29. Como en los viejos tiempos

Mientras ambos caminaban hacia una dirección que Jimin desconocía, éste observaba sus manos juntas, con los dedos entrelazados, una imagen que había extrañado a escalas exorbitantes.

Atravesaban las calles de la ciudad entre luces y personas que pasaban a su lado sin prestarles la más mínima atención. Se miraban siempre intercambiando sonrisas o palabras al oído, se sentían en plenitud con sus emociones, como si no hubiese nada que les obligase a sentir algo diferente o a ocultar sus sentimientos, finalmente estaban haciendo lo que querían y debían de haber hecho por muchísimo tiempo.

Al día siguiente Jungkook empezaría una nueva vida, un nuevo desafío para recuperarse de su adicción y poder finalmente dar un paso hacia su futuro, determinando el final de su navegación desorientada, de todo el océano de angustia y oscuridad que le había tragado y ahogado por un año.

No creía que el amor pudiese superar las barreras del tiempo, las huellas de sus errores, las heridas del desprecio. A veces de sólo pensarlo sentía que todo era aún demasiado pesado como para poder seguir con ello, pero entonces veía los ojos de Jimin y a través de ellos también podía oír su dañado corazón. Dañado por vivir en una mentira, dañado por haber tomado las decisiones equivocadas, dañado por no ser lo suficientemente seguro de sí mismo como para arriesgarse a apostar por su amor en el momento más crítico que ambos habían vivido.

No obstante, aquello era lo que le hacía comprender que no hay forma de cambiar el pasado, que los errores son irreversibles, que una vez que se rompe un corazón éste no vuelve a ser el mismo. Pero una vez más, los dedos de Jimin aferrándose a su mano sin emitir ni un atisbo de duda, al igual que su sonrisa llena de luz, eran cosas que le hacían creer que no había nada más fuerte que el amor.

De alguna manera ambos pensaban en lo mismo.

Miraban hacia arriba, las puntas de los edificios, la ciudad grande y ellos unas minúsculas existencias, y sólo podían ver cómo su vida podía traducirse a colores intentando brillar con fuerza en la infinidad de ese cielo oscuro, iluminando el mapa que les dirigiría poco a poco a su escape y era así que podían confiar en ellos una vez más. Porque tomados de las manos, sintiendo la presencia del otro allí, ya no le temían a la oscuridad que les rondaba.

Los colores eran más brillantes que la oscuridad, el amor era más fuerte que el dolor. El presente más valioso que el pasado.

Se escabulleron entre las calles pobladas de altos edificios hasta llegar a una bastante concurrida, llenas de carteles de colores, bares y todos tipos de tiendas.

Jungkook se dirigió a un gran edificio en particular, y por cómo era la fachada de la edificación el rubio pudo suponer que se trataba de un hotel, aunque no era un hotel común y corriente.

Jimin miró con sumo asombro la recepción del lugar mientras Jungkook hablaba con la mujer detrás del mostrador, quien estaba pasando sus datos a la computadora para poder alojarse aquella noche.

Los pisos eran de mármol al igual que las paredes, todos en colores blanco, dorado y champagne, espejos a lo largo de la recepción, sillones tapizados de cuero y plantas decorativas. Era muy lujoso, jamás había estado en un lugar así y tampoco se le hubiese ocurrido ni aunque tuviese dinero para pagarlo.

La intriga le hacía tener a las mariposas en su estómago revoloteando incansablemente, a veces era cierto que era muy ansioso, casi como un niño que no podía esperar a ver su "sorpresa".

Se aproximó al pelinegro y se dispuso a ver que estaba ya firmando un papel que al principio creyó que era un cheque pero en realidad era solo para certificar que Jeon Jungkook pasaría la noche allí. Una tarjeta dorada le llamó la atención, la chica estaba pasando los datos de identificación de la misma tecleando velozmente y con la mirada yendo de la tarjeta al monitor de la computadora.

Una vez terminó de tramitar lo necesario, saludaron a la chica amablemente y con otra tarjeta más en mano que era la llave para su habitación.

- ¿Qué es esa tarjeta? – cuestionó caminaban hacia la sala donde estaban los ascensores.

- Una tarjeta de "cliente V.I.P". Obligué a Yugyeom a darme una para hoy.

- ¿Yugyeom? – inquirió con el fin de obtener una explicación más extensa.

- Su padre es dueño de este hotel y otros lugares, como la pensión donde vivo.

- Bueno, no sé de qué me sorprendo – se encogió de hombros – Familia con dinero, hijo problemático, vendedor de drogas y... - se detuvo reformulando la palabra que iba a utilizar – matón. Aún no sé cómo hace para tener una doble vida y que nadie se entere.

- Si alguien se enterase su padre se encargaría de quitarlos del camino.

- Wooyoung... me contó cómo le conoció. Tampoco me sorprende que le haya conocido de esa manera... que alguien como él recurra a trabajadores sexuales... - soltó una exhalación brusca.

- Sabes que yo también lo hacía.

- Tu padre te inculcó eso.

- ¿Y quién crees que se lo ha inculcado a Yugyeom?

Ambos entraron en uno de los elevadores y Jungkook tocó el botón que les llevaría a uno de los pisos más altos, el número diez.

- Quizás es una mierda cómo se conocieron pero... supongo que encontraron algo en el otro.

Jimin recordó lo que le había dicho a Yugyeom hacía tan solo un par de días.

"No eres humano".

Seguía generándole molestia la forma en la que Jungkook parecía justificar sus actos.

- ¿Es posible encontrar algo en él? No creo si quiera que tenga algo de alma... o humanidad.

- Lo mismo pensaba cuando me pasó lo que ya sabes – Jungkook miraba los números digitalizados ir en aumento conforme el ascensor subía, llegando al décimo piso – Pero... algo le hizo cambiar.

- ¿Cambiar?

- ¿Crees que le hubiera dejado acercarse a mí si continuaba como al principio? – suspiró cansado – Estar con él era... un infierno tal que incluso una vez hizo que me meara en mis pantalones – soltó una risa seca, haciéndolo parecer como una tontería, pero a Jimin no le causó ni un poco de gracia – Odia que mencione lo que sucedió, más si está Wooyoung allí. El Yugyeom que yo conocí aquella noche, era alguien a quien no le importaba algo como eso... claramente lo único que quería era verme sufrir. Aún así, dejó de acosarme, dejó si quiera de tocarme a menos que yo me acercase a él. Me ayudó con todos los trámites para los exámenes de ADN y arregló todo con el hermano de Soojin para que me dejase en paz.

El ascensor se detuvo. Jimin bajó su mirada, caminando para seguir a Jungkook fuera del ascensor.

Escuchaba atentamente todo lo que Jungkook decía. Para él se le hacía difícil imaginar todo por lo que había pasado, pero aún más difícil o increíble era el pensar que Jungkook había estado solo enfrentándose a todas esas cosas, sin poder decirle a nadie lo que sucedía, y Yugyeom era el único a su lado.

- Él ayudó a que Hyunjin hablase y contase que había buscado incriminarme. Para ese momento nuestra relación había mejorado, y extrañamente él se aparecía para ver cómo estaba yo. Luego me fui a lo de mi madre y pensé que nunca le volvería a ver de nuevo, hasta que me quedé sin casa y fue la única persona a la que pude recurrir.

- Y luego conociste a Wooyoung – terminó por él.

Ambos caminaron por los largos pasillos.

Jimin conocía esa parte de la historia, Wooyoung se la había contado, pero ahora sabía lo que Jungkook pensaba al respecto, cómo Yugyeom había sido su único soporte y eso no dejaba de hacerle sentir rencor hacia sí mismo.

Se distrajo un poco al ver la gran cantidad de puertas de madera negra en las paredes. Sentía que podía llegar a perderse allí, casi que parecía un laberinto.

Jungkook se detuvo en una puerta, y entonces se volteó a verle.

- Olvidemos eso, ¿si? Ahora quiero concentrarme en ti esta noche – habló al notar el rostro ajeno con un semblante un tanto consternado.

- Te amo – fue lo único que sus labios se sintieron ansiosos de pronunciar, como si fuera una necesidad urgida – Nunca dejé de hacerlo.

- Yo tampoco – se aproximó a él y posando delicadamente sus palmas en las mejillas de Jimin, apretó un poco su rostro y plantó un dulce beso en sus carnosos labios – Te amo – le sonrió – Y espero que tengas energía hoy – Jimin rió un poco, relajando sus nervios.

- Me muero por saber qué demonios tienes pensado, dentro de esa cabeza pervertida tuya.

- Lo que vas a ver es únicamente tu culpa.

- ¿Mi culpa? – se alejó mostrando una expresión exageradamente indignada, robándole una carcajada al menor.

Éste se dispuso a pasar la tarjeta por la ranura de la puerta y de esa manera se abrió tras soltar un sutil pitido.

Jimin quedó estático ni bien sus ojos contemplaron la habitación. Fue necesario dar un paso dentro para quedar plantado allí como estatua con sus ojos exageradamente abiertos, causándole gracia a su compañero.

La habitación era como dos veces más grande que la suya propia en casa de sus padres, y eso que era más grande que una habitación promedio de cualquier hogar.

Una cama King size con sábanas de seda de color nácar daba una imagen elegante al ala derecha de la habitación y como era de esperarse había un espejo arriba de ésta. El piso era de mármol igual que en la recepción y el aroma que se percibía era algo dulce como a rosas o jazmín.

Jungkook miró con una gran sonrisa a Jimin quien ya con más confianza había entrado a la habitación y no pudo evitar dirigirse hacia el lado contrario de la cama; el ala izquierda de la gran recámara. Ésta tenía un montón de objetos de sado masoquismo que llamaban su atención hasta el punto de hacer brillar sus ojos.

- Esto...

- ¿Recuerdas la primera vez que lo hicimos así? Me ataste a tu cama – le recordó con un tono algo quejumbroso al cual Jimin rió.

- Te encantó.

- Me hiciste sufrir.

- Te arrepentirás de haberme traído aquí – soltó una risa al ver negar con la cabeza al pelinegro, sabía que le iba a gustar en demasía. Y sí, estaba maravillado.

Se acercó aún más para inspeccionar de cerca todo lo que había allí. Había una silla tapizada con cuero que por lo visto era replegable y podía ser cambiada de posición, reclinándola y hasta convirtiéndola en cama. Además tenía dos posaderas para los pies.

Hacia otro lado había un sistema parecido al de las poleas, con cuerdas de cuero colgando del techo a modo de arnés, aquello en especial llamaba su atención a gritos.

Y luego, lo que se veía como una obra de arte, era la pared llena de objetos sexuales, desde látigos a dildos, presillas para pezones, arneses, collares, cadenas, muñequeras y tobilleras.

- ¿Estoy soñando? – preguntó anonadado. Su cuerpo se estremeció ni bien sintió el duro cuerpo de Jungkook pegarse al suyo por detrás y pasando su lengua por la tersa piel de su cuello.

- Bienvenido al paraíso, cariño – la voz oscura del pelinegro le erizó la piel. Cerró sus ojos, tirando su cabeza levemente hacia atrás y apoyándola en el hombro del más alto.

- Presiento que no dormiremos en toda la noche...

- Presientes bien – el calor de su boca contra su cuello le gustaba tanto como las manos de Jungkook acariciando suavemente sus brazos de arriba abajo.

- Te concedo los honores... - dijo sonriente por lo agradable de las caricias.

- Tengo algo para ti.

Jungkook se alejó de su chico y fue a por su mochila, que había dejado en el suelo al entrar. Hurgó en ella hasta sacar una bolsa que tendió a Jimin con una sonrisa pícara. El rubio le miró con intriga en su mirada, comprendiendo que lo que fuese que le estaba dando, tenía que ver con algo pervertido. Sonrió y abrió la bolsa sin más, sacando de allí un portaligas y ropa interior de encaje negro, parecido a unas bragas de mujer.

Jimin permaneció mirando aquellas prendas y cuando levantó la mirada, logró notar la forma en que Jungkook se mordía el labio inferior con nerviosismo, sólo él sabría la cantidad de cosas sucias que se le estaban pasando por la cabeza en ese instante. Jimin no pudo sentirse más ansioso por lo que se avecinaba.

- Iré al baño a cambiarme – se acercó a él y depositó un suave beso en la boca de Jungkook – Espero que estés listo porque sabes cómo me gusta jugar...

El pelinegro le sonrió de lado, ya saboreando en su boca la lujuria de aquella noche mientras veía a Jimin dirigirse al baño y cerrando la puerta.

Jungkook se distrajo mirando la pared llena de juguetes y "herramientas" con sumo interés. Había cosas que ni si quiera sabía para qué servían. Se preguntaba cuál de todas esas cosas sería lo más indicado para utilizar con Jimin, cuál de todos esos juguetes sería lo suficientemente interesante como para hacerle enloquecer.

Un ruido detrás suyo le hizo voltearse, viendo a Jimin salir del baño.

Su corazón se saltó un latido cuando pudo apreciar la piel de Jimin blanca nácar haciendo contraste con las prendas de color negro. Las ligas de cuero apretadas sutilmente contra sus marcados y estilizados muslos, el resto del arnés abrazando su cintura y por último aquellas bragas que ya estaba anticipando el momento que se las arrancaría con los dientes.

Jimin dio unos pasos y se quedó a una distancia prudente para que el pelinegro mirase todo lo que quisiese, posando sus manos en su cadera y esperando que dijera algo al respecto.

- ¿Y bien? – preguntó. Vio los ojos de Jungkook subir y bajar con dedicación. Todo el cuerpo de Jimin siempre había sido la perdición para él, las proporciones perfectas, sus hombros derechos, su pecho erguido, sus clavículas destacadas, el tatuaje en sus costillas, su abdomen delicadamente marcado, el piercing plateado en su ombligo, sus piernas firmes y sexys.

- Date la vuelta – pidió con voz grave. Jimin peinó su cabello hacia atrás, con una expresión divertida, gozando de cómo Jungkook babeaba. Se volteó, dejándole ver su espalda, la curvatura de su cintura, el surco de su columna, los hoyuelos en su cintura baja y las bragas, parte de ellas se perdían entre sus glúteos. Disfrutó de la vista de su trasero por unos buenos segundos, hasta que Jimin impaciente volvió a girarse.

- Ya has visto suficiente.

- Jamás será suficiente – negó con la cabeza y Jimin se acercó a él, caminando sensualmente y volviendo a ganarse la mirada de Jungkook recorriendo su cuerpo.

- ¿Y tú qué? Aún estás completamente vestido.

- Porque serás tú el encargado de desvestirme.

- Hmm... - ronroneó - Me encanta cuando me sedes todo el mando... - sus labios esbozaron la sonrisa más traviesa que podía mostrar. El menor sintió un apriete sobre su entrepierna, la mano de Jimin había presionado con fuerza – aunque tengo pensado algo especial para ti – su sonrisa malvada provocó un escalofrío inmediato en Jungkook – primero prepárame, de la manera que desees.

Jungkook no iba a resistirse a tal petición, se sentía ansioso de preparar a Jimin para que pudiese recibirle con todo lo que tenía, con la calidez, humedad y lujuria de todo su cuerpo.

No tardó en poner manos a la obra y con las manos sujetando la cintura del rubio le hizo caminar a pasos lentos y cuidadosos hacia atrás, sus narices juntas y sonriéndose con complicidad, Jungkook le comía con la mirada. Le dirigió hacia la amplia cama y con suma delicadeza le invitó a recostarse, dándole un apasionado pero corto beso en sus labios y dedicándole una mirada profunda que demandaba al rubio obediencia.

La postura de Jungkook, erguida y sus hombros bien alineados le hacía saber que era el que mandaba en ese momento.

De la manera más sexy que sólo Jimin conocía, se recostó en la cama y el pelinegro se inclinó para besar devotamente sus piernas, recorriendo los músculos hasta pasar por encima de las ligas y llegar hacia su ingle, provocando sonidos bajitos y sutiles con sus labios sobre la exquisita piel de Jimin mientras éste cerraba sus ojos, encantado con la atención que recibía.

Entonces se alejó de él para emprenderse en su búsqueda de lubricante, justo al lado de la repisa llena de juguetes, y claro también no olvidó elegir uno de ellos.

Volvió hacia Jimin, quien notó que el más alto curioseaba con su mirada el objeto en una de sus manos, dejando la botella de lubricante en la cama.

- ¿Qué sucede? – pregunta al ver a Jungkook un tanto perdido con el dildo en su posesión.

- No sé cómo se usa esto... ¿Se prende? Tiene muchos botones – decía mientras estudiaba el juego de perillas pequeñas en el objeto.

- ¿En serio planeas meterme eso? Parece una nave espacial.

- ¿Tienes miedo? – desvió sus ojos del artefacto para dedicarle una mirada desafiante a la que Jimin respondió con una risa – Ni si quiera es tan grande.

- Eso es más grueso que tú... y mira que para serlo eso ya dice mucho.

- Gracias por el alago... ¡Wow! ¡Mierda! – pegó un sobre salto cuando el juguete comenzó a moverse de manera circular y rápida, retorciéndose en su mano. Jimin estalló en una carcajada que le hizo revolcarse en la cama – Tiene vida propia.

Mientras "la cosa" seguía moviéndose, Jungkook intentó encontrar el interruptor que permitiese apagarlo pero en cambio tocó el botón equivocado y comenzó a vibrar con una intensidad algo desmoderada.

- Mierda... no puedo pararlo.

- Déjame ver – Jimin se recompuso de su ataque de risa, aunque no del todo, y se puso de rodillas en el colchón, alcanzando las manos de Jungkook y buscando en el objeto cuál era el botón - ¿Cuándos botones tiene esto?... será... ¿éste? – tocó uno y sólo la velocidad de los giros disminuyó – Carajos...

- O éste – Presionó con su dedo y comenzó a moverse más rápido. Ambos se sobresaltaron.

- Y tú quieres meter esto dentro de mí... - dijo entre risas, contagiando a Jungkook.

- Debe pararse de alguna forma – apretó un botón y entonces se detuvo el movimiento y la vibración – Oh, bien.

- Bueno, procura no se vuelva loco mientras esta dentro mío.

El menor se rió y pronto tuvo al contrario atacando sensualmente sus labios.

Entre caricias sobre la ropa de Jungkook y éste con sus manos sobre el cuerpo de Jimin acercó el cuerpo contrario contra él, sus manos sujetaban el trasero de Jimin sintiendo las prendas negras que tenía puestas, jugaba con los bordes que tapaban parte de las nalgas del chico, colaba sus dedos por debajo de la tela y apretaba con fuerza los glúteos ajenos.

Los besos de Jimin bajaron por su cuello y parte de las clavículas que se asomaban por el cuello de la playera de Jungkook. Entonces se inclinó hacia abajo, elevando un poco el trasero.

- Planeaba que sólo me preparases... pero no puedo aguantar a saborearte...

- No me quejo de ello... - admitió con gracia por la presunta debilidad del chico.

- Tenía tantas ganas de hacértelo como antes...

Los dedos de Jimin se movieron con rapidez sobre la hebilla del cinturón que obstruía su acceso a la zona más caliente del cuerpo que tanto le gustaba. 

Mientras tanto, Jungkook había mojado su mano derecha con una justa cantidad de lubricante, sintiendo sus dedos resbaladizos y así los llevó a la cintura baja del chico que yacía inclinado encargándose de bajarle los pantalones.

Posó tres de sus dedos de su diestra sobre la senda de su columna y los deslizó como si se tratase de sentir con sus yemas cada detalle de la textura de la piel de Jimin, siguiendo la guía de su anatomía hasta llegar al borde de las bragas. Se introduzco por debajo de esta, llegando al surco entre ambos glúteos, fue el exacto momento donde sintió los labios de Jimin encerrarse sobre su eje, la increíble humedad y el fuego de su boca haciéndose cargo de su virilidad como si fuese lo más delicioso y valioso del mundo.

Soltó un quejido ahogado con la mezcla de excitación y sorpresa que le provocó la acción de Jimin.

Bajó sus dedos por el surco hasta llegar a su entrada, percibiendo la sensación de la piel sensible bajo sus yemas y con eso presente se dedicó a esparcir el lubricante por toda la zona, con sensuales caricias haciendo movimientos lentos y circulares.

- A-ahh... Jim-in...- la voz se le entrecortó por la forma en que Jimin succionó su miembro con hambre queriendo devorarle por completo – Dios santo... lo haces tan bien...

Jimin sentía su miembro propio ponerse pegajoso contra la negra tela de sus nuevas bragas por escuchar al pelinegro elogiando la forma en que sabía usar su boca. Y sumado a eso, sus dedos haciendo maravillas contra la sensible piel de su entrada.

Los labios del rubio se resbalaban sobre la dura carne de Jungkook, se cerraban con agresiva fuerza sobe la punta, la saboreaban y la humedecían con el fin de aumentar al cien por cien las sensaciones vibrantes en el menor. El cuerpo de Jungkook se estremecía y llenaba su bajo vientre de un placer doloroso que burbujeaba en sus entrañas.

- Eres tan... tan jodidamente bueno... - sintió su cuerpo querer doblarse hacia delante. Soltó el aire como si su vida se hubiese escapado en un segundo. 

Dobló los dedos de su mano en forma de gancho y los incrustó más allá del juego de músculos. El esfínter de Jimin se abrió dejando los dedos de Jungkook pasar para sumergirse en su cuerpo, arrebatándole un gemido ahogado con el pene ajeno llegando a su garganta.

El cuerpo del rubio se movía sensualmente en respuesta del estímulo de los largos dedos del chico dentro de sus paredes y en cada búsqueda de su punto dulce se derretía y chupaba más fuerte a Jungkook.

Fue así que estuvieron por unos minutos, sus hormonas se revolucionaban, estaban por los aires.

En el instante que Jimin hizo especial hincapié en dar atención al glande enrojecido, sosteniendo con una mano el falo y jugando con la punta de su lengua contra la ranura de la cabeza, Jimin sentía el agradable sabor de su chico. Los gemidos que éste último soltaba, las respiraciones erráticas y las maldiciones temblorosas le ponían aún más excitado y motivaban a hacer de las cosas más sucias con su boca.

Sus labios se posaron contra la ranura y succionaron dolorosamente sobre ella, haciendo sentir al menor la presión tirar desde su glande propagarse por todo el tronco de su pene hasta incluso llegar a sus testículos, donde la mano de Jimin estaba ahora jugando traviesamente.

Supo Jimin que Jungkook estaba al límite no sólo por su voz desesperadamente agitada sino también por la forma en que sus dedos se movían dentro de él, expandiendo sus paredes y queriendo entrar lo más profundo posible, resbalándose deliciosamente y enviándole miles de descargas eléctricas hasta su propio miembro.

Jungkook se vino dentro, contra sus labios apretados, ahorcando el glande y chupando hasta la última gota de semen tomando todo de él. Jimin sintió un fuerte cosquilleo en su vientre, su miembro goteando, soltando sólo leves perlas que brotaron por punta y mancharon sus bragas.

El menor miró hacia abajo, Jimin tenía sus labios tan hinchados y rojos que era deslumbrantemente erótico y hermoso. Sentía su alma ponerse sobre sus rodillas, y eso hizo de hecho, terminando a la altura de su chico que permanecía a gatas.

Saboreó sus labios, gimiendo sobre ellos y mesclando su lengua con la de Jimin.

Fue entonces que se alejó e hizo a Jimin ponerse de pie frente a él. 

Jungkook solía tener unas manos tan masculinas como delicadas. Su tacto se ajustaba al fino cuerpo de su chico que si bien estaba lejos de ser frágil, sino todo lo contrario, Jungkook no había visto tal maravilla en su vida antes. 

Sabía que Jimin no le pertenecía como persona, pero adoraba el pensar en que él deseaba entregarle su cuerpo sólo a él, que le hubiese elegido para ser el encargado de explotar todos los aspectos de su placer al máximo, llenándole con su deseo y amor. Y porque además por eso mismo Jungkook también había elegido a Jimin.

Mientras Jungkook seguía arrodillado abrazó las caderas de su chico con sus brazos, acercándole a sí y comenzando a depositar suaves besos sobre su vientre plano. 

A Jimin le encantaba sentir los labios de Jungkook moviéndose con ternura contra su piel, en ocasiones sintiendo la punta de su caliente lengua, sobre todo en su ombligo donde su piercing se hallaba. 

Mientras le besaba, las palmas de Jungkook estaban sobre su espalda y se deslizaban muy despacio de arriba a bajo, sintiendo toda la anatomía de su cuerpo y finalmente deteniéndose contra el borde de las bragas para así comenzar a sacarle las prendas muy lentamente. Como si estas pudiesen romperse, las deslizó poco a poco hacia abajo a penas quedando bajo sus glúteos. 

Le pidió en un susurro que se voltease e inclinase para poder tener la vista de su trasero redondo con las bragas bajo éste, apretando un poco sus piernas. El portaligas daba una vista que para el pelinegro era demasiado erótica, tanto que se sentía como un perro salivando.

Ese era el comienzo de lo que sería una noche que ambos habían anhelado por demasiado tiempo. Algo que ninguno de los dos había pensado que volverían a tener, al menos en el pasado les parecía imposible, pero nuevamente podían volver a conectarse con la profundidad de los sentimientos y el deseo que en un punto había nacido entre ellos y que ahora era algo sin lo cual ninguno de los dos podía vivir.

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Acá va capítulo sorpresa para hoy. 

Estas semanas están siendo algo intensas para mí así que no puedo actualizar tan seguido como querría, pero hoy me las ingenié para subir este otro cap. 

Ando súper ocupada y preocupada por cosas en mi vida, últimamente mi cabeza es un desastre, se supone estoy en camino a mejorar pero me siento... muy mal. Espero que ustedes estén teniendo mejores días que yo, y sino lloremos juntos (? 

Empiecen bien el fin de semana!

Pd: El próximo cap se viene sucio, porque puedo 💅🏻

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