CAPÍTULO 25 SIEMPRE...

Jenni

-Sabes, estoy muy emocionada de estar contigo en París- tome su mano fuertemente y cruce mis dedos con los suyos, -la pasaremos muy bien tú y yo, juntos-

TaeHuyng

-A mi también me gusta estar aquí contigo princesa-, bese su nudillos mientras seguimos caminando por las calles de París, nos han seguido desde que salimos del hotel, los guardaespaldas están cerca pero se siente extraño todo esto.

Jenni

Caminaremos por estas calles y dejaré que nos fotografíen para tener material con que confirmar mi relación, es una buena estrategia y todo está a mi favor.

Llegamos justo a tiempo al hotel para cenar, fuimos a mi cuarto y nos besamos en la puerta fue como lo soñé, apasionado, reconfortante y mío.

Me aprisiono al cerrar la puerta y comenzó a tocarme el cuello, quitando mi boina y apurándose en abrir mi chaqueta para poder sacar los botones de mi blusa, mi pecho subía y bajaba con agitación, deseaba tanto tenerlo conmigo, que el placer nublaba mi juicio y por cada beso que daba sus ojos eran lo que más anhelaba, esa mirada ya no era de desprecio, era amor?... si es amor, por mi, solo para mi.

Esa maldita ya no volverá a interponerse entre nosotros dos, siempre seré de Tae y él siempre será mío.

Sus manos se deslizaban por mis pechos, pellizcando mis pezones, haciendo estragos en mi ser, su boca se deslizaba en mi cuello, bajando a mi pecho dejando marcas que luciré con gusto, me desnudo y yo a él, mi atención se inclinó hacia su falo, erguido y duro como roca, mi saliva paso gruesa por la garganta y solo atine a inclinarme para meterla a mi boca, me agaché hasta quedar a la altura, mientras mi mano acariciaba sus bolas, boca se abría para dar cabida a su larga extensión, mi otra mano se sostenía de su cadera. El embestía mi boca, mi cabello en su mano, daba el ritmo para su orgasmo y los chorros calientes de su semen que se deslizaban en mi garganta, tome todo lo que me otorgó, limpie hasta la ultima gota, mientras sus espasmos terminaban, me levantaba para llevarme a la cama.

Me recostó con la delicadeza que emana de su ser, abrió mis piernas y penetrándome de golpe, embistió sin compasión, sentí que llegaba a mi clímax, sin detenerse me arrastraba por la cama, y abrí mis ojos, tratando de conectar mi mirada con la de él, pero solo estaba pensando en su maldito placer, volvió a correrse y sin una pizca de empatía, salió de mi, dándome vuelta para subir mi culo y volver a clavarse como perro en celo.

-Tae, despacio...Aaaw, me lastimas-

Recibí una nalgada, sentí escocer mi piel y un ardor, mientras escuchaba como balbuceaba no se que, me lastima y se que no podré sentarme en mucho tiempo, pero maldita sea, es mío.

Antonia

Mis ojos ya empezaban a llenarse de lágrimas, la mano en mi boca me asustaba más de lo que podía imaginarme, ¿Quién demonios me arrastraba hasta mi habitación?, ¿Por qué Tae estaba con ella?, ¿Por qué me hace esto?.

Mi mente trabajaba a mil por hora, pero me perturbaba lo que acababa de ver.

Tae...

Cerré mis ojos y supliqué en silencio que nada malo me pasara, mi vida no podía terminar de esa manera.

Tae

Me apresure a enviar todos los mensajes necesarios, no me puede involucrar en sus locuras, no dejaré que me aleje de Toya.

Baje por las escaleras, después de confirmar que ya estaba en el hotel, estaba en el piso ocho, cruce la puerta de emergencia y al caminar por el pasillo, veo a mi princesa, ¿pálida?, ¿por qué?, me frene y empecé a acercarme en total silencio, fui sigiloso, me percate de su tarjeta de entrada y cuando me estaba acercando a ella, veo al par de idiotas.

Arrebate su tarjeta y tape su boca, estaba tan impactada que no se rehusó a ser arrastrada por mí. La apreté contra mi pecho y le di la vuelta, dejándola frente a mí.

-Mi amor, mírame, Tony, mi vida, soy yo-.

Sus ojos estaban cerrados, sus sollozos me estaban destruyendo.

-Amor, abre los ojos, soy yo, Tae-.

Sus ojos llenos de lágrimas, me observaban pero no me estaba mirando, ¿estaba en shock?, por Dios, estaba en blanco. La tomé por los hombros y sacudiéndola, pude sacar un pequeño grito.

-Hey nena-, susurré -estoy contigo, siempre contigo, con nadie más, mírame mi amor, mírame, soy yo-

Antonia

Mis pulmones volvieron a sentir aire, cuando Tae me sacudió, me di cuenta de que era él, mi Tae; empecé a llorar sin control mientras el me abrazaba fuerte a su pecho, susurrando palabras bonitas, recordándome que él estaba aquí, conmigo, no con ella.

-Tae, ¿Qué es lo que pasa?-, lo mire desconcertada -¿Por qué estas con ella?, ¿Por qué me engañas?- Me tomó en sus brazos, besando mis ojos, mi boca, -Mi amor dime que pasa, no entiendo nada-.

Tae

No es sorpresa, tampoco decepción, pero estas preguntas son las que uno espera cuando se encuentra con este tipo de situaciones, mi amor, ella me ama como yo a ella y se que mi reacción sería similar.

-Mi amor, no era yo, no se quien sea, pero no era yo- solté mientras mis brazos la rodeaban, tome sus mejillas y la bese.

-Mírame mi amor, yo nunca te haría eso, no era yo-.

La levanté en mis brazos llevándola hacia la cama, su crisis estaba pasando y sus sollozos cambiaron lentamente en hipidos entre sueños, durmió después de llorar y darme besos, abrazándome durante toda la madrugada, mientras le cantaba.

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