3. Idiota, heterosexual y homofóbico

Jimin POV



Algo me golpeó fuerte en la cabeza, y aunque lo hubiera sentido como un ladrillo sólo sirvió para despertarme por dos segundos. Me removí en mi cama sin prestar atención y quejándome roncamente, hasta que volví a sentir otro golpe, esta vez lo sentí más suave. Me volteé y miré a Hoseok con mis ojos casi cerrados. Me había golpeado con una almohada.

- ¿Qué quieres? – pregunté casi sin voz.

- ¿Que qué quiero? Has estado durmiendo toda la mañana y no fuiste a clases, y ahora mismo necesito que vengas porque nos toca practicar para la presentación – me lanzó la almohada mientras comenzaba a preparar sus cosas. Lo notaba irritado, algo raro en Hobi, pero así se ponía cuando se trataba de mí.

- No quiero ir... - rezongué tapándome con mis sábanas hasta la cabeza.

- ¿Hasta cuándo seguirás deprimido? – me preguntó – Ayer tampoco fuiste a clases, así que anda, levántate y te invito un batido de chocolate – me destapé el rostro y le miré.

- ¿Y con una dona de chocolate? – pregunté, sintiéndome interesado en su oferta. Él rió y negó con la cabeza.

- Sí, pero tampoco te abuses de mi bondad.

Me dio tiempo a prepararme, me tomé una ducha rápida, porque me obligó, ya que no me había bañado por tres días. No es que fuera así siempre, aunque era normal que tuviera momentos donde no quería ir a cursar y prefería sólo dormir. ¿La razón? El chico que amaba me había dejado por otro hacía un año y yo aún no podía quitarme esa sensación de abandono e insuficiencia de mi pecho.

Hoseok vivía conmigo en una habitación del campus, no era grande pero era cómoda y como éramos amigos nos llevábamos más que bien y no teníamos problemas al convivir. De hecho estaba inmensamente agradecido de tenerle conmigo porque era quien me mantenía con los pies en la tierra, me regañaba y me obligaba a mantener mi vida fuera del caos, aunque a veces se le hacía imposible. Era algo así como un hermano mayor, al igual que mi amigo Jin, quien no vivía con nosotros pero sí cerca del campus, ya que su familia sí vivía cerca de la universidad.

En cuanto a mi familia, mis padres vivían a dos horas de mi universidad, por lo que me mudé al campus cuando comencé a estudiar, al igual que Hobi. Donde vivíamos me gustaba, Busan era grande y nosotros tuvimos la dicha de estar cerca de la playa al estudiar aquí.

Nuestra universidad era grande, con muchos departamentos y carreras, por lo que era normal que muchos chicos y chicas vinieran a estudiar desde sus ciudades natales aquí. A mí me agradaba, porque medianamente me llevaba bien con todo el mundo que me rodeaba, tenía amigos y amigas, y gente que si bien no tenían una relación muy estrecha conmigo, siempre eran amigables. 

Mi único problema era, como antes mencioné, mi corazón roto por un imbécil del cual no puedo olvidarme. Mis amigos dicen que acostarme con cuantos hombres pudiera no me haría olvidarme de él, y yo lo sabía, y tampoco planeaba olvidarlo, pero mi corazón dolía menos cuando podía distraerme pasándola bien con chicos o en fiestas bebiendo en exceso, se había vuelto en una necesidad, y después de todo era mi manera de hacerme sentir mejor a mí mismo aunque mis amigos dijeran lo contrario.

Al terminar mi clase de baile, con mi amigo nos fuimos a sentar a las escaleras de cemento que estaban en el centro del campus y conectaban con un parque central donde la mayoría de los estudiantes pasaban por allí para dirigirse de un departamento a otro dependiendo de las clases que tuvieran ese día.

El batido de chocolate estaba delicioso como siempre y no perdí oportunidad de decirle a Hoseok que si me invitaba otro probablemente me sentiría mejor y mañana volvería a clases normalmente. Claro, le estaba chantajeando pero aun así lo hizo porque no podía negarse a mi mirada de súplica e inocencia cuando le pedía algo.

Mientras hablábamos de las cosas que podíamos mejorar de nuestra coreografía, disfrutábamos del sol de aquella tarde, hasta que alguien se paró frente nosotros y nos hizo sombra.

Ambos dirigimos nuestra atención a la persona en cuestión y se trataba de Taehyung, quien sonreía mientras nos miraba. No estaba solo, estaba acompañado de uno de sus amigos, Jeon Jungkook. Pelinegro, cuerpo muy bien trabajado, alto, intimidante, egocéntrico, idiota y, lo peor de todo, heterosexual y homofóbico. Su cara me decía lo mucho que le molestaba estar allí viéndome. Me causaba algo de gracia que tanto le molestara y aun así me incitó a que se la chupara.

Sí, se la hice, no dudé ni un segundo, es decir, ¿Cómo iba a negarme? Era Jeon Jungkook, eso podía sólo ocurrir en mis fantasías más sucias porque ese bastardo jamás tocaría a un hombre de esa forma, una pena realmente, por eso me sorprendió cuando quiso que se la mamara. 

Él estaba demasiado bueno, por lo que para mí lo había considerado una victoria. Aún así, luego de eso, no dejaba de verme de la misma manera arrogante que siempre y cuando me hablaba sólo lo hacía para expresar su disgusto hacia mi persona. 

Era un imbécil con todas las letras.

- Jiminie... - me habló Tae, sentándose entre mi amigo y yo, separándonos. Hobi le miró con cara de sorpresa y con algo de miedo – Tengo una propuesta indecente que hacerte – alzó sus cejas, mirándome con picardía y luego miró a mi amigo – Hobi, tú también puedes unírtenos, nunca es tarde – le abrazó por el cuello con su brazo, acercándolo a él.

- ¡Claro que no! – negó, forcejeando y haciendo que le soltara – No me metan en sus cosas extrañas de orgías y qué se yo qué más.

- Bueno, aún no llegamos a orgías, Jiminie no podría con todo – rió y yo le golpeé el brazo.

- Deja de decir estupideces y dime qué quieres – llevé mi cabello hacia atrás con cansancio y él me tomó de la mano y me tironeó para levantarme, alejándome un poco de Hoseok y me habló en voz baja.

- Vengo a buscarte para follar pero en realidad quiero que me ayudes a follarme a Hobi – arrugué la nariz y me alejé de él por inercia.

- Claro que no – me negué.

- ¿Por qué no?

- A Hobi le gustan las mujeres, lo siento pero jamás podrás follártelo, además no te venderé a mi amigo, me matará – hice ademán a volver con él pero Taehyung me detuvo.

- La heterosexualidad es relativa... ya sabes... ¿Quién lo hubiera dicho? – rió con burla, señalando con su cabeza a nuestro costado, donde estaba su amigo que nos miraba con su cara de mierda. Yo me reí, simplemente porque tenía razón y porque me gustaba ver lo enojado que parecía Jeon por eso.

- Sí, cierto... yo también pensaba que él era un "hombre de verdad" – mencioné aquello con claro sarcasmo, por la tremenda estupidez que me había dicho la otra noche.

- Entonces, ¿Me ayudarás?

- Taehyung, no te ofendas, pero eres un idiota y un cretino, nunca le gustarás a Hobi así – me miró con sus ojos bien abiertos, no se esperaba que yo pensara eso de él.

- Pero si soy un chico de bien... - pareció hasta afligido al decirlo. Alcé una ceja, mirándole con duda.

- ¿En serio lo crees?

- ¿Entonces cómo dices que debería ser para gustarle? – preguntó con sumo interés.

- ¿Seguirán hablando de tanta mierda o nos iremos ya? – interrumpió el pelinegro, finalmente acotando algo.

- No seas egoísta, Kookie, espera un poco y ya tendrás tu mamada, ahora estoy con un asunto importante – le detuvo en seco, la cara de Jungkook fue demasiado graciosa, sus ojos se abrieron más grandes de lo normal, tanto que no pude evitar carcajearme, y más al verle dedicarme una mirada asesina luego. Me sequé una pequeña lágrima que se me hizo al reír e intenté reincorporarme. Taehyung en serio buscaba que le diera una respuesta.

- Mira, no sé cómo podrías acercártele, sólo háblale, comienza siendo su amigo, y desde ya te digo que no le acoses, porque así le espantas, deja de ser tan sucio cada que hablas – cuando creí haber terminado, volví a hablar, apuntándole con el dedo y una mirada acusadora – y deja de mencionar lo de las orgías.

- Que no son orgías.

- Lo que sea.

Una vez él entendió a qué me refería, simplemente le dedicó una sonrisa que supongo intentaba simular amabilidad y saludó a Hobi con una palmada en la espalda, a lo que éste último lo observó con desconfianza. Ver a Taehyung intentando ser agradable era insólito, no es que fuera del todo desagradable, pero era bruto y muy irrespetuoso. Más bien creo que insensible era la palabra justa. No me sorprendía que fuera amigo de Jeon.

Me despedí de mi amigo y nos dirigimos a la casa de Taehyung y compañía.

Era una situación normal el estar allí con Taehyung, hablando de cosas como video juegos, películas, y alguna que otra anécdota de nuestras vidas mientras fumábamos y bebíamos, pero lo que era diferente era que Jeon estuviera allí. Ni si quiera sabía para qué, ya que ni si quiera acotaba nada a la conversación, sólo bebía y bebía, y nos miraba con molestia.

Con algunas latas de cerveza encima, yo ya comenzaba a sentirme más desinhibido. Miré a Jeon, quien en ningún momento me quitaba la mirada de encima, algo que me inquietaba de sobremanera porque no sabía en qué demonios estaba pensando, aun así le sostuve la mirada por un buen rato porque me divertía.

La música que sonaba no estaba ni muy alta ni muy baja, estaba justa, como para que podamos escuchar nuestras voces sin problemas. 

Las ganas de follar ya me estaban entrando y más sabiendo que el pelinegro estaba allí observando todo lo que hacía, su cara de irritabilidad me incitaba a hacer más cosas para molestarlo. 

Me acerqué a Taehyung, quien estaba sentado en el mismo sofá que yo y comencé a besarle de manera obscena. Tae era un pervertido de primera, por lo que la primer cosa que hizo cuando comencé a besarle fue llevar sus manos a mi trasero y apretarlo.

El beso fue largo y muy húmedo, nuestras lenguas se empeñaban en jugar y humedecer nuestros labios con lamidas lascivas.

En los momentos donde Taehyung me lo permitía, miraba de reojo a Jungkook, quien a veces nos miraba y otras simplemente miraba a otro lado mientras seguía tomando cerveza.

Me acomodé sobre Taehyung, quien comenzó a bajarme el pantalón pero sólo hasta un poco antes de las rodillas. Llevó dos dedos a mi boca e hizo que los chupara para lubricarlos bien y luego los llevó a mi entrada. Tae me sonrió, con esa mirada perdida de drogado, y yo con mis manos en mis glúteos le hice espacio para que introdujera sus dedos, soltando un largo gemido al sentir la intromisión de sus largos dedos.

Me preparó así por un rato hasta que finalmente me penetró, mientras yo estaba arriba de él y lo monté hasta que ambos terminamos.

En ningún momento había notado que Jungkook se había ido de la sala. Una vez Taehyung se separó de mi fue a buscar más alcohol a la cocina. 

Fue en ese instante donde volví a ver a Jungkook, que salía de la cocina con un cigarro de marihuana en mano y se sentó en el sillón donde estaba antes, frente a mí, pero esta vez sin mirarme. Para ese momento yo estaba sin mi remera, y mis pantalones estaban desabrochados. Me crucé de piernas y permanecí viéndole. El condenado era demasiado mi tipo, podría dejar de lado el hecho de que era un idiota, sólo quería follar y ya.

- ¿Qué haces aquí si no vas a hacer nada? – le cuestioné y él me miró sin decir nada. Me puse de pie y me acerqué a él, quien se limitó a seguirme con su mirada - ¿Me convidas? – estreché mi mano, esperando me diera del cigarro de marihuana que estaba fumando.

- ¿Quieres esto o es mi polla lo que buscas? – ese tono arrogante con el que arrastraba sus palabras me hacía querer golpearle y a la vez me ponía más caliente.

- Parece que eres tú el que no puede olvidar esa mamada... - le dediqué una sonrisa socarrona - ¿Tan bueno soy?

- Ni tanto... pero supongo es lo único que sabes hacer bien – contraatacó.

- Eso, y también follar – apoyé ambas rodillas a los costados de sus piernas, sentándome sobre él. Noté que se tensó inmediatamente, pegándose contra el respaldo del sillón - ¿Quieres probar?

- Antes muerto que metiéndola en tu culo – espetó con desprecio. Acerqué mi rostro al suyo, buscando sus labios pero él corrió su cara - ¿Qué mierda haces? – me miró con enojo y sorpresa por mi osadía. Me separó de él con fuerza. Miré hacia su entrepierna y sonreí divertido.

- Estás duro – me pegué contra su erección y me moví rozándole.

- Si sigues te golpearé – me amenazó. Aunque su cuerpo decía lo contrario, su mirada me daba escalofríos, estaba hablando en serio.

- ¿A qué le tienes miedo? ¿A que te guste tanto que eso lastime tu orgullo?

- No soy un puto marica.

- Yo no dije que lo fueras – le miré arqueando una ceja. Él se quedó callado, sólo observándome con esos ojos negros e inquietantes - ¿Sabes cuántos hombres heterosexuales me he follado? – sonreí y me encogí de hombros.

La música nos sometía a un ambiente íntimo y relajado, aunque la tensión entre nosotros era demasiado alta, y el calor que había entre nuestros cuerpos no ayudaba. Con mucha delicadeza pasé mis manos por su cuello, acariciándole, y viendo cómo sus ojos me miraban con una intensidad que no sabía cómo interpretar, parecían querer leer mi mente. Parecía paralizado, mientras yo recorría con cuidado la piel que hervía en su cuello, llegando luego a sus hombros con las yemas de mis dedos.

La luz tenue y anaranjada resaltaba en sus ojos negros, eran hipnotizantes, llenos de algo extraño que llamaba a mi curiosidad, la forma en la que me miraba no la había visto en nadie y me estremecía completamente. Sonreí, relamiéndome el labio, su pecho se movía mientras respiraba profundamente.

- No importa a quién te folles... lo que importa es pasarla bien... ¿No crees?

Deslicé mis manos por su pecho, moviéndolas lentamente y apreciando la musculatura de sus pectorales. Me mordí el labio, deseaba poder tocarle sin ropa, sentir su piel, besarla. Pude percibir su corazón latiendo con rapidez bajo mis palmas. Su pecho era amplio y cálido, y la calma con la que respiraba me decía que estaba casi en trance. Podía sentir el calor emanando de nuestros cuerpos, el fuego en sus ojos, una conexión íntima.

Miré sus labios y sentí la necesidad de besarlo, quería saber cómo se sentiría, eran delgados y bonitos. Realmente quería hacerlo, pero quitó mis manos de inmediato. Parpadeó un par de veces y me apretó las muñecas con fuerza.

- Quítate de encima de mí, no lo repetiré – dijo entre dientes, nuevamente con esa mirada severa – Me das asco – y desprecio otra vez. Bufé, soltando un suspiro lleno de irritación. Me levanté para alejarme de él, pero una mano me detuvo. Le miré confundido y enojado por su actitud – Ponte de rodillas – dijo con voz exigente.

Deberían de haberme dado el premio al imbécil sumiso del año, porque hice tal y como me dijo. No me importaba qué tanto se resistiera a mí, él quería mi boca, quería algo mío y se lo daría hasta que se diera cuenta que no podía negar que quería esto, que su orgullo de mierda no valía nada si me pedía que le diera placer.

Bajó el cierre de su pantalón, bajándose luego las prendas sólo un poco, podía ver parte de sus bien formados muslos. Quise lamer su piel pero no me dejó, en cambio me tomó del cabello y me dirigió directo a su erección. Abrí mi boca e introduje todo su pene dentro, cerrando al sentir la punta tocar fondo y apretando mis labios con fuerza succioné y me deslicé hasta la punta. Acerqué mis manos para tomar su polla y ayudarme.

- Sin manos – me dijo, haciendo que las alejara. Era difícil lidiar con su mal genio ya que yo siempre había sido una persona a quien le gustaba ser libre durante el sexo y hacer las cosas que me placían.

Seguí moviendo mi cabeza, jugando con mis labios y mi lengua, mordiendo por momentos parte de su piel, lamiendo y relamiendo, haciendo que se tensara sobre su lugar. Se mordía los labios para no omitir sonido alguno, sólo algún gruñido atrapado en su garganta.

Aumenté el ritmo y vi cómo cerró sus ojos con fuerza. Le miraba de vez en cuando para no perderme sus reacciones y tener indicios de que realmente le gustaba lo que le estaba haciendo. Respiraba profundo y exhalaba con dificultad, los leves temblores de su abdomen no los podía esconder de mí.

Cuando estuvo cerca del orgasmo sujetó mi cabello con fuerza y comenzó a moverse a la vez que me obligaba a encontrar sus estocadas. Era bruto e incómodo, opuse algo de resistencia porque me estaban llegando las arcadas por lo tan profundo que estaba yendo.

- Maldición... - le escuché decir entre dientes. Dio una última estocada y no me permitió moverme hasta que todo su semen pasó de mi garganta. Al soltarme no pude evitar toser luego de tragar con dificultad. Me mantuve agachado hasta que recobré la respiración, mis ojos habían lagrimeado un poco. Me limpié la boca y le observé.

Se paró, sin mirarme en absoluto, se subió sus pantalones y se los abrochó. 

Le vi desaparecer de mi vista, probablemente yéndose a su habitación.

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