12. La electricidad y un encendedor

Jungkook POV.

Me quedé desconcertado, observando hacia la casa de al lado mientras él hacía lo mismo, mirándome. No creí que le cruzaría por mi vecindario, que iría allí en el mismo momento que yo. Al parecer habíamos tenido la misma idea de ir a visitar a nuestras familias.

Rápidamente dejó de mirarme y me ignoró, siguiendo con lo suyo. Le vi intentar mover ese gran paquete que estaba en su puerta. Con dificultad pudo empujarlo hasta finalmente desaparecer de mi vista, entrando la vivienda.

Curioso observé su casa mientras fumaba de mi cigarro.

Creí que quizás me saludaría o diría algo al verme, pero no lo hizo, me ignoró al igual que había estado haciendo todo ese último tiempo, seguía fiel a su idea de no querer verme para nada.

Continué pensando en cuántos días se quedaría allí y qué haría para pasar el rato, también pensé en si volvería a verle, quizás salir de su casa o estar en el porche.

Personalmente siempre me había gustado disfrutar del porche de mi casa, y más en la situación que me encontraba. Necesitaba un descanso y despejar mi mente con un cigarro, aunque ver al rubio sólo me había generado inquietud, no necesitaba recordar lo molesto que había quedado cuando me rechazó, aquel sabor amargo.

- Eres un engreído – musité, pensando en voz alta y lanzando la colilla de mi cigarrillo antes de entrar a mi casa. Mi madre estaba sentada en el desayunador, haciendo una videollamada con una de sus amigas, mientras se pintaba las uñas, acompañada de un vaso de vodka. El hábito no se le iba.

- Cariño, ¿Puedes ir a hacer unas compras? Me he quedado sin tintura y acondicionador para el cabello.

- Claro – respondí desganado, sin prestarle demasiada atención y dirigiéndome hacia mi habitación por las escaleras.

Me tiré sobre mi cama sin saber mucho qué hacer. Respondí los mensajes que Taehyung me había enviado de los días que estaba pasando en la playa, se veía que la estaba pasando bien.

Pensé en que sería bueno ir a caminar a la playa para que mi cabeza no explotara con las constantes charlas de mi madre con sus amigas o las visitas de sus amantes.

Miré hacia mi ventana y me puse de pie, acercándome y asomándome al balcón. Mi balcón quedaba a unos metros de distancia del balcón de la casa de Park, su balcón también daba a su habitación. Me quedé mirando, pensando en si estaba con sus padres o si estaba solo. No parecía que realmente hubiera movimiento dentro por lo que al parecer no estaba en su habitación.

Salí de mi casa y fui a comprar lo que mi madre me había pedido. Nuestro vecindario estaba a unas cuadras de la playa y las casas eran todas bastante grandes, era un lugar tranquilo y agreste.

Caminar por las calles me hacía recordar cuando era pequeño. Cada vez que debía ir al colegio iba solo porque mis padres siempre estaban ocupados. Mi padre, como el buen empresario que era, jamás tuvo tiempo de estar conmigo, únicamente me disciplinó para ser un hombre respetable, pero no tenía la relación que otros niños tenían con sus padres.

El ver las casas a mi alrededor me hacía recordar cuando veía niños jugando en la acera, andando en sus bicicletas o jugando a la pelota. Yo los miraba desde la ventana del living, pocas veces podía salir porque mi padre siempre me hacía hacer tarea de más para la escuela, decía que las matemáticas eran más importantes que jugar. Supongo tenía razón, las matemáticas me habían entrenado para poder ser alguien inteligente y astuto, me iba bien en el colegio, siempre era el mejor. En cambio, jugar no me hubiera ayudado de mucho, no me daría un trabajo, no me daría dinero ni comida.

Aún así miraba a los niños jugar con envidia, les veía divertirse y yo quería divertirme también. Fue en ese entonces que le conocí, recuerdo haberle visto jugar con niños, salía casi todos los días, su madre aparecía por las tardes a darle galletas a él y a sus amigos. Su padre jugaba a la pelota con ellos. Mis padres nunca habían jugado conmigo.

Incluso en la adolescencia, seguía viendo que él vivía su vida a su manera, como a él se le placía. Cualquier cosa que él hacía, sus padres le felicitaban, le sonreían, le acompañaban. Y lo sabía porque siempre fuimos a la misma escuela.

Siempre tuvo muchos amigos, siempre fue alguien sociable. Mis padres tenían una relación cordial con los Park, aunque yo nunca tuve relación con ellos.

Yo tenía solo 13 años cuando mi padre estaba hablando con mi madre durante la cena, antes de que él se fuera a "trabajar", y mencionó algo sobre los Park que le había desagradado.

- ¿Puedes creerlo? – rió – No sé cómo puede estar tan tranquilo con un hijo así – negó con la cabeza mientras se llevaba un trozo de comida a la boca - Si yo fuera él estaría preocupado.

- ¿No le llevará a un psicólogo? – preguntó mi madre, prestando atención a lo que él hablaba.

- ¿Crees que Seung lo llevará a un psicólogo? Ese hombre no sabe lo que es la disciplina, siempre ha dejado que su hijo fuera así de desalineado. Ahora ahí le tienes, le salió marica – espetó de forma burlesca – Más que psicólogo necesita un reformatorio.

- Y lo peor es que están bien con ello – suspiró ella. Se levantó para llevar su plato a la encimera – Habrán tenido muchos problemas para que haya terminado así.

- Desagradable – bufó. Yo estaba escuchando mientras comía, pero recuerdo no haber querido que mi padre me dirigiera la palabra en ese momento. Me puse nervioso cuando puso su mirada en mí – Jungkook, más te vale que no se te ocurra venir con ninguna mierda como de que eres marica o tendré que hacerte hombre a los golpes – rió divertido por su broma – Y luego de eso terminarás en la calle.

Mi madre fingió no escuchar o no prestar atención, porque no acotó nada al respecto. Yo continué comiendo, con un nudo en el estómago, porque mi padre siempre me hacía tener miedo de equivocarme, de cometer cualquier error que para él fuera inaudito. Todo tenía que ir perfecto, tal y como él lo planeaba y quería.

Dejó de hablar con los Park desde que se enteró de la orientación sexual de su hijo.

Yo no podía dejar de notar que los Park, incluso aunque su hijo fuera un torcido, como mi padre le llamaba, no parecía afectarles en lo más mínimo, ellos le aceptaban. Sus padres seguían queriéndole, no le habían golpeado por ello, no le habían echado de su casa por ello, al contrario, parecían más felices. Y él, Jimin, se veía feliz también.

En fin, ambos éramos muy diferentes.

Llegué a mi casa luego de las compras, con las bolsas en mis manos y las dejé en el suelo apenas entré.

No volví a ver a Park durante el resto del día.

Mi madre había quedado en salir con sus amigas, por lo que estuve el resto del día solo. No sabía bien que hacer por lo que simplemente dormí, salí a caminar y luego volví a mi casa.

Ya estaba anocheciendo y cuando estaba en mi habitación por ponerme a buscar en google comida para pedir, porque mi madre no iba a cocinar nada y yo tampoco, miré por mi ventana y vi la luz de la habitación de la casa de en frente encendida.

Dejé de prestar atención a mi celular y me acerqué a mi ventana. No salí al balcón, sino que me mantuve detrás de mi ventanal, mirando hacia dentro de aquella casa, hacia la habitación.

Le vi caminando, incluso vi que su madre se asomó por su puerta, le habló y luego se fue. Park cerró la puerta de su habitación y comenzó a quitarse la ropa que llevaba puesta. Se puso de espaldas a la ventana, sólo llevaba sus bóxers puestos.

Ver su espalda desnuda me hizo recapitular los encuentros que habíamos tenido, las veces que habíamos follado. Tragué saliva, y sacudí mi cabeza intentando borrar las imágenes mentales.

Comenzó a vestirse con ropa nueva, allí noté que se estaba preparando para salir.

Por alguna razón, me alerté y me alejé de la ventana, me puse una chaqueta encima de la ropa que llevaba puesta. Bajé las escaleras rápidamente y salí de mi casa. Me quedé en mi porche, prendí un cigarro como de costumbre y esperé allí.

Habré estado como unos 15 minutos allí afuera, preguntándome por qué tardaba tanto, hasta que escuché el sonido de su puerta y le vi salir. Prendió un cigarro y se puso a fumar mientras miraba a su celular. Por cómo estaba vestido se notaba que iba a ir a alguna fiesta o algo así. Guardó su celular luego de haber estado escribiendo algo y mientras esperaba allí me vio.

Miré hacia otro lado para no ser tan obvio de que le estaba observando, pero cuando volví a mirarle él aún me estaba viendo. Sus ojos me miraban con cierta incertidumbre. Dejamos de vernos cuando un auto llegó y paró frente a su casa, él no tardó en dirigirse a él, abrir la puerta y entrar. No sé quién sería su acompañante, pero estaba seguro que no era un simple amigo.

Me quedé allí sentado por un buen rato, pensando en nada. Sólo terminé mi cigarrillo y luego de una hora me puse de pie y volví a entrar. Normalmente no hubiera desperdiciado la noche y hubiera ido a follar con alguna chica para pasar el rato pero realmente prefería dormir, no estaba de humor para estar soportando a alguna mujer y sus histeriqueos, suficiente tenía con mi madre.

Al otro día, por la mañana, pude observar a la madre de Park irse, supongo al trabajo. Seguramente él había llegado tarde en la noche, miré por la ventana pero esta vez sus cortinas no me permitían ver.

Estaba bastante inquieto, como si algo fuera a pasar pero en realidad no estaba sucediendo nada. Desconocía esa sensación ya que nunca me preocupaba por nada, pero esos días no había podido dejar de pensar en qué hacer para calmar mi curiosidad e intriga.

Me encontraba frente a la puerta de Park, esperando a que él apareciera luego de tocar el timbre. La respuesta tardó en llegar pero allí estaba, abrió la puerta y pude ver que recién se despertaba, su cabello rubio estaba apuntando en todas direcciones y sus ojos estaban hinchados. De todas formas parecía haberse despertado repentinamente porque sus ojos se abrieron bien grandes al verme.

- Hola – le saludé.

- H-hola... - Respondió con nerviosismo, sin dejar de lucir sorprendido.

- Quería saber si a ti te funciona la luz, porque en mi casa estamos teniendo problemas y se nos ha ido la electricidad – expliqué.

- Emm... - presionó la perilla de la luz de su porche y ésta se encendió.

- Ah, veo que te funciona – dije mirando al techo y luego volví mi mirada a él.

- Sí, así parece... - desvió su mirada hacia el suelo. Me mordí el labio mientras pensaba en decirle algo.

- ¿Tienes fuego?

- ¿Perdón? – inquirió.

- Si tienes un encendedor – le mostré mi caja de cigarrillos – He perdido el mío.

- ¿No tienes en tu casa? – arqueó una ceja.

- No, no tengo – respondí a secas. Suspiró y entró a su casa. Volvió luego de un minuto con un encendedor. Lo utilicé para prender mi cigarro. Le devolví el encendedor y antes de que dijera algo le tendí mi caja de cigarrillos - ¿Quieres? – pregunté. Miró la caja y luego me miró a mí con recelo.

- No, gracias. Ya tengo los míos.

- No estaba preguntando si tienes cigarros, pregunto si quieres fumar uno ahora – expliqué, perdiendo la paciencia, cosa que no pareció gustarle.

- Y yo quise decir que no, no quiero fumar ahora – replicó ofendido.

- Bien, me da igual – respondí de igual manera.

- Bien. – cerró la puerta de golpe.

- Maldito... - mascullé.

Me quedé en su puerta, fumando. Observé desde allí mi casa y cómo un auto estacionaba a la entrada. Ladeé mi cabeza, pero el sonido de la puerta de Park volvió a llamar mi atención.

- Tienes luz – me dijo en tono afirmativo.

- ¿Eh?

- Que tienes luz, tienes electricidad – Miré a mi casa y noté que había dejado las luces encendidas todo el rato, porque en ningún momento dejé de tener luz.

- Oh, ya veo... - respondí como si nada.

- ¿Ya veo? - entrecerró sus ojos con sospecha. Volví a mirar a mi casa, un hombre bajó del auto, mi madre salió a recibirlo, comenzaron a besarse y así entraron a mi casa cerrando la puerta detrás de ellos. Sentí un revoltijo en mi estómago - ¿Esa... era tu madre?

- Sí – respondí - ¿Te molesta si me quedo aquí? No quiero escuchar a mi madre follar – pareció dudar por un momento pero se apiadó de mí.

- No hay problema.

Me senté en el escalón de su porche. Planeaba quedarme allí hasta que ese hombre se fuera porque no tenía ganas de ver ninguna escena vergonzosa o desagradable, porque a mi madre le importaba todo una mierda, si tenía que pelearse con alguno de sus amantes frente de mí lo haría, y si quería andar cachondeándose con ellos también lo haría aunque yo estuviera allí.

Noté que él no se había ido aún. El silencio no era incómodo, pero él lo rompió.

- ¿Quieres que te deje el encendedor? – me volteé a mirarle – Digo... quizás te aburras y quieras fumar otro...

- Está bien – se acercó a mí y me tendió el encendedor. Se alejó, dirigiéndose a su puerta - ¿También has tenido que escuchar a tus padres follar alguna vez? – pregunté sólo para sacarle conversación, mirando al frente y encendiendo un cigarro.

- Por suerte no.

- Qué bien – solté el humo del cigarro – Y supongo nunca te has cruzado a tu padre en un prostíbulo.

- No, y no voy a prostíbulos – noté cierto resentimiento en su voz.

- Ah, cierto que eres-

- ¿Soy qué? – me mantuve callado - ¿Marica? – rio secamente.

- Iba a decir gay.

- Aunque no lo fuera nunca iría a un prostíbulo.

- Bueno, lamento decepcionarte.

- No me decepcionas – le escuché alejarse – No puedo decepcionarme de algo de lo cual no espero nada – cerró la puerta. Miré hacia atrás y evidentemente ya había entrado.

Aquello último me dejó un sabor bastante amargo, o quizás había sido el hecho de estar allí en un porche ajeno, con mi madre prefiriendo revolcarse con un tipo antes que pasar tiempo conmigo, y con Park ignorándome. Quizás era el hecho de que estaba allí completamente solo y me pregunté con qué sentido había ido. Se suponía había ido a visitar a mi madre, pero todo era simplemente igual que siempre.

Después de que el tipo se fue volví a entrar a mi casa. Mi madre había vuelto a su habitación y simplemente me llamó desde ahí. Caminé de mala gana hasta su habitación para ver qué quería.

- Cariño, ¿te parece que pidamos pizza hoy? – preguntó mientras se arreglaba el cabello. Me encogí de hombros.

- Está bien – ella me miró y me sonrió. Se acercó a mí y apoyó sus manos en mis mejillas.

- Qué guapo me has salido – sus ojos brillaron al mirarme - ¿No vas a salir? Llevas aquí dos días y aún no has salido a divertirte o a tener alguna cita.

- No tengo ganas de salir.

- ¿Tienes novia? – preguntó con curiosidad. Yo rodé mis ojos.

- No, no tengo y nunca tendré.

- Oh, hijo, no digas eso, sabes que espero ansiosa poder tener nietos el día de mañana – me alejé de ella, sintiéndome cansado – Estás desanimado, ¿Andan bien las cosas en la universidad?

- Sí, mamá, de maravilla – se acercó y me revolvió el cabello.

- Eres un chico inteligente, te irá bien – se acercó a mí y me abrazó, cosa que rara vez hacía pero había tomado el hábito desde que mi padre no vivía más con ella.

Esa noche cenamos juntos.

Al día siguiente me sorprendí cuando abrí la puerta para responder a quién me había llamado, mi madre aún dormía. Park estaba con un semblante serio y observándome con una mirada penetrante.

- Ayer te llevaste mi encendedor – me recordó, más bien me lo reprochó - ¿Podrías devolvérmelo? – me puse a pensar, haciendo silencio por unos minutos. Miré hacia mi living y volví a verle.

- No sé dónde está – alzó una ceja.

- ¿No sabes dónde está?

- Mhm – asentí.

- Pues es mejor que lo sepas, porque lo quiero, así que búscalo.

- Tardaré bastante en encontrarlo.

- Pues tárdate, pero encuéntralo – suspiré. Tenía muy mal genio. Volví hacia mi living y miré a mi alrededor unos segundos. Luego volví.

- No lo encontré.

- ¿Así lo buscas? – alcé mis hombros y asentí con la cabeza - ¿Lo estás haciendo apropósito? – se acercó observándome con su mirada acusadora.

- Tal vez – abrió sus ojos grandes y quise reírme pero evité hacerlo. Frunció el ceño.

- En serio... te presto mi encendedor, te dejo quedarte en la puerta de mi casa... ¿y tú simplemente sigues burlándote de mí? – se había enojado.

- No me estaba burlando de-

- ¿Sabes? Quédate con el puto encendedor, no lo quiero – se volteó para irse pero le detuve del brazo y él se volteó. Cuando me di cuenta de lo que hice le solté de inmediato.

- Si quieres puedes corroborar que no lo tengo – alcé mis manos, mostrando mis palmas – Si quieres puedes revisarme – le mostré una sonrisa ladina y me observó perplejo – Aunque no me hago responsable de lo que encuentres.

- ¿A caso eso fue con doble sentido? – bajé mis manos y me crucé de brazos.

- Bueno, al parecer quieres creer eso – respondí arqueando una ceja.

- Cariño – llamó mi madre, apareciéndose en su bata de seda - ¿Con quién hablas? – se asomó y cuando vio a Park alzó sus cejas con sorpresa – ¿Jimin?

- Hola, señora Jeon.

- Oh, por favor, llámame señora Choi, estoy divorciada – dijo sonriendo con cansancio.

- Sí, lo siento...

- Descuida – apoyó la mano sobre mi hombro. Hizo una pausa y nos miró a ambos, analizándonos - Ustedes... ¿Son amigos? – noté que él se puso incómodo.

- Somos compañeros en la universidad – respondí de inmediato.

- Ah, claro.

- Bueno, yo ya me iba – dijo él e hizo una reverencia hacia mi madre – Un gusto verla después de tanto tiempo, señora Choi.

- Igualmente, Jimin – él dio media vuelta y se fue caminando a su casa. Yo cerré la puerta y mi madre suspiró.

- Qué desperdicio de chico – se dirigió a la cocina peinándose el cabello con sus manos.

- Ten cuidado de que no le vean los tipos que traes a casa... - me dirigí a las escaleras y ella se volteó a verme confundida.

- ¿Por qué?

- Podría robártelos – me burlé. Y ella me miró con la boca abierta, mostrando preocupación. Subí las escaleras riéndome por mis adentros.

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Ahí va el primer cap de hoy. Disfruten de las cosas que se vienen.

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