11. El vecino de al lado

Jimin POV


Era mi momento para volver a ser yo mismo, para volver a sentirme bien, con ayuda de mis amigos con los que íbamos a fiestas a divertirnos y a hacer de las nuestras. Por un tiempo no salí mucho con Taehyung, Yoongi y Namjoon, preferí juntarme con Hobi y Jin, saliendo a fiestas por nuestra cuenta y si nos encontrábamos con el resto por casualidad, no había problema, compartíamos un par de copas, bailábamos y luego seguíamos con lo nuestro.

Realmente era genial tener sexo con chicos que se interesaban en darme placer, siempre había idiotas, pero por suerte eran los menos.

Me acosté con quien se me dio la gana, disfruté de mi cuerpo y pude recobrar mi confianza en las semanas que me mantuve lejos de Jeon. Sí le veía, cada vez que yo me cruzaba con sus amigos. Él desviaba su mirada de mí y me ignoraba, era mejor así. Me había acostumbrado a eso, así fueron los primeros días.

Más tarde comencé a juntarme con sus amigos nuevamente. Yoongi me había invitado varias veces a su casa y yo acepté procurando no encontrarme con Jungkook. Por suerte no había tenido que verlo, sería bastante incómodo, y no sabía si estaba encerrado en su habitación o fuera de la casa las veces que iba, pero pronto me olvidaba cuando terminaba acostándome con Yoongi.

Estaba cómodo siendo yo mismo, por un tiempo me había sentido extraño, demasiado inseguro, sintiendo como si cada pequeña cosa que hacía a Jungkook le desagradara. Las fiestas que habíamos pasado intentaba no ser visto por él mientras me besaba con algún chico, porque su mirada de odio y desagrado se calaba profundo dentro de mí. Nunca me había importado lo que otros pensaran de mí, pero de él me hacía poner ansioso, quizás porque no podía comprenderlo.

Ese odio irracional es justamente eso, no tiene una razón de ser. Él era homofóbico, era más que claro, pero por otro lado estaba rodeado de amigos homosexuales a los que no parecía odiar en absoluto.

Yo era el problema.

A pesar de que el tema "Jungkook" había estado rondando mi mente por casi semana y media, pude distraerme lo suficiente y aceptar que lo que a él se le pasara por la cabeza realmente no me incumbía y no era mi culpa.

Salí con chicos lindos, chicos que eran realmente interesantes y con quienes era muy compatible en la cama. No me interesaba de momento tener novio, la realidad era que estaba muy bien de esa manera, aunque sí extrañaba algo el ser cariñoso con alguien y que lo fueran conmigo, era en esos momentos donde recordaba a Taemin.

Todo iba más que de maravilla esas semanas, nos colamos a varias fiestas donde nos habíamos divertido a lo grande, en algunos casos incluso habiendo terminado realmente mal, vomitando o con un bad trip de la mierda.

Teníamos luego varias anécdotas divertidas como la vez que Namjoon perdió una apuesta y terminó nadando desnudo en la piscina en una fiesta, o Hobi quien había intentado irse con una chica pero Taehyung arruinó todos sus planes haciéndole una escena de celos, fingiendo ser el novio y la chica se fue enojada. Hoseok se enojó tanto que comenzaron a pelearse a los gritos y dejó de hablarle por días.

Jungkook se había mantenido lejos de mí para mi fortuna, pero una noche realmente me sorprendió.

Esa noche habíamos ido a una fiesta de Mark y como siempre eran geniales. Había llegado con mis amigos y mientras compartía un cigarro de marihuana con Yoongi, comenzamos a darnos unos besos bien calientes y nos buscamos un lugar para hacerlo, pero en ese instante vi a Wonho en la habitación.

A penas había llegado a la fiesta le vi y no dejé de enviarle miradas insinuadoras, sonriéndole y relamiéndome los labios. Me di cuenta que estaba interesado cuando me devolvía las miradas de la misma manera. No dejaba de observarme y cuanto entré con Yoongi a esa habitación me vio y con una sonrisa ladina me hizo una seña con la mano para que me acercara a él. Me disculpe con Yoongi y éste, fingiendo estar dolido, se despidió de mí por si no volvíamos a cruzarnos y se fue.

Wonho me empotró contra la pared a penas me acerqué a él. Me besó con ganas, claramente le había puesto caliente con mis insinuaciones. Respondí a sus besos de la misma manera.

No tardamos en comenzar a follar, sin importar que hubiera gente allí.

Estaba disfrutando de lo bien que me penetraba hasta que abrí mis ojos y vi a Jungkook observando desde lejos. Parecía un deja vu, realmente no era la primera vez que lo encontraba mirándome mientras tenía sexo con alguien más. El placer no me daba lugar a pensar mucho, solo me sorprendí pero el cosquilleo en mi vientre y el temblor de mi cuerpo me hacía cerrar los ojos con fuerza y olvidar que Jeon estaba allí.

Después de eso terminé bailando en otra sala con un chico lindo que se me había acercado, pero Jungkook nunca dejaba de sorprenderme. Vino como si nada y alejó al chico de mí. Estaba indignado pero más sorprendido por su actitud. Me tomó del brazo fuerte y me quiso llevar con él. El muy bastardo quería follar. A mí me parecía que había sido muy claro con lo que le había dicho, pero aun así tuve que repetírselo. Quería que por una vez en su vida respetara algo, que respetara mi decisión de no querer follar con él.

Parecía muy sorprendido cuando reiteré que no quería nada con él, se ve que su ego era tan grande que no imaginaba que alguien podría rechazarle. Me sentí aliviado cuando no volvió a perseguirme cuando me alejé y me fui. Creí que quizás se enfadaba y me gritaba o me decía más cosas hirientes que realmente no quería oír, pero en cambio se quedó en silencio y después de que me fui no volví a verle por el resto de la noche.

Estaba preparando mis valijas mientras mi amigo me observaba tirado en su cama. Estaba poniendo todo lo necesario para quedarme esos cinco días en la casa de mis padres, la cual era mi antiguo hogar antes de mudarme cerca de la Universidad.

- ¿A caso te vas un mes? – preguntó riendo.

- Llevo lo que necesito – me defendí cruzándome de brazos y mirándole - ¿Te aburrirás sin mí?

- Quizás algo, aunque lo bueno es que no tendré que trabajar como tu alarma por cinco días – sonrió victorioso.

- Es tu descanso, luego volveré y tendrás que hacer un buen trabajo otra vez – bromeé y terminé por acomodar la ropa dentro y cerré la gran valija.

- ¿En serio necesitas todo eso? – enarcó una ceja, mirando la valija con recelo, notó que estaba pesada cuando la posicioné sobre sus ruedas.

- Claro, ¿quién sabe que me voy de fiesta o algo y conozco al amor de mi vida? Hay que estar preparado – él se carcajeó y me golpeó el hombro.

- Tonto.

- Tú lo eres más – dije riendo – Vamos, acompáñame por si termino por perder los brazos llevando esto.

Me acompañó hasta la salida del campus, donde tomé un taxi para que me llevara a la terminal. Le saludé, diciéndole que no entrara a desconocidas a nuestra habitación pero poco me iba a hacer caso, lo sabía luego de ver esa sonrisa pícara que me dedicó antes de subirme al taxi.

Dormí en el autobús y luego de dos horas llegué a mi casa. Estaba algo contracturado por la posición que tomé al dormir en el autobús, me dolía el cuello y la espalda, por lo que al tocar el timbre de casa me estiré lo más que pude, fue aliviador, sentí cómo mis vértebras se separaban.

- ¡Hijo! – exclamó mi madre al verme. Abrió sus brazos y me abrazó con fuerza.

- Ahg – me quejé al sentir que mi espalda dolía nuevamente.

- ¿Estás bien? – preguntó con preocupación.

- Sí, es que dormir en el bus me dejó sin columna.

- Oh, Jiminie, podrás descansar ahora que ya estás en casa – dejó la puerta abierta y me invitó a pasar.

La casa seguía igual que siempre, tan ordenada y calma como a mi madre le gustaba mantenerla. No tardé en subir a mi habitación para dejar mi valija y acomodarme. Estaba realmente cansado, el viaje me había matado y lo único que quería era dormir. Para mi fortuna el día estaba más que perdido, es decir, faltaba poco para la cena y una vez que terminara de comer iba a ir a parar directo a mi cama para recobrar mis energías.

Mi padre llegó de su trabajo y me saludó igual de alegre que mi madre. Habían preparado de mis comidas favoritas, arroz frito y kimchi. Como todo buen hijo, amaba la comida de mi mamá, ese toque especial que ella le daba me traía nostalgia cada vez que comía sus platos, recordando cuando aún vivía con ellos, y ya había pasado más de un año desde que me había mudado.

Les puse al tanto sobre las cosas que había estado haciendo en la universidad, sobre las materias que estaba cursando y sobre mis prácticas de danza. Me insistían que cuando hiciera alguna presentación que les avisara, ellos querían ir a verme.

Ambos siempre habían fomentado mi lado artístico ya que siempre habían notado que me gustaba mucho bailar, me apasionaba y gracias a que ellos me mandaron a tomar clases de danza pude desarrollarme bien en el área.

Luego de una extensa charla y rica comida, quedé satisfecho y feliz de ver que a ellos les iba bien como siempre. Me levanté de la mesa y ayudé a mis padres a limpiar y lavar los platos, luego de eso fui directo a mi habitación.

No tardé en dormirme, básicamente me desmayé apenas toqué mi cama.

Realmente era genial estar de vacaciones, no tenía que levantarme temprano ni prepararme para hacer nada en específico. De hecho ni si quiera sabía qué iba a hacer ya que estaba completamente solo y no había avisado a ninguno de mis amigos de secubdaria que yo estaría allí. Lo que sí quería hacer era salir a bares y conocer gente de manera casual, sin ningún compromiso, simplemente divertirme y pasarla bien, aunque también quería descansar, la universidad me había dejado bastante cansado y más la vida alocada que llevaba como estudiante.

Pasé el tiempo que se me antojó en la cama, se sentía tan cómoda que me hubiera quedado allí todo el día pero quería comer, el hambre llamaba a mi puerta.

Salí de la cama y me estiré para desperezarme. Mi espalda dolía menos por suerte, dormir había ayudado a repararme bastante, era lo que necesitaba.

Bajé las escaleras encontrándome con una nota de mi madre. "Esperaba verte temprano para desayunar contigo, pero eres un dormilón. Toma el desayuno que dejé en la heladera. Come bien. Pd: vendrá un paquete para mí, firma tú por mí. Mamá". Sonreí al leer la nota, seguía tratándome como a un bebé.

Abrí la heladera para encontrarme con unos deliciosos waffles, prendí las hornallas para calentarlos un poco y los unté con mermelada.

Realmente no sabía mucho qué hacer. Miraba a mi alrededor, apreciando mi antigua casa, la extrañaba, aunque no me quejaba del campus, pero no era lo mismo vivir en una casa grande y con varios ambientes. Mi lugar favorito era la sala de estar, donde podía ver películas y jugar video juegos en la tele.

Una vez que terminé mi desayuno me dirigí a la tele y hurgué en el cajón donde estaban mis videojuegos y mamá aún conservaba todos. Me senté y me preparé para jugar.

El tiempo realmente volaba mientras jugaba, cuando estaba en la universidad no teníamos tiempo de hacer nada como eso, así que lo disfruté. Sin embargo, el sonido del timbre interrumpió la increíble jugada que estaba teniendo.

Me puse de pie, poniendo en pausa el juego y me dirigí a la puerta. Abrí y el chico del correo se encontraba del otro lado, él me saludó amablemente. Era el paquete de mi madre, me hizo firmar y con otro chico trajeron el paquete, era bastante grande. Lo dejaron en la entrada y se fueron.

Me quedé observando el paquete, estudiándolo porque no tenía idea de qué era. Escuché un sonido en la casa de al lado, por lo que aparté mi mirada del paquete y miré al costado izquierdo de mi casa. En el porche de al lado justo había alguien parado allí. Le observé con atención y mi corazón se detuvo. No podía creer lo que veía ni tampoco la mala suerte que últimamente tenía.

Nos mantuvimos la mirada por un largo rato, parecía una eternidad, quizás sólo habían sido unos segundos. Él estaba tan sorprendido como yo. Mi vecino estaba de vuelta justo en el mismo momento que yo.

Mi vecino era Jungkook.

Desvié la mirada porque ya me había puesto realmente nervioso. Mejor sería que tomara el paquete y entrara de una vez para no volver a verle. Quise agarrar el paquete pero estaba terriblemente pesado. Maldije por lo bajo por no poder levantarlo.

- Mierda, mamá... ¿A caso pediste un cadáver? – suspiré cansado.

Me erguí observando el paquete nuevamente, pensando en qué hacer y luego volví a mirar hacia la otra casa. Jungkook me observaba con detenimiento, era lo mejor que sabía hacer desde que le conozco, observar. Si nuestra relación hubiese sido otra, le hubiera pedido que me ayudara a entrar ese paquete, pero no iba a pasar.

Empujé el paquete, porque era lo único que podía hacer, y obviamente lo hice bajo la constante mirada del pelinegro. Lo empujé hasta adentrarme a mi casa y cerré la puerta con la respiración agitada, no sabía si era por el peso del paquete o por los nervios.

¿Qué demonios hacía allí? Bueno, era más que obvia la razón por la cual estaba allí, era su casa, pero ¿Justo tenía que haber ido en el mismo momento que yo? Realmente el universo me odiaba.

Estuve inquieto por varias horas, pensando en qué hacer y ansioso porque la idea de que Jungkook estuviera en su casa me ponía de los nervios, quería descansar y estar lejos de todo, y él, justamente él, estaba allí interrumpiendo mis preciadas vacaciones.

Llamé a mis amigos Hoseok y Jin para contarles sobre mi gran suerte y lo único que hicieron fue reírse de mí. Supongo no podía culparlos por ello. Pero lo bueno fue que me dijeron que nada de lo que él hiciera tenía que importarme o condicionarme, después de todo no pasaba nada entre nosotros y eso era la realidad.

Sí, eso debía hacer, y nada tendría por qué salir mal. Estaba con mi familia y era todo lo que necesitaba.

Pero nada me preparó para lo que viviría el resto de los días allí en mi ciudad natal, allí en mi antiguo hogar.

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