33. Cuando la verdad sale a la luz.
Jimin no pudo hacer nada para evitar que su madre le atosigara con preguntas sobre su cita en la playa. Seguía buscando el apoyo de su esposo para hacer entrar en razón a Jimin pero el hombre era demasiado despreocupado con el tema, además de haber dicho que Jimin ya era mayor y que quedaba en él decidir con quién salir y con quién no.
Su madre abrazó a su hijo diciéndole que él siempre sería su niño pequeño y que ella tenía que juzgar por sí misma quién era buen candidato. Jimin sabía que si le decía de quién se trataba, claro que iba a juzgarle, ya lo sabía de ante mano porque algo que su madre no sabía, era que ya había juzgado a su candidato.
Prefería ahorrarse que su madre se preocupara, aunque a ella le picaba la curiosidad cada vez que él le comentaba a dónde le llevaba. Ella ya le tenía como un chico romántico, y Jimin no podía dejar de reír por sus adentros porque no era así para nada, o quizás Jungkook tenía ese lado oculto, uno que no puede apreciarse a simple vista y que no puede verlo cualquiera.
Su madre también le recriminaba el hecho de que estuviera sonriendo todo el tiempo. Es que sí, la mujer se moría de intriga, tenía todo el derecho de querer saber quién andaba adueñándose de los suspiros de su hijo, porque quería felicitarle y quería conocerle. Aun así era su padre quien solía ser más romántico e idealista, cuando ella era más centrada, pero cuando se trataba de su hijo no podía evitar enternecerse cuando él se veía tan feliz.
Y es que sí, Jimin estaba feliz. Se había acostumbrado a tener una sonrisa bobalicona todo el día, a estar pendiente de su celular por cualquier posible mensaje que le llegase, a estar a la espera de cuándo sería la próxima vez que le viera o tuvieran una cita. También se había acostumbrado a esa abrumadora pero agradable sensación en su estómago, esas mariposas que aleteaban en su interior y le hacían latir el corazón. Jimin adoraba estar así de bien con alguien, así de conectado.
El rubio pensaba en que aquello era lo mejor de las relaciones, cuando éstas sacan lo mejor de uno, cuando te hacen más hermoso, cuando te hacen brillar más de lo normal. Y no es que Jimin no pudiera brillar por sí sólo, es que estando con Jungkook simplemente se sentía imparable.
Lo que más le reconfortaba de todo eso, era el poder ser él mismo, y por eso se sentía tan pleno. Jungkook no le rechazaba como al principio, en cambio parecía responder positivamente a todo lo que él hacía y le daba. Llegaron a un punto donde ambos se encontraban a la misma frecuencia, y eso era difícil de encontrar. Él expresaba los tontos pensamientos que tenía respecto a ellos dos y no le avergonzaba porque Jungkook parecía estar bien con ello. Él no tenía que estar reprimiéndose más, porque si quería llenar de besos el rostro del pelinegro en un arrebato de cariño empalagoso, Jungkook abría sus brazos y le abrazaba listo para recibir todo lo que tenía para dar.
- Algún día lo sabré – dijo su madre mientras leía una revista en la sala.
- Hye, corazón, no le acoses más de la cuenta y dime si la salsa está bien así – su padre suspiró sonoramente. Su esposa era un caso.
- ¿Cómo quieres que lo deje pasar así cuando tiene esa cara de que alguien ha flechado su corazón? – apuntó con el dedo a Jimin quien estaba mirando su celular, leyendo los mensajes de Jungkook – Necesito saber el nombre del responsable.
- La salsa, Hye, la salsa – le recordó el hombre, acercando la cuchara sopera al rostro de la mujer.
Bueno, debía tener sólo un poco de paciencia. Pronto se enteraría.
Por otro lado. Jungkook había pasado pocas horas con su padre, quien no dejaba de hacerle sentir como una mierda. Aquello era normal así que no esperaba otra cosa.
Sus padres habían discutido la noche luego de su visita a las canchas de tenis, por lo que las cosas estaban tensas. Su madre se desvelaba por la noche tomando alcohol, más que de costumbre. Una noche incluso, cuando el hombre salió a cenar y beber con amigos, según él, ella se había quedado en el sofá llorando mientras tomaba vodka.
Jungkook se acercó a ella y le quitó el vaso, mientras ella intentaba detenerle al ver que lo estaba por tirar a la bacha de la cocina.
- Todo lo hago mal – decía ella con todo el maquillaje corrido y despeinada. Su madre había estado hecho un desastre todo ese día. Jungkook se rascó el cabello con irritación. Ella se sentó en el sofá nuevamente con su vestido de pijama y tapó su rostro con sus manos.
- No haces todo mal... - comenzó él. No recordaba la última vez que le había hecho caso a los berrinches de su madre. Generalmente no le prestaba atención porque ella se buscaba sus problemas pero de alguna manera, para su sorpresa, sintió pena de verla así – Si tan sólo pudieras dejar de depender de él...
- Es que yo lo amo – sollozó.
- Pero él no – dijo duramente y su madre soltó un alarido de dolor. Él hizo una mueca, no estaba acostumbrado a consolar a la gente – Quiero decir... él no ama a nadie, mamá.
- Yo intento dar lo mejor pero él... él nunca reconoce todo lo que yo hago – suspiró con agonía – Maldito mal agradecido – espetó enojada – Arruina todo.
- Ya lo sé – se encogió de hombros. Su madre le miró y le abrazó.
- Abraza a tu madre, necesito afecto – dijo excusándose. Él torció los ojos sin tener más remedio y así hizo. Ella le apretó fuerte.
- Necesitas bañarte, apestas a alcohol – dijo arrugando la nariz.
Simplemente acompañó a su madre escaleras arriba para que fuera a darse una ducha. Se encargó de guardar las botellas de alcohol aunque sabía que ella en cualquier momento volvería a por más, aún así las dejó en el cristalero.
Se cercioró que ella se recostara y luego se fue a dormir, no sin antes enviarse mensajes con Jimin.
Jungkook no podía esperar al día siguiente para verle. Ocupó su mente con pensamientos del rubio cuando escuchó que su padre llegó. Una nueva discusión, pero que culminó, para su desgracia, en una especie de sexo de "reconciliación". Las náuseas que se le generaron fueron inevitables, su estómago se endureció y realmente deseó no estar en esa casa en ese momento.
Peor que escuchar a su madre follar con sus amantes era el escucharle follar con su padre, porque no era sólo el acto, era el hecho de que su relación era tan mierda que le asqueaba. Le daba asco la actitud de su padre y la actitud de su madre. No podía comprenderlo, no podía entender por qué le hacían eso.
Fue en ese instante donde se sintió que no había otro lugar en donde quisiera estar que no fuera la casa de al lado. Escribió a Jimin quejándose de lo que le estaba sucediendo y él no tardó en querer recatarle. "Mi casa está siempre abierta para ti".
Jungkook sentía que nadie podría haber sido el más indicado para salvarle. Sólo tenía que decir algo lindo y él ya sentía que las cosas ya estaban mejorando. Porque todo lo que siempre buscó Jungkook en su vida había sido entendimiento y consuelo, no se había dado cuenta que lo que le ocurría era que se había cansado de sentirse solo.
Fue a la casa de Jimin, justo antes que la lluvia rompiera tras un relámpago y cayera empapando el vecindario. Jungkook y Jimin disfrutarían de cada pequeña oportunidad de estar juntos y seguir descubriendo aquello nuevo que estaban sintiendo por el otro, aquellas mariposas que Jimin tenía y también compartía con Jungkook. Aquel aleteo en el estómago y el corazón.
Jungkook pensó en que no podía realmente haber nada malo en eso, que si alguna vez lo había pensado era porque no tenía alternativa y no se le permitiría pensar diferente. Pero nunca quiso hacer sentir mal a Jimin, ese no era él, era su padre.
El pelinegro volvió a su casa a la mañana del otro día, la lluvia a penas se había detenido, lo cual agradeció porque no quería llegar empapado, y aunque fuera corto el tramo porque ambas casas estaban cerca, con lo que llovía bien podría parecer que hubiera caminado varias cuadras bajo la lluvia.
Entró a la cocina sin hacer mucho ruido para no despertar a sus padres y cerró la puerta trasera con llave.
Cuando se giró, su corazón soltó un latido lleno de terror.
Su padre estaba a la entrada de la cocina, mirándole fijamente.
Jungkook quiso pensar en una manera de actuar normal pero no tuvo tiempo.
- ¿De dónde vienes? – preguntó él. Su tono áspero y frío, casi robótico, le heló de pies a cabeza.
- Yo... - no tenía palabras. No tenía excusa.
- ¡¿De dónde vienes?! – pegó un grito que le hizo dar una sacudida - ¡Te hice una pregunta!
- Yo... yo sólo... salí... salí con amigos... - su voz temblaba como nunca, era lo único que se le había ocurrido decir pero sonaba tan falso que sólo consiguió ponerse peor y enfadar más a su padre.
- ¿Amigos dices? – ladeó la cabeza, entrecerrando sus ojos en señal de clara sospecha. No le creía - ¿Qué mierda hacías en lo de los Park, Jungkook? – él dio un paso hacia delante y Jungkook sintió que no tenía escapatoria. Su corazón latía demasiado rápido y el sudor frío comenzaba a brotar de sus poros.
- No... no sé de qué hablas... - su voz temblorosa le delataba.
- ¿Crees que soy estúpido? – la forma en que le miraba, completamente cabreado, y cómo le hablaba, le estaba haciendo morir del miedo - ¿Crees que me comeré esa mentira? Cuando en realidad vienes... vienes de acostarte con el hijo de los Park.
- ¡No! – negó de inmediato, alzando su voz por primera vez – N-no... nunca... nunca haría eso...
- ¡No me trates de estúpido, Jungkook! – se acercó a él, y de un sólo movimiento le dio un puñetazo, volteándole la cara y haciendo que casi cayera al suelo, pero se sostuvo de la encimera. Sintió un fuerte calor en su labio y un hilo de sangre cayó de él - ¡¿A caso eres marica?! ¡¿A caso crees que puedes mentirme con eso?!
- Yo no... juro que no... - balbuceaba, estaba tan nervioso que ni si quiera podía decir una oración completa. Estaba en shock, y no podía salir de eso, no tenía manera. Su padre volvió a golpearle y luego le tiró del cabello empujándole al suelo. Estaba tan enojado.
- No puede ser... esto tiene que ser una jodida broma... - soltó una risa llena de amargura – Mi hijo no puede ser un puto marica... - se acercó a él, hizo que se pusiera de pie y volvió a golpearle. Jungkook sentía que su rostro se hinchaba cada vez más. Dolía y quemaba.
- ¡Déjalo! – pegó un grito su madre, acercándose pero ni bien apoyó sus manos en el brazo del hombre para detenerlo, éste la empujó brutalmente haciendo que se estrellara contra la pared.
- ¡¿Qué lo deje?! Maldita... por tu culpa... si hubieras sido más firme con él... ¡esto no hubiera pasado! – dijo mirándola con repudio y desaprobación. Volvió su mirada a Jungkook – Tú... que te quede bien claro esto... en esta familia nadie ensuciará nuestro nombre... tú, pedazo de asqueroso, no sé cómo lo harás pero te corregirás, ¡¿Me oíste?! – su voz retumbó en todo el lugar – Agradécele a tu madre por esto... por ser una maldita perra inútil y una borracha que incluso manda al frente a su propio hijo – rió con sorna.
Jungkook no pudo hacer más que mirar a su madre desde su posición. Ella lloraba y le miraba suplicando por un perdón. Jungkook apenas podía soportar el dolor en su rostro, menos podía soportar el dolor en su pecho.
Había tenido la esperanza, por un momento, de que su madre estuviera de su lado, que le comprendiera y que le ayudara. Pero una vez más él había quedado en segundo lugar. Jungkook así lo vio en ese momento, como una más de todas aquellas traiciones, una más de todas esas veces que ayudó a su padre para volver su vida una miseria.
- ¡¿Cómo pudiste?! – gritó él llorando, porque ya no podía aguantar más todo aquello. Era injusto.
- Lo siento... - pidió entre sollozos – Yo no quise... quería ayudarte...
- ¡Púdrete! – gritó una vez más, con el poco aliento que le quedaba. Su garganta estaba hecha un nudo, la sangre en su labio no dejaba de brotar y sus lágrimas no le dejaban si quiera ver - ¡Ayúdame dejándome en paz! ¡Vete a la mierda y déjame en paz!
- Ese infeliz... - comenzó él y Jungkook le miró con atención – Ese infeliz no arruinará todo... les dejaré bien en claro cómo son las cosas – el hombre comenzó a caminar hacia la puerta.
- ¿Qué haces...? – Jungkook abrió los ojos de golpe. A penas vio que su padre salió por la puerta se levantó como pudo - No...– musitó – ¡No! – comenzó a seguirle.
Salió corriendo desesperado, mientras su padre iba caminando rápidamente y con una furia que se notaba a metros de distancia en dirección a la casa de los Park.
Golpeó la puerta con el puño derecho, esperando allí y Jungkook gritó de lejos.
- ¡Papá! ¡Por favor! – se acercó a él pero la puerta ya se había abierto. La mujer del otro lado les miró sorprendida, sin comprender.
- Hye – dijo él - ¿Dónde está tu hijo? – pregunta con clara molestia.
- Jeon... - pronuncia con cautela ella, observándole y luego mirando el estado de Jungkook, alarmándose al instante - ¿Para qué quieres ver a mi hijo?
- Porque el maricón de tu hijo-
- Papá-
- ¡Cállate! – le gritó, haciendo que su cuerpo temblara y la mujer dio un sobresalto - ¡Cállate si no quieres que te de otra paliza!
- Jeon, ésta no es forma...
- Tu hijo ha pervertido a mí hijo, Hye – dijo él, acusando a Jimin como si de una clase de demonio se tratase – No permitiré que tu hijo ensucie nuestra familia con su mierda esa de ser marica – la señora Park estaba con los ojos abiertos como platos, atónita sin poder creer lo que oía.
- No permitiré que hables así de mi hijo – mostrando su enojo, la mujer se plantó firme en la puerta, dispuesta a mostrar su descontento.
- Papá... por favor... - suplicó haciendo un esfuerzo por tragarse las lágrimas pero no pudo.
- ¿Mamá? – una cuarta voz se hizo presente en la casa.
Jungkook levantó su mirada y aquello era todo lo que necesitaba para terminar de romperse. Sintió que su corazón se encogía, sintiéndose enfermo. Jimin miró la escena sin comprender, pero apenas cruzó sus ojos con los de él y le vio llorando y con su rostro todo golpeado, su corazón latió aterrado, haciéndole saber que algo no estaba bien para nada. Una sensación de miedo e incertidumbre se arremolinó en su estómago al igual que en el de Jungkook.
- ¡Tú! – le señaló el hombre con el dedo – Mi hijo no es un puto marica, ¿Me escuchaste? – dio unos pasos hacia delante. La mujer intentó detenerle pero él no hizo caso, y Jimin le miró con una mezcla de miedo y sorpresa – ¡No es un asqueroso marica así que aléjate de él!
- ¡Hyuk! ¡Vete de mi casa! – exclamó ella, pero fue Jungkook quien tiró de su ropa para alejarle y evitar que se acercara más a Jimin.
- Jungkook... - dijo su padre con voz amenazante y profunda – Te vas a tu casa ahora mismo... luego hablaremos, y buscaremos la forma de quitarte éstas ideas erróneas de la cabeza.
- ¡No! – alzó la voz, sintiéndose sin energías, cansado – Nada cambiará...
- Pedazo de hijo de perra...
- Váyase de ésta casa... - dijo Jimin y el señor Jeon le miró con una ceja alzada.
- Mocoso insolente, realmente no estás en posición a decir nada – tomó del brazo a Jungkook – Tú te vas conmigo – Jimin terminó de bajar las escaleras.
- Jungkook se queda – dijo fuerte y claro.
El rostro del hombre se desfiguró, mostrando una indignación tan grande que soltó una carcajada, burlándose de él. Cuando Jungkook susurró el nombre de Jimin para que él no dijera nada ni se metiera, su padre volvió a golpearle, ésta vez en frente del resto. Hye soltó un grito asustada y llevando sus manos a su boca. Detuvo a Jimin porque no había dudado ni un segundo en querer ir a partirle la cara al hombre.
- ¡Hyuk! – el padre de Jimin se presentó, acercándose - ¿Qué demonios es esto...?
- Tu hijo, Seung – habló asqueado, arrugando su nariz- ¡Quiero a tu hijo lejos de Jungkook!
- Vete de aquí o llamo a la policía – dijo él. Jimin ayudó a Jungkook a levantarse y lo alejó de su padre, quien los miró con ojos bien abiertos, queriendo asesinarles con la mirada. Hizo ademan de ir por Jungkook pero el señor Park se interpuso – Dije que te vayas.
- ¡Es mi hijo!
- ¡Y ésta es mi casa!
Aquello había sido suficiente. Las voces de los dos hombres habían sido lo último que se había escuchado antes de que un penumbroso silencio reinara en la sala.
Aún siendo una maraña de furia, el hombre dejó la casa, prometiéndole a Jungkook que no podría librarse tan fácilmente de sus responsabilidades.
Park cerró la puerta de la casa, soltando una bocanada de aire, aliviado. La mujer se abrazó a él, intentando calmar los nervios en su cuerpo. Algunas lágrimas habían salido de sus ojos por el susto. Él acarició su cabello e inmediatamente ambos miraron hacia el costado de la sala, al sillón donde ahora se encontraba Jungkook sentado con Jimin arrodillado frente a él.
- Hey... cariño... - le habló con voz suave – mírame... - acarició su rostro con cuidado, porque no quería hacerle doler. Secó sus lágrimas, era la primera vez que veía a Jungkook así, ni si quiera se imaginaba que alguna vez le vería llorar, menos de aquella manera – No pasa nada... ya se fue...
- Lo siento...
- No – negó él de inmediato, acercando su rostro al suyo y dándole un casto beso en sus labios, juntando sus frentes luego – No tienes que disculparte... no tienes la culpa...
- Él... él quiere que me case... - comenzó, con su voz ahogada por la angustia – quiere que me case con una mujer... - Jimin le observó consternado, sin poder creer lo que estaba oyendo – Quiere que me corrija... - Jungkook negó con la cabeza y cerró sus ojos - y no quiero...
- Ya... no pienses en eso... no harás nada que no quieras.
- Me obligará, Jimin – dijo mirándole finalmente.
- No puede – negó él – No puede hacer eso... - la puerta sonó y Jungkook se sobresaltó.
Jimin acarició a Jungkook para que se calmase, sentándose a su lado y abrazándolo. Sus padres abrieron la puerta al ver que se trataba de Mina, la madre de Jungkook. Ella tenía un ojo morado y todo su maquillaje corrido marcando el camino de sus lágrimas. Habla algo con los padres de Jimin y la dejan entrar.
A penas Jungkook la ve se pone de pie de inmediato.
- Vete de aquí...
- Cielo... por favor...
- ¡Vete de aquí! – gritó, la vena de su cuello se hinchó – ¡Lo arruinaste! ¿No se cansan de arruinar mi vida? – preguntó con su voz llena de rencor. Su pecho pesaba tanto, que su propia familia le tratase como a una escoria era algo que ya le había llevado al límite - ¡Lo supiste siempre y aun así dejaste que él dijera todas esas cosas! ¡Jamás le detuviste! – comenzó a decir cosas que sólo su madre podía entender. Ella le miró con pesar, arrepentida.
- No quería que siguieras siendo infeliz... no creí que se pondría así...
- ¡No tienes excusa! – gritó.
- Jungkook – habló Hye. Y él la miró con atención – Por favor, escúchala – él tragó saliva y volvió a mirar a su madre.
- No quería que siguiera haciendo estragos en tu vida... no quería que te obligara a casarte con esa chica... - ella negó con la cabeza y con sus manos en su pecho – Yo sólo quiero que seas feliz y ya no puedo ver que él siga privándote de eso... viendo lo tan feliz que te ves últimamente...- porque ella, al igual que Hye con su hijo, había notado las sonrisas que se le escapaban a su hijo al leer mensajes en su celular - ...lo siento... - ella comenzó a llorar y Hye se acercó a ella para abrazarla.
- Tranquila... - le dijo y le sobó la espalda – Vamos a por un té.
Ambas mujeres caminaron hacia la cocina. El señor Park fue a por algo de hielo y gasa para tratar los golpes de Jungkook. Le tendió las cosas a su hijo, quien comenzó a limpiar sus heridas y luego puso hielo sobre la hinchazón. Toda su mejilla izquierda estaba hinchada y roja, su pómulo con un corte y un gran moretón violeta, su labio partido, del cual había costado detener el sangrado.
Poco a poco la tensión fue disminuyendo en la casa. Los Park y la madre de Jungkook continuaron en la cocina, hablando y bebiendo algo caliente mientras sus hijos estaban sentados con sus cuerpos recostados sobre el respaldo del sofá. Jimin besaba a Jungkook con sumo cuidado, sólo para hacerle sentir más calmado, acariciaba su mano entre las suyas.
- Por un momento creí... que él te golpearía... - dijo abatido, sin poder detener los latidos de su corazón que aún estaba angustiado.
- Pero no lo hizo... - apoyó su rostro contra el de Jungkook y acarició su cabello, rascando suavemente su cabeza. Besó su mejilla – Siento haber causado esto...
- No – dijo rápidamente, mirándole – No causaste esto...
- Pero aún sabiendo que él estaba en tu casa... te invité a venir.
- Yo quería venir. Yo quise venir y de todas formas fue mi madre quien le dijo.
- Sin embargo... ella tampoco lo hizo con mala intención.
- Ella... ella siempre empeora todo.
- ¿Crees que empeoró? – preguntó, llamando la atención del pelinegro – Como yo lo veo... ella evitó que tu padre te casara, injustamente, con alguien que no quieres.
- No era la manera...
- Pero ahora te tengo sólo para mí – acercó su rostro nuevamente, sonriéndole con picardía – Si te casabas con ella, te cortaba la polla y se la tiraba a los perros – Jungkook rió, algo adolorido por los golpes. Jimin volvió a ponerle el hielo en su pómulo.
- Yo mismo me la hubiera cortado – y Jimin se carcajeó por ello.
Los dos siguieron diciendo tonterías, ya más relajados y sin dejar de toquetearse con discreción, jugueteando y susurrándose cosas.
La madre de Jimin carraspeó y ellos se voltearon a verla con ojos sorprendidos. Ella alzó una ceja, observándolos acusatoriamente a ambos.
- Así que... - dice ella, inspeccionando a Jungkook - ¿Tú eres quien anduvo llevando a mi hijo a citas románticas?
- Mamá...
- Sh – dijo ella alzando el dedo hacia su hijo.
- ¿Citas románticas? – Jungkook mira a Jimin con curiosidad.
- Bueno, quizás le conté un par de cosas...
- Citas en un car cinema... en la playa – enumeró ella y Jimin le dedicó una mirada asesina – Debido a todo el problema que se ha generado... - ella se cruzó de brazos – No te juzgaré ya que gracias a ti Jimin ha estado con una sonrisa de oreja a oreja desde que llegó.
- Mamá, Dios santo... - él escondió su rostro en la palma de su mano.
- Pero si planeas lastimarle en algún futuro, ya puedes ir despidiéndote de él – Jimin deseó que le tragase la tierra, no necesitaba a su madre metiéndole más presión a Jungkook.
- Prometo no hacerlo – dijo con confianza y el rubio lo miró asombrado.
- Así me gusta - respondió, esbozando una sonrisa.
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