Capitulo 8

El de morado y la de azul, no habían producido palabra; desde la ultima frase dicha. El de morado se fue levantando de la cama, seguido por la mirada de la mutante en azul; el de morado no paraba de pensar.
<<¿Cómo que no lo sabe? Al menos di que algo que no desea repetir, o que no iba a volver a pasar. ¡No que no lo sabe!>>
-De acuerdo, pero que no vuelva a pasar-, esa frase llamó la atención de los dos oyentes.
-¿Qué?-, pregunto algo sobresaltada la del vestido.
-No vuelvas a acercarte así a Raph-, le contestó el científico; al instante la mutante se puso de pie al instante, mientras cogía con fuerza el libro.
-¡¿Y TÚ QUIÉN TE CREES QUE ERES, PARA DARME ÓRDENES?!-, con ese grito, la de azul, le tiro el libro; haciendo que el de bandana morada, retrocediese. Fue echado de la habitación, con la puerta cerrándose de un portazo en sus narices; mientras seguía teniendo el libro entre sus manos. Este se fue yendo a su laboratorio, sin notar como su hermana sollozaba, arrodillada a los pies de su cama; algo que perfectamente oyó y enfado al de rojo. Que en un salto, se levanto de su cama, y con pasos enfadados se fue al laboratorio; que le pertenecía al que había hecho llorar, a su hermana mayor. Al entrar, cerró la puerta del laboratorio, y empujó a su hermano más alto; que se encontraba mirando el libro, con que le habían atacado. Enfadado, se giró, solo para ver a su hermano mayor; dejó el libro en la mesa y le miro directo a los ojos, creando una competición.
-¿¡Qué te crees?! ¡Haciéndola llorar!-, le grito el de rojo.
-¡Yo no le hecho llorar! Y de todos modos, ¿cómo lo sabrías?-, le preguntó el de morado, con los brazos cruzados.
-Sus sollozos se oyen, desde mi cuarto-, le respondió, mirándolo con demasiado odio.
-¿Y por qué te preocupas? Es tu culpa-, le culpo el de morado.
-¿Mi culpa? Es la tuya, por hablar de más-, le replicó el rudo.
-Tu tan solo, no te acerques a ella-, le ordenó el científico.
-¿Por qué? ¿Es que estás celoso?-, entonces, el de rojo lo noto, y tuvo ganas de matarlo.
-¡Te gusta y crea que soy un estorbo!-, le soltó el dueño de los sais.
-¡Ella es mía!-, le grito.
-No le pertenece a nadie. Ella es la que eligiera quien quiera a su lado, y no tu alguien que le manda y le hace llorar-, defendió el de rojo, a su hermana, que amaba.
-¿Y por qué crees que irá contigo? Solo la haces sufrir, la pones en peligro, no paras de discutir con ella-, le preguntó, con sonrisa maliciosa.
-Yo al menos, no me importa que me elija, o que no. Mientras que este con alguien que le hace feliz, tiene todo mi apoyo; y no digo que me pertenece, ya que no le pertenece a nadie-, le explico, antes de tirarse contra el genio. Estuvieron rodando por todo el suelo, dándose patadas y puñetazos; hasta que alguien abrió la puerta del laboratorio, y al notar lo que pasaba, al instante les separó.
-¿Qué queréis que estáis haciendo?-, pregunto una voz femenina, que muy bien reconocieron los dos. Al mirar quien les separó, se sonrojaron levemente; al ver a su hermana mayor, mirándolos algo preocupados, al ver las heridas que tenían. No respondieron a la pregunta, ganando un pesado suspiro de la mutante, que al instante, se fue en busca de vendas y alcohol; los otros dos, solo se miraron con odio. Al encontrar las vendas, al que fue primero fue a su rudo hermano, que tenía un grave corte en el rostro, en su mejilla; en cuál salía algo de sangre. Lo miro con demasiada preocupación, cogió un trapo, y lo mojo en alcohol; para que luego, delicadamente, lo rozase con la herida. Cuál el que lo poseía, creo una mueca de escozor, y algo de dolor; pero nada pudo hacer la mutante, luego lo tapo con una tirita blanca, para luego ocuparse de sus otras heridas. Al terminar, dejó el alcohol y vendas restantes al lado del de morado; mientras le extendía la mano al de rojo, con una pequeña sonrisa, que el acepto, devolviéndole la sonrisa.
-Vámonos, Donnie se sabe curar-, le dijo la de azul, mirando seriamente al de morado. La mutante cogió el libro, con que echo el científico de su cuarto; y se fue del laboratorio, sin soltar la mano del de rojo. El de bandana morada estaba de lo más enfadado, tanto que no supo, en las consecuencias de sus pensamientos.
<<No es justo, ella debe ser mía. Ella me tiene que pertenecer. Pase lo que pase, aunque le obligue, aunque le tenga que secuestra; o eliminar a Raph del medio. ¡TE ODIO, RAPHAEL HAMATO! Desearía verte muerto>>

Pero él no sabía, que algo parecido, pronto iba a pasar.

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