Justicia Divina

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Justicia Divina

Era como esas tantas ocasiones que por azares del destino, te encuentras hablando pestes de una persona sin darte cuenta que la tienes justo a tus espaldas, escuchándote, dejándote hablar para que tu solo anudes y aprietes mas la soga, que por andar de lengua suelta te has puesto sobre el cuello. El pesado silencio de todos y las caras de gestos exagerados lo comprueban y aun asi eres incapaz de girarte para encarar al susodicho, pensando que al alargar el momento este desaparecerá como por arte de magia.

Y claro que la magia existe, pero tu no tienes tanta suerte, como para que el tipo que parece tener todos los cuchillos de la cocina en su mano, se esfume de la misma manera en la que apareció.

-¡Bienvenido a mi pesadilla! –Le susurro al oído con una voz macabra llena de satisfacción, mientras el pobre de Theo sentía como sus piernas temblaban como si fueran de gelatina y de reojo veía las cuchillas del mismo Freddy Krueger -del que se burlo por ser una nenaza sin personalidad mientras veía sus películas- posándose sobre su hombro. -¡Alguien te comió la lengua! –Dijo casi amable cuando sus afiladas garras se atoraron en la tela de su suéter mientras movió los dedos de manera juguetona.

Un grito más propio de una chica histérica salió estrangulado de su garganta y antes de siquiera girarse para verle su desfigurada cara, se zafo como pudo de su agarre, rasgando su suéter en el proceso y emprendió carrera a tropezones, tratando de alcanzar a los dos cabronazos que ya le llevaban varios metros de ventaja.

Corrieron por lo que parecía ser la calle principal de ese pueblo desolado, solo la tenue luz de las farolas iluminaba un poco sus pasos, lo que no les daba demasiado consuelo porque extrañamente ese barrio les parecía familiar. No es que se detuvieran a contemplar demasiado el paisaje, o la estructura de las casas, estaban más ocupados en alejarse lo más posible de las cuchillas de aquel maniaco sin sentido de la moda que era capaz de llevar un suéter como aquel y que los seguía lentamente afilando su garra en los autos estacionados en los laterales de la calle.

Llegaron al final de la calle, no se detuvieron a pensar que estaban a punto de quebrantar la ley al entrar de improviso en propiedad privada.

Las manos de Malfoy temblaban mientras intentaba torpemente abrir la reja.

-¿Qué demonios esperas? ¡Ábrela ya! – Desesperado le urgió el moreno.

Theo no dijo nada, estaba demasiado aterrado viendo como se acercaba cada vez mas Freddy con una sonrisa sádica, o eso parecía, no podían saberlo a ciencia cierta,  cuando su cara parecía que se estaba derritiendo.

Al fin pudo abrirla y entraron a tropel, cerrando tras de ellos, como si creyeran que una insulsa reja iba a detener  el avance de aquel hombre. Llegaron hasta la puerta sin aliento, tocando de manera desesperaba y rogando al mismísimo Lord Voldemord de los infiernos se apiadara de ellos.

Zabini tenía la espalda pegada en la puerta, con los ojos desorbitados, tratando de coger un poco de aire, cuando las cuchillas de la garra de su perseguidor se enterraron en la madera justo a un lado de su cabeza. Aterrado se lanzo hacia delante para alejarse lo mas posible de la puerta. Los tres muchachos veían con horror  como sacaba las cuchillas de la puerta haciendo un sonido horrible.

-Los estaré esperando en sus sueños. –dijo con voz cantarina y después nada, ni un solo ruido en el exterior.

Respiraron con cierto alivio, pero ese remanso de paz no les duro demasiado, cuando de reojo vieron algo correr y esconderse tras el sillón.

-¿Qué demonios es? –Se atrevió a preguntar el castaño que por fin recuperaba la capacidad de hablar.

-No tengo idea, pero no debe ser nada bueno.

Retrocedieron lentamente, fijando sus ojos asustados en el sillón a su derecha. Pequeños pasos sonaban ahora a sus espaldas y cuando se giraron a una velocidad sorprendente solo alcanzaron a ver de refilón lo que parecía ser un niño pequeño pelirrojo  con un overol azul cielo y una camisa con rayas azules, rosas y blancas escondiéndose atrás de una mesa ratonera.

Exhalaron el aire que tenían contenido.  –No te aremos daño pequeño. –dijo con calma con las manos extendidas hacia el pequeño que seguía escondido.

No podían ver claramente, pues no habían encendido aun las luces. A tientas Draco encontró el interruptor en la pared y la encendió cuando Blaise ya extendía sus brazos para tomar al crio e intentar calmarlo para que no hiciera un escándalo y terminara alertando a los demás que vivieran en aquella casa.

Cuando la luz se encendió el moreno vio con horror que no se trataba de ningún adorable niño, era el jodido muñeco diabólico de la estúpida película muggle que le causo mas risas que miedo.

-¡Hola soy Chucky, sere tu amigo hasta el final! –Se escucho la dulce voz del muñeco, mientras en una mano empuñaba un enorme cuchillo e intentaba cortar la mano del moreno, que se hizo hacia atrás de manera tan violenta que tropezó y cayó de espaldas.

Desde el suelo, ya no le parecía ridículo aquel muñeco infernal de ojos azules que lo amenazaba con el filo del cuchillo contra su garganta y que había trepado sobre el para poner su pequeña mano de plástico libre, sobre su cabeza.

Draco y Theo se habían quedado congelados, sin saber muy bien qué hacer, parecía que Chucky no les prestaba atención alguna, estaba demasiado ocupado intentando degollar a Blaise y comenzando a recitar algo en un extraño idioma.

Atay duey dembella 
Le vir mersay de poissay oh 
Ze coo zen tay ar may poiday mort 
Morteez meledevacour de mervo shay 
A delay poiday poissay dembella 
A delay poiday poissay dembella 
le vir mersay de poissay oh 

-¡Joder con el mono diabólico!  Creo que eso era lo que decía cuando se quería apoderar del cuerpo de niño de la película.

Ze coo zen tay ar may poiday mort 
Morteez meledevacour de mervo shay 
Give me the power i beg of you 
Ler vir mersay de poissay oh 

-¡Hagan algo! –Les suplico el moreno con voz temblorosa, sin atrever siquiera a pestañar o moverse por miedo a que ese sicópata muñeco le cortara el cuello.

Ze coo zen tay ar may poiday mort 
Mortez meledevacour de mervo shay 
A delay poiday poissay dembella

El rubio por fin reacciono,  cogió lo primero que encontró para utilizarlo como arma, no era demasiado intimidante una sombrilla azul de flores amarillas, pero no podía ponerse exigente en esos momentos. De un solo golpe logro quitarlo de encima de su amigo y le siguio pegando hasta que logro encerrarlo tras una puerta que debía ser el armario.

El muñeco patea la puerta con fuerza y clavaba el cuchillo en la puerta intentando escapar. Entre Theo y Blaise movieron uno de los sillones y lo pusieron contra la puerta para evitar que pudiera salir.

-¿Ahora qué hacemos? –Pregunto desesperado Theo.

-¡No podemos irnos! A menos que quieran que nos haga tiras ese tal Krueger.

-Siempre podemos quedarnos y que ese demonio de plástico nos deje como alfileteros. –Dijo con sarcasmo por mera costumbre y a punto de la histeria el moreno.

-Entonces ¿Qué? 

-No se, no tengo ni idea. –Confeso Draco tirando de sus cabellos.

Era demasiado, incluso para Granger. Admitía que se había pasado con el reto de la semana anterior y que se porto como un patán impresentable, como un cabrón, aun a sabiendas que despertaría la ira de Hermione y que esta seria implacable, pero esto sobrepasaba en mucho lo que había considerado.

Cuando despertaron confundidos en la mansión de Dracula incluso hasta se burlaron de la poca inventiva de la castaña para asustarlos.

Un vampiro no representaba mucho problema para tres jóvenes magos, pero sin duda si que era un problema y de los gordos no haber encontrado sus varitas por ningún lado y lo único que pudieron hacer fue correr por sus vidas.

En un inicio pensaron que no era real y valientemente le hicieron frente, más que nada porque la odiosa de Granger no los iba a engañar con algo tan patético. Pronto descubrieron que no era una ilusión cuando los tres salieron volando por la fuerza sobre humana del vampiro, la verdad era que dolió y mucho, cuando sus respectivos traseros chocaron con el duro piso, una ilusión no podía ser tan vivida como esa, fue cuando decidieron salir despavoridos del lugar.

Se sintieron un poco mejor cuando se alejaron de la casona lo suficiente, siguieron un sendero que los llevo a una zona boscosa, llena de arboles altos, de frondosas ramas, que le daban un aspecto tétrico y sombrío.

Fue en ese lugar que tomaron un respiro, pues habían corrido como almas en pena por salvar el pellejo. Pero mas tardaron en sentarse que en levantarse con los rostros pálidos y contraídos por el horror cuando un hombre lobo se les puso en frente gruñéndoles amenazador.

Si antes habían corrido, ahora no se les veía ni el polvo, pues tras de ellos corría con agilidad aquel ser de la noche, que estaba dispuesto a desgarrar cada parte de sus bien formadas anatomías.

En algún punto mientras corrían entre los árboles, el hombre lobo dejo de perseguirles y aminoraron el paso, estaban a esas alturas sucios de lodo y con varios raspones por todo el cuerpo como consecuencia de su veloz huida. Pero a pesar de todo estaban medianamente bien después de haber perdido a Dracula y al hombre lobo con cara de hambre.

Aun no se recuperaban del todo, cuando escucharon pasos acercándose giraron los tres al unisón para encontrarse con un hombre alto y corpulento  con una máscara blanca de Jóquey y un machete en la mano, Jason Voorhee, el mismo que protagonizara todas las masacres de viernes 13, venia por ellos.

Cansados como estaban, ni siquiera lo pensaron y continuaron corriendo, sabiendo que su vida dependía de ello.

La zona boscosa terminaba  donde comenzaba un rio, el puente de madera estaba completamente destrozado, por lo que se vieron obligados a cruzar a nado, no era demasiado ancho y aunque lo fuera, no lo pensaron dos veces cuando Jasson salió de entre los arboles dispuesto a seguirlos.

Cuando llegaron a la orilla y miraron al otro lado, ya no había nadie, se arrastraron por la orilla tratando de controlar su respiración y el acelerado latido de sus corazones. 

Iban de sobresalto en sobresalto, la carrera, los tenían doblados intentando que el aire entrara a sus pulmones, sus estómagos les dolían debido al flato, sudados y enlodados como cerdos que han visto de cerca al hombre con el machete dispuesto a matarles para hacerlos embutidos, sin embargo, su odisea no había terminado, lo supieron cuando un grupo aproximadamente de 15 personas se comenzó a acercar a ellos.

Theo se enderezado dispuesto a pedir ayuda, mas no alcanzo a hablar cuando enfoco la vista y se dio cuenta que algo iba mal con ese grupo. Trago duro y retrocedió un par de pasos antes de ser capaz de hablar.

-¡Draco! –Les llamo con voz demasiado aguda para ser normal.

-¿Qué? –Contesto con fastidio al verse hecho un asco el rubio, empapado hasta la medula y sucio.

-¡Draco! –Volvió a decir con insistencia en el mismo tono de voz.

-¿Qué demonio quieres? –Pregunto, girándose hacia su amigo para saber por fin para que lo quería.

Lo vio señalando unos metros más allá, donde se veían a varias personas caminando hacia ellos.

-Eso es normal. –Ahora era Blaise quien ponía atención a lo que señalaba el castaño, refiriéndose a la extraña manera en que todos caminaban.

-Ojala puedan ayudarnos. –Suspiro aliviado el rubio. -¡He, ustedes! ¿Pueden ayudarnos?

No los podía ver demasiado bien, ya que solo estaban iluminados por la luna y unas espesas nubes la habían cubierto por un segundo.

-¡Cállate! –Exclamo con voz estrangulada el castaño.

Pero ya era tarde, los habían visto y escuchado claramente. Cuando las nubes se apartaron por completo, pudieron verlos tan claramente que se quedaron helados. Eran hombres y mujeres de aspecto maltrecho y putrefacto, con los cuerpos lacerados y heridas abiertas por donde se podían ver sus intestinos saliendo de sus estómagos o sus huesos, eran zombis hambrientos y dispuestos a devorar sus cerebros.

No tuvieron tiempo de nada que no fuera correr, mientras eran perseguidos por una manada de Zombis que querían devorarlos vivos. Cuando por fin se habian librado de ellos, se encontraron en aquel callejos, donde sus horrores siguieron.

Miedo, los tres eran presas de un terrible y atroz miedo, no es que no lo hubieran sentido antes, pero  ¡Joder! que era un susto tras otro, que no les permitia calmarse un poco, cuando estaban de nuevo corriendo por sus vidas.

Draco tenía que admitir que esta vez Hermione lo había superado y con creces, pero eso era lo menos importante, al menos por ahora. Tenía que enfocarse en encontrar alguna manera de salir de aquel lugar, ya después se ocuparía de la castaña.

Zabini estaba al punto de la histeria, temblaba con un crio  e incluso parecía que estaba llorando, aunque no podían saberlo con certeza pues permanecía en un rincón hecho bolita, abrazando sus piernas, mientras se mecía.

Nott no estaba mucho mejor, estaba blanco como el papel y tembloroso, en un estado de Shock tal que ni siquiera era capaz de hablar, solo los miraba a ambos con ojos desorbitados.

-Tenemos que pensar que vamos a hacer. Si quedarnos aquí hasta que amanezca o salir y buscar ayuda.

-Hasta que amanezca. –Repitió.

-Según las películas que vimos, la mayoría de esos monstruos no salen de día, será más fácil lidiar con lo que se nos presente, en lo que vamos la manera de salir de toda esta mierda. Pero por el amor de Merlín, ¡Ya deja de llorar Blaise! –Dijo tomándolo por los hombros y sacudiéndolo para hacerlo reaccionar.

Después de que logro que se calmaran todos un poco fue a la cocina y encontró varias herramientas que si bien no sabía para que servía, al menos esperaba que les ayudara a defenderse de lo que fuera que se apareciera de repente.

Así fue como decidieron subir al segundo piso de la casa. Lentamente y con mucha precaución subieron las estrechas escaleras, armados hasta los dientes con lo que habían encontrado. Al frente iba Draco, pues no habia podido convencer a los otros dos pazguatos a que se pusieran a la cabeza; llevaba en una mano un largo cuchillo para filetear carne, una olla en la cabeza y la sombrilla azul de florecitas en la otra mano.

Zabini que era el más alterado debido a su encuentro cercano con “Chucky el muñeco diabólico” iba en medio con una sarten en la mano y un palo de golf en la otra. Nott estaba al final, temblando como gelatina con un cubo protegiendo su prodigiosa cabeza, en caso de que se volvieran a topar con los zombis come cerebros y afianzado con ambas manos un bate de beisbol.

Cuando iban a mitad de las escaleras, se escucho como la puerta se desplomaba, levantando una nube de polvo, por ahí entro el monstro sin nombre, de mas de dos metros y medio de altura, y una apariencia tan grotesca que estuvieron a punto de mojar sus pantalones. Ese era el ser que habia creado el Dr. Victor Frankenstein.

De haber podido hubieran subido volando lo que les faltaba de las escaleras. Entraron a tropel en la primera habitación que encontraron sin importar que estaban a oscuras y cerraron la puerta con seguro.

El silencio era pesado en esa habitación, lo que los alerto enseguida. Draco estiro la mano buscando el interruptor para encenderlo. Cuando el foco se prendió se encontraron en una habitación amplia, por las decoraciones no era difícil suponer que era la de una niña. La misma que en ese momento estaba recostada en la cama, vestida con un camisón de manga larga, tapada con las sabanas hasta la cintura.

Les llevo solo un par de segundos darse cuenta quien era, lo mismo que tardaron en intentar abrir la puerta, fallando estrepitosamente.  

 -¿Tan pronto se van? –Les preguntaba Regan MacNeil con sus doce añitos era una nena adorable con un demonio adentro.

-Me temo que si. –Dijo el rubio intentando no provocarla.

Solo había otra puerta y estaba justo al lado de la cama.

La cama comenzó a sacudirse, notaron que tenia las manos y las piernas atadas a la cama, eso les dio un poco de confianza, haciendo acopio del poco valor que les quedaba se acercaron a la puerta.

Ella los miro con sus ojos velados, su cabeza empezó a dar de vueltas como si fuera una muñeca y cuando sus ojos se fijaron de nuevo en ellos, su rostro horrendo estaba sonriendo.

Draco había alcanzado ya la manija  y comenzaba a hacerlo girar cuando Regan logro soltarse de sus amarres y lo acorralo contra la madera de la puerta.

-Quédate a jugar, yo se que quieres. –Le dijo lambiendo su mejilla, provocándole nauseas.

Tuvieron que tomarla entre Blaise y Theo para alejarla, mas por la necesidad de largarse de ese lugar que por ayudar al estúpido de Malfoy que los habia metido en esos lios, con su brillante idea de ver a Hermione con ropa ajustada, bailando alrededor de un tubo.

Claro que se negarían en admitir lo mucho que disfrutaron de esas clases, donde las tres chicas rivales mostraron sus curvar por el tipo de ropa empleado, verlas girar, trepar y resbalarse lentamente  fue algo sumamente erótico y digno de verse, pero por ahora no estaban en la mejor disposición de olvidar que a pesar de todo estaban de mierda hasta el cuello y no tenían ni una puta idea de cómo salir.

Cuando lograron liberarlo de sus garras y estaba a pocos centímetros del rubio la adorable Regan vomito encima del rubio.

Justicia divina, pensaron los otros dos, mientras terminaban de abrir la puerta y salían rápidamente por ella.

Hermione iba pagar y muy caro, por todo, pero especialmente por lograr que el terminara bañado en vomito verde. Y no quería ni pensar que había en esa otra habitación a la que habían entrado.

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