15. No vuelvas
Jimin procuró cerrar su puerta con llave para luego voltearse y ver a Jungkook mirándole en silencio, aquello le hizo sentir un escalofrío. Los nervios estando a su lado jamás se iban, de hecho incrementaban cada vez más.
Hasta hacía solo unos días no sentía más que molestia al estar cerca de Jeon, pero en ese instante no podía evitar sentirse débil, desarmado. Nuevamente se había apoderado de su consciencia y la confianza que había recuperado flaqueaba una vez más.
Jimin se acercó a él con pasos cuidadosos.
- No podemos hacer mucho ruido... mis papás están aquí esta noche – el pelinegro se acercó más a él.
- Deberás contener esos gemidos tuyos entonces... - susurró sobre su boca. Jimin se alejó en un acto reflejo por huir de lo intimidante que era Jungkook. Se dirigió hacia la escalera y le miró, haciéndole una seña con la cabeza para que le siguiera.
Ambos subieron las escaleras y se dirigieron a la habitación del rubio. A penas Jungkook entró, este cerró la puerta y Jimin sólo le miró.
- Así que... tu madre trajo a alguien hoy... - dijo, intentando calmar su ansiedad con algo de charla.
- No, no trajo a nadie – respondió con indiferencia a medida que daba pasos hacia Jimin, quien no pudo retroceder porque de otra manera caería directo a su cama.
- Entonces... ¿Por qué viniste?
- ¿No es obvio? – enarcó una ceja. Jimin le observó, sintiéndose cada vez más pequeño frente a la personalidad oscura del más alto – Mientras te veía cambiarte no pude evitar pensar en que quería follar ese trasero tuyo – lo vio relamerse los labios – cuando te fuiste me masturbé pensando en ti – Jimin abrió sus ojos como platos, boquiabierto, sintiendo cómo la respiración se le cortaba. Un silencio bastante largo se hizo presente.
- No es gracioso, Jungkook... - bajó su mirada, sintiendo cómo sus majillas se enrojecían, quería golpearse a sí mismo en ese instante.
- No, no lo es – sintió como Jungkook agarraba su mano y la llevaba a su entrepierna, pudo percibir un bulto endurecido – Me sentí bastante molesto, porque no es la primera vez que me sucede... - acercó aún más su rostro y para Jimin el contacto visual se estaba volviendo bastante pesado.
- ¿No lo... es? – su voz medio tembló. Pensó que las copas que había tomado antes con su amigo le ayudarían a estar más relajado, pero no le estaban beneficiando en nada.
- No – dijo afirmando a su pregunta - ¿Quieres saber en qué pensaba mientras me masturbaba? – susurró haciéndole sentir el calor de su aliento sobre su boca– Pensaba en lo bien que se ven tus labios cuando me la chupas... - los ojos de Jungkook divisaron los labios de Jimin y no tardó en tomar el inferior con sus dientes, percibiendo la sensación carnosa y chupando hasta dejárselo rojo al soltarlo – Pensaba en lo apretado que te pones cuando te follo, en cómo gimes cada vez que me empujo dentro de ti – le dio un beso brusco y volvió a mirarle – me molestas tanto... - pasó su lengua por el labio inferior de Jimin, quien se sentía a morir para ese entonces. Sus piernas temblaban y su pecho se aprisionaba cada vez más.
- ¿Por qué te molesto...? – preguntó en un susurro casi inaudible.
- Porque no quiero pensar en ti... - volvió a morder su labio y lo soltó – Quiero dejar de pensar en tu boca... en tu maldito cuerpo... - apretó la mano de Jimin contra su entrepierna aún más.
- Pero no puedes... - esta vez fue Jimin quien acortó la poca distancia chupando el fino labio superior de Jungkook - ¿A qué te niegas? – tomó sus manos con suavidad, invitándolo a tocar su cuerpo, las introdujo bajo su remera y Jungkook pudo sentir el calor de la piel ajena al posarlas sobre su cintura, apretó sus manos sobre la piel delicada del rubio.
Jimin se soltó del agarre con cuidado, para finalmente dejarse caer en la cama. Se quitó la remera que llevaba puesta y se recostó sobre el colchón, dejando todo su torso al descubierto, permitiéndole a Jungkook recorrer su cuerpo con la mirada, posándola sobre sus pezones rosados, sobre lo perlada que se veía su piel, sobre el tatuaje a un costado de sus costillas y luego en aquel piercing brillante en su ombligo.
El corazón de Jungkook latía con excitación, golpeando fuertemente y poniéndole sus sentidos al cien por ciento. Cada movimiento que Jimin realizaba era sensual de alguna manera, y sus ojos entrecerrados buscaban atraparlo en una inmensa nube de lujuria contra la cual no estaba dispuesto a resistirse.
Se inclinó hacia delante, poniéndose sobre Jimin y explorando su cuerpo posó su lengua sobre aquel piercing en su abdomen, haciendo que el rubio jadeara de la impresión. Se mordió labio con fuerza para evitar soltar sonidos al sentir las relamidas en su ombligo.
Jungkook fue dejando leves marcas en aquella piel blanquecina, yendo desde su pecho hasta su cuello. Jimin cerró los ojos y juntó sus cejas, dejándose llevar por el cosquilleo de la lengua de Jungkook en su piel, soltando suspiros profundos.
Finalmente el pelinegro unió su boca con la de Jimin, besándole intensamente, masajeando con su lengua a la contraria. Sus manos acariciaban la cintura de Jimin, mientras que éste enredaba sus dedos en las hebras negras del cabello del más alto, ambos besándose sin pausa, acercando más sus cuerpos, apretándose el uno al otro sin separar sus bocas, suspirando contra ellas.
La excitación se acrecentaba cada vez más con los sonidos chasqueantes de sus labios y con los gruñidos que soltaban sus gargantas. A Jimin le gustaba la voz ronca de Jungkook cada vez que rozaba su rodilla contra la erección aprisionada. Por otro lado, Jimin también gemía bajo al sentir cómo Jungkook apretaba ambos pezones con sus manos, haciéndole arquear su espalda y acercar más su pecho al otro.
No pasó mucho tiempo hasta que Jimin estuvo boca abajo, completamente desnudo y con Jungkook encima de él empujándose bien profundo. Ambos estaban demasiado excitados, Jungkook apretaba sus labios para no hacer ruido y Jimin tapaba su boca con su mano derecha, cerrando los ojos con fuerza, pero aún así Jungkook podía escuchar los lloriqueos suplicantes del rubio que no podía aguantar más el calor y el ardor que se mezclaba con las corrientes eléctricas del placer.
El sonido lascivo del choque de sus pieles también se oía, al igual que el temblequeo de la cama, pero ninguno de los dos estaba dispuesto a detenerse, Jimin rezaba porque ninguno de sus padres escuchara nada.
Para el momento donde el climax llegó, Jungkook metía y sacaba sin problemas su miembro del interior de Jimin, apreciando lo rojo que estaba el anillo muscular del rubio. Sus glúteos también estaban rojos por el golpeteo de su pelvis y las nalgadas que eventualmente le daba.
Llegaron ambos al orgasmo, Jimin sintió cómo Jungkook se enterró con fuerza y precisión dentro suyo, haciendo que todo su cuerpo temblara, se retorció, apretando su mandíbula y su mano contra su boca para evitar que un gutural gemido se le escapara.
Respiró con satisfacción una vez la conmoción pasó y Jungkook se tiró boca arriba a su lado, agitado y sudado, cerrando sus ojos.
A la mañana siguiente ambos despertaron con bastante cansancio en el cuerpo pero con una satisfacción que solo se las podía haber dado una buena noche de sexo.
No comentaron nada acerca de la noche que habían pasado, de la manera desenfrenada en la que habían follado. Jungkook parecía tener un apetito sexual muy grande, para Jimin era impresionante porque sólo había podido llegar a eso en noches donde consumía alcohol o drogas, pero Jungkook en estado de sobriedad había tenido un rendimiento sin dudas envidiable para muchos, no le llamaba la atención que fuera conocido por tirarse a cada chica linda que podía.
Pensando en ello, Jimin debía aceptar que se sentía algo especial por poder ser el único chico capaz de acostarse con Jeon Jungkook, era un gran mérito, porque era popular, caliente pero sobre todo heterosexual hasta la médula. Jimin jamás hubiera imaginado despertarse con Jungkook desnudo a su lado, y apreciar lo bello que se veía al dormir, su ceño fruncido se suavizaba por completo.
Jimin despertó primero, el dolor en su cintura le estaba matando y sus pensamientos le atosigaban bastante. No podría nunca arrepentirse de algo así, pero no podía evitar sentirse extraño, más que nada por estar preguntándose qué era todo eso que estaba pasando. No es como si fuera algo definido, sólo follaban y ya, pero lo que le inquietaba era el no saber las intenciones de Jungkook a quien no le gustaban los hombres y por sobre todas las cosas, siempre había sido muy transparente en cuanto al odio que sentía por su persona.
Sí, Jungkook le odiaba, eso ya lo sabía, pero jamás entendería por qué ni tampoco la razón que le llevaba a acostarse con alguien que en realidad odiaba.
Para Jimin no tenía sentido, el pelinegro era una contradicción constante, y aquellas cosas que le había dicho la noche anterior, respecto a que se había masturbado pensando en él más de una vez y que le excitaba el tan sólo pensar en su cuerpo, le dejaba cierta sensación acojonante en su estómago.
Solo había dos cosas que rondaban la mente de Jimin en ese momento. O Jungkook estaba jugando con él, o estaba confundido.
Un gruñido detrás de él le hizo voltearse hacia atrás. Jungkook estiró sus brazos y una vez abrió los ojos, estos divisaron a Jimin.
- Tengo hambre – dijo con la voz opacada por el sueño. Jimin le sonrió.
- Yo también – buscó en su cama sus bóxers y se los colocó para ponerse de pie. Se estiró para sacarse la pereza y soltando un largo bostezo – Iré a por el desayuno.
- Tengo que ir al baño – se sentó en la cama, pasando sus manos por su rostro para despertarse. Jimin no pudo evitar mirar rápidamente el torso bien trabajado y los brazos de Jungkook, se le haría agua a la boca a cualquiera.
- Bueno, baja conmigo – sugirió cuando Jungkook se puso de pie. Cielos, sí que tenía un cuerpo increíble, sus hombros anchos, su cintura y sus piernas fuertes. Jimin se relamió los labios. Levantó su mirada y vio al pelinegro con una ceja levantada cuestionándole.
- ¿O quieres desayunar otra cosa? – preguntó con claro doble sentido. Jimin soltó una risita.
- ¿Recuerdas cuando te dije que te estaba mirando la entrepierna? – Jungkook asintió – Bueno, realmente tienes un buen paquete allá abajo – dijo con diversión, Jungkook comenzó a acercarse a él con pasos lentos pero algo amenazantes.
- ¿Tanto te gusta? – le cuestionó. A pesar de lo tenso que Jimin se sentía, no bajaría la frente si quería jugar.
- Claro, soy gay después de todo – barrió el cuerpo del pelinegro con sus ojos – Me gustan los tipos con un cuerpo como el tuyo... - sonrió provocadoramente y la garganta de Jungkook se contrajo un poco ante la actitud juguetona del contrario – Me gusta que tengan fuerza para poder alzarme contra la pared y penetrarme, me gusta sentir su peso sobre mí...
- Como Wonho... - Jimin lanzó una carcajada.
- Sí, como Wonho – se cruzó de brazos – Aunque él ya me levanta como una pluma - Jungkook se alejó para buscar sus bóxers.
- Eres liviano de todas formas – comentó al recordar que no pesaba cuando le había levantado y llevado por las escaleras la otra noche.
- Y tu pesado... hacemos una buena combinación – Jungkook le miró serio, el rubio no pudo evitar sonreírle traviesamente – Vamos abajo – se volteó, terminando aquella conversación.
Ambos bajaron las escaleras con pasos bastante cansados. Mientras Jungkook planeaba pasar por el baño antes de desayunar, Jimin planeaba hurgar en la alacena y el refrigerador en busca de comida, hasta que ambos detuvieron su caminar al encontrarse de frente con la señora Park.
Los dos chicos se quedaron inmóviles, observando a la mujer que los miraba con una expresión llena de sorpresa y boquiabierta. El problema no era que su hijo hubiera llevado a un chico a su casa y que ambos estuvieran allí solo con su ropa interior puesta, sino que aquel chico era el hijo de sus vecinos, Jeon Jungkook.
- Mamá... ¿Q-qué haces aquí? – preguntó Jimin nervioso, tartamudeando. Sintió sus mejillas arder bajo la mirada estupefacta de su madre.
- Hoy es mi día de franco... - dijo ella mirando a Jungkook con preocupación – Jimin...
- No sabía que hoy estabas en casa...
- Es tiempo de irme – con tono seco, Jungkook se volteó en dirección a las escaleras, queriendo desaparecer de ahí inmediatamente.
- Espera-
- Hijo – le interrumpió su madre. El chico miró cómo Jungkook se perdía de vista yendo al primer piso. Volteó para mirar a su madre - ¿Qué hace él aquí?
- ¿En serio lo preguntas? - arqueó una ceja.
- Me refiero... ¿Qué clase de relación tienes con él? Sabes que hace tiempo no hablamos con los Jeon.
- No tengo ninguna relación sólo... sólo nos vemos de vez en cuando, somos compañeros de universidad – explicó. Su madre le miraba con las cejas juntas. Con la preocupación en todo su rostro, suspiró y negó con la cabeza.
- Hijo, él no es un chico para ti... esa familia... ellos han dicho cosas muy feas de ti.
- Lo sé... pero-
- ¿Él es diferente? – su madre indagó de una manera que solo había sido un dedo en la llaga para Jimin. Bajó su cabeza, sabiendo que la respuesta no era positiva. Jungkook no era diferente de su familia. Mordió su labio, sintiendo culpa – No quiero que arruines tu vida, Jimin... que estés con él no es justo sabiendo que su familia es como es, que no apoya por lo que nosotros hemos luchado por tantos años.
- Ya soy grande para que sigas queriendo protegerme, mamá – se acercó al sofá tomando una chaqueta para cubrir su cuerpo.
- Siempre voy a querer protegerte. Un chico como Jungkook sólo te hará daño – le vio bajar por las escaleras y habló en un susurro – No lo quiero aquí.
- Mamá – quiso protestar pero notó que Jungkook se estaba dirigiendo a la puerta sin decir nada. Se giró en su dirección – Jungkook... - le llamó, caminando rápidamente hacia él para detenerlo.
No sabía por qué no quería que se fuera, quizás no era eso sino los términos en los que se estaba yendo. Las cosas habían marchado bien, quizás demasiado bien, y por ello no quería que se arruinaran de esa manera, no quería que su madre interfiriera en su delicado trabajo de poder tener una buena relación con Jungkook, porque realmente le interesaba conocer al chico, realmente le interesaba saber más cosas de él y descubrir a qué se debía su personalidad evasiva para con él.
Apoyó su mano en el hombro de Jungkook cuando éste abrió la puerta listo para irse, pero bruscamente se zafó de su agarre.
- Lo siento...
- Dile que no diga nada – masculló. Jimin le miró con ojos grandes y consternados.
- No... no dirá nada...
- Nadie puede saber esto, ¿entiendes? – le miró amenazante, pero más que eso, los nervios llenaban su tono de voz e incluso sus movimientos. Salió al porche, pero apenas puso sus ojos en su casa pudo ver un auto estacionado en la puerta, un auto demasiado familiar para él – Mierda... - con pasos erráticos se hizo hacia atrás, sin saber hacia dónde ir.
- ¿Qué sucede? – comenzó a preocuparse al ver lo alarmado que estaba el pelinegro.
- Mi padre, mierda... - dijo entre dientes – Mi padre está en mi casa – se rascó el cabello con molestia – No puede verme aquí... esto... - murmuró – esto me arruinará...
- Tranquilo...
- ¿Tranquilo? – preguntó cabreado y Jimin se sobresaltó – Me llega a ver contigo y me romperá la cabeza – con frustración pasó sus manos por su rostro. Jungkook sentía que la única manera de huir de esa situación era que la tierra le tragase.
- Entra – Jimin le tomó del brazo y lo arrastró dentro de su casa nuevamente, cerrando la puerta.
- ¿Qué sucede? – preguntó la señora Park acercándose con cautela.
- Mamá... por favor, danos un minuto – suplicó con su mirada. La madre de Jimin miró a Jungkook por unos segundos y suspiró. Se alejó de los chicos, dejándoles solos.
- No se irá... - dijo pensando en voz alta. Jimin pensó que no sabía que el pelinegro podría ponerse de esa manera - ¿Qué mierda está haciendo allí...? – apretó sus puños con fuerza y el rubio sintió algo de miedo – Esa perra... sigue detrás de él como la maldita desgraciada que es... - Jungkook pensaba que de no ser que estaba en una casa ajena, no hubiera podido contener la ira y hubiera roto más de un mueble.
- Tranquilízate.
- Deja de decir eso – volvió a dirigirse a él con un tono agresivo – Deja de hablar como si entendieras algo.
- Sólo digo que no lograrás nada por ponerte así... quiero ayudarte-
- ¿Ayudarme? ¿Cómo? – tan estaba enojado que soltó una risa burlona - ¿Entregándome el culo me ayudarás? – el rubio lo miró atónito pero rápidamente frunció el ceño.
- Eres un idiota, y un malagradecido – sintió un nudo en su garganta, sintió dolor en su pecho y se arrepintió de si quiera haber intentado ser bueno con él. Bajó la cabeza, no podía ponerse a llorar en ese momento – Sal por la puerta de atrás.
Era la única manera de que Jungkook pudiera salir de su casa y entrar a la suya sin ser notado por sus padres.
Ambos caminaron hacia atrás y Jimin abrió la puerta de su jardín trasero, esperando que Jungkook saliera.
- ¿Sabes qué me acaba de decir mi mamá? – le preguntó antes de que el pelinegro se marchara. Éste le miró atento, esperando siguiera hablando – Que no te quiere aquí – dijo con un tono frío y tosco – Y yo tampoco te quiero más aquí.
- ¿Por qué estás enojado ahora?
- ¿Por qué? – sonrió con amargura – Entiendo que solo tengamos sexo, pero creo que nunca voy a poder hacer que dejes de verme como a un objeto, como "un culo al cual follar" – el más alto quiso decir algo, pero simplemente no le salió – No vuelvas, ve con tu perfecta familia de homofóbicos, ve y quédate con ellos porque en esta casa no hay lugar para alguien como tú – la sorpresa golpeó a Jungkook y sintió por un momento que debía decir algo al respecto, pero no era el mejor con las palabras.
- Jim- la puerta se cerró sin dejarle terminar lo que quería decirle. Una sensación de desazón se hizo presente.
Lanzó un suspiro frustrado, no solo Jimin lo había echado y dicho que no quería verle por allí, sino que la madre del susodicho le había visto en plan de haberse acostado con su hijo y tampoco quería saber nada con él. Además, por otro lado, no le quedaba otra que volver a su casa, donde su madre, tal y como lo había supuesto, estaba en su habitación acostándose con su padre.
Intentó hacer oídos sordos, se encerró en su habitación, ni bien cerró la puerta la golpeó con un puñetazo, y luego a la pared. Dio varios puñetazos para descargar la furia que sentía en ese instante, haciendo que brotara sangre de sus nudillos. Cuando se detuvo un inmenso dolor nació desde sus manos y ahogó varios gruñidos.
Miró hacia el ventanal frente a él y se acercó para mirar a través del balcón hacia el ventanal de la otra casa. Se maldijo cuando se dio cuenta que estaba allí esperando verle otra vez.
¿Qué le sucedía?
Ese día tuvo una fuerte discusión con su madre, quien había aparecido con un moretón en su ojo derecho. Ella se puso a tomar como de costumbre, llorando y también devolviéndole los gritos. Él odiaba que su madre fuera tan débil, que buscara estar siempre con hombres para buscar olvidar a su padre pero al final no podía hacerlo, no le olvidaba y volvía a caer en su mierda abusiva.
Jungkook casi no habló con su madre el resto de los días, prefirió simplemente quedarse encerrado en su habitación sin hacer nada más. Sabía desde el primer momento que era un error ir a visitarla, que no podía fiarse de las tontas cosas que le decía ella para que él fuera. No importaba si decía que ella lo extrañaba, solo le interesaba beber y estar con sus amantes. Ni si quiera era capaz de dejar su abusiva relación con su ex esposo para poder ser una madre ejemplar para su hijo, pero, ¿Qué podía esperar? Jamás había sido un ejemplo para él, ni si quiera su padre aunque él siguiera absolutamente todos sus pasos.
¿De qué le había servido seguir los pasos de su padre? Había estudiado la carrera que su padre había querido, había decidido encargarse de su empresa en el futuro, había aprendido a ser frío y calculador, había aprendido a no dejarse llevar por sus sentimientos porque eso era de débiles, eso era lo que su madre jamás había aprendido.
Había aprendido cómo ser un hombre de bien, cómo conseguir lo que quería y cómo hacerse respetar. Había aprendido a que en la vida tenía que estar siempre primero que cualquiera, que para ganar tenía que ir por encima de lo que fuera, con determinación y sin dejar que nadie se metiera en su camino.
Recordó escuchar a su padre decir una vez cuando él era niño: "Hay dos clases de personas en el mundo, hijo. Aquellos que explotan, y aquellos que son explotados".
No había otra opción y Jungkook sabía que él no quería ser explotado, no quería que nadie le sobrepasara y le quitara su libertad.
El hombre que era su padre era alguien que había conseguido muchos logros y reconocimiento por todos sus esfuerzos y fortaleza. La mano no le temblaba, y Jungkook pensaba que quería ser así, pero allí estaba, preguntándose en qué le había ayudado todo eso.
Se preguntó si algo de todo eso había hecho de su vida algo mejor. Pero lo único que podía ver era lo solo que estaba en ese momento.
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