Capítulo 8 La oscuridad que empaña el pasado
Un suave tarareo conocido, al aroma de la tinta fresca filtrándose por sus fosas nasales, el ligero crujir del papel en unas manos maestras, todo eso llevó a que la Oiran más hermosa de Yoshiwara despertará de un sueño que con el pasar del tiempo le hacía dudar si categorizarlo como un buen recuerdo o una herida latente. Karyū negó para si misma al verse nuevamente presa por sentimientos que creía en el olvido, su reflejo en el espejo parecía fruncir el ceño ante el dolor que albergaba su rostro ¿por qué su pecho aún dolía?
Resignada a comenzar su día más temprano de lo normal tomó el peine que reposaba en la fina cómoda y sin más demora se centró en peinar su largo cabello negro, el mismo que había sido peinado por otra persona, por unas manos bondadosas y cálidas que hacían latir su corazón y entonces le vio, por una fracción de segundo, una figura sencilla, un rostro amable, pero serio cuando se trataba de trabajo, sin embargo, al voltearse en su búsqueda ya se había marchado o realmente jamás había estado a su lado.
"Esto no es correcto Karyū, eres una Oiran"
Si, ella siempre había cumplido con el papel que había tomado por decisión propia, jamás dudó por cuidar el bienestar de sus seres queridos, no entregó su corazón, pero ¿cómo podría ella predecirlo? La tinta había teñido sus ojos de hermosas pinturas, de un arte tan delicado como la flor recién florecida en primavera e inevitablemente se olvidó de que debía tener espinas, entregó cada uno de sus pétalos y a cambio solo fue cortada, su todo quedó congelado por una noche y una despedida corta que había perforado su pecho y causado lagrimas de tristeza.
— Kanae, es mi culpa —le había dicho su antecesora e institutriz al secar las ya rojas mejillas de la muchacha— creí que sería bueno conocer la primavera de tu corazón, sin embargo, te he causado un inmenso dolor, debí mantenerte apartada
— No diga eso, Karyū-sama —le detuvo la pelinegra con una sonrisa tan amable que apretujó el corazón de la contraria— aunque duele, al menos conocí una hermosa y cálida primavera... por eso fue tan corta, después de todo, ni siquiera una estación puede ser eterna
— Eres una mujer demasiado bondadosa y fuerte, no me equivoqué cuando decidí tomarte bajo mi tutela, por eso confío en que definitivamente llevarás con orgullo este nombre, tú serás la próxima "Karyū" y brillarás tanto que una sola mirada tuya hará que el corazón de un hombre inocente caiga a tus pies, no dudo de ello.
Kanae realmente no sentía que supiera demasiado sobre la vida, sin embargo, consideraba a su antecesora como una mujer sabia y astuta que sin ayuda de nadie se las había arreglado para llegar a la posición más alta de toda la casa, era una flor tan hermosa que había florecido en la adversidad, pero ni siquiera eso garantizaba que toda su vida fuera a ser perfecta, pues ni todos los corazones de los hombres pudieron detener la cruel enfermedad que apagó la vida de su maestra, la misma que un día tuvo el valor más alto para en sus últimos días ser reducida a solo un recuerdo, una pintura vieja.
"Karyū-sama ¿cómo se supone que sobreviva a la adversidad?"
Un ligero golpeteo le sacó de sus pensamientos y la actual Karyū observó su cansado rostro en el espejo antes de dibujar en el mismo una elegante y gentil sonrisa, debía ejecutar su papel a la perfección, por algo había entrenado duro por tantos años y ahora que llevaba la misma posición que su antecesora, debía hacerlo con respeto a su memoria. Un "adelante" escapó de sus labios y para su sorpresa era Koemi quien se mostraba a través de la misma, extraño, ella normalmente no se levantaba tan temprano a no ser que tuviera entrenamiento.
— Buenos días Koemi —le saludó gentil— ¿qué sucede? Parece que quieres decirme algo con urgencia... —añadió al ver la mirada taciturna en la peliverde, su rostro parecía querer gritar que no podía callar lo que aquejaba su mente.
— Me disculpo por venir muy temprano a verla, percibí el ligero aroma a incienso y supuse que se había levantado —se explicó Koemi cerrando la puerta detrás de ella.
— Oh, no te preocupes por eso —rió Karyū al ver cuan perspicaz se había vuelto su pupila— pero dejando de lado eso, dime...
— ¿Por qué los hombres carecen de delicadeza? —soltó la peliverde sin rodeos dejandose caer sobre el tatami con cero elegancia.
— ¿Si...?
— Todos son groseros o fingen ser buenos para luego apuñalarte por la espalda, pero ¿es acaso así porque se trata de nosotras? ¿Por ser mujeres que no tienen voz en el exterior? ¿Por qué a los ojos de todos soy una vergüenza pese a jamás haber conocido el calor de un hombre? Incluso si mi reputación es la peor por boca de desconocidos, eso no le da el derecho de...
— Koemi, primero calmate —le pidió la pelinegra posando una mano sobre las de la joven— si hablas de esa manera, no puedo comprender a que te refieres. ¿Quién exactamente fue irrespetuoso contigo?
— Yo... —titubeó— el nombre que me diste desde el día que me acogiste como tu pupila es "Koemi" incluso si usted, Karyū-sama no me hubiera escogido, probablemente habría recibido cualquier otro nombre, ya que desde el momento en que fui vendida a este lugar lo perdí todo... aún así, jamás podría olvidar mi nombre, ni mi pasado.
— Si, soy consciente de que aquí en Yoshiwara te dicen que debes dejarlo todo, ya no te perteneces a ti misma, pero yo no deseo eso para nadie, por eso te he pedido que guardes y atesores tu nombre real en silencio para que el día que dejes este lugar, puedas recuperar lo que te obligaron a abandonar.
"Es lo único que puedo darte, es la pequeña libertad que puedo conceder"
— Él preguntó por mi nombre... —susurró cabizbaja— no por "Koemi" sino por mi.
— ¿Eh? ¿Quién? —fue una pregunta tonta, desde el momento en que aquella duda dejó los labios de Karyū supo enseguida a quien se refería— Rengoku-san hizo tal pregunta...
— ¿Por qué tuvo que preguntar algo así?
— Tal vez él no lo sabía, Rengoku-san al igual que los demás, no son hombres que pisarían Yoshiwara por iniciativa propia. Eso les vuelve ignorantes en cuanto a este mundo, no digo que no tengas derecho a sentirte insultada, pero también debes comprender que siguen siendo hombres diferentes.
— Me sentí insultada, esa era la reacción que como futura cortesana debía tener y he luchado tanto por no comportarme como una, por no aceptar que estoy retenida en esta casa para únicamente satisfacer los deseos mundanos de todos esos hombres desconocidos que no me ven a mi, sino a la perfecta y hermosa cortesana bajo el nombre de "Koemi" que debo ser —expresó con una mirada llena de dolor y odio— jamás, en todos estos años un hombre había preguntado por mi nombre.
— Koemi...
— El nombre que me dieron mis padres, el nombre que atesoro cada noche porque esa soy realmente yo, ese nombre me dice que soy libre y que por fin después de tantos años alguien preguntara por ella, por Ruri... —sollozó— mi pecho se agitó con fuerza, quise decirle la verdad cuando vi sus ojos llenos de esa curiosidad inocente, pero no puedo hacerlo... no porque le diga mi nombre, significa que obtendré mi libertad para vivir bajo el.
— Incluso si es cierto lo que dices, abrirte demasiado podría costarte muy caro. Conozco a Uzui-san, pero no puedo decir lo mismo de Rengoku-san, además ya he conocido a hombres con una personalidad ligeramente similar a la suya y la herida que dejan es mucho más profunda...
Ante aquellas palabras en un tono ligeramente frío y cargado con resentimiento causaron en la joven un escalofrío. Su mentora siempre había sido una joven dulce, por lo que recibir tal fría verdad de ella le causaba impacto, sin embargo, ella misma había sido testigo del suceso que aquejaba a Karyū-oiran y como cada cierto tiempo los malos sueños del pasado tocaban su puerta, no era ajena tampoco a que eso le llevaba a despertarse más pronto y perfumar la habitación con incienso. Koemi frecuentemente se preguntaba si haciendo eso deseaba alejar el pasado o aferrarse a el más fuerte.
"Por eso el infierno de una cortesana comienza con el amor.."
Amar significa perder el crudo juego que se lleva día a día en Yoshiwara, amar significa abrir tu corazón a esa persona, armar significa nublar tu juicio, amar significa mostrar tu debilidad para ser aplastada, amar significa saborear la traición de aquel por quien lo diste todo, amar significa pasar tus últimos días siendo miserable por todas las promesas rotas. ¿Realmente el amor y la libertad pueden ir de la mano? Puede ser sencillo amar, pero nada garantiza que el amor se mantendrá, al menos no con aquellos hombres que se aventuran en el distrito de las flores.
— Lo sé muy bien, Karyū-sama —habló la peliverde negando para si misma— la principal regla de una cortesana es no entregar su corazón —añadió poniendo una mano sobre su pecho, concentrándose en los latidos que le afirmaban que seguía con vida.
— ¿No vas a culparme? —inquirió con una mirada de pena al caer en cuenta de sus propias palabras— lo que sucedió fue solamente mi culpa, no escuché las palabras de mi mentora y entonces el mal de amores tocó mi puerta y terminé perdiendo mucho más de lo que realmente gané
— Al menos eso es una historia para recordar cada cierto tiempo con una copa de sake —respondió la joven dedicándole una sonrisa comprensiva— aunque las paredes sean delgadas, resultamos siendo más inteligentes, por eso, no ignoraré sus palabras. Sé de antemano que solo desea alertarme.
— Entiendo, gracias.
— No, usted ha hecho demasiado por mi. Si sigo viva e intacta es gracias a que usted me acogió bajo su tutela, una chica recién llegada y rebelde que no parecía tener futuro —recordó Ruri con pesar al revivir aquellos días en sus memorias— probablemente mi destino no hubiera sido diferente al ser forzada y finalmente morir en alguna casa de la zona más baja de Yoshiwara.
— Aún así, tú también pusiste mucho de tu parte, eres la mejor de las aprendices a Oiran y los señores esperan mucho de ti, eso es algo que yo no hice, así que debes reconocer tu duro trabajo.
— Hum, realmente no creo que me alegre mucho reconocer que soy la mejor aprendiz de Oiran —comentó Ruri cabizbaja— mis deseos no son sinceros a diferencia de otras aprendices, yo solo lo hago para llegar a la posición más alta y poder entretener a los clientes con mis artes, de esa manera no tendré que vender mi cuerpo y si es posible en solo dos años, habré reunido lo suficiente para comprar mi libertad y dejar Yoshiwara.
— Ruri-chan, eres muy optimista, pero ocupar esta posición no va a ser sencillo —negó Kanae con una expresión seria en su hermoso rostro— siempre hay una aprendiz que se destaca por sobre las demás, pero ¿qué crees que sucede cuando pasa eso? Tus hermanas no te verán con orgullo, sino como una amenaza, es lo mismo con las demás Oiran de la casa, ellas también me detestan y deben sentir injusto que sea justo mi aprendiz quien esté sobresaliendo.
— Eso también lo tengo presente. Sé que las otras Oiran y cortesanas no me ven con buenos ojos y tampoco mis hermanas, sería ser demasiado tonta como para no notar que tiran o ensucian mi ropa, me dan empujones, dañaron las cuerdas del instrumento que iba a tocar en la última recepción y finalmente me encerraron en el almacén para que no acuda al desfile.
— Aún no he tomado cartas en ese asunto. El desfile era la mejor opción para que te dieras a conocer y destacaras, estás a muy poco de cumplir la mayoría de edad y tendrás que debutar, debes tener mucho cuidado hasta entonces, no permitas que lleguen a lastimar tu cuerpo o tu rostro, si eso sucede, será el final de tu deseo, Koemi.
— Realmente estoy haciendo lo mejor que puedo entre mis clases y obligaciones, es agotador no poder dormir del todo por si alguien desea herirme.
— Hum, creo que tendremos que hacer algo con eso. Hablaré con la señora, ella debe ser muy consciente de que traerás muchas ganancias al establecimiento, por lo que no se permitirá perder una flor como tú.
— Realmente no me gusta tener que acudir a ella, sin embargo, tampoco quiero lidiar con los celos vengativos de mis hermanas. Incluso si se los explicara, no lo entenderían y tampoco puedo permitir que mis verdaderos deseos lleguen a oídos de los dueños, de lo contrario, harán lo que sea para atarme a este lugar.
— Por ahora hagamos que puedas debutar sin problema, lo demás podrás irlo pensando con más calma. Es esta última etapa de preparación la que me preocupa, pues es decisiva y si llegara a fallar...
— Si eso llega a pasar y tengo que pasar el resto de mis días en Yoshiwara, entonces me suicidaré, prefiero eso a permitir ser mancillada contra mi voluntad —declaró Ruri con una mirada llena de determinación, tanta que causó temor en Kanae.
— Por favor no digas eso, me aseguraré de que puedas debutar con éxito, pero no pienses en morir de esa manera.
— Lo siento, fui muy directa —se disculpó la peliverde aunque era un pensamiento que llevaba dentro de su pecho desde el día en que llegó a Yoshiwara. Si Kanae no la hubiera visto esa tarde y escogido como su "kamuro" ella no habría pasado de esa noche.
Aún recordaba todo como si tan solo hubiera ocurrido ayer, el fuerte olor a paja inundaba sus fosas nasales, pues le era imposible ver en donde había terminado, pero por el constante traqueteo, sabía que estaba en movimiento hacia alguna parte, quizás la guarida de los malditos que hacía tan solo unas horas habían quemado y saqueado su pueblo. Aquella había sido la primera vez que había temido al terrible fuego que hizo arder su hogar y el de muchos otros hasta los cimientos, lo había perdido todo por culpa de las llamas y la codicia humana y ahora ¿qué sería de ella? ¿También moriría cruelmente bajo las espadas que aún debían tener fresca la sangre de su gente en su filo?
Un escalofrío le recorrió por completo al sentir que se detenían y para su sorpresa por fin pudo escuchar uno que otro sollozo, entonces no era la única que había sido llevada, sino que también otras mujeres o niñas resultaron siendo tomadas a la fuerza de su hogar. Los sollozos cada vez se hacían más fuertes hasta que escucharon una voz masculina filtrarse en el interior, por el golpe sordo y el vago lamento, todas pudieron suponer que había golpeado a alguna para que guardaran silencio, sin embargo, la joven temió lo peor al sentir el ya tan característico aroma metálico inundar el ambiente y solo pudo apretar los labios con fuerza para no gritar todo lo que deseaba decirles.
— Idiota, ¿realmente era necesario que mataras a una? —inquirió otro, su voz era más profunda, probablemente alguien mayor— se supone que son mercancía, ganaremos algo con todas ellas en este lugar
— Descuide señor, aquella mocosa era la menos agraciada de todas —se excusó el hombre en un tono jovial y divertido, como si tan solo hace unos minutos no hubiera acabado con la vida de una muchacha inocente— puedo decirlo con seguridad, no habríamos obtenido casi nada de ella.
— Ya está bien, no podemos vender un cadáver —suspiró derrotado— tómenlas y empiecen la venta, ya quiero darme un baño y quitarme este aroma.
Ante la orden de quien Ruri estaba casi segura de que debía ser la cabecilla pronto varios pasos pesados se adentraron y ligeros sollozos y ruegos de que les perdonaran la vida se escucharon hasta que finalmente se apagaron y solo el silencio parecía ser su fiel compañero. ¿Qué sucedería a partir de ahora? Su cabeza estaba llena de tantos pensamientos y temor ante la gran incertidumbre que la joven sintió como sus ojos se llenaban de lagrimas, se sintió tan estupida por no poder serenarse y ofrecer una oración por la pobre joven que habían asesinado a costa del silencio de todas.
— ¿Qué sucede con esa pequeña jefe? —inquirió otra nueva voz masculina haciendo que diera un pequeño respingo, ¿acaso era la única que quedaba?
— Oh, ella —respondió el hombre que habían declarado como jefe— tengo una buena corazonada, según nuestro informante, es toda una "ojou-sama" aunque era claro con solo verla en ese festival, al parecer tiene 10 años ¿no sabes lo que eso significa?
— ¡Tiene la edad perfecta! ¡Entonces, esta pequeña es nuestro botín de oro!
"¿Edad perfecta? ¿Botín de oro?"
Con cada palabra que decían, Ruri se encontraba aún más confundida y hubiera seguido así de no ser por unas toscas manos masculinas que la levantaron y tiraron a su espalda como si de un costal de papas se tratara. Seguía sin poder ver nada, pero por el sonido propio de los grillos apostó a que ya debía ser entrada la noche, sin embargo, pronto el ruido inundó sus oídos, era tanto que la joven pensó que se encontraba nuevamente en el festival de su querido pueblo, pero no podía ser posible, no cuando todo había sido quemado y la mayoría de habitantes asesinados.
— Ha sido un tiempo, señora —escuchó decir al hombre que le llevaba a cuestas— nuestra gente tuvo muy en cuenta su solicitud de la última vez y le hemos traído una joya para usted, estamos seguros de que la pulirá hermosamente —ante aquellas palabras la bolsa que descansaba sobre su cabeza fue retirada y la luz le golpeó con fuerza obligándole a cerrar sus ojos y parpadear despacio para acostumbrarse
— Veamos —habló esta vez una voz de mujer que no le dio tiempo ni para mirar bien a su alrededor cuando su fría mano se cernió sobre su barbilla y le obligó a observar el rostro de quien Ruri comprendió sería su cadena a ese establecimiento— hum, finalmente veo algo que vale la pena, es joven y tiene una buena mirada, me gusta —declaró haciendo un ademan a una joven mujer que al parecer había estado junto a ella.
— ¡Sabíamos que le gustaría! Ese tono de cabello y ojos no es tan común y ¿qué mejor que su distinguido establecimiento para educarla? —añadió con una expresión orgullosa.
— S...Señora —tartamudeó la joven buscando tontamente apoyo en aquella mujer— ¡por favor ayúdeme! ¡Ellos me secuestraron! —exclamó con sus ojos llenos de lágrimas— ¡mataron a mi gente! ¡Mi familia-!
— ¿Y qué supone que yo haga con eso? —soltó la mujer mortífera dejándola fría ante la cruel indiferencia en sus ojos— ¿tu familia está muerta? Pues lo siento por ello, pero eso quiere decir que tampoco tienes un lugar a donde volver, solo te espera morir de hambre en alguna parte niña.
— ...Es usted muy cruel —susurró Ruri con la voz rota.
Había sido una tonta, desde el principio era claro que nadie iba a ayudarla o preocuparse por lo que le había ocurrido, aún así, quiso creer una última vez, aferrarse con fuerza a ese vago vestigio de humanidad que cualquier persona debía tener, sin embargo, ella solo era mercancía, alguna especie de valor que no comprendía del todo que hacía que esa fría mujer deseara tenerla. Ya no le importaba, incluso si moría, no se quedaría allí, por lo que sin previo aviso empujó a la mujer que cayó sobre su trasero y cuando uno de los hombres se movió dispuesto a ayudarla se escabulló por debajo de sus piernas y echó a correr sin mirar atrás ni una sola vez
¿Que importaba si había sido grosera? Ellos hirieron a quienes amaba, la arrancaron de su hogar y le mostraron la crueldad que solo había escuchado en viejas leyendas y cuentos de terror para que se fuera pronto a dormir. Su desgracia parecía un mal chiste al comparar el lugar tan iluminado, lleno de música, risas y voces que parecían disfrutar de cada hermosa mujer que sus ojos veían, mientras que ella presa del pánico solo quería huir de sus perseguidores, incluso si ya sus pies le ardían y le costaba respirar no se rendiría, huiría sin importar lo que le costara
Ya casi no escuchaba las voces de esos hombres, sin embargo no disminuyó la velocidad de sus pasos, era pequeña, por lo que seria complicado que la visualizaran fácilmente entre tantos hombres adultos, llegó a recodo y estuvo a punto de creer que estaría a salvo más chocó contra un hombre alto y fornido que en consecuencia la tiró al piso. Ruri dejó salir un quejido de dolor y pronto se encontró con una mirada afilada mientras en su mejilla se destacaba una gran cicatriz
— ¿Que rayos te pasa mocosa? —inquirió tomándola del kimono con fuerza, haciendo imposible que siguiera huyendo
— ¡L...Lo siento mucho! —se apresuró a disculparse, sin embargo el hombre de kimono lavanda y figuras negras no parecía tener la mínima intención de dejarla.
— ¡Ahí está! —solo eso bastó para que Ruri sintiera que todo el mundo se le venía encima— ¡Señor, disculpe! La pequeña es nuestra...
— ¿Ah? Me golpeó al ir corriendo como tonta
— Lo sentimos mucho, es joven y por lo tanto torpe... —se excusó el hombre y como no hacerlo, el desconocido era increíblemente alto y fornido, su misma presencia generaba temor— le pagaremos por el daño...
"¿Daño? Creo que más bien yo soy la afectada"
— Oh, al menos usted es inteligente —se burló mientras recibía lo que eran tres monedas de oro— aquí tiene —añadió soltándola y Ruri por fin pudo respirar mejor aunque eso incluyera sentir en sus hombros como su secuestrador le apretaba como asegurándose de que no volviera a escaparse
— ¡Muchas gracias por su generosidad, buen señor!
— ¡Oh, Kyogo! ¡Ahí estás! —exclamó un hombre entre la gente captando así la atención del tipo que no demoró en alejarse y dejarla a su suerte
"Hubiera preferido morir en la caída"
— Realmente eres problemática, al menos agradece que no puedo golpear esa bonita cara o romperte una extremidad —le amenazó el hombre tarándose de ella— vaya mercancía más problemática.
Sus quejas no podrían importarle menos, después de todo había sido abandonada a su suerte por tres monedas de oro y ahora de vuelta al establecimiento y habiendo recibido una bofetada por alzar sus manos contra "su señora", Ruri fue testigo del momento en que fue vendida a la casa que se terminaría volviendo su hogar en los próximos años. La acompañante de aquella mujer le llevó a una habitación en donde habían otras seis niñas que aparentaban tener su edad y una mujer con una kimono más revelador que la joven lo consideró todo, menos modesto.
Fue allí en donde la peliverde aprendió que se encontraba en el distrito del placer y que había sido vendida a la casa para trabajar como futura prostituta. Una palabra que no le halló mucho sentido hasta que la mujer les hizo participé de como entregaba su cuerpo a un cliente. Pasaron varios días para que pudiera olvidar los sonidos que habían acompañado aquel acto, mientras comprendía que todo se resumía a la belleza y ella no deseaba ser participe de nada de eso, por lo que dejó de lavar su cabello, se untó el rostro con tierra para parecer sucia y debido al escaso juicio de su cuidadora —que permanecía más borracha que sobria— no pasó mucho para que luego de dos meses de su llegada terminara sirviendo en la cocina.
— Eres demasiado horrible, incluso como para solo vender tu cuerpo —había dicho su maestra— tendrías que cubrirte con una sabana el rostro y solo abrir las piernas, sin embargo eso solo le daría mala reputación a este establecimiento, quizás tengas mejor utilidad en la cocina.
Ruri agradecía internamente el poco juicio de aquella mujer y que las demás niñas se encontraran demasiado enfocadas en si mismas o quizás, por el mismo hecho de poder eliminar a alguien de la competencia es que no truncaban sus planes. Hasta ahora el plan era muy simple, trabajaría hasta poder familiarizarse con la zona y cuando viera una oportunidad escaparía, incluso si eso le costaba la vida, prefería mil veces aquello a permanecer un momento más en Yoshiwara. Las cosas parecían seguir por buen rumbo, al menos hasta el momento en que uno de los hombres algo mayores que se encargaban de la cocina posó su mirada en ella.
Echando un vistazo al paso, pudo comprender que sus padres le habían protegido siempre, sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos tuvo que aprender que las personas podían matar a otras, robar, destruir, vender y usarte como una futura herramienta de placer, sin embargo, jamás pasó por su mente que una niña pudiera estar indefensa incluso sirviendo en la cocina y la peliverde lo lamentó demasiado al verse arrinconada por el hombre mayor que la observaba extraño mientras se relamía los labios.
No entendía del todo sus intenciones, pero su intuición le decía que debía huir, pero ¿por qué? Aquel hombre hace tan solo una semana se había mostrado amable y servicial al enseñarle su papel en la cocina, sin embargo, ahora deseaba tocarla mientras le decía que se alzara el kimono para revisarla. No tenía otra opción, la joven fingió cooperar y mientras se iba alzando la prenda y el hombre bajando la guardia, Ruri alzó de golpe su pierna e impactó en aquella zona que su querido hermano le había dicho que era el punto débil de todo hombre y cuando el tipo se doblegó sobre si mismo ella aprovechó a empujarle y correr hecha una mar de lágrimas, ni siquiera quería voltear a verle.
En ese poco tiempo siempre se encontraba huyendo y siendo perseguida sin descanso y justo cuando creyó que llegaría al pasillo principal una mano tiró de su cabello y cubrió su boca para evitar que gritara por ayuda. Su destino era claro, iba a ser abusada por la persona que creyó que podría ayudarla, por lo que solo cerró sus ojos derrotada y se dejó hacer, ya nada importaba, simplemente no podía seguir luchando contra cada desgracia que le ocurría, sin embargo nada pasaba y Ruri se atrevió a abrir sus ojos solo para toparse ante si a una joven de gran belleza que observaba la escena horrorizada.
— ¿Qué significa esto? —inquirió la pelinegra con una dura expresión en su rostro— ¿qué planeaba hacer con esa niña?
— ¡S...Señorita! ¡Bueno, yo-! ¡Solo le estaba dando una lección, esta traviesa se atreve a robarse la comida!
— No sabía que el castigo por ello era obligar a una niña a quitarse su kimono —el sarcasmo era evidente en su voz— sabe que los hombres son raramente permitidos en este establecimiento, siendo usted una excepción por su buen trabajo, sin embargo ¿se atreve a poner sus manos sobre una niña? Siento excesivo asco,,,
— ¡Señorita, no es así!
— ¡Guardias!
Ruri solo podía observar complemente sorprendida el poder que tenía esa hermosa señorita, ella sola pudo lograr que el malvado hombre ante ella temblara y fuera llevado por los guardias que custodiaban la entrada, solo su voz fue necesaria para que la tormenta ante ella parara. ¿Acaso era su excesiva belleza lo que le daba el poder? La peliverde no recordaba a nadie además de su madre que fuera tan hermosa y gentil, pues fue capaz de acercarse a ella y preguntarle si se encontraba bien, incluso la tomó consigo y la llevó a sus finos aposentos para que le dieran un baño mientras las mismas palabras dichas de sus labios al momento de cruzar miradas se repetían en su mente.
"Tienes algo especial en tu mirada, mi intuición me lo dice"
— ¡Creo que ahora entiendo a lo que se refería, señorita! —habló la acompañante luego de darle un baño y presentarla más decente y peinada ante su fina señora.
— ¿Puedes decirme tu nombre, pequeña? —le cuestionó con extrema dulzura y calidez que la joven sintió las lagrimas arremolinarse en sus ojos y deslizarse por sus mejillas.
Ella no lo sabía, pero en esa noche, Kanae le había observaba desde ya varios días, pues le llamó tanto la atención una niña tan pequeña en la cocina y que a su vez se hubiera reducido el número de aprendices y ahora que observaba el panorama completo entendió porque la dueña del establecimiento había pagado tres bolsas con monedas de oro por ella. La menor ante si era hermosa, de largo y fino cabello verde agua con mechones oscuros que le daban un aire misterioso, ojos esmeraldas, pero perspicaces y una piel blanca que solo le daba mas encanto a sus mejillas sonrojadas luego del baño y eso solo hizo que la joven Kamuro tomara una decisión si quería proteger el brillo de esa mirada.
— ¿Qué opinas de convertirte en mi Kamuro? —soltó de repente sorprendiéndola— Hum, en cuanto a tu nombre... si, a partir de hoy ¡serás Koemi! Encantada de conocerte —añadió acariciando su mejilla y dejándola completamente perpleja.
Cualquiera en la posición de ella se hubiera sentido enormemente agradecida, sin embargo, ese fue solo el comienzo de una constante pelea contra la bondad de la hermosa aprendiz a Karyū- oiran, pues ella se seguía negando a pertenecer a ese mundo en donde debía crecer como una perfecta muñeca para satisfacer al mejor postor, pero ¿qué había de ella? ¿Qué sucedía con lo que ella deseaba? Koemi y Ruri no eran la misma persona, ¡por supuesto que no! Koemi fue forzada a nacer para poder sobrevivir, mientras que Ruri fue obligada a ocultarse hasta el punto de olvidarse así misma y todo ese dolor que acallaba día a día finalmente fue desencadenado por una sola pregunta
"Por esos directos ojos dorados"
Los mismos ojos cálidos que la miraban ahora mismo en una mezcla de decisión y nerviosismo, por esa voz que le hablaba a ella, por el hombre que extrañamente en esos siete años se había atrevido a preguntar por la verdadera persona detrás de Koemi y eso la había hecho inmensamente feliz y miserable al mismo tiempo, pues no podía abrir su corazón, no podía entregar un arma que era capaz de dañarla en cualquier momento, simplemente no podía decirlo, incluso si todo su ser quisiera decirlo, debía apretar sus labios con fuerza y abrazar la identidad que la había mantenido a salvo, incluso si su odio hacia si misma aumentara, ella solo debía ser...
— Koemi-san —le escuchó decir con una expresión relajada— realmente estoy muy agradecido de que accediera a verme y escucharme y nuevamente quiero disculparme, parece que mi ignorancia solo le ha traído malos momentos y me atreví a inmiscuirme más de la cuenta, por eso deseo disculparme con usted ¡lo siento, he sido demasiado grosero!
— Está bien —respondió Ruri ya en su papel, luego de haber hablado con Karyū y aclarado mejor sus sentimientos se hallaba más tranquila, sin embargo, el dolor de cabeza y pesadez aún no abandonaban su cuerpo— yo también me dejé llevar por mis emociones y no tuve en cuenta que seguramente Rengoku-san no tenía conocimiento al respecto, eso solo habla de que aún sigo siendo una mera aprendiz
— Aún así, tenía derecho a molestarse, por eso, espero pueda perdonar mi rudeza —añadió esta vez ejerciendo una corta reverencia y Ruri se sorprendió de esto, pues era la primera que sentía que un hombre era sincero al pedir su perdón
"Una cortesana no debe permitir ser tocada"
Lo sabía perfectamente, sin embargo, quería hacer que levantara su mirada, que le viera con aquella despreocupada y gentil sonrisa, pero su cuerpo pesaba y su mirada se enturbiaba hasta el punto de trastabillar y de no haber sido por los rápidos reflejos del hombre ante ella, habría caído del bruces sobre el tatami, Rengoku Kyojuro solo podía sorprenderla en cada encuentro y ya desprovista de cualquier buen juicio se permitió posar su mano en su varonil barbilla para finalmente terminar de desvanecer entre aquellos fornidos y cálidos brazos que la tomaron con la misma delicadeza que un niño solo para luego tirar la puerta de la habitación en donde se encontraban y pedir desesperado por ayuda.
"Una ayuda que sin duda le saldría cara"
¡Rumores de Yoshiwara!
🏮 ¡El nombre de "Karyū" tiene una antigüedad de casi 150 años! Esto debido a que la primera cortesana en portarlo trajo mucha prosperidad y dinero al establecimiento convirtiéndose así en una de las casas principales de Yoshiwara y es por esto que se decidió conservar el mismo como un símbolo de buena suerte y cada aprendiz de la Oiran principal lo terminaría heredando, por lo que la Oiran en cuestión se encargaba únicamente de brindar un nombre a su kamuro. Siendo así el caso de Kanae que heredó el puesto de "Karyū- Oiran" de su antecesora.
🏮 Kanae solo tenía 14 años cuando tomó a Rumi bajo su tutela y debido a su gran belleza, carisma y personalidad amable, perfectamente se hubiera graduado de Kamuro con solo 16 años, por lo que no representó ningún problema que ella decidiera tomar una aprendiz.
🏮 Rengoku Kyojuro en recordaba en el establecimiento como el hombre que tumbó una puerta por salvar a una hermosa cortesana y en otros relatos por intentar secuestrarla, siendo el caso, en uno es alabado por ser un gran caballero y en otro un canalla sin dinero, aunque bien podría haberse quedado casi sin ahorros al pagar por la puerta rota.
¡Hello! Ha pasado un buen tiempo desde que estuve por aquí y realmente no tengo excusas, pueden tirarme tomates y lo que deseen, pues han pasado tantas cosas en mi vida que entré en un gran bloqueo, mis días se me hacían cortos y cansados que cuando me sentaba frente al ordenador no avanzaba más allá de un párrafo o dos líneas y eso sin duda fue frustrante porque me encanta escribir y compartir mis ideas locas con ustedes, así que hoy por fin pude traer un capitulo con el que me sentí a gusto y espero ustedes también lo disfruten juntos a nuestros primeros rumores de Yoshiwara. Puedo decir que estoy retomando la escritura poco a poco, sin embargo si me emociona compartir la siguiente aventura en esta historia, así como también compartirles el final de Fragancia de Pera, pero de todas maneras les agradezco la infinita paciencia y sus lindos mensajes que no me atreví a responder en su momento para no darles falsas esperanzas.
Próximamente estaremos viendo un nuevo capítulo de FDP hasta su final que realmente no está para nada lejos y puede que comparta con ustedes uno que otro especial que me atreví a escribir en esos pequeños momentos de inspiración, nuevamente mil gracias y nos vemos en el próximo ¡bye!
Andysakurai15
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top