36. 180 grados

Jungkook POV.


Habían pasado semanas desde el baile de la universidad, desde que le había pedido a Jimin ser mi novio, y desde que ambos habíamos sido proclamados los reyes del baile.

Había sido un momento completamente surrealista, parecía un sueño, una situación que nunca se me hubiera pasado por la mente. Estar sobre un escenario, con la luz de los reflectores casi cegándome, sólo permitiéndome ver a la gente debajo como unas sombras negras mientras sostenía la mano de Jimin con la mía.

Procuré dejar de mirar al frente para mirarle a él. Quería guardar en mi memoria ese momento, donde Jimin sonreía con sus ojos brillosos mientras me miraba y la luz daba en su rostro haciendo que su expresión se viera aún más iluminada, con su sonrisa amplia llena de emoción.

Fue una noche que ninguno de los dos olvidaría y la terminamos entre las sábanas de mi cama, porque era inevitable.

Los días siguientes habían sido extraños. Por el éxtasis de aquella noche no me había importado absolutamente nada relacionado al resto, al mundo afuera de nosotros dos, pero al llegar a la universidad para ir a mis clases como siempre, todo era demasiado incómodo.

La gente me miraba, les veía desviar sus miradas cuando yo me percataba de que estaban hablando de mí. Poca fue la gente que se atrevió a decirme algo al respecto, sólo mis amigas vinieron descaradamente a echarme en cara el cómo había ocurrido eso, más que nada porque Solar se había visto tan sorprendida que creyó se le había notado demasiado su expresión de perdida al momento que nos vio sin nuestras máscaras. Hwasa y Wheein no pudieron evitar hacer chistes respecto a que les había robado a su amor platónico.

Algo que había notado era cómo chicas con las que me había acostado me miraban y cuchicheaban con sus amigas, obviamente ellas eran las que se encontraban más curiosas al respecto.

Y a pesar que los días pasaran, nadie dejaba de hablar.

- ¿Cómo te sientes con todo esto? – preguntó Jimin mientras caminaba a mi lado. Había ido a buscarme a la salida de una de mis clases. Miré a mi alrededor, todo el mundo fingía no prestarnos atención, pero como siempre, era demasiado obvio, más que nada entre todos los estudiantes que eran de nuestra camada y concurrían a las fiestas a las que solíamos ir y obviamente nos conocían.

- Dejando de lado el hecho de que me siento como animal de zoológico, puedo decir que me siento bien – él rió un poco por mi analogía – Jamás me habían mirado tanto en mi vida – dije con tono irritado.

- ¿Era esto lo que querías evitar? – preguntó y yo le observé, sacando mi vista de mi alrededor – Digo, que te miren y digan cosas sobre ti.

- Supongo, aunque ahora que todos lo saben y hablan de cómo es que ahora me gustan las pollas, no me importa tanto – me encogí de hombros – Un día te aplauden y te felicitan, y al otro día te apuñalan en la espalda.

- Incluso dicen que no duraremos – comentó con una risa.

- Que se atrevan, planeo quedarme contigo por un largo tiempo – rodeé su cuello con mi brazo y lo acerqué a mí, dándole un beso en la mejilla.

- Eso fue osado... - dijo él en voz baja con cierta gracia, mirando hacia las personas que íbamos pasando mientras caminábamos. Yo imité su acción, y claro que teníamos toda la atención ahí.

- Que sigan mirando – me acerqué esta vez posando mis labios contra los suyos para comenzar a besarle, bajo la atenta mirada de todos.

Dejamos de prestar atención a lo que el resto de las personas decía de nosotros. Nos enfocamos en nuestro propio mundo, en nuestros amigos y pasar tiempo todos juntos.

Siempre surgían comentarios que llegaban a mis oídos que realmente me molestaban demasiado, como aquello que había dicho Jimin, que había oído que no duraríamos. Hablaban de que seguramente yo me terminaría cansando de él y acabaría por acostarme con una chica porque no había manera de que alguien como yo fuera gay.

Por otro lado estaban aquellos que nos miraban mal por darnos afecto frente al resto. Muchos de esos eran hombres que no les gustaba vernos besarnos o simplemente andando juntos, y otras eran las chicas que hablaban mal de mí porque eran de aquellas con las que solía follar.

Ellas por lo general me miraban de manera extraña y recelosa, probablemente porque no comprendían mi cambio de "hábitos".

Aun así, lo único que no quería era que por criticarme a mí, terminasen criticando a Jimin. Eso era lo que más me molestaba, o que dijeran cosas como que él era demasiado bueno para mí, haciéndole el centro de las discusiones y rumores. Decían que era un "tonto" por meterse con un chico que podía engañarle al igual que su ex novio.

Pero, aunque todo aquello nos rodeaba, nosotros seguíamos sin importar nada, sin dejar que todo eso nos afectase, porque estábamos seguros de lo que sentíamos por el otro y de lo que queríamos.

Nadie estaba en mi cabeza como para comprenderlo, y aunque así pareciera para ellos, lo de nosotros dos no había sucedido de un día para el otro, nos había costado llegar hasta el punto donde pudiéramos ser claros con nuestros sentimientos, sobre todo en mi caso, no había sido fácil y mientras en un momento me vi sin poder retroceder en el tiempo con lo que habíamos comenzado, también me di cuenta que había cambiado porque no quería retroceder, ya lo sentía claro para mí, lo sentía en la forma que miraba a Jimin, en la forma que le pensaba todo el tiempo, en la forma en que quería estar con él a cada segundo.

Lo sentía en cómo él hacía mejor cada momento.

La sensación de estar enamorado era completamente desconocida para mí, y aún así la sentía en cierta forma familiar. La única diferencia era que ya podía admitir lo que sentía por Jimin, podía dejar que ese sentimiento se quedara dentro de mí y creciera sin límite alguno.

- ¿Sigues con eso? – soltó una risa ruidosa por las cosquillas que yo le hacía al besarle el cuello, provocando un constante sonido de chapoteo con mis labios.

- Sí – afirmé a su pregunta. Él se removió entre mis brazos empujándome casi hasta tirarme del sofá - ¡Hey! – abrí los ojos bien grandes al estar por caerme pero él tironeó de mí. Rodeó mi cuello con sus brazos y me besó.

- Lo siento – rió traviesamente y yo no pude evitar hacerlo también – Pero no puedo creer que sigas preguntándome sobre mi lista.

- Quiero que me digas si soy el número uno – le apreté entre mis brazos y lo sujeté fuerte para posicionarlo sobre mis piernas. Me observó con una sonrisa ladina, mordiéndose el labio inferior, manteniéndose en silencio por unos segundos.

- Lo eres, cariño, eres el número uno, el mejor de todos, eres mi novio después de todo – sonrió mientras peinaba mi cabello y yo le observaba completamente embobado. Fue en ese momento, cuando dijo aquello, que me percaté de algo.

- Sí, pero incluso aunque fue tu novio, a Taemin ni lo pusiste en tu lista – le recordé. Él ladeó su cabeza con una expresión algo divertida, entrecerrando un ojo, parecía estar pensando en algo.

- ¿Y nunca te preguntaste por qué no lo puse en mi lista?

- ¿Por qué él lo hacía mal? – respondí con duda, mis cejas alzadas esperando su respuesta, pero sólo obtuve una carcajada de su parte con un movimiento de su cuerpo hacia atrás que casi se me zafa de los brazos - ¿Qué es tan gracioso?

- O sea... ¿Por qué es malo en el sexo?

- ¿Por qué más sino? – él negó con su cabeza, aún riendo.

- La razón por la cual no le puse en mi lista es porque esa lista nunca fue real, Jungkookie – respondió con simpleza. Al principio no reaccioné del todo, sólo pude fruncir el ceño a medida que los segundos corrían, dándome cuenta de lo que aquello significaba.

- ¿Me mentiste?

- Sí – su rostro mostró mucha seguridad y absolutamente nada de dudas ni arrepentimientos. Le observé anonadado, sintiéndome un tonto – Así que has estado pensando todo este tiempo en una lista que nunca existió.

- ¿Por qué me mentiste?

- ¿No es obvio? Quería hacerte enojar. En ese entonces estaba tan molesto contigo que sólo quería molestarte – solté mi agarre sobre él y me dejé caer contra el respaldo del sofá, rendido.

- Y lo lograste – solté con una voz áspera – Todo este tiempo estuve tan celoso de Wonho – volví mi cabeza hacia él cuando le escuché soltar una risita que no pudo evitar reprimir – No es gracioso – dije molesto.

- ¿En serio pensaste que lo hacías tan mal como para ni si quiera aparecer en el top 10? Ni si quiera me follé a la mayoría de los que mencioné.

- Eres terrible – negué con la cabeza y manteniendo mis ojos bien abiertos, era increíble lo tanto que había caído en su mentira – Y bueno, supuse que quizás al final no había podido satisfacerte, te recuerdo que me dijiste que no era un hombre de verdad por no ser capaz de hacer que alguien tuviera un orgasmo.

- Oh, cierto... - su expresión repentinamente se volvió seria – Lo siento por eso – rió apenado.

- Da igual, me lo merecía – negué con la cabeza sin levantar mi mirada. Inhalé profundo para luego dejar salir todo el aire, sintiéndome algo decaído por lo que acababa de recordar – Lamento... lamento lo de aquellas veces...

- Descuida, no es como si eso importara ahora – sonrió levemente, queriendo quitarle importancia al asunto, aun así yo no quería dejarlo allí. Posé las palmas de mis manos en cada una de sus mejillas y le observé.

- Sí importa, era un idiota y quiero que sepas que me arrepiento... y merezco lo que me dijiste... si no lo hubieras hecho, si no hubieras dicho todas esas cosas yo no hubiera caído en cuenta de que te estaba alejando.

- ¿Qué clase de persona cree que no alejará a alguien haciendo todo eso? – alzó una ceja.

- Un idiota como yo – besé sus labios suavemente – Me sentía extraño con todo lo que ocurría, había un deseo tan fuerte dentro de mí... y a la vez quería reprimirlo a toda costa, me negaba a todo lo que me hacías sentir... era como si hubiera dos personas dentro de mí... se sentía... desesperante.

Sus ojos no dejaban los míos, escuchaba cada una de mis palabras con atención, mientras yo le expresaba que estaba arrepentido, mientras le decía que había estado demasiado confundido. Sentí las yemas de sus dedos gentilmente acariciando mi rostro mientras yo acariciaba su cintura de la manera más preciada que podía haber, queriendo transmitirle mis sentimientos a través de mi tacto.

Me besó despacio, diciéndome que en serio estaba bien, que no me sintiera mal por ello, que ahora éramos diferentes.

- Te amo, Jimin – susurré contra sus labios – en serio te amo.

- Yo también te amo – respondió, enredando sus dedos en mi cabello.

Cada momento que pasaba con él para mí era demasiado valioso, el que nos deshiciéramos entre caricias, llenándonos de afecto y el sentirme tan libre con ello como si estuviese descubriendo un nuevo mundo. Quizás así lo era.

Por tantos años de mi vida había visto a la gente viviendo lo que a ellos le llamaban "amor". Había escuchado que no sólo era el amor romántico lo importante en la vida de una persona, sino también el que podían darte tu familia, o tus amigos. Y luego estaba el que podía darte una persona en particular. Era un tipo de amor que no te podía dar alguien más.

En mi caso, jamás entendí lo que era el amor de ningún tipo. Mi familia era fría, mi padre no mostraba afecto por nadie, así eran los hombres para mí, así debía ser yo también. Él era el único hombre en mi vida, aquel que era mi padre, quien se suponía que quería lo mejor para mí y por eso debía obedecerle.

Mi madre solía decirlo todo el tiempo. "Él sólo quiere lo mejor para ti". Y yo le creía.

Tampoco obtuve amor de ella, porque lo único de amor que ella tenía para dar se lo daba a él. Ella sólo tenía ojos para él.

"Si haces enojar a tu padre él nos dejará". Una de las tantas cosas que ella repetía.

Ella hacía todo lo posible para tenerle, y a medida que yo fui creciendo, comencé a odiar aquello. No sabía cómo ni cuándo el resentimiento había generado un hoyo tan profundo en mi pecho, tanto que me vi a mí en mi adolescencia hablando poco y nada con ella, y sólo obedeciendo lo que él quería que yo hiciera.

Mis amigos eran buenos conmigo, pero no éramos de demostrar mucho afecto entre nosotros, y cuando ellos mostraron ser homosexuales, o bisexual en el caso de Yoongi, yo sentí que me estaban jodiendo la vida una vez más.

Sus familias no les habían dicho nada, y ellos actuaban como si todo estuviera bien o como si las cosas hubieran sido igual que siempre y yo no comprendía qué mierda se les pasaba por la cabeza. Mi padre no perdió oportunidad de insultarles, de denigrarles. Y yo estuve de acuerdo. Estaba de acuerdo pero a la vez ese hoyo en mí se hacía aún más profundo.

Yo sabía que debía estar de acuerdo, que eso era lo correcto, porque no tenía que hacer enojar a mi padre, porque él hacía lo mejor para darme educación y que yo tuviera mi futuro.

Pero jamás imaginé que el futuro que yo me imaginaba para mí estaba en lo más profundo de ese hoyo, tan oscuro y tan olvidado. Un futuro que no era el que mi padre quería y por eso se encargó de sepultarlo.

El futuro que me pertenecía y que afloraba cada vez que miraba a Jimin a los ojos.

Ese mundo nuevo que conocí únicamente con él, era todo aquello que mi padre impedía que yo viera. La incapacidad de sentir aprecio por los demás, de enamorarse de la mujer que estaba a su lado por años, ese mundo despreciable del que él era parte, no era en realidad mi mundo, no era donde yo pertenecía.

Mi mundo era aquel donde Jimin abría sus brazos para rodearme con ellos y darme el amor que mi familia no había podido darme. Era aquel donde él me miraba y escuchaba cada palabra, cada pensamiento que yo tuviera para decir porque a él sí le importaba lo que yo quería.

Mi mundo era donde Jimin existiera y donde yo le tomara la mano sintiéndome libre de remordimientos. Era ese lugar donde él me sonreía y me hacía ver que no había nada de malo con arriesgarme a lo que su mano extendida me ofrecía.

- ¿Crees que algún día el mundo sea un buen lugar para amar libremente? – preguntó él, recostado con su cuerpo desnudo sobre el mío, sus manos cruzadas sobre mi pecho y su mentón sobre el dorso de estas. Le miré levantando mi cabeza, apoyándola sobre uno de mis brazos doblados por detrás, mientras que con el otro pasaba suavemente mi mano por su espalda.

- Quizás... espero que sí – él se quedó mirándome, sus ojos parecían buscar algo muy en la profundidad de los míos – Al menos para mí... el mundo se ha vuelto más libre desde que estoy contigo...

- Me alegra haberte arrastrado conmigo – comentó, haciéndome reír. Se acomodó sobre mí, acercándose a mi rostro y dándome un beso corto – y que me hayas seguido hasta aquí.

- Te seguiría a donde fuera, Jimin – sonreí – De no ser por ti, jamás me hubiera animado a nada... y probablemente seguiría siendo la persona que era antes, lleno de odio y rencor.

- ¿Y continuarás siguiéndome? – preguntó, su sonrisa desvaneciéndose de a poco, su mirada haciéndose seria – Porque quiero seguir viviendo... quiero graduarme, quiero conocer lugares... quisiera viajar, no lo sé... perderme por allí – bajó su mirada y reprimió una pequeña sonrisa – y quisiera hacerlo contigo – relamió sus labios en un gesto de nerviosismo y luego levantó su mirada.

- Te seguiré a donde sea que vayas – respondí sin dudar, su mirada de apoco cambió a una esperanzada – Te seguiré a cualquier lugar, Jimin, porque me gusta todo lo que siento y todo lo que veo cuando estoy contigo – pasé ambos brazos alrededor de su torso para abrazarle y apretarle contra mi cuerpo. Juntamos nuestras frentes y nuestras narices – Te sigo mar adentro, te sigo a la oscura perdición, cariño.

Jamás había confesado tales sentimientos a alguien, porque jamás había sentido algo tan fuerte como lo que Jimin me hacía sentir. Era como si el hoyo en mi interior jamás hubiera existido, como si fuera una persona nueva sólo gracias a él. Aprendiendo lo que era la felicidad.

Si había dicho eso era porque realmente lo sentía. Realmente le estaba siguiendo, quería perderme en lo que fuera que él tuviera para mostrarme, así como me perdía en sus caricias, en sus besos, en sus abrazos, en sus palabras, en su mirada. Me dejaba perder y me sentía libre.

Le seguiría para buscar la libertad de la que por tanto tiempo me habían privado y yo desconocía.

Le seguí a la oscura perdición, literalmente.

Y sin darme cuenta, sin comprender qué había salido mal, simplemente me encontré allí. 

Hundido en la oscuridad, pero sin Jimin.

Una mañana llegué a la Universidad y todo lo que pude presenciar en ese momento fueron expresiones consternadas, rostros llenos de lágrimas y personas susurrando cosas, lamentándose, abrazando a otras. Escuchaba los sollozos de las chicas, balbuceaban cosas mientras se tapaban la cara.

Miré hacia todos lados sin comprender lo que sucedía, pero un muy mal presentimiento retumbó dentro de mi pecho cuando noté miradas sobre mí. Algunos se me quedaban mirando, en algunos casos con rechazo, en otros con odio.

Me sentí incómodo y una pequeña chispa de desesperación comenzó a hacerse más viva con el pasar de los segundos. Pude divisar a mis amigos a lo lejos en el campus fumando cigarro, Taehyung, Yoongi y Namjoon estaban con caras fúnebres, sus ceños completamente fruncidos y ojos caídos.

Me acerqué a ellos preguntando qué había ocurrido, y entonces me miraron en silencio por unos segundos, los cuales habían parecido eternos para mí.

¿Qué demonios sucedía?

Parecían estar pensando, pero fue entonces Namjoon quien decidió abrir la boca.

"Soojin ha muerto"

El bullicio a nuestro alrededor se apagó por un momento, ladeé mi cabeza casi inconscientemente, buscando en mi cabeza aquellas palabras porque no estaba seguro de haberlas comprendido del todo.

"Se suicidó"

Aquella aclaración me heló la sangre.

Tragué grueso, sintiendo cómo automáticamente mi garganta se cerraba y en mis ojos la vista se me desenfocaba.

¿Suicidio?

Soojin no era esa clase de chica. Soojin era conocida por ser una persona alegre, además de buena estudiante y excelente bailarina a su joven edad, era conocida por ser agradable y amable.

No, no era alguien que pudiera hacer algo así, alguien capaz de hacer algo así si ella parecía siempre estar bien.

Pero no, no era del todo cierto. Quizás eso había parecido siempre, pero el último tiempo había sido diferente. El hecho de que Soojin se vio mal, deprimida y hasta casi enferma había sido difícil de ignorar, claramente las cosas no habían ido bien para ella, pero ¿Suicidio?

¿Qué tan mal debía sentirse una persona para hacer algo así?

Eso era lo que me preguntaba, y los miles de pensamientos que se volvían turbulentos en mi mente, hasta que di con algo, hasta que comencé a atar cabos.

Levanté mi mirada hacia mis amigos que pronto pusieron sus ojos en otro lado, evitando mirarme. Allí comprendí las miradas de los demás, que incluso me seguían acosando hasta ese momento.

Fue entonces cuando me volteé y todo fue peor.

Mis ojos cayeron justo a unos metros más adelante, y reconocí una cabellera rubia a lo lejos.

Jimin estaba con Hoseok, se volteó y me miró de inmediato. Él estaba llorando.

A diferencia de lo que hubiera supuesto, él no se acercó a mí, sólo bajó su mirada, igual que mis amigos, sin querer mirarme. Quise acercarme a él, realmente quise, pero sólo logré dar dos pasos antes de que alguien me detuviera y mi vista se volviera completamente nublada, dejándome ver sólo luces a mi alrededor.

Sentí dolor en mi rostro y en mi abdomen. Me habían golpeado y terminé en el piso. Tampoco podía escuchar más allá de los gritos a mi alrededor. Todo era puro caos.

A partir de ese día mi vida dio un giro de 180 grados.

Esa fue la mañana que me enteré que Soojin se había suicidado.

Y había sido por mi culpa.

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El verdadero drama empieza ahora. 

Jungkook se enfrentará a las consecuencias de todas sus acciones pasadas. 

El próximo capítulo será el final de esta primera parte.

Gracias por leer! 💕

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