14. ¿Volverás por mí?
Completamente rendidos y exhaustos, ambos chicos intentaban normalizar su respiración, tendidos sobre la cama y mirando al techo. En ese instante ambos estaban con los pensamientos bastante revueltos y la excitación del momento no les daba lugar a poder ordenarlos.
Jungkook miró de reojo al chico rubio a su lado, casi con miedo de encontrar su mirada. Se preguntaba cómo habían terminado así, como si no pudiera recordar qué había pasado antes de ese suceso, incluso aunque él mismo sabía que había ido por cuenta propia a lo que ahora sentía como una condena.
Giró su rostro cuando vio al rubio tomar un cigarro y encenderlo con el encendedor que antes le había robado. Le extendió la caja, invitándole a tomar uno y así hizo, aunque en su mente había una lucha constante entre resistirse o simplemente ceder a lo que fuera que estaba sucediendo.
- Fue muy bueno... - dijo Jimin inhalando el humo de su cigarro para luego soltarlo desde sus pulmones.
- ¿Qué hora es? – preguntó. Jimin observó su celular.
- La 1 a.m.
- Mierda... - maldijo.
- ¿Qué sucede? – preguntó mirándole. Jungkook permaneció pensativo, pensando en que habían estado cuatro horas haciéndolo y que jamás había estado tanto tiempo teniendo sexo, realmente se había pasado. Tuvo ganas de estampar su cabeza contra la pared y soltó un suspiro frustrado – No sé si tu madre habrá terminado sus asuntos pero no me molesta que te quedes – se encogió de hombros y se acomodó en la cama – Digo, entiendo que es una mierda que tengas que volver sabiendo que ella está follando con un tipo – Jungkook lo miró, y Jimin notó que había dicho algo que no debía, o eso supuso.
- ¿Qué puedes saber tú si es una mierda? – no es como si esperara que luego de haber tenido sexo las cosas cambiaran entre ellos, pero aún se sorprendía de cómo el pelinegro reaccionaba a la defensiva frente a cualquier cosa – Claramente no lo sabes, tus padres siempre han sido "perfectos" – dijo con cierto tono despectivo.
- ¿Qué sabes sobre mí y mi familia? Para mí no han sido fáciles las cosas tampoco.
- ¿No? Lo único que sé es que siempre la has tenido fácil, ellos siempre te han aceptado, no sabes lo que es que no te acepten – se irguió, sentándose sobre la cama, con su cigarro en la boca y lo apagó sobre el cenicero en la mesa de luz de su lado, estaba listo para marcharse. Jimin entrecerró sus ojos.
- ¿Tus padres no te aceptan?... – lo pregunto más como para sí mismo - ¿Qué es lo que no aceptan? – preguntó, pero era estúpido esperar que respondiera a eso. La curiosidad le carcomería por un largo tiempo. El rencor de Jungkook frente a sus propios padres parecía ser bastante pesado – Sabes... cuando tenía 14 años mis padres tuvieron problemas y estuvieron por separarse. Mi madre se acostó con otro tipo por un largo tiempo. Pero pudieron enfrentar los problemas. Así que no somos una familia tan perfecta.
- Bueno, si su hijo les salió marica era claro que algo estaban haciendo mal – espetó con burla. Jimin sintió que los pocos avances que habían hecho ya no existían. Se sintió decepcionado, y eso que antes pensaba que no esperaba nada de él.
- ¿Eso lo dices tú o lo dice tu padre? – Jimin sabía cómo era el padre de Jungkook, básicamente porque su propio padre le había comentado que habían cortado toda relación cuando el señor Jeon había dejado en claro su postura frente a los homosexuales.
Jungkook se puso su pantalón sin responder a ninguna de las cosas que Jimin le decía, ignorándole por completo, o al menos eso fingía, porque las palabras se oían muy claras en su cabeza, las analizaba y reanalizaba.
Cuando se dio vuelta se encontró con Jimin a solo unos centímetros de él, mirándole con seriedad y profundidad. Estaba seguro que nunca había visto una mirada igual de poderosa como la del rubio.
- ¿Volverás por mí? – preguntó, sorprendiendo al pelinegro – Me llamas marica... me menosprecias, pero luego vienes y me follas como si no hubiera un mañana... ¿Siempre será así? – caminó, acortando la distancia entre ellos pero Jungkook retrocedía para mantenerla, hasta que chocó contra el ventanal del balcón – A ambos nos gustó esto, no puedes negarlo...
- Cállate, no me compares contigo – dijo con tono amenazante.
- ¿Qué me calle? Todo lo solucionas así, ¿cierto? – soltó una risa irónica – ¿No te cansas? ¿Por qué estás tan enojado? ¿A caso tengo la culpa de algo? – Miró de refilón hacia la calle, observando el auto en la puerta del pelinegro – Al parecer sigue allí y no se irá hasta la mañana – dijo volviendo a mirarle – Si te quedas, lo haces bajo mis reglas, cierra esa bocaza tuya, no soportaré que me jodas – Atinó a volver hacia su cama pero Jungkook le detuvo, apretándolo del brazo y acercándolo a él.
- No quieres que te joda... pero sí te gusta que te joda de otra manera, ¿Cierto? – sonrió con malicia, acercando su rostro al contrario. Le mordió el labio, haciendo que Jimin sintiera un nerviosismo que le hizo palpitar el corazón con rapidez.
- Y a ti te gusta joderme... - susurró sobre los labios de Jungkook - ¿Es tan difícil dejarte llevar? Si se siente bien... ¿No es eso lo que importa? – acarició los brazos del pelinegro, quien se tensaba con su tacto.
- No confundas las cosas... Jimin.
- No confundo nada... - sonrió y lamió el labio inferior del contrario, haciéndole sentir un escalofrío bajando por su columna. Se alejó, volviendo a su cama, donde se recostó dispuesto a quedarse allí.
Jungkook tardó unos segundos en hacerse a la idea que había sido invitado a quedarse allí a dormir, en esa misma cama, al lado del chico que él detestaba, pero de alguna manera él se había buscado esa situación, aunque había sido sin quererlo o eso quería creer.
Con cuidado, destapó el lado de la cama que estaba vacío y se acostó, sintiéndose extraño. Una risa repentina le sorprendió, haciéndole voltear al chico rubio.
- Pareces un extraterrestre explorando La Tierra – dijo entre risas Jimin – No te parecía tan extraño mientras me follabas.
- ¿Siempre eres así de molesto? – preguntó rodando los ojos y acostándose, dándole la espalda.
- Oh... ¿quieres que te abrace por detrás? – preguntó con una voz burlona.
- Si lo haces estás muerto – respondió ofendido, cosa que a Jimin no dejaba de darle risa. Se acomodó también de espaldas al pelinegro y suspiró.
- Deberías divertirte más, Jungkook.
Para Jimin la noche había pasado más que rápido, durmió de corrido todas aquellas horas, aunque despertó con un cansancio bastante notable en su cuerpo. Sin embargo, dentro suyo había una paz que confirmaba la buena noche que había tenido. Se estiró para desperezarse, algunos de sus huesos crujieron en el proceso. Se rascó el cabello y miró a su costado, viendo a un Jungkook con sus ojos abiertos y mirando al techo.
Jimin parpadeó varias veces y se refregó los ojos.
- ¿Estás despierto? – preguntó – Buenos días... - bostezó, acomodándose de costado en dirección al pelinegro - ¿Has podido dormir?
- Algo – respondió a secas.
- ¿Algo?
- No acostumbro dormir con alguien más, es extraño.
- Oh... ya veo – se quedó pensativo, rascándose la barbilla – ¿Quieres desayunar? – Jimin notó los ojos negros de Jungkook dirigirse hacia él, pero rápidamente volvieron a un punto fijo en el techo – ¿Qué te gusta desayunar?
- Nada en especial...
- Bien, iré a ver qué hay, si no bajas lo traeré aquí.
- Tráelo aquí – dijo en un murmuro. Jimin le sonrió, poniéndose de pie y yendo a buscar el desayuno.
Jungkook permaneció mirando la habitación a su alrededor. Desde los muebles, como el armario, el escritorio, incluso aquel piano eléctrico que bastante le había llamado la atención y no había notado antes. Todo estaba muy ordenado, aunque la ropa que habían dejado en el suelo hacía ver el lugar algo desalineado.
Miró a lo alto de la habitación, una repisa con varios trofeos, al parecer eran de competencias de danza, por lo que llegaba a ver desde su posición.
Se preguntó más de una vez qué hacía ahí y había tenido el impulso se huir de esa habitación, de esa casa y de ese rubio que ahora estaba entrando por aquella puerta con una bandeja con galletas y café. Varias veces se dijo a sí mismo que se pusiera de pie y saliera de allí de inmediato, pero era eso o tener que cruzarse a su madre medio ebria con su amante, y eso realmente no iba a soportarlo como otras veces.
Jimin se sentó en la cama junto a él, dejando la bandeja entre ellos.
Mientras que a Jungkook se le volvía incómodo el silencio mientras comían, a Jimin no le parecía incómodo para nada, en cambio disfrutaba de mirar a Jungkook e intentar analizarlo como si fuera lo más fascinante del mundo, y es que ya le parecía fascinante el hecho de tenerle allí desayunando con él, como si hubiera podido domar a la bestia. Quiso reír de tan solo pensarlo, pero no lo hizo, o la bestia terminaría por enojarse.
Entrecerró sus ojos, mirándole y pensando si debería de sacar el tema a flote o no, aunque la verdad que ya estaba más que jugado.
- Dime, Jungkook – comenzó - ¿Qué hay de malo en ser gay? – Jungkook levantó su mirada de su taza de café para mirarlo con atención.
- Simplemente me desagrada la idea, no hay una razón específica.
- O sea que ni si quiera sabes por qué – abrió grandes sus ojos, sorprendido de la respuesta tan escueta de Jungkook – Al menos nómbrame una cosa mala de ser gay.
- Que no es natural.
- Oh, ¿Y quién lo dice? ¿La biblia? – lanzó una carcajada - No te ves como alguien que vaya a misa seguido – dijo de forma burlesca, cosa que al pelinegro le molestó - ¿Sabes que hay animales que se aparean aún siendo del mismo sexo? Incluso aunque no dejen descendencia lo hacen, así que es natural – el contrario bufó.
- Entonces, tú dime – alzó una ceja, desafiándole – Dime una cosa buena de ser gay – Jimin sonrió ampliamente, aceptando el reto.
- El sexo, claro – se relamió los labios a propósito ya que el pelinegro le miraba incesante - ¿No crees? ¿Qué chica tiene tanto rendimiento? – se movió de a poco, corriéndose hasta acercarse lo suficiente a Jungkook – No hay límites de nada... todo es más libre... - Jungkook palideció cuando sintió los dedos de Jimin acariciar su pierna, le agarró con la guardia baja y cuando quiso darse cuenta estaba demasiado cerca, sus ojos rasgados le hacían ver más intimidante y sobre todo a esa distancia de solo centímetros. Su voz se volvía rasposa y en susurro – Y más excitante... hay muchas cosas que se pueden probar, en cambio las mujeres... ellas suelen ser más cuidadosas y quisquillosas... - se mordió el labio y Jungkook sintió un cosquilleo en su vientre - ¿Quieres hacerlo ahora mismo?
- ¿Lo haces apropósito? – sus alientos chocaron.
- De hecho, sí – rió, alejándose y volviendo a su lugar, listo para continuar comiendo una galleta, entretenido por haber provocado al contrario – No es ni peor ni mejor, cualquiera de las dos cosas está bien, si no hiere a nadie y la gente sólo quiere amarse, entonces no importa cuál sea el sexo u orientación sexual, es válido.
- Qué cursi eres – le recriminó.
- Lo tomaré como un alago.
Ambos se dedicaron a terminar el desayuno, y aunque la situación había estado algo tensa para Jungkook en un principio, con el paso de los minutos simplemente comenzó a sentirse menos extraño, quizás era porque Jimin se comportaba de una forma tan casual y natural, como si nada de eso fuera realmente la gran cosa, que Jungkook se sintió algo más tranquilo.
Una vez terminado el desayuno, Jungkook volvió a su casa, el auto del amante de su madre ya no estaba así que decidió volver de inmediato. Jimin, por su lado, aprovechó a dormir hasta la tarde.
Jungkook se cruzó con su madre, quien estaba mirando la televisión, siempre con un vaso de whisky en mano. Ella le saludó animada aunque con sus ojos algo cansados y su cabello desarreglado como solía tenerlo casi siempre. Él no respondió a su saludo, simplemente se dirigió a su habitación.
Se recostó en su cama mirando al techo. Un sinfín de pensamientos circulaban en su mente, acumulándose en cada rincón y sintiéndose confundido en demasía. Suspiró con irritación.
- Cariño – llamó su madre, golpeando a su puerta.
- Vete, quiero dormir – respondió, tapándose los ojos con sus antebrazos. Escuchó la puerta abrirse con lentitud – Dije que te fueras.
- Quería que me acompañaras al supermercado y a hacer compras en el centro comercial.
- ¿No puede acompañarte alguna de tus amigas?
- ¿No quieres pasar tiempo con tu madre? En unos días te irás – dijo con pena – Vamos, no seas así – ella se acercó a él, sentándose en el borde de su cama y observándolo - ¿Qué tienes?
- Nada.
- ¿Te has peleado con algún amigo? – preguntó, intentando saber por qué su hijo estaba así.
- ¿Por qué si quiera te interesa saber qué me sucede?
- Porque eres mi hijo.
- ¿Y recién ahora lo recuerdas? – con molestia se giró sobre su lugar, dándole la espalda a su madre y mirando hacia la ventana. Sintió una mano sobándole la espalda.
- Sé que no he sido la mejor madre... pero aun así te quiero y estoy orgullosa de ti – suspiró y permaneció pensativa, dando vueltas a un asunto que recordó del día anterior – No sabía que te hablabas con Park...
- No me hablo con él.
- Ayer parecía que se hablaban con bastante confianza...
- Pues no la hay.
- A veces extraño charlar con Hye... era una buena amiga, ellos en general son buena gente – habló con cierta nostalgia, realmente hacía muchos años no hablaba con los Park – Vamos, acompáñame al centro comercial... - insistió.
Jungkook bufó, pero aun así se levantó de su cama, dispuesto a corresponder a los pedidos de su madre. Le daría el gusto de acompañarla para que le dejara en paz el resto de los días.
Para cuando volvió del centro comercial, llevando una gran cantidad de bolsas de cosas que su madre había comprado, ella parecía más animada y no dejaba de hablar. Llegaron a la casa, dejando todas las cosas en la mesa del comedor.
Ya era de noche y Jungkook no pudo evitar subir a su habitación y mirar a través del ventanal, escapándose de su madre y su apabullante búsqueda de atención.
Salió al balcón y prendió un cigarro, apoyándose sobre la baranda y mirando hacia el balcón frente a él. Nuevamente pudo divisar el cuerpo de Park deambulando por su habitación, y como un deja vú le vio cambiarse, tan despreocupado e ignorando que alguien le estaba mirando.
Estaba completamente desnudo, secando su cuerpo con su toalla, revolviendo su cabello rubio. Se apreciaba perfectamente su figura esbelta.
Estaba de espaldas, por lo que pudo ver desde su cabello semi-seco, y de allí bajó su mirada por su cuello, luego deteniéndose en sus estrechos hombros, su marcada espalda y su bien delineada cintura. Su trasero era algo que parecía estar muy bien trabajado, no sabía que los hombres podían tener tan buen cuerpo, o al menos nunca había visto un cuerpo como el de Park. No pudo perderse la oportunidad de mirar sus piernas también, eran igual de interesantes que su retaguardia.
Una vez su cuerpo estuvo cubierto por ropa, él simplemente siguió mirando en silencio, fumando de su cigarro. Observó cada pequeño movimiento, desde el hecho de que Jimin había tomado su teléfono, atendiendo una llamada, charlando con alguien y luego cortando. Le vio ponerse perfume, le vio mirarse al espejo, le vio peinarse.
Jungkook tomó de una de sus masetas una pequeña piedra, allí había muchas de ellas cubriendo la tierra. No dudó en lanzarla como ya había hecho antes. Ésta golpeó el vidrio, con poca fuerza pero la suficiente como para llamar la atención del rubio.
Lo vio salir hacia el balcón, su ceño fruncido le hizo querer reírse, parecía molesto.
- ¿Esto se te hará costumbre? – preguntó cruzándose de brazos, Jungkook solo se encogió de hombros - ¿Hace cuánto que me estás espiando?
- Un largo rato – soltó el humo del cigarro y lo apagó sobre las piedritas de la maceta – Desde que saliste de ducharte, de hecho – desde el punto de vista de Jimin, Jungkook parecía mofarse del hecho de haberle estado espiando. Sintió vergüenza de saber que había estado incluso secando su cuerpo con la mirada de Jungkook encima, pero por otro lado le parecía excitante la idea - ¿Sales hoy?
- Sí – afirmó de inmediato – Y para tu información, si planeas arruinar mis planes otra vez, no lo harás, no te abriré la puerta esta vez.
- Está bien – sonrió levemente y Jimin se enojó consigo mismo por haber querido otro tipo de respuesta.
- ¿A dónde irás? – cuestionó.
- Solo saldré a tomar algo... - explicó – Y volveré a casa temprano.
- Bien.
- ¿Y tu madre, traerá a alguien hoy?
- No lo sé, pero me ha jodido para que la acompañe al centro comercial, espero me devuelva el favor no trayendo a nadie – expresó sin ánimos.
- Bueno... - Jimin titubeó, no sabía si era políticamente correcto decir lo que planeaba decir, pero tener a Jungkook allí, hablándole como si nada, le dio algo de ánimos como para animarse a decirle lo que pensaba – Si ella decide no devolverte el favor... ya sabes... puedes venir... - bajó su mirada, dándose cuenta de lo estúpido que sonaba decirle algo así a Jeon.
- ¿Me estás invitando? – arqueó una ceja.
- S-solo decía... - se rascó la nuca con nerviosismo, queriendo que la tierra le tragara – Bueno, mejor seguiré preparándome...
- ¿Tanto tienes que prepararte?
- Pues sí – respondió con enojo y Jungkook rió – Sólo te ríes para burlarte de mí, ¿Cierto?
- No me estoy burlando – le miró con atención y volvió a hablar – Sigue preparándote, yo estaré aquí viéndote.
- No tienes remedio – rodó los ojos y el pelinegro volvió a reír. Verle reír le generó un remolino en su estómago, incluso si era que se había burlado de él. Suspiró cansado y volteó en dirección a su habitación, pero antes de eso Jungkook habló.
- Iré – dijo, haciendo que se detuviera y volteara a verlo – Iré hoy, cuando vuelvas – su corazón se aceleró por la sorpresa. Al parecer Jeon iría a su casa en la noche, había aceptado su invitación.
- Bien, te esperaré – volvió a voltearse rápidamente y entró a su habitación, cerró el ventanal y luego de ver a Jungkook aún mirándole, cerró la cortina de inmediato.
Jungkook permaneció observando por unos segundos la cortina cerrada, sonrió levemente de lado y negó con la cabeza, adentrándose él también a su habitación.
Aquella noche, cuando Jimin volvió a su casa. Bajó del auto de su amigo, cerró la puerta de este y caminó hacia su porche, deteniéndose en seco al ver que había alguien allí esperándole.
Sentado en las escaleras del porche estaba Jungkook, iluminado por las luces anaranjadas de la puerta de su casa, mirando a sus pies y con sus manos entrelazadas. Alzó la mirada para encontrar la del rubio, y éste sintió que no era buena idea estar allí en ese momento, que Jungkook estuviera allí, porque le asustaba que su corazón reaccionara de esa manera a su simple presencia, no podía ser bueno, ni podía ser sano aunque se sintiera bien. Que su corazón latiera así de desenfrenado por alguien como Jungkook debía de ser considerado como el acto más tonto y lamentable de todos.
Suspiró en rendición, porque no había esperado verle allí y no podía ignorar lo pesado que su pecho se sentía, lo tanto que una parte de él quería realmente llegar hasta donde estaba el pelinegro.
Se mordió el labio con inquietud y caminó lentamente hacia él, quien se puso a un costado para dejarle pasar y que pudiera abrir la puerta.
Tan pronto entró a su casa sintió como su cuerpo era empujado y su rostro tomado entre manos ajenas, y al instante los labios de Jungkook se pegaron a los suyos.
Respondió a su beso sin dudar. Jungkook le besó fuerte y desgarradoramente, con una necesidad insaciable. Las manos de Jungkook acariciaron su rostro, bajando por su cuello, mientras Jimin aferró sus manos a su ropa, como si no quisiera dejarle ir.
Se dejó invadir por él, por su intensidad y por todo lo que él significaba. Se dejó invadir por su peligrosidad, por su misterio, por su egoísmo, por esa manera tan penetrante y provocadora con la que lo estaba besando.
Sintió miedo cuando Jungkook se separó unos segundos de él y le miró, sintió miedo de cómo por dentro pensó en que si Jungkook acababa con él de la manera que fuera, a él realmente no le importaría. Sus ojos negros le miraban tan profundo hasta sacarle su voluntad. Había deseado que le mirara de esa manera, había deseado sentirle así de cerca.
Podía aceptar el peligro las veces que fueran necesarias para vivir la adrenalina de besar a Jungkook una vez más. Le pediría que tomara sus labios, que tomara su cuerpo, que tomara su mente, porque había algo allí que le gustaba realmente.
Quizás era el no comprender qué pasaba por la mente de Jungkook en esos momentos, o no comprender por qué le besaba así, pero quería saberlo. Quería averiguarlo.
Le abriría el paso a hacer estragos en su vida para poder entender qué era lo que Jungkook quería de él, para saber el significado de que estuviera allí en ese momento, para saber el significado de su mirada, del brillo en sus ojos.
Se arriesgaría a averiguarlo.
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