1. Un día lluvioso

La siguiente historia es comisionada por Ángel Osvaldo, responsable además de la idea el curioso formato script que por primera vez utilizo y espero haberlo empleado correctamente. Espero que disfruten del proyecto tanto como nosotros el presentárselos. El arte de portada viene de la mano del artista Exiodial.

Descargo de responsabilidad. El concepto de " Loud House " y todo lo relacionado con el mismo (salvo los conocidos Oc's los hijos del pecado) pertenecen a su casa productora: Chris Savino & NICKELODEON © 2016 .

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Mientras conducía su todo terreno, Lynn con recelo miró el cielo. Ya no sólo estaba nublado, sino que a pesar de ser apenas las cuatro de la tarde, se había oscurecido mucho. Miró a su lado a su hija para señalarle esto.

Lynn: Es un hecho que va a llover. ¿No preferirías llamarle a Gloom para decirle que mejor otro día se vean?

Lacy: Pero mamá, ya había quedado con ella. Además, vamos a estar únicamente dentro de su casa. No pienses que vamos a salir o algo así.

Lynn: ¿Me prometes que no lo harán?

Lacy: Por el dedito meñique.

Lynn sonrió divertida por el modo en que su hija adolescente de doce años le mostró el dedo más pequeño invitándola a engancharlo con el suyo. Era tan adorable que le costaba como de costumbre ser estricta con ella, fuera de los entrenamientos por supuesto. En un semáforo en rojo al detenerse le devolvió el gesto.

Lynn: Está bien. Confiaré en ustedes. Haz caso de todo lo que te pida Maggie... siempre y cuando no sea algo que te haga sentir incómoda.

Lacy: Te lo prometo mamá.

No estaba segura sobre a qué se refería con esto último, pero prefirió no preguntar, sabiendo que a veces su madre era la que se mostraba incómoda cuando trataba de explicarle algo que ella no entendía.

En minutos habían llegado a la "otra" residencia Loud. Lynn era consciente que su deber como madre era bajar de la camioneta y acompañar a su pequeña hasta la puerta en la casa de la amiga de esta, pero si bien no tenía problemas con Gloom, si los tenía con la madre de ella. Lacy era consciente de esto y también del por qué, así que no la presionó y se limitó a darle un beso en la mejilla despidiéndose de ella antes de bajar del vehículo.

Lacy: Muchas gracias por traerme, mamá.

Lynn: Por nada. Te quiero lista a las siete. 

Lacy: Está bien. Gracias.

Lynn esperó a que tras que Lacy tocara la puerta, alguien fuera a recibirla, siendo esta una mujer que como Lynn estaba en su treintena compartiendo la misma edad. Las diferencias entre ambas eran variadas, como el color del cabello castaño de Lynn y el negro de la mujer, o la estatura, pues mientras que Lynn era algo baja, la otra era alta, por no mencionar la discreta voluptuosidad de Lynn en comparación a la muy reveladora talla que la mujer exhibía al erguirse. Sin embargo, Lynn consideraba que la otra tenía algo mucho más allá de todo eso de lo que podría presumirle si quisiera hacerlo, y que se encontraba representado en su dedo anular derecho.

Lacy: ¡Buenas tardes, señora!

Maggie: Buenas tardes, Lacy. Me alegra verte de nuevo.

Tras saludar a la pequeña animadamente, la "otra mujer", como en su mente Lynn se refería a ella, levantó la mirada encontrándose con la de la madre de Lacy, quien sin hacerle siquiera un saludo, arrancó el vehículo. Entonces la pelinegra se volvió hacia ella.

Maggie: Gloom está en su habitación si quieres ir ya a verla.

Lacy: ¡Muchas gracias! 

Por todas las ocasiones que había ido a casa de su gran amiga, ya conocía la ubicación de dónde ella dormía. En cuestión de nada dando saltitos apresurados, se había plantado frente a la puerta de una habitación a la que primero tocó antes de entrar tras escuchar la invitación para hacerlo.

Encontró a su amiga, la adolescente de trece años de cabello negro que le venía bien como su vestido, mirando por la ventana sentada en la silla que había apartado de su escritorio.

Lacy: ¡Hola Gloom! ¿Te sientes mejor?

El suspiro que obtuvo de su amiga fue suficiente respuesta para comprender que estaba lejos de sentirse mejor.

Lacy: ¿Todavía estás molesta por lo que ocurrió en la escuela?

Gloom miró hacia el oscurecido cielo cubierto por nubes de tormenta y susurró apenas permitiéndole a Lacy entenderla.

Gloom: Va a llover. Supongo que es acorde a cómo me siento.

Lacy se molestó un poco con su amiga.

Lacy: ¡Vamos! Supera lo que ocurrió. Sólo olvídalo. No ganas nada con dejar que te afecte todavía lo que esas estúpidas te dijeron.

Lo que su amiga le pedía sonaba tan sencillo, pero en la práctica a la adolescente le costaba trabajo siquiera intentarlo. 

Ella no tenía la culpa que a la estúpida de Nancy, Billy la rechazara diciéndole que le pediría ir con ella al baile, cuando ella ni siquiera estaba interesada en él y le hubiese dicho que no de haber llegado a pedírselo. Por supuesto, en lugar de que Nancy hablara con ella primero para saber si lo iba a aceptar o no, decidió que era mejor idea correr el falso rumor de los supuestos "trabajos especiales" que les hacía a los chicos en los baños, prometiéndole uno a él y a varios en el baile a cambio de una tarifa.

Luego estaba el asunto de los dibujos obscenos que las chicas habían hecho en el baño, sólo para descubrir tras acusarlas, que esa clase de vandalismo no era algo nuevo, y por medio de unos pocos, averiguar que en el baño de hombres había otros todavía muchos más vulgares también de ella.

Lacy: ¿Sabes por qué te molestan realmente? (Le decía mientras la miraba aún melancólica). ¡Porque te tienen envidia! Ya quisieran todas esas perras tener lo que tú. Pero me apuesto a que cuando crezcan ni una sola alcanzará la talla que tienes ahora, y si lo hacen, no será nada para la que tengas ya entonces.

Molesta, finalmente Gloom atendió a su amiga volviéndose hacia ella.

Gloom: ¿Y eso a mí qué? ¿En serio piensas que a mí de verdad me gusta tener estas cosas?

Se dio un manotazo en el pecho del que se arrepentiría enseguida tras el dolor que se provocó.

Gloom: ¡No me gusta estar todo el día adolorida por tener que cargar estos pesados bultos las veinticuatro horas! ¡No me gusta volverme el centro de atención de los chicos, o peor, tipos y viejos espeluznantes, cada vez que voy a cualquier sitio público, como el centro comercial o la plaza!

Lacy bajó la mirada sintiéndose muy tonta de pronto. Gloom suspiró. Lo último que quería era hacer sentir mal a su prima como esta a ella.

Gloom: Lo siento, Lacy. No quería... el problema no es contigo.

Lacy: Sí, entiendo. Son los chicos... al menos una parte. Gloom, no me creo eso de "todos son iguales". Estoy segura que por ahí debe de haber alguno que valga la pena y que si llega a fijarse en ti, no lo hará por tus... ya sabes, "atributos".

Gloom hizo una media sonrisa.

Gloom: ¿Te refieres a mis verdaderos atributos? ¿Sobre mi forma de ser y esas cosas que mamá siempre me dice que son más importantes que el exterior?

Lacy: Sí, y no olvides que también yo te lo he dicho.

Gloom: Lo sé. Bueno, no es que me cierre a la idea, al menos no todavía, yo también quiero pensar así, pero cada vez me parece más y más difícil creer que algún día conoceré a un chico diferente al resto.

Además, tampoco ayudaba mucho su forma de ser. Solía ser muy despistada la mitad del tiempo, lo que la hacía un blanco fácil de caer en bromas, tomaduras de pelo, o creencias supersticiosas. En clases no era precisamente la estudiante más brillante, y en ocasiones admitía que cuando se enfadaba, ella misma podía ser hiriente si se lo proponía, Lacy podía dar fe de ello.

Su prima suspiró pensando en las otras características que Gloom no parecía estar tomando en cuenta.

Lacy: Tienes mucho más que ofrecer de lo que piensas, y por supuesto no me estoy refiriendo al físico. Usualmente eres muy amable, tierna, linda, servicial, tanto o igual como tía Leni y ya sabes que todos quieren a tía Leni.

Gloom tenía que darle ahí la razón a Lacy. Era verdad. Todos querían y amaban a su tía Leni por ser quién es, y no tanto por la irradiante belleza que siempre exhibía a dónde quiera que fuese, e incluso... se podría decir que su lucidez en ocasiones se comparaba a la de ella misma. ¡Rayos! Hasta su madre, aunque no lo admitiría, la tenía en gran estima.

Gloom: Bueno, supongo que tienes un punto ahí. Sólo que cada vez me es más difícil conservar la paciencia.

De nuevo miró el paisaje tras la ventana. Genuinamente parecía que alguien allá arriba parecía haberse puesto de acuerdo con sus sentimientos para que el clima hiciera juego con estos. La superficie comenzaba a cubrirse con la humedad de la discreta lluvia que acababa de comenzar.

Lacy: Vamos, ten fe. Aquí en confianza, ¿No ha habido todavía algún chico que te haya interesado ya?

Gloom se encogió sonrojándose, lo que pareció emocionar a su prima.

Lacy: ¡Lo sabía! ¿Y quién es? ¿Lo conozco? ¿Tedd, Allen? Estoy segura que es Tim... ¿O será Pete?

Gloom: No es nadie de la escuela, Lacy. No lo conoces.

Ella resopló disgustada, pero tragándose la mitad de la mentira. Gloom pensó que muchas veces incluso Lacy era tan cabeza de aire como ella... con preocupación se preguntó si esto no sería a causa de... ¡No! Por supuesto que no. Después de todo, su madre no era una de las...

Lacy: ¿Entonces quién es él?

Tras que Lacy interrumpiera sus pensamientos, Gloom negó con un gesto, lista para dejar de lado aquel tema. Entre ahogarse entre la autocompasión o volver el ambiente todavía mucho más turbio, se quedaba con lo primero.

Gloom: No tiene importancia, Lacy. Algo entre nosotros no... nunca... nada.

Realmente Gloom parecía incómoda y Lacy más o menos creyó entenderla, por lo que prefirió dejar el asunto aparte.

Lacy: Está bien. Lo único que te diré es que pase lo que pase, no deberías de decir "nunca". Tal vez cuando menos te lo esperes el amor venga a sorprenderte.

Amor. Una palabra tan importante con diversos significados. Para Maggie tenía muchos.

Era consciente de que algo con esa persona sería imposible, pero por mucho que le doliera saberlo, estaba más o menos bien con ello.

En más de una ocasión ese alguien le había dicho que la amaba, aunque no del modo que a ella le gustaría, pero que de verdad la amaba de manera incondicional por quién era y no como lucía y ella ciegamente le creía sin encontrar razones para dudar de sus palabras.

Uno de los tantos problemas y obstáculos se trataba que ella no era la única interesada en él, pero quizás sí de las pocas en limitarse a cruzarse de brazos siendo realista a que jamás tendría una oportunidad. Definir la palabra "amor" era un asunto complicado. 

Como de costumbre y siempre leal a su fuerte vínculo con ella, Lacy se le acercó y la rodeó por la espalda entre sus brazos. Maggie apreció el gesto escuchándole por milésima vez manifestarle su eterno e incondicional apoyo del cual ella como su mejor amiga, prima y media hermana, jamás dudaría.

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Tras colgar el teléfono, Maggie suspiró. Lamentó no haber podido despedir apropiadamente a Lacy cuando la madre de la chiquilla llegó por ella, pero se trataba de una llamada muy importante como para interrumpirla. Vamos, que incluso había dejado de preparar la cena abandonándola en la cocina.

De cualquier forma y por mucho que lo intentó, no encontró algún otro medio alternativo para ponerse de acuerdo con la empresa, por lo que sin motivos para postergar la conversación, se disponía a ir al cuarto de su hija para hablar seriamente con ella, cuando de pronto se le ocurrió que primero podría asegurarse que lo que se le acababa de ocurrir como solución era viable, así que volvió a sentarse en la cama dentro de su habitación y tomó el teléfono.

En el otro extremo del pueblo, en una casa, en el interior de una habitación oscura, salvo por la débil luz de una lamparita que iluminaba únicamente una amplia mesa de dibujo, un hombre adulto de cabello blanco terminaba de darle el sombreado a las viñetas de la historieta que estaba dibujando, sintiéndose realmente inspirado gracias quizás al sonido de la lluvia golpeando contra su ventana como único ruido de fondo.

Cuando el teléfono comenzó a sonar pensó en solo dejar que lo hiciera, debido a la concentración que tenía, misma que perdió tras varios molestos repiques, por lo que con cierto fastidio fue a contestar esperando que se tratara de algo importante.

Lincoln: ¿Bueno? ¿Quién habla?

Maggie: Tu esposa, Lincoln.

El hombre estaba por pedirle que fuese más específica, cuando consiguió de pronto darle forma a la voz que escuchaba en su cabeza. Por supuesto que se trataba de su única y legal esposa actual.

Lincoln: Hola, Mags. ¿Cómo estás?

Maggie: Bien, gracias Lincoln.

Él había esperado que a continuación ella le preguntara sobre cómo él se encontraba, pero al no recibir nada de eso, prosiguió.

Lincoln: Pues... que bien. ¿Cómo está la niña?

Maggie se preguntó si en serio él veía todavía a Gloom como una niña al igual que el típico padre muy amoroso, o era que se le había olvidado cuál de todas sus hijas era la que tenía con ella, y estaba ganando tiempo para recordar de cuál se trataba.

Maggie: La "niña" está bien igualmente, Lincoln.

Lincoln: Perfecto. ¿Está ahí? Me gustaría saludar a Gloom.

Bien, después de todo sí se acordaba de cuál era la suya con ella.

Maggie: Lincoln, aunque aprecio tu interés, esta no es una llamada de cortesía para saber cómo estás realmente, pero no me malinterpretes, me alegra saber que te encuentras bien.

Lincoln no recordaba haberle dicho que lo estaba, pero de cualquier modo lo dejó pasar. Dentro de lo que cabía, se encontraba más o menos bien.

Lincoln: Pues, gracias. ¿Qué es lo que sucede entonces, Mags?

Cruzó los dedos esperando que no se tratara de dinero, al menos no más de lo que ya le depositaba cada semana.

Maggie: Quería avisarte que es probable consiga asociarme con una marca de ropa que está interesada en los diseños de mi tienda. Me refiero a los originales que yo misma hice, por supuesto

Lincoln: ¿En serio? ¡Felicidades!

Maggie: Aún no es algo seguro. Además, quieren que vaya a la sede principal en New York para realizarles una presentación la semana que viene.

Lincoln: ¡Vaya! Eso queda algo lejos. ¿Y qué opina Gloom?

Maggie: Acabo de enterarme de esto, por lo que todavía no le he dicho nada. Quería primero hablar contigo para ver si podías... quedártela hasta que regrese.

Lincoln miró la hoja donde todavía le faltaba mucho que terminar, por no mencionar las otras que tenía pendientes para trabajar después. Suspiró profundamente.

Lincoln: Mags, aunque de verdad me encantaría, por el momento estoy muy ocupado trabajando en una entrega en la que voy retrasado. ¿No puedes llevarla contigo a Vermont?

Maggie: No sé cuánto me vaya a demorar y no quiero que pierda días de escuela.

Lincoln: ¿Qué tal algunas de las chicas? Lynn estoy seguro que no tendría ningún problema, e incluso podrías pedirle a...

Maggie: ¿Sabes qué? Tienes razón. Olvida que te pedí ayuda, resolveré esto por mi cuenta. Gracias por contestar el teléfono al menos. Adiós.

Lincoln: ¡Maggie, espera! ¡No me cuelgues todavía!

Realmente enfadada por la forma en que Lincoln trató de evadirse, ella alcanzó a escucharlo justamente cuando estaba por colgar. Resoplando con fastidio volvió a acercarse el auricular a la cara.

Maggie: ¿Qué es lo que quieres?

Lincoln tuvo pocos segundos para pensarlo. Gloom ya tenía trece años, por lo que debía de ser más centrada y por tanto era probable que no le ocasionara ningún problema, en especial con su trabajo, independientemente de... era una buena hija.

Lincoln: Escucha, sé que esto es importante para ti. Has trabajado mucho para que tus diseños de línea gótica sean reconocidos. Todavía recuerdo aquellas ocasiones cuando me levantaba y te encontraba desvelándote frente a la máquina de coser. Muchas veces te parecías bastante a mi hermana Leni.

Si trataba de hacerla sentir halagada además de hacerse el interesante con ella, no estaba precisamente consiguiendo ninguna de las dos. En realidad, un tanto resentida de pronto se preguntó si por ello era que se motivó a tener intimidad con ella algunas veces durante aquellos encuentros. Aunque deseaba preguntárselo, no quería volver a arruinar el momento cuando parecía que iba a conseguir lo que buscaba ahora de él.

Maggie: Entonces...

Lincoln: ¿Cuándo quieres que pase por Gloom?

A continuación, durante el siguiente cuarto de hora comenzaron a llegar a un acuerdo sobre cómo organizarse. Una vez que acordaron un plan, Lincoln satisfecho por el mismo, le pidió un detalle más.

Lincoln: Entonces en eso quedamos, ahora por favor ve y dile a Gloom lo que va a ocurrir. No hemos tomado en cuenta que quizá a ella no le haga mucha gracia el que tengas que dejarla algunos días conmigo.

Maggie: Vamos. No te hagas ideas equivocadas acerca de ella. Sin importar lo que esté ocurriendo entre tú y yo, jamás le he hablado mal de ti. Por el contrario, me he esforzado para que te mantenga en un pedestal y nunca te pierda el respeto, eso es de lo poco que puedo agradecer a tus hermanas de haberme enseñado. 

Y por hermanas, se refería únicamente a Leni, pero no por ello quería darle tanto mérito admitiendo que era de las pocas con las que se llevaba relativamente bien, siendo desde su perspectiva la que parecía ser la más centrada de todas con todo y sus peculiaridades. 

Lincoln: Gracias, Mags.

Maggie: ¿Ya ves? Así que puedes estar tranquilo. Gloom te quiere mucho y dudo que le moleste estar contigo.

El hombre al otro lado de la línea se talló los ojos al sentir un picor en ellos.

Lincoln: Entonces nos vemos luego. Me avisas de todas maneras para contarme sobre cómo tomó la noticia, independientemente si hay o no algún cambio en el plan.

Maggie: Está bien. Hasta pronto por ahora. Te dejo que, además de hablar con ella, todavía debo de terminar de preparar la cena.

Tras colgar. Lincoln trató de reanudar su trabajo con la página del cómic. Después de un minuto de indecisión sobre cómo reanudar lo que estaba haciendo, pensó que primero se prepararía otra taza con café. La noche apuntaba a ser muy larga, y no solamente por el cómic cuya fecha de entrega se acercaba más rápido de lo que quisiera.

La lluvia pronto se convirtió en una tormenta y Lincoln al verla por la ventana, al igual que Maggie, o la misma Gloom mientras su madre hablaba con ella, esperaba que no se tratara de un mal presagio sobre lo que podría llegar a ocurrir a partir de ahora.


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