23. Empezando de cero
Jungkook POV
Estocada tras estocada, con cada movimiento busqué llegar profundo dentro de él. Su interior palpitaba, se contraía contra mi miembro generando un calor tan abrasivo que se extendía por todo mi cuerpo, estremeciéndome por completo. Los gruñidos en mi garganta se hacían cada vez más altos.
Húmedo, resbaladizo, se sentía demasiado bien.
Besé su cuello con intensidad, pegándome a su cuerpo y rodeándolo con mis brazos para estrujarlo y que sintiera mi presencia, mi calor. Moví mis caderas con fuerza mientras sus piernas se aferraban con fuerza a mi cintura y me empujaban más adentro de él. Sus gemidos desvergonzados llenaban la habitación, al igual que los sonidos húmedos de mi erección dentro de él.
Vocalizaba con su voz fina y rasposa, demostrándome lo tanto que estaba disfrutando de cómo me movía para él. Se derretía bajo mi cuerpo se aferraba a las sábanas y su ceño fruncido y ojos cerrados eran la clara señal de cómo se dejaba consumir por el placer.
- Ohh... mierda... justo ahí... - dijo entre jadeos, intentando tomar aire. Aumenté el ritmo de mis caderas – ... dios... - me moví un poco, bajando hasta su pecho y comenzando a lamer uno de sus pezones – Jung...Kook...aahhh...
Me estaba matando, quería venirme dentro de él pero me estaba aguantando para hacerle llegar ya que le había entretenido bastante tiempo sólo para hacerme rogar.
Mordisqueé y chupé su piel, jugando con su pezón y haciendo que arqueara su espalda, buscando aún más contacto.
Sentí cómo el líquido dentro de mi miembro comenzaba a escurrirse, y fue en ese momento donde, antes de que los temblores de mi orgasmo me atacasen, tomé su polla con mi mano derecha y comencé a masturbarle rápidamente, sin darle descanso a sus gemidos lascivos.
Pude correrme dentro de él, llenándole con mi líquido caliente y él se vino sobre su abdomen y mi mano, soltando un suspiro profundo lleno de satisfacción, al igual que yo.
Terminé tendido sobre él, completamente rendido y cansado, nuestros pechos se expandían el uno contra el otro buscando llenarse de aire para recomponernos. Nuestras pieles calientes y llenas de sudor se sentían bien juntas, el sentir su corazón contra el mío era una sensación extraña pero agradable, algo que poco a poco comenzaba a descubrir.
- ¿Te estoy aplastando...? – pregunté manteniendo mis ojos cerrados.
- No... quédate así... - susurró. Sentí sus manos sobre mi espalda, sus dedos dibujando garabatos, trazando caricias sobre mi piel.
- Se supone iba a estudiar... pero tuviste que venir... - comenté a modo de reproche, aunque mi voz era suave.
- Estabas demasiado estresado... tu pene me lo agradece – dijo llevando sus manos a mi cabello y yo reí por su comentario – Quería darte tu espacio, pero me dio ansiedad estar una semana sin verte... - levanté mi rostro para verle y le sonreí divertido.
- ¿Me extrañaste? – alcé una ceja.
- ¿Qué si lo hice? – frunció su ceño e hizo un mohín en señal de estar ofendido y yo sonreí entretenido.
- ¿No puedes estar una semana sin mí? – me acerqué a su cuello y comencé a darle suaves besos, jugando un poco con mi lengua y succionando su piel levemente. Él suspiró a gusto – Hiciste lo correcto en venir... también lo necesitaba – succioné con algo más de fuerza su piel, dejando una leve marca roja que pronto se iría.
- Me gusta cuando eres así... - le escuché reír por lo bajo – eres lindo... - me alejé para observarle, sus ojos tan rasgados, casi cerrados mientras sonreía. Me mordí el labio conteniendo mi sonrisa y le besé fugazmente para luego recostarme a su lado.
Así habíamos estado desde hacía un mes y medio. Había pasado ese tiempo desde que tuvimos aquella charla el día de su muestra de danza.
Una cosa llevó a la otra, más que nada el rendirme al hábito de resistirme a él fue lo que nos llevó a eso. Desde hacía tiempo que él había estado rondando mi cabeza sin cesar, volviéndose insalubre lo tanto que le pensaba, haciéndome sentir celos de otras personas cuando algo como eso jamás me había sucedido, pero como si hubiera sido algo de la noche a la mañana, el hecho de que estuviera con otras personas había comenzado a molestarme. Si no controlaba eso, tendría problemas, porque Jimin y yo no éramos nada, y yo, supuestamente, le detestaba.
Mis acciones lo único que lograron fue que él se enojara conmigo en incontables ocasiones y el darme cuenta que eso me molestaba o que me afectaba de alguna manera me hizo dar cuenta que había algo ahí y no sabía qué.
Al punto donde había llegado aquella tarde de su muestra de danza, pude saber que no quería que cortara contacto conmigo, y también pude saber que no podía follarme a una mujer por más motivado que estuviese, simplemente no funcionaba y era tiempo de aceptarlo antes que seguir haciendo el ridículo.
Si quería esclarecer mi mente tras tanta confusión que me quitaba la paz mental y me hacía sentir como si mi cerebro estuviera al borde de freírse, debía tomar una decisión.
La decisión fue simplemente mantener lo que fuera que tenía con Jimin, porque de todas formas pensaba que si eso estaba destinado a fracasar, pronto lo haría, por lo que dejé que el universo decidiera por sí solo, mientras yo disfrutaría del mejor sexo que alguien podría haberme dado, porque por más polvos que hubiera tenido, por más experiencia que me había ganado, jamás había disfrutado tanto de tener sexo antes.
A pesar que siempre había sido una persona sexualmente muy activa, el sexo era demasiado rutinario en mi vida, hasta el punto de resultarme monótono.
Además de todo, por más que buscaba mujeres constantemente para follar, había demasiadas cosas de ellas que no me gustaban, que me irritaban, hasta el punto de parecerme poco interesantes y odiosas. La llegada de Jimin lo único que hizo fue dar aún más fundamentos a favor de eso.
Entonces, allí estaba, con Jimin en mi cama, acurrucándose contra mí y yo sin rechistar abrazándole como si me hubiera vuelto una persona diferente. A veces tenía el leve impulso de despertar de esa fantasía y recordar quién era yo en verdad, de vez en cuando la batalla interna sin resolver conmigo mismo volvía a surgir sin dejarme estar tranquilo con lo que fuese que yo estaba decidiendo.
Pero, en primer lugar, ¿Qué era lo que estaba decidiendo?
Había algo ahí, una idea merodeando por mi cabeza, una vaga idea de lo que estaba ocurriéndome pero lo único que podía hacer, y para ello era todo un experto, era simplemente patearla lejos, hacer que permaneciera en las sombras porque si había una forma de describirla dentro de la oscuridad de mi cerebro era algo que llevaba escrito "peligro" en letras rojas brillantes y muy grandes. Una especie de cofre que sabía que si lo abría no había vuelta atrás. Ese cofre había aparecido luego de haber abierto la puerta que también había ignorado por un largo tiempo, aquella del rincón de mi subconsciente, donde estaba escrito bien claro "Park Jimin".
- ¿Puedo quedarme a dormir contigo? – preguntó mirándome con ojos suplicantes. Fruncí el ceño en desaprobación – Prometo que me portaré bien... - se colocó sobre mí y me besó de manera melosa. Automáticamente le rodeé con mis brazos – O puedo portarme mal si quieres... - me miró con picaría.
- Dios... - suspiré cuando sentí su miembro rozarse con el mío. Llevé mis manos a su trasero y lo apreté con fuerza – Dame... un respiro... Jimin... - le besé húmedamente para luego morder su labio. Levanté mi pelvi para hacer presión contra él.
- Tus acciones te contradicen... - rió sobre mis labios.
- Ya te he dicho que me vuelves loco... - moví mi mano derecha, que estaba sobre uno de sus glúteos, y deslicé dos dedos por la separación de sus nalgas, encontrándome con su entrada e introduciéndolos de inmediato. Suspiró pesado al sentir cómo comenzaba a moverlos dentro de él, muy despacio y en círculos.
- Si vuelves a follarme... - habló entre jadeos – entonces me quedo a dormir... - pasó su lengua, muy lascivamente, desde mi mentón hasta la punta de mi nariz.
- Veo que entendiste la indirecta... - comenté, ganándome una sonrisa por parte de él.
Volvimos a hacerlo, porque no podíamos desperdiciar el tiempo estando juntos.
Había pasado toda la semana estudiando para mis exámenes y había decidido no verle porque de lo contrario no podría concentrarme. Llevaba casi dos meses de estar viéndome con él, manteniendo un ambiente pacífico y ameno para ambos, por lo que me acostumbré rápido a lo bien que se sentía tener a alguien con quien follar de esa manera. Y digo "de esa manera", porque follar con Jimin era completamente diferente a mis experiencias previas, y no era por el hecho de que él era el único hombre con el que me había acostado, sino que era otra cosa.
- ¿Química? – pregunté incrédulo.
- Sí, Jungkook – respondió con molestia Yoongi. Suspiró, intentando tener paciencia – De esa que surge entre dos personas cuando se conocen y se dan cuenta que congenian bien juntas – Permanecí pensativo, o más bien ahogándome en el mar de pensamientos que iban de un lado a otro, haciéndome debatirme en si mi amigo estaba diciendo algo que me comprometiera en demasía o no.
- ¿Congenio... con Jimin? – más que una pregunta para él, fue una pregunta para mí mismo. Nunca se me hubiera cruzado por la mente el que algo así me pasara con alguien, menos con un chico, y de todos tenía que ser mi antiguo vecino.
- Esto te sucede por ser un frívolo de mierda y no saber lo que es tener química con alguien – habló mientras me apuntaba con el dedo – Eso que sientes ahora, es la química entre ustedes dos.
- De todas formas no estoy muy seguro de si sea química.
- Sí lo es... la química es una forma elegante de decir que te gusta follar con él – explicó y yo parpadeé varias veces con aquello retumbando en mi cráneo.
- Entonces sí es química, porque me encanta follar con él.
- Wow, demasiado sincero – dijo sorprendido por mi comentario, incluso yo me sorprendí de haberlo dicho de esa manera, era la palabra "encantar" la que había hecho de mi frase algo que no podía pasar inadvertida.
- Bueno... eso no significa que sea otra cosa – ladeó su cabeza y luego rió.
- Pero sabes cómo es la química, Kook... - sonrió, acercándose un poco a mí y mirándome fijo, captando toda mi atención por lo que estaba a punto de decir – Las reacciones químicas derivan en otras reacciones, como consecuencia de un proceso químico... lo que hoy es "Me encanta follar con Jimin", mañana será otra cosa... un "Me encanta Jimin"... o quizás "Quiero a Jimin"... - enumeró, y el calor comenzó a escalar dentro de mi cuerpo – O mejor aún, "Estoy enam-
- Ya – le corté a tiempo, con un gesto de mi mano. Solté el aire en mis pulmones – No creo que haya posibilidades de que esto llegue a mayores, esto es sólo...
- ¿Una etapa? – arqueó una ceja. Iba a asentir, cuando él volvió a hablar - ¿Estás seguro de que planeas dejar esto que tienes con él? Porque desde donde yo lo veo te diré que... en la química hay dos tipos de reacciones, las reversibles y las irreversibles – hizo una leve pausa, tomando un sorbo de café – Y yo creo que esto se ve bastante irreversible.
La palabra irreversible me daba miedo, me sonaba a un pozo sin fondo en el cual una vez caes no puedes volver. Así de tenebroso, así de agobiante y así de traumático.
Para mi suerte, el rey de Roma se apareció a lo lejos. Le vi hablando amistosamente con un grupo de chicos y chicas. Las personas solían acercársele demasiado, le tocaban, poniendo sus manos en sus hombros, en su espalda, le hablaban de cerca, reían con él, y mientras tanto Jimin disfrutaba de ser tratado así, porque él devolvía de la misma manera, con mucha confianza, algo que a mí no me parecía necesario para nada.
Todo el mundo parecía estar encantado con él, a nadie le importaba demostrar lo contrario porque Jimin no era alguien que se fuese a reír de quien llegase a gustar de él. Las mujeres le decían lo tanto que desearían tener de novio a un chico como él, Jimin se jactaba de que eso en realidad era una buena forma de decir "Qué pena que seas gay, porque quiero salir contigo". Se les escapaban suspiros anhelantes, sonrisas ensoñadoras y elogios a borbotones.
Podría decirse que no me molestaba, porque sabía que no iría más allá de simplemente un fuerte "amor platónico". Las chicas que revoloteaban alrededor de Jimin sabían que estar con él era completamente imposible, ellas estaban fuera de su radar.
No, ellas no eran la amenaza.
La amenaza eran ellos.
Así como a ellas se les escapaban suspiros, a ellos se les desviaban los ojos cada vez que Jimin pasaba cerca. Él disfrutaba de tener la atención de cualquier hombre que se le cruzara y se divertía cada vez que alguno de ellos intentaba hacer algún movimiento sobre él, como hablarle, coquetearle, pedirle su número y ese tipo de cosas, mientras yo no podía dejar de tensar la mandíbula en esas ocasiones, más le convenía no atraparle dándole su número a ningún imbécil desesperado.
Tenía tantos malditos malos hábitos, que para él eran "naturales", pero sabía muy bien que eran su manera de seducir a quien fuera que lo estuviese mirando sin importar su orientación sexual, religiosa, política o lo que carajos fuera, nada estaba hecho a prueba de Jimin, y lo decía por experiencia propia.
Jimin atentaba contra las convicciones de cualquier ser humano, derribando hasta los discursos más sólidos. Era suficiente que sonriera un poco, mostrando su brillante dentadura, la forma en la que sus ojos se cerraban y luego se tiraba hacia atrás el cabello para tenerte a sus pies o al menos dejarte boquiabierto pensando en qué fue lo que acababas de sentir. Y por si aún había lugar para dudas, él se relamería los labios y te miraría de arriba abajo, para asegurarse de no haber dejado parte de ti que permaneciera íntegra todavía.
Había notado cómo hacía eso con todo el mundo, y lo peor era que sabía surtía efecto, la gente se volvía adicta a simplemente verle, aunque no intercambiaran palabras con él.
No sabía lo tan efectivo que era su poder hasta que comencé a sucumbir ante él y así me encontraba entonces, babeando cada que le veía y teniendo la necesidad de acercarme y hablarle, incluso estando en la universidad.
- Ya terminé mis exámenes – comenté acercándome a él, quien estaba mirando la cartelera de los próximos eventos de nuestra Universidad. Me miró a penas me recargué sobre la pared.
- ¿Y? ¿Cómo te ha ido? – preguntó expectante, un leve brillo en sus ojos se hizo presente.
- Me fue muy bien, por suerte – sonreí y él hizo lo mismo.
- Felicitaciones – me dijo con un tono de voz dulce. Relamí mis labios, intentando contener el tonto impulso de querer acercarme más a él. Le eché una mirada a la cartelera.
- ¿Qué veías?
- Oh, estaba viendo que habrá una fiesta el mes que viene, un baile – rió – Nunca hicieron algo así... con máscaras y esas cosas – ladeé la cabeza mirando lo mismo que él.
- ¿Irás? – pregunté.
- Seguro, parece divertido... siempre quise ir a una fiesta así.
- Bien... - asentí y le miré – Iré también – él arqueó una ceja y yo me encogí de hombros – Creo que usar máscaras será divertido – expresé, pensando que en realidad solo me interesaba ir porque él estaría allí – Podemos ir juntos... bueno, con los chicos, ya sabes – carraspeé.
- Claro – sonrió, sujetándose al hombro su mochila – Por cierto... Hobi está en clases ahora, y yo ya me voy así que...
- Seguro – asentí incluso antes de que terminase, sabía lo que diría, y claro que tenía mi "sí" absoluto.
- Bien, vamos – señaló con su cabeza hacia el pasillo, para que comenzáramos a caminar.
En el camino hablamos de cosas totalmente banales, un poco sobre los exámenes, sobre las cosas que planeábamos hacer para el próximo receso, y ese tipo de cosas. Si bien él vivía en los apartamentos del campus, la distancia era considerable, ya que nuestra Universidad era muy grande, con muchos edificios que demarcaban cada departamento universitario.
Nos adentramos a la zona de los apartamentos, él se cruzó con varios de sus compañeros de piso, y cuando puso la llave en la puerta y abrió esta, dio un respingo y yo le seguí.
- ¡Mierda! – cerró de un portazo – Mierda... mierda... mierda... - ambos nos echamos para atrás. Quedándonos atónitos. Nuestros ojos abiertos como platos y nuestras bocas semi-abiertas dejando pasar nuestra respiración agitada.
- Eso... - comencé, sin poder apartar mis ojos de la puerta. Sonido de cosas cayéndose y cuchicheos que se oían como maldiciones, reproches y otro puñado de cosas más soltadas al aire, se escuchaban en la habitación.
- No puede ser.
Así fue cómo descubrimos que Taehyung y Hoseok llevaban follando hacía un tiempo.
Jimin y Hoseok discutieron, mientras Taehyung y yo solo estábamos allí esperando a que pasara la tormenta.
- ¡No es que no confíe en ti! – se defendió Hoseok frente las palabras de Jimin – No entiendes... no es sencillo...
- Hubiera sido más sencillo si lo hubieras compartido conmigo... si no te lo hubieras guardado.
- No podía hablar de ello, Jimin – le respondió con un tono firme – No podía hablar de algo de lo que no estaba seguro – hizo un silencio prolongado donde ninguno de nosotros acotó ningún comentario o palabra. Inspiró hondo y luego prosiguió – No quería hacer de esto un gran asunto... y planeaba contártelo cuando estuviera listo.
Debía admitir que estaba altamente sorprendido de que Hoseok hubiera terminado confundido hasta el punto de involucrarse con Taehyung. Según lo que había podido comprender en el tiempo que le había conocido, era que él se negaba totalmente a cualquier intento de mi amigo por acercarse a él, estaba seguro de que así seguiría y Taehyung terminaría por aburrirse a tal punto que buscaría a alguien más.
Sí, no fue sólo Hoseok quien me sorprendió sino también la persistencia de mi amigo, quien jamás había mostrado tanto interés por alguien, siempre era de aquellos que por más sociable que fuera no solía estar en relaciones serias, no se interesaba por nadie a tal grado, por lo que simplemente tenía encuentros de una noche, o varias, pero eso era todo.
Desde hacía tiempo que no le había visto interactuar mucho con otras personas, acostarse con otros, por lo que en ese momento comprendí que la razón de ello era Hoseok y aquello que ambos estaban intentando llevar adelante.
Sentí por un instante que era una situación similar a la mía con Jimin. Ninguno de los dos estaba del todo comprometido con el otro, porque no éramos una pareja, simplemente coexistíamos, nos acoplamos el uno al otro para llevarnos bien y compartir algo que a ambos nos gustaba demasiado; el sexo.
Sí, era meramente sexual, sin embargo, nuestra relación tenía otras cosas, como momentos donde solo conversábamos o nos besábamos antes de quedarnos dormidos, eso sucedía cuando estábamos demasiado cansados y nuestros cuerpos se rendían antes de que nos pudiéramos poner en marcha para follar.
Sin embargo, aunque todo parecía estar bien, las cosas dentro de mi cabeza en algún momento volverían a arruinarlo todo.
.
.
.
.
Segundo capítulo de hoy.
Jungkook está en proceso de aceptación, ya sabe cuál es su situación pero aún está descubriendo no sólo cómo es estar saliendo con alguien y todo lo que ello conlleva, sino también que está descubriendo a Jimin y que le gusta pasar tiempo con él.
No le van a resultar fáciles las cosas, pero él recién está comprendiendo lo que le está pasando.
Espero les haya gustado el capítulo, gracias por leer!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top