Capítulo 12: Bésame, Idiota

Mover el volante se me hacía más pesado por cada minuto que pasaba sin descansar. Mi vista se torna borrosa y mis párpados amenazan mi conducción con dormirme. Estoy determinado en llegar a casa sano y salvo, pero con los hombros soportando tal carga entre la culpa y el sueño es imposible resistirse a la tentación.

Me pellizco varias veces en todas partes de mi cuerpo para mantenerme despierto, apenas funciona. Es suficiente para llegar a mi calle, el cual queda a un par de minutos. Es justo lo que necesito antes de golpear el claxon del coche con mi rostro, sobando el cuero de este.

Al llegar, aparco e intento mover mis piernas. Con un último esfuerzo, abro la puerta y dejo que mi cuerpo caiga al suelo estrepitosamente. El ruido ya hace el resto de mi trabajo.

Una puerta se abre y asoma el rostro de mi compañero Hansel, quien corre para intentar mantenerme despierto. No le escucho. Ese característico pitido en los oídos me lo impide. Solo pude soltarle una palabra para que no se preocupara.

—Dormir —susurro, me escucha.

Y justo, cierro los ojos para entregarme al abrazo del sueño. Ya no hay excusas, imposible crearlas.

MÁS TARDE, AQUEL DÍA

El sueño me desata y me deja ser libre por un tiempo para luego caer en ellas cuando lo desee. Mis ojos se abre lentamente y lo primero que veo es el techo blanco liso. Muevo la cabeza a un lado. Estoy en mi habitación.

¿Cómo he llegado aquí? ¿Hansel pudo moverme él solo? Menudo logro se acaba de marcar.

Aparto las mantas de encima y me levanto para ir al baño, mi vejiga no aguanta.

Al entrar, hago mis cosas, me lavo y salgo para dejarlo libre para el siguiente, si es que hay siguiente.

Me voy a la cocina para tomar algo de agua, mi boca está algo pastosa. Cuando menos me lo espero, veo a Hansel cocinando la cena, ya que es por la noche. ¿Cómo voy a dormir ahora que acabo de despertar?

En silencio, me acerco a él y le abrazo por la espalda, rodeando su cintura. Se sobresalta con un grito agudo, como una mujer en una película de terror que le da un infarto. Menos mal que aún es joven y su corazón está sano, sino lo habría matado.

Me apego totalmente y meneo mi cadera a la vez que apoyo mi cabeza en su hombro.

—Debería asesinarte por asustarme —levanta la espátula.

—No lo harás porque me quieres —beso su cuello.

—N-No hagas eso —me pide tartamudeando, así que le gusta.

—¿El qué? ¿Esto? —lo vuelvo a hacer.

—F-Farren, para, por favor —se sonroja más y más, mis labios surcan su piel y la lengua es libre de anclar cuando quiera.

Apago el fuego y dejo que lo de la sartén se quede sin terminar, pero tan solo son huevos revueltos que ya se han terminado de cocinar.

Aumento la eficacia del paseo de mis labios y le dejo como un tomate bien maduro.

—No más —una de las manos van a la parte trasera de mi cuello y la otra a mis manos en la cintura.

—¿Te gusta? —pregunto, susurrando, dejando que el aire le ponga la piel de gallina.

—Por favor, quiero cenar.

—¿Has hecho mi cena? —le doy la vuelta y le miro.

—Esto... No —evita mi mirada.

—Castigado —agarro sus piernas y lo levanto, estampando su cuerpo en la pared.

—Farren, somos adultos.

—¿Adulto cuando ocultas tu amor como un adolescente tímido que agacha la cabeza? Si fueras un adulto, lo habrías dicho antes sin importar lo que dijera.

—En parte, tienes razón.

—En parte, no. La tengo totalmente —no le dejo hablar, vuelvo a atacar su cuello.

Sus manos me intentan separar, intentan mover mi cabeza para que mi lengua no lo haga sentir excitado. Si es su punto débil, me gusta atacar en esta parte. Al final, acaba por rendirse ante mí.

—A la mierda —me separo y le miro los labios—. Bésame, idiota —su excitación choca con mi abdomen.

—Sí, imbécil.

Nuestros labios se encuentran y bailan al son de nuestros latidos. Abrimos la boca y nuestras lenguas se encuentran. Mientras nos besamos, me lo llevo a mi habitación, donde tengo pensado no sacarlo de la cama hasta que necesite ir al baño para ducharse. O tal vez ducharnos juntos.

Abro la puerta como puedo y lo dejo caer sobre el colchón para colarme entre sus pies y abrirle para dejar que mi erección acaricie su trasero con lentitud.

Al notarlo, se sonroja y me confiesa una cosa.

—Hace tiempo que no lo hago de esta manera.

—¿Que entren en ti?

—Eso. Hace tiempo.

—Pues hora de volver al pasado —y lo vuelvo a besar.

Me deshago de sus pantalones y yo hago lo mismo, en ningún momento separo mis labios de los suyos, no me deja.

El único momento que se corta el beso, es cuando nos quitamos las camisas para no estar acalorados por el ambiente que creamos.

Ya en boxers, palpo su erección y la acaricio con suavidad, sacando leves gemidos de deseo a mi chico. Joder, ¡sus gemidos me hacen querer más!

Cuelo mi mano por la goma de su cintura, tocando su miembro mediano. Le gano en tamaño, pero al menos parece grande.

Corto el beso para quitarle el bóxer como un animal deseoso de todo su cuerpo.

—¡Eres un bruto! —grita enfadado.

—Pero este bruto... —bajo mi bóxer, mostrando el tamaño de mi miembros—. Te pone a cien.

—Ah... —se queda sin palabras al ver lo que viene.

—Empiezo yo, don mente blanca —me agacho y atraigo la punta a mi boca, lamiendo la cabeza.

Su cabeza se echa hacia atrás, como si no hubiera sentido esto en mucho tiempo. Agarra mi cabello y me hace tragarla, pero no me cabe entera, por lo que la mayor parte llega a mi garganta. Es una suerte que no tocara la campanilla.

La saco de mi boca y pienso que debería castigarle por tal cosa. Me levanto, le agarro del pelo y golpeo su mejilla con mi miembro.

—Mal hecho. Casi vomito por tu tontería —paso la punta por sus labios.

—Lo siento —susurra antes de lamer y saborear mi erección.

Suspiro del gusto. Su boca soporta la gordura de mi pene como si de un helado se tratase. Hace lo que puede y al final se detiene sin permiso. No importa. Levanto sus piernas y hago lo que nunca había pensado.

—Farren, ¿qué haces? —parece asustado.

—Dilatar el dolor —respondo.

Mi lengua pasa por su entrada, dejando saliva por su trasero y creando placer al dueño de este trasero. Gemidos ahogados suenan y yo me pongo más cachondo que antes. Intento soltarle gemidos más fuertes, pero parece ser que solo hay una forma para conseguirlo.

Me levanto un poco y posiciono mi miembro en su entrada. Al notarlo, me mira con temor. Normal, si yo fuera él, también lo tendría.

Sin decir nada ninguno de los dos, la punta le abre poco a poco, dejando su entrada dilatada y haciendo que grite de dolor. Sí que hace tiempo que no lo hizo, no está acostumbrado a este rol.

—Aguanta, el dolor pasará.

Medio pene dentro. Agarra las sábanas con fuerza, sus dientes apretados y sus ojos pidiendo clemencia. Un poquito más y ya estará entero, pienso. Ya entera, me quedo quieto por un minuto, dejando que su cuerpo se acostumbre al tamaño.

—¿Estás bien, Hansel? —pregunto.

—S-Sí.

—No lo parece. Dilo.

—Vale. Quiero que no te muevas.

—¿Por qué?

—Es que... No estoy acostumbrado a tal tamaño y, su te mueves, me voy a correr bien fuerte.

—Pues te lo haré para que te corra cinco veces o al menos hasta que yo me venga.

—No seas tan malo.

—Soy así —salgo un poco y vuelvo a enterrarlo en su interior.

Noto como su trasero aprieta y su leche sale con fuerza de su miembro. Tanta leche acumulada y no has descargado en ningún momento, eso debe ser delito.

—No mentías.

—Te lo dije.

—Pues ahora a soportarme —sonrisa malévola.

Primero voy lento, para ver cómo reacciona. Todo normal, gemidos ahogados que quiero que suenen a pleno pulmón. Aumento mi velocidad y empiezo a darle estocadas duras y profundas. Ahora sus gemidos no son ahogados, sino bien liberados. Gritos de placer, tanto que se corre una segunda vez y yo todavía no siento ese cosquilleo.

—¡Esto es una tortura! —sus gemidos no me lo parecen.

Que apriete su interior me pone demasiado, noto cómo se desliza mi pene y me pone más cachondo. Al final noto cómo el cosquilleo recorre la base mis bolas y amenaza con hacerme explotar.

—Voy a correrme, Hansel —le aviso—, pero dentro.

—No, dentro no. Fuera. ¡Fuera! ¡Mierda!

Ante su último grito, me voy a correr. La saco de su interior y dejo que mi esencia se dispare y caiga sobre su cuerpo, al igual que se junta con su tercera corrida que viene al mismo tiempo que yo.

Respiración acelerada, cuerpo cansado, bajón al acabar... Signos de que el ambiente se deshace.

—Farren —pronuncia mi nombre—, t-te quiero —se sonroja, con gotas de leche decorando su rostro.

Escupo una leve risa mientras lamo su mejilla.

—Yo también te quiero, Hansel. Porque te quiero ver. Te quiero ver en mi cama, en la cocina, en mi reflejo del espejo, en mi coche, en mi trabajo, en la cena... Te quiero ver, Hansel.

No dice nada, lo he dejado sorprendido. Se levanta y me besa antes de ir al baño, solo.

Bueno, supongo que aquí acaba la noche. No ha sido de lo más romántico, pero al menos nos henos vuelto a sincerar. Un "te quiero" de los labios de Hansel después de haber hecho el amor es más que suficiente para saber que sí me quiere, incluso después de haber vuelto a hacer de pasivo.

Yo no me he manchado nada, así que me iré a hacer la cena, al igual que terminaré la suya.

Hansel de novio... ¿Quién me lo iba a decir? Mi salvador del instituto es mi novio. Jamás lo hubiera imaginado.

---------------------
Y aquí el que creo que sería el último capítulo de esta historia, el cual seguiría el epílogo que escribiré lo más pronto posible, ya que vuelvo a escribir antes de dormir para sentirme en paz conmigo mismo.

que ha sido un final muy cortante, aunque espero que no importe.

Ya traído otra escena de esas que os gusta 7u7 puedo irme en paz :v

Espero que os haya gustado y nos vemos en el epílogo, queridos Ángeles Lectores.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top