Capítulo 5: Debo Hacerlo
-Por casi no lo cuentas. Ese chico te ha estado pegando bastante fuerte y sin parar -aquel chico está delante de mí, al igual que el pequeño-. Casi te mata y nadie hacía nada. Menos mal que estábamos por ahí cerca.
El pequeño me acerca un vaso de agua fresca con una pajita, portando un rostro preocupado. Bebo y siento la garganta un poco más clara, al igual que noto el ambiente un poco oscuro.
-Gracias -intento pronunciar, pero la garganta quema aún-. ¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?
-Unas horas. Se ha hecho un tanto tarde. Me quedé sólo contigo, no quería que mi pequeño Marth faltase a clases -le acaricia el cabello.
-¡No soy pequeño! -se queja.
-Si así fuera, no tendría que darle alguna explicación a tu madre después -me vuelve a mirar-. ¿Cómo te encuentras?
-Como la mierda -intento corregir mis palabras delante del niño-. Quiero decir... Mal.
-Bueno, la enfermera dijo que no vinieses en una semana -saca un papel para mostrármelo-. Esto justificará tu ausencia.
-Supongo que te debo una.
-¿Deber? No, no hace falta. Lo hice para que el pequeño no recordase los malos momentos -le da un pequeño beso en sus labios, el pequeño corresponde, como si fuera un adulto-. ¿Cómo te llamas?
-Me llamo Farren. ¿Y tú?
-Hansel. Me llamo Hansel.
Mis ojos se abren lentamente al notar que el sueño se rompe, al notar que se esfuma delante de mi cara.
¿Por qué he soñado el pasado? Concretamente ese momento.
La ventana se presenta oscura, la noche se cuela por mi ventana y el reloj me dice que son las tres de la mañana.
Intento volver a conciliar el sueño, pero sé que no podré al moverme por la cama varios minutos como si fuera una croqueta en la sartén.
Vencido por el insomnio, me levanto de mi cama y camino por el pasillo para ir a beber agua.
Al pasar por las puertas, me detengo delante de la que antes era e Marth. La abro, no está. Ojalá estuviera a mi lado, cuanto lo necesito ahora.
¿Por qué ahora me salen un par de lágrimas? Da igual. Las seco y paso por la puerta de Hansel, la cual está entornada.
La abro, lo veo dormir. Cuando voy a cerrar, su voz suena.
-No la cierres -me quedo quieto.
-Está bien -me quedo así por un minuto, al final entro y me siento al borde-. ¿Te he despertado?
-No. Es que no puedo dormir -apoya su espalda en la mía.
-Yo tampoco.
-¿Y a qué se debe? -la pregunta es fácil de responder.
-He soñado con aquel día.
-El de la pelea.
-Sí. ¿Tú cuánto llevas sin dormir?
-Una semana a base de dos o tres horas de sueño.
-¿Por qué? -me crea intriga el saberlo, a casi nadie le ocurre eso.
-No lo sé -suspira, se le ve cansado.
-Una semana... -pienso en el tiempo que ha estado en silencio, en la oscuridad de la noche, esperando a que sea un nuevo día-. Justo cuando te dije que Alex había vuelto a mi vista.
-Sí.
-¿Te molesta?
-Para nada.
-Ella me ha hecho recordar el pasado. Cuando te vi con Marth, cuando le besabas delante de mí sin vergüenza.
-Buenos tiempos aquellos.
-Te gustaban pequeños, ¿eh? Eres un asalta cunas -le pego un leve golpe en el hombro con el codo.
-No te metas conmigo. Era él quien me hizo cambiar.
-Todos cambiamos gracias a él, amigo.
-No me digas "amigo" -se le nota molesto.
-Vale, compañero de hogar.
-Tampoco -¿por qué lo estará evitando?
-¿Por qué?
-No, por nada. Solo... Ojalá hubiera hecho las cosas de distinta forma.
-¿A qué viene eso ahora? -sé que intenta cambiar de tema.
-Da igual. Vete de mi habitación.
Me quedo por unos minutos pensando en su frase. Si yo también hubiera hecho las cosas de distinta forma, sería más feliz que antes. Solo quería hacer una cosa, y lo haré aunque después de eso me odie.
-Me voy afuera -me levanto y salgo de la habitación.
-¡Espera! ¿A dónde?
Agarro las llaves de la moto y salgo a la calle para subirme a ella, no sin antes ponerme el casco.
-A hacer lo que debía en su momento -enciendo el motor.
-¡Son las tres de la mañana!
-Si no lo hago ahora, no tendré coraje. Además, me ayudará -sin dejarle hablar, comienzo a meter gas y dejo atrás mi casa para hacer algo que debía.
Solo espero que me perdone.
EN OTRA PARTE
El timbre suena, mis ojos se despegan con dolor de tener que abrirse durante la noche y mi cuerpo se estira para despertarse un poco, lo suficiente para levantarme.
-¡¿Pero quién viene a estas horas?! -lloriquea como un crío pequeño.
-Ya abro yo, tú duerme. Tienes que madrugar.
-Está bien -me zafo de su abrazo.
Me levanto de la cama y salgo de la habitación para bajar las escaleras y acercarme a la puerta. Al parecer, al chico de mi cama se le olvidó apagar la luz del porche. Algo más con lo que castigarle.
Cuando abro la puerta, esperaba ver a alguien que no conociera, como algún vecino pidiendo ayuda, pero no.
-¿Farren? ¿Qué haces aquí a estas horas? -tres y media de la mañana, por lo que puedo ver en el reloj de mi cocina-. Es tarde y Ricky tiene que madrugar.
-Lo siento. Es que necesito hablar y hacer algo a la vez.
-¿El qué?
Mi pregunta es respondida al dejar caer su casco y acunar mi rostro para besar mis labios con ternura. Sus labios son suaves, me suplican cariño, pero no puedo corresponderle.
Le aparto con una mano y desvío mi mirada. Cierro los ojos, esto ha sido demasiado inesperado, impactante.
-Marth... Yo... -le hago callar con la mano en su boca, mirando atrás por si acaso Ricky estaba mirando.
-Farren... Pasa, haré café -aparto la mano y le dejo entrar.
Al recoger su casco, entra en mi casa y lo llevo a la cocina.
No quería recordar el día en el que se atrevió, pero al final volvió para recordarlo. Para atormentarme con ello.
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