24. Repite después de mí: "No me importa Jimin"

Aunque Jimin tenía en mente poder divertirse con sus amigos, y era, efectivamente, lo que estaba haciendo, sus ojos no dejaban de agitarse de un lado a otro prestando atención al pelinegro. No quería aceptarlo, aunque para Jin y Hoseok era más que evidente, él se moría por pasar la noche con él. Su orgullo se interponía de hacer alguna tontería, pero sus amigos no le ayudaban a mantener la compostura.

Hoseok era más escéptico, no era partidario de dejar el orgullo de lado, pero Jin, por otro lado, era de aquellos que soñaban despiertos cuando de amor o relaciones se trataba, hablando siempre de la increíble atracción entre su amigo, ahora rubio nuevamente, y el pelinegro.

- No lo haré – negó inmediatamente – Está con sus amigos, no puedo simplemente ir y meterme en medio.

- Por favor, se desvive por ti, al carajo con sus amigos – comentó de manera burlona, observando al pelinegro a la distancia – Ve y declara lo que es tuyo.

Los tres permanecieron quietos, observando la escena frente a ellos, donde Jungkook charlaba con unos amigos y unas chicas se acercaban a ellos. Una de ellas se dirigió directamente al más alto, se notaba a leguas que le estaba coqueteando, contoneando su cuerpo cerca del pelinegro al ritmo de la música, mostrando sus delgadas y largas piernas bajo esa minifalda que a penas y lograba cubrir su zona íntima.

Jungkook no hizo nada más que solo hablar un poco con ella, era claro que la chica se le estaba insinuando descaradamente ya que pegaba su cuerpo a él. Jimin sintió la necesidad de tronar su cuello casi inconscientemente.

- Maldición, no le des lugar a esa desconocida a que te lo quite.

- Él no es mío, ni me debe nada... puede hacer lo que quiera – se encogió de hombros y miró hacia otro lado, bebiendo de su cerveza.

- Oh, mira, se ha alejado – comentó Hoseok, y Jimin volvió a mirar. El pelinegro estaba en la barra pidiendo algo para beber.

- Es ahora o nunca, Jiminie.

Jimin le miró con atención, sintiendo como si una batalla se librara dentro de él, debatiéndose entre el "ir" o "no ir". Si hubiera tenido una flor allí hubiera arrancado pétalo por pétalo para poder decidir de manera tajante si hacer algo al respecto o no, así de conflictuado se sentía.

Sus amigos le insistieron, casi empujándole, por lo que tras una respiración profunda, tragó sus nervios y ansiedad para armarse de valor y dirigirse hacia el chico en cuestión, con sus amigos alentándole y poniendo toda su fe en él, aunque le gritaron desde lejos "Sin presiones, Jiminie". El rubio bufó antes de torcer los ojos.

Caminó seguro de sí mismo, tomando a un muy distraído pelinegro por sorpresa. Este le miró con los ojos bien abiertos y se relamió los labios tratando de ocultar el súbito nerviosismo que se hizo presente en su cuerpo.

- Hey – le saludó Jimin con una sonrisa, apoyándose en la barra, justo a su lado - ¿Qué tomarás?

- Solo pedí un whisky... - dijo dándole poca importancia.

- Huh... es bastante fuerte – comentó – Aunque nunca he probado – en ese exacto momento, la chica del otro lado de la barra acercó un vaso con hielo y whisky para Jungkook.

- Bueno, es tu oportunidad – sonrió de lado, extendiéndole el vaso.

Jimin dio un leve sorbo que fue suficiente para hacerle picar los labios y la garganta. El poner una cara de desagrado le fue inevitable, arrugó la nariz y negó con la cabeza, devolviendo el vaso. Jungkook rió por su reacción mientras el rubio sintió que se había quedado sin garganta. Definitivamente no era lo suyo, algo así de fuerte no era de su agrado para nada.

Notó que Jungkook estaba algo tenso, por lo que intentó acercarse a él, hablándole de cerca, a su oído y sonriéndole, pero mientras más se acercaba el pelinegro parecía retomar la distancia mientras miraba a su alrededor con incomodidad. Jimin frunció el ceño y se sintió molesto cuando pudo percibir lo que ocurría, porque no era la primera vez de hecho.

- En serio, ¿seguirás haciendo esto? – preguntó ya perdiendo la paciencia. El contrario le miró incrédulo, preguntándose a qué se refería – No es la primera vez que lo haces, te alejas de mí cada vez que estamos en público.

- No es eso... es sólo que es... mejor así.

- ¿Mejor así? – arqueó una ceja. Jungkook notó el grado de enojo que tenía, sabía que no saldría fácil de ésta y no quería problemas realmente.

- Ya sabes... prefiero no llamar la atención, es mejor así, no tiene por qué enterarse todo el mundo... - se encogió de hombros y tomó un sorbo de su vaso, mirando hacia otro lado sin querer seguir enfrentando la mirada acusativa del rubio, quien parecía echar fuego de sus ojos.

- ¿No llamar la atención? – preguntó para luego reír con ironía – Claro, no quieres llamar la atención estando con un chico pero te ha importado una mierda ser visto follándote a chicas o recibiendo mamadas en público en cualquier fiesta, ¿Cierto?

- Sólo no veo la necesidad de que los demás sepan esto... ya sabes, luego se meten, exageran las cosas... comienzan rumores estúpidos y no quiero eso.

- ¿Rumores? – inquirió con un tono que hizo que el pelinegro volviese a mirarle - ¿Cómo cuáles? – se cruzó de brazos – Oh, algo como "El gran heterosexual Jeon Jungkook está saliendo con un chico", "A Jeon Jungkook le gustan las pollas ahora, qué decepción", "Jeon Jungkook está saliendo con el marica más grande de toda la universidad" – escupió sin tapujos mientras el otro le miraba pasmado. Jimin chasqueó su lengua, sintiéndose cabreado en serio – Bien, has lo que quieras.

- Espera – le tomó del brazo antes de que se fuera pero Jimin volvió a mirarle con enojo, soltándose.

- Será mejor que no te vean conmigo, o pensarán que eres gay y eso apesta, Jeon.

Jungkook había sentido la necesidad de perseguirle, pero Jimin se perdió entre la multitud sin si quiera voltear a verle. Maldijo entre dientes, masajeando sus cienes con sus dedos medio y pulgar, sentía que si seguía pensando en ello simplemente se sentiría peor y no encontraría solución de todas formas.

Jungkook siguió con lo suyo mientras Jimin hablaba con chicos y chicas, era normal que se cruzase con muchos conocidos y compañeros, le gustaba hablar con quien fuera que estuviera dispuesto a compartir algunos tragos y reírse un rato, además de estar con sus amigos.

Por otro lado, el pelinegro siguió con sus otros amigos, fumando algo de hierba y bebiendo.

Sin embargo, el tiempo pasaba y a su alrededor la gente bailaba sin parar, viendo chicas y chicos besándose. No había tomado mucho, sólo un vaso de whisky y algo de cerveza.

Varias chicas se habían acercado a él, le hablaban, le sonreían pero él no podía sentirse más apático cuando se trataba de ellas. Quería otra cosa y no podía evitar sentir esa sensación de vacío en su estómago y el alcohol lo aumentaba el doble, necesitaba realmente distraerse, pero cómo podría hacerlo al ver desde lejos que el chico rubio, dueño de sus pensamientos, estaba sentado hablando con un chico. Él no sabía quién era el desconocido pero lo primero que vino a su mente fue "bastardo". Le sonreía descaradamente. Jungkook quebró su mandíbula y caminó en dirección a Jimin.

Se quedó de pie a su lado llamando la atención de ambos chicos.

- Jimin, ¿Podemos hablar? – preguntó, intentando mantener la compostura.

- ¿Puede ser más tarde? – preguntó con una actitud despreocupada – Estoy ocupado ahora.

- No – negó en seco – Necesito hablar ahora – dio una mirada de desprecio al otro chico, quien les miraba sin comprender mucho la situación. El rubio torció los ojos y se puso de pie.

- Que sea rápido, no quiero perderme la fiesta – pasó de largo, caminando.

Jungkook le siguió rápidamente, porque la gente pasaba entre ellos y podía perderlo en cualquier momento.

Jimin caminaba sin detenerse mientras Jungkook hacía todo lo posible por mantener su ritmo, el más bajo pasaba saludando a gente al pasar. Una chica le abrazó, saludándole y entregándole un vaso, preguntándole cómo estaba y cómo iban sus clases de danza.

Jungkook permaneció allí, sintiéndose impaciente y hasta comenzaba a molestarse bastante, Jimin no borraba su sonrisa, parecía como si el pelinegro no existiera allí. Le miró por un segundo, como si hubiera recordado que seguía allí y se despidió de la chica.

Le miró y tomando del trago que le habían regalado, simplemente le dijo que comenzara a hablar.

- Mira... sé que estás molesto... sé que no es la mejor situación pero no quiero que las cosas estén así...

- ¿Así? ¿Cómo? – preguntó relamiendo sus labios, saboreando el trago - ¿Me refrescas la memoria? No sé cuál es nuestra situación – el pelinegro soltó sus hombros, en un gesto desanimado, dándose cuenta que no la tendría fácil, Jimin se estaba vengando.

- Esto... - comenzó tropezando sus palabras – quiero decir, lo que estamos haciendo...

- ¿Qué hacemos? – ladeó la cabeza, apretando sus labios y fingiendo una expresión intrigada.

- Lo que... nosotros... - la mirada de Jimin le estaba poniendo más que nervioso, le presionaba, le exigía que hablase claro y Jungkook no hacía más que tartamudear como si hubiera olvidado cómo armar una oración.

- Nosotros...

- Maldición, ya sabes a lo que me refiero – alzó su tono de voz, perdiendo la paciencia.

- Realmente no – negó con indiferencia y comenzó a caminar, alejándose del pelinegro y obligándole a seguirle una vez más.

Como si fuera un perrito perdido en busca de su dueño, Jungkook correteaba entre la gente siguiendo el zigzag del rubio por la pista de baile, volviéndole prácticamente loco y con ganas de detenerle allí mismo y que dejara de tomarle el pelo, pero debía mantenerse calmo.

Finalmente volvió a detenerse frente a una mesa llena de cosas dulces que estaban mezcladas con alcohol.

Jimin comenzó a investigar las cosas deliciosas y llamativas de la mesa. Estaba llena de tazones con gomitas de colores de todos los tipos, sumergidas en alcohol. También había paletas, chupetines, caramelos, entre otras cosas. Todo tenía un leve sabor amargo por el vodka en los recipientes pero luego el sabor dulce de las golosinas daba creación a una combinación deliciosa y adictiva.

Jungkook observó a Jimin pararse frente a un tazón lleno de aquellas gomitas con forma de gusano, alargadas y de colores brillantes, llenas de azúcar por fuera. Llevó una de ellas a su boca, apretando entre sus dientes la mitad de ésta, cortándola y luego comiendo la mitad que había quedado entre sus dedos, los cuales estaban mojados por el alcohol.

Le miró, esperando continuara con lo que estaba diciendo, Jungkook perdiéndose en la manera en la que el rubio movía su boca y relamía sus labios.

- Decía... que esto que estamos haciendo... no creo que sea necesario simplemente... - se distrajo cuando Jimin, chupó sus dedos con vehemencia para sorber el alcohol y el azúcar en ellos. No dejaba de comer gomitas mientras el otro hablaba – no creo que sea necesario hacerlo público – Jimin arrancó con fuerza la mitad de otra gomita. Jungkook pasó saliva.

- ¿No? – ladeó su cabeza, Jungkook le imitó por inercia. Tragó la gomita y volvió a llevarse otra, pero esta vez la sorbió con sus labios, los cuales estaban llenos de azúcar. El pelinegro realmente tenía la necesidad de limpiar los labios ajenos con su lengua pero no lo hizo, en cambio, Jimin se los relamió, trazando ambos para saborear el azúcar con su lengua – No, no es necesario... tienes razón – asintió, lo cual a Jungkook le pareció extraño que no hubiera dicho nada para oponerse a la idea.

- Estás... ¿De acuerdo? – preguntó inseguro.

Jimin dejó las gomitas para tomar un chupetín en su lugar. Lo llevó a su boca y Jungkook sintió que la saliva en su boca se acumulaba.

Llevó el chupetín dentro de su boca, para luego jalarlo fuera para pasar sus labios sobre la dulce superficie de la cabeza de aquella golosina, para saborearla bien. Jugueteó con el chupetín, girándolo dentro de su boca, sacándolo y metiéndolo, apretando sus labios contra la forma esférica, rodeándole luego con su lengua y volviéndolo a meter.

- ¿Era todo lo que tenías para decirme? – preguntó, esperando que Jungkook despertara de su viaje astral por los labios y lengua de Jimin. Sacudió su cabeza, recordándose internamente que tenía algo para decir.

- Quiero decir... que no lo tomes a mal... no quiero que las cosas se arruinen...

- Claro, tienes razón, Jungkook – los labios de Jimin chuparon con intensidad la cabeza del chupetín, sus labios se veían tan bien cerrándose y apretándose contra lo que sostenían que Jungkook no pudo mantener sus pensamientos lejos de sus intenciones sucias.

- ¿Puedes dejar de hacer eso? – le preguntó en un hilo de voz, nervioso y conteniendo el aire. El más bajo arqueó una ceja. Succionó el chupetín en su boca, ahuecando sus mejillas, lo giró dentro y volvió a deslizarlo con lentitud hacia afuera, haciendo que se apreciara la carnosidad de sus labios.

- ¿Hacer qué? – se hizo el desentendido.

- Eso con tu boca... - se mordió el labio casi agresivamente, intentando alejar cualquier pensamiento que le hiciera tener el impulso de lanzarse contra Jimin y saborear sus dulces labios.

- No veo por qué... me siento algo ansioso y necesito tener algo en mi boca, ya sabes, la maldita fijación oral – bordeó su labio superior con su lengua. La manzana de adán de Jungkook subiendo y bajando rasposamente – Si ya has terminado, me iré a seguir con lo mío.

Así fue, Jimin siguió con lo suyo.

Jungkook quiso convencerse de que estaría bien, de que todo estaba más que bien con él, de que con Jimin estaba todo perfecto. Sí, lo estaba, él lo había dicho después de todo, o eso entendió al menos mientras le veía juguetear con ese chupetín en su boca o comiendo esas gomitas de la forma más erótica que había visto en su vida.

¿Era erótico? Sí, le parecía haberlo visto comer de esa manera porque no creía estar tan loco como para imaginárselo. Se había perdido en las curvas de sus labios, en aquella forma de corazón que su labio superior le daba, en lo carnosos que eran, tan mullidos y cálidos que no era sorpresa que fuera tan placentero besarle.

No sólo eso, eran suaves, quizás por la loción hidratante que le veía ponerse casi todos los días y le dejaba un sabor suave a frutilla. Sí, definitivamente por eso eran tan suaves, aunque todo en él era suave. Su piel lo era, cualquier rincón de su cuerpo se sentía sedoso bajo el tacto de las manos toscas del pelinegro, aunque poco a poco había aprendido a recorrer su piel de una manera que se adecuara al a delicadeza ajena, con cuidado, con lentitud, con admiración.

Sí, Jungkook pensó que estaría bien, pero eso era antes de darse cuenta que se había perdido en pensamientos tontos y vergonzosos respecto a Jimin. Fue cuando se despertó de su ensoñación cuando vio que el rubio seguía como si nada charlando con quien fuera se le acercara.

Dejó salir una bocanada de aire de forma brusca, sintiendo la amargura escalar desde su estómago hasta su esófago, allí a la altura de su pecho. No podía estar poniéndose así por alguien más, menos por un chico. Cualquiera menos un chico. "Quien sea, Jungkook, pero un chico no".

Sí, eso era, ¿De qué se preocupaba? ¿Por qué si quiera se molestaba? Jimin parecía estar muy bien sin él, por lo tanto, ¿Qué le detenía de pasarla bien? Nada ni nadie.

Despidiéndose de sus tontos pensamientos donde Jimin rondaba, continuó tomando y divirtiéndose.

Una hora, dos horas, tres. Tres horas fueron suficientes para poner la cabeza de Jungkook a cuatro metros sobre la estratósfera.

No, no necesitaba a Jimin ni nada de eso, se lo repitió una y otra vez. No le importaba lo que el rubio hiciera, no le importaba que estuviera hablando con chicas y chicos, que chicos y chicas se le acercaran, que le tocaran o lo que fuera que se le viniera a la mente en ese momento. No, no le importaba.

Pero, ¿Dónde estaba Jimin? Miró a su alrededor casi con desesperación.

No, no le importaba, no le necesitaba, pero al menos debía saber dónde estaba. Sólo eso, quería ver dónde estaba y luego seguiría con lo suyo.

"No, no, no debes, no te interesa". Sacudió su cabeza porque era una estupidez.

Dos meses, casi dos meses con él no eran nada.

No. Nada.

Bueno, en realidad eran demasiado para él. Sí, era eso, había sido demasiado lo que había aguantado a su lado.

Adiós, Jimin, eso era lo que debía pasar, no era extraño, no era la gran cosa, simplemente era lo esperado. Y debería de haberse sentido aliviado. Podía volver a ser él mismo, de hecho, así era mejor. Claro que era mejor.

"¿Dónde estás?". Sus ojos no dejaban de buscarle.

"Se acaba aquí, definitivamente. Jamás quise esto".

Tomó un vaso de alcohol que había en una mesa y lo terminó de un solo trago.

Tronó su cuello, perdiendo la paciencia. "Esto es estúpido", se dijo. 

Sí, lo era. Rió, lleno de cansancio e irritación.

Fue en ese momento donde se cruzó con la chica que antes se había acercado a él. 

"Siempre pude, todo seguirá igual, no puede fallar".

Su cabeza daba vueltas como si estuviese en una montaña rusa, un remolino de ideas, de pensamientos, de recuerdos, de sentimientos.

Empujó a la chica llevándosela hacia un rincón de la casa, oscuro, pocos podrían verles. Ella le sonrió con perversidad, satisfecha de haber conseguido la atención del pelinegro, incluso aunque éste sin previo aviso estrelló sus labios contra los de ella y los movió bruscamente en un beso sucio, lascivo. Ella le siguió el juego.

La apretó contra su cuerpo, dejó sus labios que poco le saciaban para dirigirse a su cuello y comenzar a besar su piel. Llevó su mano hacia su entrepierna, hizo que introdujera su mano dentro de sus bóxers. La chica comenzó a masturbarle pero difícil se hizo la tarea al notar que no estaba dando mucho resultado.

Jungkook mordió con fuerza el cuello de la chica, sacándole de la boca un quejido de dolor, obligándole a alejarse un poco de él.

- ¡Ow! – se quejó, llevando su mano libre a su cuello – No hagas eso.

- Cállate – insistió de la misma manera, volviendo a sentir el sabor a sangre cuando pellizcó su piel con sus dientes.

- ¡Quítate! – gritó, empujándole esta vez con ambas manos. Cuando volvió a acercarse, tapó su boca con su mano derecha, obligándole a callarse. Su mente se había nublado, pero en un segundo donde la chica reaccionó como no esperaba, aquella cachetada en su rostro le hizo perder los estribos.

- Hija de... - estrelló su mano fuertemente contra la mejilla de la chica. Fue tan fuerte el golpe que ella cayó al suelo. Tapó su rostro con sus manos y le miró con miedo y rechazo – Hija de perra... - se hizo hacia atrás – mierda... - llevó su mano a su cabeza.

Su cabeza realmente dolía.

"¿Dónde mierda estás?", su cabeza giraba, sus ojos recorrían todo el lugar.

No, no funcionaría, jamás lo haría. Odiaba eso, las odiaba, no podía ni verlas. ¿Qué significaba eso? No podía ser. No era eso, era simplemente que eran una molestia, un maldito grano en el culo. ¿Quién no se cansaría de ellas? ¿Quién las soportaría? Jamás podría soportarlo.

En cambio él, él era... era él.

Sacudió su cabeza, la desesperación a la vuelta de la esquina, la angustia asechando su corazón desamparado.

No supo cuándo un puño se estrelló contra su rostro. Una, dos, tres veces.

Una pelea, sólo pudo devolver un puñetazo antes que su amigo Yoongi se acercara a separarle del chico que no dejaba de querer tirarse encima de él, insultándolo, amenazándole con hacerle trizas por haber golpeado a su amiga.

"Púdrete, imbécil", le gritó escupiendo la sangre que le había sacado de su boca.

Su amigo gritándole un par de cosas, intentando que se detuviera de caminar hacia ningún lugar o eso creía. Le preguntaba qué estaba mal con él, qué le sucedía, qué estaba haciendo, estaba fuera de su mente.

Jungkook apenas escuchaba y no le importaba lo que pasaba a su alrededor. No pararía hasta encontrarle.

Las odiaba, las odiaba a ellas, no a él. Nunca a él.

Su madre, su madre era tan tonta, tan débil, lloriqueaba y luego perseguía al dueño de su sufrimiento. Su madre, sin embargo, era la única mujer a la cual él alguna vez había querido, la adoraba aunque él no lo dijera ni se lo demostrara. Jamás lo diría, jamás lo aceptaría, porque su orgullo era lo único que le mantendría de pie, su orgullo sería lo único que evitaría que le lastimasen una y otra vez, que le decepcionasen.

No lo diría porque había aprendido que era la forma de ser fuerte y no dejarse manipular por otros. Era lo que su padre le había enseñado, lo que le había repetido mil y un veces. Así sería el heredero de su empresa, así sería de los hombres más importantes, así sería respetado por todos. No había espacio para emociones tontas, eran inútiles, le llevarían al fracaso, justo como en ese mismo instante le estaba sucediendo.

"Los maricones son menos capaces, Jungkook, son como las mujeres, dependen de otros hombres como perros que persiguen un mísero hueso. Igual que los perros callejeros, están llenos de enfermedades, son imprudentes, son asquerosos, mira como murió el vecino de en frente, tenía SIDA, ¿Sabes por qué?".

Su padre le había sonreído casi de forma siniestra.

"Asqueroso. Ya me parecía que ese niño era de desconfiar, raro, yo que Park lo envío a un reformatorio, o un convento para que le corrijan"

El hombre rió aun manteniendo su mirada que expresaba disgusto.

"No puedes salir, Jungkook, estudiar es importante, es tu futuro y el de nuestra familia, eso harás. No hay tiempo para juegos, ya deja de insistir".

"Esas juntas solo traerán problemas. Ese niño, Park, vaya a saber las cosas repugnantes que hace con los otros niños".

"Jungkook, intenta si quiera hablar con Park y no volverás a entrar a esta casa"

Todo lo que podía hacer Jungkook era simplemente mirar por la ventana de su living cuando su padre no le veía. Todo lo que podía hacer era ver a ese niño de cabello oscuro, ojos rasgados y rostro sonriente jugar.

"¡Jimin! ¡No seas malo, suelta la pelota!"

Jimin. Se llamaba Jimin.

Jimin. Era un lindo nombre incluso desde aquel entonces.

La cabeza de Jungkook dolió demasiado al momento que se detuvo en medio de la pista. Algo dolió muy dentro suyo, desplomándole instantáneamente.

"¿Jimin?". Observó al chico rubio, sonriendo y riendo sentado en el sillón, acompañado de quien le hacía reír, un chico grandote, musculoso, cabello negro. Wonho.

¿Por qué las cosas habían resultado así?

Su padre le mataría, le haría añicos.

Se acercó a pasos rápidos y Jimin le miró a penas le tuvo cerca, porque su brazo fue tomado fuertemente y jalado lejos del otro chico.

El rubio quiso soltarse pero lejos de poder lograrlo se dejó arrastrar fuera de la casa, la calle estaba oscura y solitaria, la luz de los postes  era lo único que les dejaba ver sus rostros. Sus respiraciones estaban agitadas, irregulares.

- ¿Qué mierda haces con Wonho? – Jungkook realmente estaba intentando comprender. Su mente iba demasiado rápido, las imágenes, palabras y dudas se disparaban, galopaban dentro suyo.

- ¿Qué demonios te sucede? – se sobó el brazo por la quemazón que el garre del pelinegro le había dejado. Le observó con mayor atención, notando los golpes en su cara - ¿Qué mierda te pasó en el rostro?

- ¿Qué hacías con Wonho?

- Sólo hablaba... - respondió.

- ¡Ni mierdas! – gritó. Jimin sintió el bello de su nuca encrisparse.

- Cálmate...

- ¡No! – negó y se acercó a él pero Jimin retrocedió – No quiero... - negó con la cabeza – No quiero verte con Wonho... con nadie...

- Jungkook... sólo estaba hablando con él.

- Te lo has follado... te lo has follado ¿Cómo puedes hablar con él? – a Jungkook le estaba volviendo loco la simple idea. Wonho miraba a Jimin de una forma tan animal que a él le enfermaba – No puedes simplemente ignorarme e irte con él.

- Tú me estabas ignorando, Jungkook.

- Vámonos... - dijo, acercándose.

- ¿Qué?

- Vamos a casa, quiero estar contigo.

- No – Jimin negó efusivamente – No nos iremos.

Jungkook sentía que la situación se le salía de control porque lo único que quería era llevar consigo a Jimin lejos, nada más quería llevarle con él y alejarle de cualquiera que pudiera acercarse a él, tocarle o lo que fuera. Quería irse o haría algo estúpido o alguien terminaría por rebanarle la cabeza por haber golpeado a esa chica.

Necesitaba irse, se sentía realmente mal, sus manos picaban y temblaban.

- Jimin, vamos... - sudaba, demasiado, su voz sonaba temblorosa.

Quería llevárselo consigo, quería acostarse en su cama con Jimin a su lado y que ese nerviosismo se fuera, quería estar lejos de allí, de toda esa gente. ¿Tan difícil era de entender? Sólo quería que le dijera que sí y que se fueran de allí. 

- Has tomado demasiado... - dijo el rubio, mirándole con cautela, estudiando el comportamiento del otro, y notaba que no estaba nada bien - ¿Con quién te has peleado? ¿Por qué estás golpeado?

- Nada importante...

- Jungkook – su voz sonó dura y grave. Se acercó al pelinegro y le miró fijamente – No puedes simplemente aparecerte y sacarme cada que hablo con alguien, no puedes seguir teniendo peleas o golpeando gente, maldición, ¿Quién demonios te golpeó?

- Dije que no importa – respondió con molestia.

- ¡Hey! – gritó alguien detrás de ellos. Saliendo de la casa, era el chico que le había golpeado, acompañado de dos más. La chica a la que él había golpeado salió detrás de ellos – La pagarás caro, Jeon.

Lejos de comprender lo que sucedía, Jimin les miró con miedo porque sí podía darse cuenta que esos chicos estaban listos para destrozar a Jungkook.

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Primer capítulo de hoy. 

Jungkook anda luchando aún con sus sentimientos e intentando manejar la situación en la que se encuentra. Sus celos toman el control, el enojo y el despecho por verse tan débil por los sentimientos que está desarrollando, y el alcohol que potencia todo eso, haciéndole además tener recuerdos de su infancia, cosas clave que le condicionaron toda su vida. 

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