bajo el de Yugyeom, el cómo le había recibido en contra de su voluntad como si lo hubiera querido. En cómo el chico le masturbaba tortuosamente mientras él sólo deseaba poder quitarle sus manos de allí pero sus brazos estaban demasiado pesados como para poder defenderse.
No sabía con qué le habían drogado, sólo habían puesto una especie de crema o pomada viscosa y agria en su lengua y casi inmediatamente comenzó a perder la capacidad de mover su cuerpo, por lo tanto Yugyeom tenía el total control sobre él. Le movía a su antojo, le abría las piernas y le embestía despacio para hacerle sufrir.
Jungkook quería quitarle de encima pero sólo podía mover sus brazos débilmente, arrastrándolos sobre las sábanas porque era como si le pesaran toneladas.
Se sintió tan avergonzado cuando su cuerpo comenzó a responder por sí solo, tanto que incluso había tenido una erección de la que Yugyeom había disfrutado chupando y mordiendo. Lo había hecho apropósito, él había querido torturarle de esa manera, haciéndole sentir desagradable por haber llegado incluso a tener un orgasmo.
Jungkook había querido llorar de la desesperación, de las ganas infernales de empujar a su abusador pero no tenía fuerzas en su cuerpo.
De tan sólo recordar cómo los gemidos se arrastraban sin querer fuera de su boca le hacían querer cortarse la garganta.
Incluso se había venido antes que Yugyeom, y fue cuando éste puso sus manos alrededor de su cuello, apretándolo con fuerza y entonces moviéndose violentamente dentro de él para poder llegar a su propio orgasmo y así acabar. Le había apretado el cuello tan fuerte que sólo ahí pudo mover sus manos lo suficiente por el desespero, sofocado por la falta de aire y por el dolor, arrastró temblorosamente sus manos para colocarlas sobre las muñecas contrarias, pero era imposible el poder quitarlas, no podía ejercer ningún tipo de fuerza y Yugyeom estaba con todo su peso recargado sobre sus manos contra su cuello, como si quisiera hundirle dentro del colchón hasta matarlo mientras no dejaba de embestirle.
Sólo así se corrió dentro, y cuando Jungkook comenzó a sentirse mareado y perdiendo la consciencia, aquellas manos le soltaron, devolviéndole el aire necesario para seguir respirando luego de toser varias veces.
"Mierda, Jungkook... tu cuerpo es fantástico" le escuchó decir entre risas.
Jungkook respiraba con dificultad y totalmente rendido, el mareo persistiendo en su cabeza, sentía que iba a desmayarse en cualquier momento, y mientras tanto Yugyeom le besaba de manera sucia, se le hacía insoportable, quería respirar, pero no podía hacer nada para evitarlo.
Fue mientras le besaba que Jungkook sintió un escozor agudo en su lengua y soltó un gemido de dolor que ni el estado de anestesia en el que se encontraba había logrado apaciguar.
Jungkook no podía hablar de nada de eso, no podía reproducirlo para que alguien supiera por qué parecía que no era el mismo de siempre. Prefería pasar más tiempo en su habitación para evitar las incómodas preguntas de sus amigos, quienes poco a poco dejaron de hablarle, de insistirle.
Las semanas pasaban, y sus amigos seguían con sus vidas mientras Jungkook se mantenía bajo las sábanas, durmiendo o demasiado despierto.
En ocasiones se despertaba sobresaltado de pesadillas donde no podía respirar por una fuerza opresiva sobre su pecho y su cuello.
Sus ojeras se mantenían ya como una característica natural suya, su rostro completamente pálido, su cuerpo había perdido peso y color, su cabello estaba resquebrajado, opaco. Las esquinas de sus dedos lastimadas, producto de la ansiedad de todos los días. Las marcas en sus muñecas de sus uñas al rascarse, al igual que en la zona cerca de su cuello y sus clavículas.
Relamía sus labios secos y cortajeados con la poca saliva que sus glándulas podían producir.
Así había pasado el último mes. Cada día nuevo era un martirio, cada día le costaba más respirar.
E incluso habiéndole dejado así de perturbado parecían no haber tenido suficiente.
- ¿Qué haces aquí? – preguntó con voz temblorosa, sucumbiendo al pánico que arremetía dentro de él. Yugyeom no aguantó quedar del otro lado de la puerta, por lo que caminó hacia el interior de la casa, haciendo que Jungkook se corriera por reflejo. Parecía como si estuviese en su propia casa y Jungkook nuevamente no tenía el control sobre nada.
- Sólo vine a visitarte – dijo mirando a su alrededor, inspeccionando todo. El pelinegro sintió sus piernas comenzando a temblar y sólo podía decirse a sí mismo que se calmara antes de perder la cabeza porque terminaría gritando histéricamente.
- Por favor, vete - suplicó con voz ahogada.
- Cierra la puerta, Jungkook. Hablemos un rato, ¿te parece? – entonces le miró, con esos ojos que fingían mostrar confianza pero para Jungkook se veían sombríos y perversos.
- Por favor... no me hagas nada...
- Cierra la puerta, Jungkook.
- Mis amigos vendrán en cualquier momento y-
- Que cierres la puerta o las cosas se pondrán feas, Jungkook.
No podía negarse, las amenazas le dejaban queriendo orinarse en sus pantalones, el simple hecho de pensar en todo lo que Yugyeom era capaz de hacerle le hacía morirse del miedo.
Cerró la puerta y se quedó en el lugar mientras el intruso caminaba relajadamente por la sala, observando la casa. Observaba la decoración, la televisión, el sillón, donde terminó sentándose.
- Ven aquí, Kookie. Conversemos – señaló el espacio a su lado en el sillón – No me hagas repetírtelo – su voz era suave, pero sabía era una amenaza.
Obedeció, acercándose con cuidado y sentándose lo más lejos posible. Su parte del sillón se hundió al sentarse y pensó que sería una buena idea que terminara de tragarle y poder desaparecer de allí.
El silencio le hacía no poder dejar de mover su pierna derecha sin parar, mientras sus manos estaban presionadas contra sus antebrazos, clavando sus uñas en ellos y sudando. Era algo así como hacer fuerza para no desarmarse ahí mismo, intentando mantener toda su mierda junta, todo aquello que estallaba a cada segundo dentro de él. Intentaba controlar el caos de su cabeza.
- Estás muy tenso... - deslizó su mano desde su hombro hasta el dorso de su cuello en una caricia que provocó un quejido de dolor en el pelinegro, era el sufrimiento que le estaba haciendo tener unas ganas desenfrenadas de llorar y contraerse.
- Por favor... dime... dime qué quieres... - logró hablar - si quieres... si quieres hacerlo... sólo hazlo y vete... - casi susurró con su mandíbula dura y sus labios temblando.
- No he venido a follarte – soltó una risa divertida, apretando su cuello a penas y aunque eso no doliera, para Jungkook era como si estuviera volviendo a ahorcarle. Jungkook no le miraba, sólo estaba con toda su atención dirigida al frente, donde estaba la tv apagada – He notado que no has ido por todas estas semanas a la universidad. ¿No quieres ver a Park?
- ¿Le has hecho algo? – únicamente en ese momento fue cuando giró su rostro para mirarle.
- No, ya sabes que si hago algo es porque me pagan por ello.
- ¿Quién te pagó para hacerme eso? – preguntó, su voz finalmente sonando algo más alta y menos áspera - ¿Fue Hyunjin?
- ¿Hyunjin? – alzó las cejas y soltó una carcajada que Jungkook creyó que le mataría de un infarto por el susto – Ese pendejo no mataría ni a una mosca. Fue alguien más – suspiró, como en un gesto de aburrimiento y miró a su alrededor, como buscando algo - ¿Te molesta si fumo? – dijo sacando una caja de cigarrillos de su bolsillo.
Jungkook hizo un gesto con la cabeza, negando, y el contrario prendió un cigarro, acomodándose en su asiento mostrándose completamente relajado, algo que ponía aún más nervioso al pelinegro porque no sabía en qué momento el contrario se pondría violento.
- Vine aquí porque me han pagado para decirte lo siguiente, y no tienes opción, no puedes negarte – inhaló el humo del cigarrillo bajo los ojos temerosos del pelinegro – En realidad me pagaron para que me asegurara de que cumplas con tu tarea luego de darte este mensaje. Si no lo haces entonces no me dejarás alternativa más que golpearte y violarte una y otra vez hasta que lo hagas.
- ¿Qué quieres? – Jungkook sentía tanto miedo que su estómago se retorcía, casi podía sentir las ganas de ir al baño, su cuerpo sudaba tanto que estaba hecho casi sopa. No sabía qué esperarse, pero a penas el otro volvió a hablar, él se sorprendió.
- Están buscando al padre de quien hubiera sido el hijo de Soojin, y quieren que dones una muestra de tu ADN para ver si es compatible con las muestras que habían tomado del feto antes que Soojin muriera, ya que tiempo antes de suicidarse había hablado a sus familiares sobre su violación - explicó como si nada.
Jungkook permaneció unos segundos en silencio, reproduciendo las palabras que acababa de escuchar e intentando comprender qué era lo que le había pedido.
Al parecer alguien quería que él se hiciera cargo o algo, lo que le hizo pensar que podría terminar acusado de violación si se comprobaba que él era el padre, eran las únicas pruebas fiscalmente válidas para alzar causas en su contra, porque Soojin no estaba para testificar sobre lo que había ocurrido.
- ¿Su familia está detrás de todo esto? – le preguntó - ¿Me arrestarán?
- ¿Es lo único que te importa? – bufó antes de soltar una risa irónica – Eres un violador, Jungkook, deberías preocuparte por eso.
- Soojin me buscaba, yo no la obligué a nada. No soy un violador.
- No es eso lo que dicen muchas chicas que estuvieron contigo. Hay demasiadas testigos.
- Admito no haberlas tratado bien... pero... yo no les hice lo que tú me hiciste a mí, yo no las drogué para que se acostaran conmigo...
- Si yo no te drogaba a ti, créeme que hubiera sido peor. Te hubiera tenido que moler a golpes para que te quedases quieto.
- ¿Debo agradecerte por eso? – abrió sus ojos como platos al interpretar lo que Yugyeom le sugería – Yo... yo no estaba pensando en el daño que le estaba haciendo a Soojin, no pensé que eso le afectaría, ni tampoco creí que dejarla allí le daría la oportunidad a otros, pero ellos sí la violaron, ella lo dijo, se lo dijo a Hyunjin.
- Pero Hyunjin le habló de ti al hermano de Soojin, quien es el que quiere que contribuyas a la causa – Jungkook llevó sus manos a su cabeza, refregando sus ojos con sus dedos. Aquel chico, Hyunjin, le había acusado directamente – Esa es la condición, tú participas, cooperas con la investigación, y si ese niño no era tuyo, entonces te borrarás del mapa.
- ¿Me borraré del mapa? Creí que la condición sólo era que yo colaborase – le recordó.
- El hermano de Soojin no te quiere cerca, y créeme que estoy seguro que quieres que te deje de tener en la mira. Si no haces caso, no puedo asegurarte cuándo sea la próxima vez que me mande a visitarte.
- ¿Y si el niño era mío? – cuestionó, esperando una respuesta.
- Comenzarás a ser procesado, estarás bajo arresto para testificar. El punto es que estuviste esa noche con ella, es lo que Hyunjin sabe, por lo tanto eres el único que testigo allí, el único que estuvo con Soojin segundos antes de que la violaran.
- No vi sus caras, ni si quiera les conocía.
- Pero les viste, y eso puede tanto jugarte a favor como en contra. Si el niño no era tuyo no podrán levantar causas en tu contra y tú podrás decir que eso prueba que fue violada por alguien más, por aquellos tipos que viste. O puede de todas formas jugarte en contra, por no haber hecho nada al respecto. Ellos querrán encontrar a un culpable, querrán encerrar a alguien para hacer justicia por todo el sufrimiento que pasó su hija.
- Y si resulta que el niño no es mío, entonces, ¿A dónde iré? Me quiere lejos pero, ¿Qué mierda espera que haga? ¿O tú te encargarás de borrarme del mapa? – esta vez los ojos de Jungkook mostraban enojo y despecho más que miedo, ahora se sentía agobiado por cómo estaban resultado las cosas y como si no le hubieran ya cagado bastante su vida en menos de un mes, ahora querían que desapareciera. Eso en el mejor de los casos, si es que no terminaba siendo acusado de aquel crimen.
- No volverás a la universidad.
- ¿Planeas que deje la universidad? – Jungkook se puso de pie casi en un movimiento involuntario. Rascó su cabeza nerviosamente y soltó una exhalación sin poder creerlo.
Las cosas no podían estar yendo de la peor manera. Él se preguntaba si realmente merecía la pena seguir viviendo a esas alturas. Estaba tan atosigado con todos los hechos recientes y con esa sensación de paranoia anclada a sus venas que tenía ganas de suplicarle a Yugyeom que le matara.
Estaba solo, completamente solo en toda esa mierda. No tenía otra escapatoria, por lo que la impaciencia se apoderó de él..
En un arrebato de locura, en unos minutos, Jungkook se había puesto a caminar de un lado a otro en la sala y cuando el otro chico se puso de pie para decirle que dejara de hacer eso, Jungkook se acercó a él y le tomó de su chaqueta.
- Mátame – dijo, mirándole a los ojos. Yugyeom notó que su mirada estaba frenética, casi fuera de sí.
- ¿Te has vuelto loco? – le preguntó frunciendo el ceño.
- Viólame si quieres, pero mátame luego.
- Es la propuesta más excitante que me han hecho en mi vida – soltó de forma burlona, provocando una oleada de escalofríos en el pelinegro – Ya sabes cómo son las condiciones, ya sabes lo que harás y no puedes negarte.
- Sólo mátame, maldición – le zamarreó y Yugyeom posó sus manos sobre las de Jungkook para hacer que le soltara, pero estaban increíblemente agarradas a su ropa, como tenazas. El azabache ya estaba perdiendo su paciencia.
- ¿Crees que puedes librarte de todo esto tan fácil? – acercó su rostro al del pelinegro, quien atinó a alejarse pero una mano se posó toscamente sobre su nuca, inmovilizándole y volviéndole a acercar. Llevó su boca a la oreja de Jungkook mordió muy suavemente su lóbulo, provocando que tragase duro y cerrara los párpados con fuerza, su cuerpo comenzó a temblar involuntariamente. La lengua de Yugyeom masajeó el lóbulo de su oreja lentamente - Sabes que puedo arrancarte la oreja con los dientes si quiero, ¿cierto? Puedo incluso cortarte las putas manos con un cuchillo de cocina, o arrancarte los ojos, pero aun así no te mataría. Yo te perseguiría hasta el cansancio, hasta que quisieras terminar tú mismo con tu propia vida pero allí estaré yo para impedirlo, para evitar que escapes del puto sufrimiento – se alejó para apreciar el rostro de Jungkook, su expresión adolorida, sus cejas juntas y sus labios rojos por lo paspados que estaban y por lo mucho que solía estar mordiéndoselos de los nervios – Pero, puedes hacerte un favor y hacer lo que te digo. Si lo haces, no volveré a meterme contigo.
- ¿Crees que eso solucionará todo? ¿Qué es así de fácil como dices? ¡Me han jodido la vida! - soltó con sus ojos rojos, llenos de lágrimas.
- Me importa una mierda qué traumas tengas, harás esto por las buenas o por las malas.
Las cosas estaban más que claras y Jungkook no tenía otra opción. El aire desaparecía cada vez que Yugyeom estaba cerca, así que debería hacer lo que él le pedía si quería deshacerse de él, aunque sintiera que su presencia permanecería dentro de su cuerpo y de su cabeza hasta que algún día muriera.
.
.
.
.
.
Saben que en mis historias siempre hay un punto donde cago todo y por ende el sufrimiento es inevitable porque después tengo que arreglar mi propio desastre. Pero no pierdan las esperanzas (?
Gracias por aguantarse todo esto.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top