18. Respirando
Jimin había posado sus manos en los hombros de Jungkook, haciéndole masajes lentos pero firmes, buscando que la tensión en la zona aflojara. Como consecuencia, el pelinegro bajó un poco sus hombros, soltándolos y librándolos de esa tensión inconsciente.
Jungkook no se daba cuenta que incluso su mandíbula estaba tiesa, por eso los músculos de su cuello se veían comprometidos, al igual que sus hombros y su espalda.
Bajó su cabeza, soltando su cuello y dejando que Jimin le masajease, y así se dejó llevar por esa sensación que hacía tiempo no sentía, algo que pudiera relajarle. Aunque la ansiedad era constante en él, y se había disparado aún más con todo el asunto de su madre, una pequeña parte de él sentía algo de alivio por las caricias del mayor, y es que aunque guardara cierto sabor amargo en su boca, todo en Jimin era dulce por naturaleza.
Sus manos eran delicadas, suaves y cálidas, Jungkook las había extrañado. Extrañaba cuando sus lindos dedos jugueteaban con los mechones de su cabello negro, sumergiéndose entre las hebras y acariciando su cabeza. Le gustaba cuando sus manos bajaban de su cabeza suavemente por su nuca para pasar a su cuello, repartiendo caricias suaves.
Le gustaban los besos que siempre le daba en el cuello, los labios abultados de Jimin dejando pequeñas marcas de calor sobre su piel, haciendo sonidos muy bajitos, casi inaudibles.
Podía imaginarlos en su mente, los recuerdos de Jimin a su lado cuando eran felices, cuando Jungkook sentía que era libre de cualquier mal, de cualquier preocupación, cuando era libre de amar sin arrepentimientos ni dolor.
Podía sentirlos, casi como si estuviera sucediendo en ese momento. Mantenía sus ojos cerrados y los sentía repartirse en su cuello, debajo de su oreja.
Infló su pecho y soltó el aire, terminando de bajar sus hombros.
Fue entonces, cuando las manos de Jimin se detuvieron, que se percató que lo único que seguía sintiendo eran sus labios, porque efectivamente estaban besando su cuello, con sutileza y dedicación, con la sensualidad que caracterizaba a su ex novio, aquellos besos se transformaron en tiernas mordidas que erizaron su piel al instante.
Jungkook pensó que todo lo que necesitaba era un simple momento, un instante para respirar, y que con eso le bastaría, aunque fuera rápido, aunque fuera casi imperceptible, aunque sus sombras y monstruos tomaran el control de su mente al terminar, quería ese momento con todas sus fuerzas y no le importaba nada más.
Porque la desesperación era lo que hacía latir a su corazón en ese momento, y todas las emociones aflorando de su pecho cuando intencionalmente giró su rostro para encontrar la boca de Jimin con la suya.
El rubio respondió automáticamente dejándose hacer por los labios del menor, recibiéndolo como siempre lo había hecho.
Jungkook le daba besos pretenciosos, cargados de pesadez, Jimin podía sentir el reproche en ellos. El reproche por haberle dejado, por haberle hecho sufrir, por todas las injusticias que había tenido que pasar solo.
Los besos y caricias del pelinegro decían más que cualquiera de las palabras que pudieran soltar. Jimin podía percibir el sabor a dolor y soledad en ellos, cómo le recriminaban el tiempo que él no había estado ahí, llenándole de culpa y una tristeza irreparable.
Se dejó recostar en la superficie del colchón al momento que los besos se volvieron más insistentes y hambrientos. Las manos de ambos se recorrían con devoción, mostrando lo tanto que habían extrañado aquello.
Jungkook comenzó a hacer estragos en el cuello de Jimin, y éste comenzaba a sentir cómo todo su cuerpo se estremecía, no sólo por el placer y la anticipación a lo que estaban haciendo, sino también por la felicidad y necesidad de estar con el pelinegro.
Las manos de Jungkook se movieron rápido para quitarle la playera que llevaba puesta, y como si fuera la primera vez, sus ojos barrieron de arriba abajo la imagen frente a ellos, el cuerpo esbelto y bien formado de Jimin, el pequeño brillo metálico en su delicado ombligo, el tatuaje en sus costillas. Todo en él era tan hermoso, tan único.
Se aproximó a su abdomen, apoyando sus manos a cada lado del cuerpo ajeno y con un sutil movimiento de su lengua, acarició el ombligo de Jimin, sintiendo el frío del metal de aquel piercing. El plano abdomen del rubio se contraía al sentir las lamidas y mordidas en su vientre.
Mientras Jungkook hacía aquello, posó una de sus manos en la entrepierna del chico, haciendo presión sobre la tela de su pantalón y moviendo a penas, frotando con un ritmo pausado, el mismo que seguía la respiración profunda de Jimin.
Entonces, poco a poco, Jungkook desabrochó el cinturón, deshizo los botones y bajó el cierre del pantalón que le interrumpía el ver al contrario completamente al descubierto.
Pellizcó la tela de los pantalones y tiró de ellos, al igual que de su ropa interior, quitándole sus prendas por completo.
Jimin estaba excitado, pero a su erección aún le faltaba un poco de tiempo, y Jungkook se encargaría de ello. El mayor ahogó un sorprendido gemido cuando sintió esa humedad tan deleitante y el calor abrumador tan característicos de aquella boca.
Su miembro fue encerrado en profundidad y con firmeza, apretado con los labios finos de Jungkook y succionado duramente al ascender hacia el glande.
Jimin no pudo hacer más que estirar sus brazos hacia atrás de su cabeza y agarrarse de las sábanas como si eso evitara que pudiera perder la consciencia en el acto, y ni si quiera sabía que lo que le esperaba era aún más peligroso que eso.
No tardó en soltar sollozos suplicantes, lloriqueos que expresaba con su voz gangosa y aniñada al sentir la lengua de Jungkook pasarse por toda su longitud.
Su expresión era exquisita, sus ojos cerrados, sus cejas fruncidas y su boca se abría para dejar salir sus quejas, porque no podía retenerlas por más que se mordiera sus labios.
Cerró sus puños, sujetando las sábanas con fiereza y arqueó su espalda cuando Jungkook lamió y relamió su glande, enrojeciendo su fina piel, mojándola con la mezcla de saliva y pre-semen que se juntaba en la boca del menor.
Sus labios, rojos por apretar tanto el miembro de Jimin, y mojados, se deslizaron una y otra vez con suavidad entrando sólo la punta y luego sacándola. A Jungkook le gustaba la sensación carnosa y resbaladiza moviéndose sobre sus labios, le gustaba saber que con lo que hacía Jimin se derretía en su presencia como lo hacía cuando eran novios.
Le gustaba ver cómo las piernas del contrario se movían inquietas por estar siendo controlado por el placer tan abrumador de la lujuria.
Jungkook soltó finalmente su miembro, soltándose este del agarre de sus labios y rebotando contra el abdomen del rubio. Prosiguió a acercarse a su erección palpitante para mordisquear el glande suavemente.
- Dios...Jungkook... - un jadeó desesperado y un movimiento de caderas involuntario fue producido mientras tironeaba de las sábanas. Su cuerpo temblaba y no podía controlarlo – basta... no quiero venirme aun...
Entonces sintió la lengua de Jungkook jugar con sus testículos y aquello fue peor aún. Llevó sus manos a la cabeza de Jungkook, tomándole del cabello pero se abstuvo de alejarle. Aquella boca jugaba tan suciamente, con su aliento caliente directo a la piel sensible de sus testículos, y estaba tan húmedo que hacía de esa una experiencia aún más placentera.
La impaciencia fue escalando en Jimin, volviéndose insoportable cuando Jungkook pasó a atender su entrada. Sabía perfectamente cómo estimularle, cómo dilatarle; juntando saliva en su boca, dejando que cayera justo en el lugar donde luego terminaba introduciendo dos de sus dedos para moverlos dentro, para estirar y frotar el interior repetidas veces.
Jungkook aprovechó para tomar uno de los muslos de Jimin y besar el interior, recorriendo su fina y blanquecina piel, tan bella y delicada como siempre había sido, incluso perfumada, a él le encantaba. Las piernas de Jimin se robaban siempre su atención cuando el chico estaba desnudo, aunque vestido también, y aquella situación en la cual le tenía de piernas abiertas luego de tanto tiempo no era algo que fuese a dejar pasar.
Barrió la piel con su lengua para morder con fuerza la carne y provocar que el contrario se revolviera sobre la cama, a la vez que incrustaba sus dedos en la profundidad de Jimin y tocaba su punto erógeno para terminar de enloquecerle.
Los sonidos que Jimin hacía eran como una melodía. Le llenaban de motivación por querer hacer todo lo posible por escuchar más.
Y entonces Jungkook se irguió, mirando el desastre que era Jimin, completamente sudado, con sus mejillas rojas y sus labios igual, hinchados por las mordidas que él mismo se había causado, estaban rechonchos y coloreados. Le fascinaba lo que veía, y Jimin lo sabía.
Él mentiría si no dijera que podría haber muerto de un ataque al corazón al notar los ojos de Jungkook fijamente sobre él, y adornando aquella expresión tan intensa, una sonrisa ladina y algo quedaba, como si el pelinegro no estuviera consciente de la realidad. Parecía sumergido en un sueño, o una fantasía.
Y claro que era así, en la mente de Jungkook sentir ese bienestar parecía mentira después de tantos meses de agonía, parecía como si hubieran vuelto el tiempo atrás.
¿Así se sentía tocar el cielo?
- ¿Eres real? – preguntó de repente, con su voz ronca y quedada, sorprendiendo al otro. Se inclinó sobre su cuerpo y juntó su nariz contra la de él mirándole a los ojos – Aún me vuelves loco...
Unieron sus labios, Jimin le rodeó el cuello para aprisionarlo contra él y así comenzar a derretirse en la intensidad del beso poco a poco, moviendo sus bocas y sus lenguas, besándose con lentitud y fuerza, tomando todo lo que necesitaban del otro.
El rubio no pudo detener sus manos de buscar el borde del pantalón del pelinegro, desabotonando la prenda. Jungkook agilizó la acción, pero no sin antes separarse del contrario para volver a erguirse, parándose en el suelo y procediendo a bajarse los pantalones y sus bóxers.
Se quitó también su remera, y los ojos de Jimin le miraron con devoción al ver su cuerpo tonificado, sus hombros anchos, su pecho amplio, su cintura definida y abdomen marcado, sus piernas largas y firmes.
Le miró mientras caminaba hacia la mesita de noche para sacar un condón de allí. Rompió el envoltorio con un pellizco de sus dientes y se lo colocó sin tardarse ni un segundo más. Volvió a acercarse al chico y sosteniendo sus piernas abiertas se empujó lentamente, sin perderse de cómo la expresión de Jimin expresaba el alivio de tenerle dentro de su cuerpo.
La unión entre ambos fue automática, la adaptación a sus cuerpos no había sido necesaria, la dilatación y lubricación previa ya habían hecho su trabajo y Jungkook le penetró de forma lenta mientras Jimin pedía constantemente contacto de sus bocas, exigiendo besos y un ritmo más rápido.
Jungkook cumplió y respondió a todos sus pedidos con gusto, movió sus caderas al ritmo que a Jimin le gustaba, un ida y vuelta que aumentaba el rozamiento entre sus pieles y el miembro de Jungkook entraba cada vez más en calor contra el interior de Jimin. En esos momentos era donde el placer terminaba por desbordarles, les cegaba y volvía un caos de excitación, estremeciendo sus cuerpos de pies a cabeza.
Intercambiaban respiraciones con sus bocas juntas, se besaban lento y luego desesperadamente, se acariciaban y apretaban, serpenteaban sus cuerpos para aumentar el contacto y llevarse lo más pronto posible al orgasmo.
Las preocupaciones, las angustias, las tensiones, todo aquello brotaba del interior de Jungkook y era lanzado fuera de sus sistema al momento que su mente y cuerpo estuvieron tan compenetrados en aquello, en el cuerpo de Jimin y el bienestar que estaba sintiendo, que su corazón latía fuerte y su pecho se llenaba de aquello, y si fuera por él hubiera cerrado sus ojos y decidido morir de esa manera, en aquel paraíso que parecía imposible y lejano cuando se encontraba luchando en su día a día.
Jungkook respiraba rápido, pero respiraba con libertad sobre la piel del cuello de Jimin, y eso era todo lo que siempre había esperado en su vida.
Al momento que ambos llegaron al tan esperado orgasmo, premiando a sus cuerpos finalmente con la culminación de aquel placer que les había invadido por completo, nada les impidió el permanecer quietos pero aun así dándose besos.
Aquello era una tradición, las sesiones de besos interminables y melosos luego del sexo era lo que llenaba el alma de Jungkook, e incluso en ese momento él sentía que parte del vacío se llenaba.
Pero no todo era color de rosas, había una realidad de la cual Jungkook no podría escapar, que por más que Jimin fuese el amor de su vida, el haber tenido sexo con él y el besarse como si nunca hubieran estado separados no cambiaba nada en realidad.
La oscuridad estaba bien cómoda y fornidamente alojada en su ser.
Jimin le besaba con añoranza y melancolía, y con cada uno de esos besos Jungkook era desarmado, completamente desplegado desde el interior hacia el exterior y puesto a su merced con dolor y rendición. Amargo y dulce.
- Extrañé esto... - susurró Jimin, abrazándose a Jungkook – te extraño a cada segundo que pasa... - le dio un beso en la mejilla y sintió cómo los brazos ajenos se cernían alrededor de su cuerpo y le acercaban aún más. Miró a Jungkook a los ojos, su mirada aun así no brillaba como antes, y aquello plantaba la angustia en el pecho de Jimin una vez más – Pero... no pareces sentir lo mismo... ¿cierto?
- Mi corazón siempre va a latir sólo por ti, Jimin – confesó, dejando al nombrado sin habla y algo abrumado – Porque eres el único para mí... pero mañana despertaré y mi vida seguirá siendo la misma mierda de siempre, y yo seguiré siendo un adicto, sin casa, despreciable y con una madre luchando por salir adelante...
- Yo puedo ayudarte a enfrentarlo...
- Mi pasado me lo impide, Jimin... me impide el hacer como si nada hubiera pasado.
Jimin se separó, sentándose y mirando de más lejos a Jungkook, quien estaba boca arriba, con su pecho desnudo y observándole con sus ojos decaídos.
Las ganas de llorar se atragantaron en su tráquea y el tragar si quiera un poco de saliva se le imposibilitó. Era como tener una pelota atascada allí, la cual terminó en su pecho, muy duramente metida, dañándole.
- ¿Entonces qué fue esto? ¿Me usaste para tener sexo? – su voz tembló. Bastó un parpadeo para que sus lágrimas cayeran - ¿Me follaste y ya? ¿Como la otra vez?
- No... no lo malinterpretes...
- ¿Malinterpretar? Creí... creí que estábamos sintiendo lo mismo... creí que estabas aceptándome...
- No es eso – titubeó, y su indecisión para aclarar lo que había sido todo aquello a Jimin le hizo sentir aún peor.
- No quería que sólo me utilizaras como un desahogo sexual, Jungkook... para eso tienes a... Yugyeom – Jimin atinó a levantarse de la cama pero inmediatamente el pelinegro le detuvo, haciendo que se sentara nuevamente.
- Por favor... no te vayas...
- Te amo, Jungkook... te amo demasiado... y planeo hacer todo por ti pero esto...
- Esto fue especial para mí – se apresuró a decir. Tragó duro al tener un remolino de pensamientos y sensaciones mezclándose con furia en él – pero mañana despertaré y volveré a ser yo... y mi vida seguirá siendo lo mismo de siempre y no puedo... no puedo asegurar que mañana el dolor y el rencor no tomarán el control... la única forma de controlarlo es tomando pastillas...
- No puedes seguir con eso... - negó con la cabeza, sintiéndose terriblemente triste – Por favor... debes dejarlo...
- El vacío no lo llena nada...
- Yo lo llenaré...
- No es tan fácil, Jimin... intenta hacerlo, sólo durará unos segundos... es... es algo dentro mío que se traga absolutamente todo, que arrasa con cualquier buen recuerdo, con cualquier buena sensación... simplemente me lo quita todo, lo hace desaparecer como si nunca hubiera existido y se siente así, porque repentinamente no puedo recordar lo que era la felicidad, la tranquilidad, la emoción... repentinamente no queda nada dentro mío. Soy... un pozo sin fondo.
Jimin abrazó a Jungkook con fuerza, sintiendo la desazón a flor de piel, sintiéndose no sólo angustiado sino también enojado. Enojado con la vida, enojado con los eventos desafortunados, y enojado consigo mismo por haber hecho que todo aquello culminara en el estado actual de Jungkook.
Para él parecía que podía llegar a ser fácil, porque todas sus creencias se basaban en aquella tonta mentira de "el amor todo lo puede". No era así. Para nada.
Porque no importaba cuánto amor él sintiera, a Jungkook no le llenaba. No importaba cuánto amor pudiera darle, cuántas palabras y gestos de amor le brindase, todo aquello se disolvía en el aire hasta desaparecer por completo y Jungkook nuevamente volvía al punto de partida, al medio de la nada misma, en la oscuridad y soledad.
Jimin entendió que esa era la realidad.
Lo comprendió con lo que Jungkook le había dicho, como si fuera algo que excedía a sus propios deseos, porque no era algo de lo que pudiera deshacerse fácilmente, no era algo que pudiera solucionarlo con poner algo de "esfuerzo".
Comprendió que por más buenas intenciones que él tuviera, para Jungkook aquello no valía nada al final del día, porque todo volvía a pintarse de negro y a golpearle con dolor.
Luego de que Jungkook le insistiera en que se quedara, Jimin entonces hizo lo mismo que él. Decidió que por lo que restaba de aquella noche, él olvidaría todo como si lo único que existiera en el mundo fueran ellos dos y nada más, y al llegar la mañana, haría todo lo posible por estar a la altura de las circunstancias para enfrentar aquella realidad que le había tocado.
Ambos juntaron sus cuerpos para dormir, arrullándose en los brazos ajenos y entrelazando sus piernas, tapados con las sábanas y dejando que el calor de sus cuerpos les permitiera relajarse al menos un poco.
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En ocasiones marco a Jimin como la "solución" de Jungkook porque es algo que puede ayudarle a él a encontrar el soporte que siente que hace tiempo le falta, o al menos tiene cosas que resolver con él para dejar de lado sus pesares y seguir con su vida. No es que sea LA solución en sí.
A veces sentimos que el amor puede solucionarlo todo, pero si creemos muy fuertemente en eso lo único que podemos lograr es desarrollar una fuerte dependencia emocional y no es sano.
Claro que Jungkook siente que sus problemas se "solucionan" estando con Jimin, pero como bien él dijo, eso es momentáneo, porque él sigue teniendo muchos problemas, monstruos en su cabeza que le recuerdan las cosas que le dolieron, las personas que le lastimaron, lo mucho que el mundo parece empeñarse en tirarle abajo.
A veces las personas a nuestro alrededor pueden darnos soporte con su amor, pero si al estar sin ellos todo se oscurece, entonces hay algo en lo que debemos trabajar para nosotros mismos.
Es algo a tener en cuenta para la vida.
Gracias por leer 💙
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