Capítulo 2 La primera reunión
¿Cómo diferenciar la realidad de los sueños? Ya habían pasado siete años desde entonces y aún podía percibir el aroma a quemado, pese a estar rodeada de oscuridad, una oscuridad tan grande que le hacía sentir pequeña y débil, pero entonces las grandes llamas se alzaron comenzando a extenderse y asfixiarla mientras de fondo podía escuchar los gritos desesperados de personas que pedían ayuda. Su verde mirada parecía buscar a alguien con desesperación, las palabras no salían de su boca y sus lágrimas ardían
Altas figuras negras perseguían a las más pequeñas para tragárselas y ella debía huir de ese destino, sin embargo esa oscuridad la encontró y comenzó a arrastrarla lejos del fuego y los gritos ¿por qué debían arrancarla de su hogar? Incluso si solo quedaban cenizas frías, ella nació y creció allí, pero ¿realmente tenía sentido permanecer en una tierra muerta? No, en ese momento solo deseaba sobrevivir y jamás haber soltado su mano, misma que fue pisoteada por aquellas formas oscuras hasta que voltearon hacia ella y entonces...
"¡No, no me lleven!"
— ¡No! —exclamó sentándose de golpe y topándose con varios rayos de luz descansando en su rostro— un sueño, solo fue un sueño... —intentó confortarse así misma, pese a sentir sus manos y pies fríos— ¿por qué ahora debe volver ese pasado que se supone he enterrado?
Una cortesana en entrenamiento como ella desde el día en que fue vendida a aquella casa lo perdió todo, su nombre, su familia, su libertad, su honor y dignidad. creció con un gran vacío y odio hacia lo que le rodeaba y de no haber sido por Karyū Oiran, quien la descubrió y salvó, probablemente hubiera terminado por tomar su vida a ser un bajo entretenimiento para los hombres, sin embargo eso no quitaba que habían otras mujeres que no contaban con la misma suerte, mujeres que eran mancilladas cada noche porque no tenían otra opción
Al menos ella tendría la oportunidad de poder escoger para quien desatar su obi y hasta ese momento usaría todas las tácticas posibles para sobrevivir y obtener su libertad, no permitiría jamás que ningún hombre la tocara, ya que nunca iba a ceder y rendirse en su vida ante un destino que no escogió. Koemi sacudió su cabeza llena de frustración, odiaba ser una cortesana, odiaba vivir en el distrito de las flores y por supuesto odiaba a los tipos que se atrevían a pisotear la moral de las mujeres menos afortunadas
Probablemente lo más frustrante era ver esas situaciones y no poder hacer nada, aunque debido a su naturaleza muchas veces había intervenido por sus hermanas y también metido en problemas a su mentora, sin embargo ella nunca la abandonó, ni desechó. Karyū crecía en ella, lo hizo desde el primer momento en que la vio, a pesar de eso Koemi no estaba orgullosa de poseer belleza o una mirada encantadora porque los hombres no verían eso, sino que tratarían de tocar e imaginar su cuerpo desnudo, tan repugnante.
"Debo sobrevivir y no ser comida porque esto es Yoshiwara, no hay piedad"
— ¿Koemi-chan?
— ¿Si? —respondió la peliverde al escuchar la voz de su mentora— perdón, estaba perdida en mis pensamientos
— Ara, tal vez ¿estás nerviosa?
— No, no es eso... —negó cabizbaja
— ¿Qué sucede? ¿Es algo que no puedes contarle a tu Nee-san?
— Hoy en la mañana tuve un sueño... —confesó enseguida— sobre el pasado y como lo perdí todo, parece que aún no puedo dejarlo ir
— Koemi, soy consciente de que tuviste que dejarlo todo al llegar aquí, pero eso no quiere decir que debas soltar tu pasado. Dijiste que tu objetivo es conseguir tu libertad y cuando lo hagas necesitarás un nombre para vivir allí afuera —le confortó la hermosa mujer
— Lo sé, pero ¿cómo puedo vivir con las voces de aquellas personas pidiendo ayuda? Es difícil, sin embargo tampoco quiero solo rendirme, no está en mi naturaleza
— Por supuesto que no, sé muy bien lo cabezota que puedes llegar a ser —rió Karyū
— ¿Es eso un cumplido o insulto? —inquirió la peliverde alzando una ceja
— Diría que es parte de tu canto, no eres como la mayoría de cortesanas que viven en este lugar —negó con un deje de tristeza— eres fuerte, un poco rebelde y tu mirada transmite esa misma fuerza y rectitud, por eso tu belleza es aún más destacable
— Si Nee-san lo dice, supongo que es cierto —se limitó en responder soltando un suspiro
— ¡Claro que es cierto! Pero, por ahora terminemos de prepararnos —le instó
— ¡Bien!
Koemi vio marchar a su mentora hacia el espejo cercano en donde procedió a peinar su largo y hermoso cabello negro, siendo sus ojos amables lo que generaban un sentimiento de aceptación en los clientes, sin embargo también era poseedora de una gran belleza y carisma. Aún recordaba cuando la conoció siendo la aprendiz de la anterior Oiran y gracias a su buen trabajo como cariño que la misma le había tomado, fue que pudo escogerla como su kamuro
Le debía demasiado a Karyū y es por eso que siempre que estuviera allí, no iba a permitir que nadie la lastimara. Un ligero golpeteo en la puerta le sacó de sus pensamientos y una de las pequeñas asomó su cabeza tímida, mientras a sus espaldas las mujeres iban y venían por el pasillo, ya era hora de abrir la tienda para recibir a los clientes, mientras que sus otras hermanas tendrían que ir a esa jaula de madera para sentarse a exhibirse y rogar por ser escogida por algún hombre para pasar la noche
— ¡Karyū Oiran! —exclamó la menor
— Si ¿qué sucede? —inquirió la mujer amable, tanto que la pequeña se sonrojó hasta las orejas
— ¡Uzui-sama ha llegado! —le anunció y Koemi supo que el momento había llegado
— ¡Ara, muchas gracias! Por favor, guíales hasta aquí —le indicó
— ¡Enseguida!
Las Kamuro al ser niñas eran tan enérgicas aunque tenían prohibido exhibir ese comportamiento en el señor de la casa o podrían ser castigadas por no actuar acorde a la etiqueta, aún así ser vendida a una casa no te garantizaba que fueras a llegar a la posición más alta, pues si al ir creciendo no poseías la suficiente belleza, serías degradada a una yuujo. La situación de ellas era horrible y aunque algunas intentaban verlo de la mejor manera, lo cierto es que esa sonrisa se borraba hasta que caían enfermas
"Aunque seamos llamadas Oiran, realmente solo somos prostitutas"
El ambiente se percibía animado y si las circunstancias hubieran sido otras, probablemente se hubieran relajado y tratado de disfrutar, pero ahora mismo todos se sentían tan incómodos y fuera de lugar, sin embargo allí estaban en la primera famosa casa Ogimoto. Uzui se encontraba hablando a gusto con la propietaria hasta que finalmente se giró a verles, probablemente para ayudarles a escapar de los llamados de algunos jovencitas en los balcones
— ¡Bien! Tenemos la vía libre —les informó— ahora, Tomioka y Obanai esperen aquí un momento —les pidió
— ¿Por qué debemos hacerlo? Quiero irme —respondió Iguro seco
— ¡Ya no pueden echarse para atrás o serán cobardes! ¡Hum, escuchen bien! Su gran y extravagante amigo ha conseguido un pase para las dos mejores casas del distrito, es por eso que dos irán aquí y los otros dos a la siguiente, ya que solo puedo confiarles a quienes conozca
— Si eres tú, no me sorprendería que conozcas todo el distrito
— Cuida esa lengua, tengo tres esposas
— ¡Eso no ayuda!
— Bueno, deben esperar aquí y la propietaria se encargará de que no huyan o de lo contrario uno de los pintores hará un retrato de los cobardes y los exhibiría en todos sus viajes ¡¿entendido?!
— Largate de una vez antes de que te mate
— ¡Entonces, vamos! —sentenció Tengen tomando por los hombros a Shinazugawa y Rengoku, ambos se mostraron reacios a entrar, pero finalmente fueron arrastrados— no se preocupen, son buenas chicas
"¿Buenas chicas?"
¿Exactamente cómo deberían pensar sobre una mujer de Yoshiwara? Sanemi estaba más al tanto de la situación al ser un policía, sin embargo eso no quitaba que si su madre se enteraba de en donde estaba, probablemente lloraría o se preocuparía. Rengoku en cambio se mantenía en un gran debate por dentro, jamás había estado en un lugar así, pero ahora todas las jovencitas que recorrían los salones y pasillos usaban maquillaje para acentuar su encanto, mostraban su cuello y parte de la espalda, como también su clavícula
¿No estaban revelando demasiado? Además todas les miraban y buscaban la manera de llegar a ellos, podía escuchar sus amables voces llamarles hacia alguna habitación o el como intentaban pasar su pequeño brazo para enlazarlo con el suyo y atraparlo. Nada de esto le parecía correcto, ni para las señoritas que no conocía en lo absoluto sus circunstancias para ese tipo de lugar, ni así mismo, él era un hombre honor y debía mantener una buena imagen, no podía involucrarse en placeres tan bajos y vulgares
— ¡Mi señor usted es tan maravilloso!
— ¿No quiere acaso tomar una copa conmigo?
— ¡Si usted lo desea puedo desatar mi obi sin demora!
— ¡Gran señor! ¿Por qué tiene tanta prisa? —inquirió una jovencita que había logrado tomar su brazo— ¿no quiere acompañarme un rato? La noche está algo fría... —añadió en un tono seductor mientras deslizaba su mano por su pecho
— ¡Señorita! —exclamó Kyojuro sorprendiéndola por el repentino tono alto— ¡lo siento, pero ya he quedado con alguien! —se excusó para alejarse y seguir rápidamente a Shinazugawa y Tengen
La muchacha de cabellos negros y ojos azules se quedó anonada en medio del pasillo ¿realmente el cliente se había marchado? Le resultaba tonto e imposible, ya que si bien no era una aspirante a Oiran era muy reconocida entre los clientes habituales por su belleza y encanto, todos habían caído rendido a sus pies, sin embargo el joven de antes ni siquiera la había mirado. Definitivamente para los ojos de los demás iba a parecer como si ese hombre hubiera huido de ella
— Vaya, no lograste atraparlo —negó una de sus compañeras divertida— por su vestimenta y presencia, es obvio que no son simples clientes
— Es verdad, además van en dirección a los aposentos de Karyū Oiran —intervino otra— que envidia, siempre obtiene los mejores clientes, pero no puedo refutar. Ella es hermosa, por algo es el rostro y principal ingreso de la casa
— ¡Pero son dos hombres! —exclamó la joven inconforme— ¡Karyū Oiran no puede atender a dos!
— Bueno, en eso estás en lo correcto, sin embargo ella no está sola —le recordó— tiene a Koemi-chan, así que le cubrirá
— ¡Pero Koemi no ha tenido su debut!
— ¿Acaso no sabes las reglas? —le devolvió su compañera cansada de sus quejas— es cierto que Koemi-chan no ha debutado como cortesana, pero cuando una mentora tiene dos clientes, es natural que sea su kamuro, quien sirva como sustituta o representante
— Además si Karyū Oiran lo permite, Koemi podría comenzar a ofrecer sexo sin problemas, pero son clientes nuevos, por lo que eso no es urgente —añadió la segunda soltando un suspiro— de todas formas tarde o temprano, Koemi escogerá a su primer cliente, recuerda que en unos meses cumplirá los dieciocho
— Tsk, Koemi no es tan agraciada, además no le gusta ser una cortesana —masculló por lo bajo molesta— ¿por qué le sirven todo en bandeja de plata? Le dan de todo y el señor tiene grandes expectativas en ella, incluso ahora que ella no asistió al evento
— Eso quiere decir que tu tuviste que ver con su encierro ¿no?
— ¿Qué? ¡Claro que no!
— Bueno, no es como si fueran a darle tantas vueltas —negó la primera— Koemi-chan recibe ese trato porque es la esperanza del señor para cuando Karyū se marche, posee belleza, una mirada fuerte y encantadora, elegancia e inteligencia ¿en cambio tu que tienes por ofrecer? Solo esa cara medio bonita y abrir las piernas
— No necesitan ser tan crueles, hermanas... —las odiaba, pero no podía faltarles el respeto
— Solo decimos la verdad ¿acaso lo has olvidado? Una mujer celosa es lo más terrible que hay y peor aquí en Yoshiwara, será mejor que conozcas tu lugar —le aconsejó antes de meterse a su habitación al ver que había llegado un cliente
"A fin de cuentas, es realmente difícil tener al hombre que quieres"
Uzui se mostró muy divertido por las expresiones de sus amigos, era como si los hubiera llevado a recorrer un camino sangriento, aunque eso en parte le hacia preocuparse de si realmente estarían bien solos, ya que debía llevar a los otros a la siguiente casa, temía que por demorarse mucho perdiera el pase que tenía con Mitsuūra Oiran. La kamuro que les guiaba finalmente les indicó que ya estaban frente a los aposentos de la Oiran, por lo que les dio tiempo para calmarse
"La pequeña debe pensar que están nerviosos"
— Escuchen bien, ustedes dos —soltó Uzui mirándoles por encima del hombro— como les dije antes, las conozco a ambas y son muy buenas chicas. Ellas definitivamente les serán de ayuda, por lo que guarden los prejuicios y sean educados como siempre ¿entendido, Rengoku?
— ¿Por qué no me incluyes? —inquirió Shinazugawa seco
— Porque tu no eres educado
— ¡¿Ah?! ¿Quieres morir?
— Bueno, dicen que ver a una Oiran puede matarte realmente —bromeó Tengen mientras le indicaba a la Kamuro que podía abrir la puerta
— Karyū Oiran, sus invitados han llegado —les anunció la menor con una reverencia
Cuando las puerta se abrieron todos pudieron percibir un aroma suave y fragante, además que el tapizado de la habitación para ser muy fino al igual que los kimono que vestían las pequeñas. Uzui dio un paso al frente, siendo seguido por los otros dos y Shinazugawa se permitió observar a la mujer que tenía enfrente de manera fija, totalmente azorado por su presencia
Su cabello era negro como la noche y estaba pulcramente recogido en un peinado elegante, las horquillas que adornaban su cabello parecían ser de oro puro y decoradas por el artesano más famoso; una cinta rojo mantenía recogido su cerquillo, permitiéndole apreciar su piel clara y sus hermosos ojos lila que expresaban calma y amabilidad. A diferencia de las otras muchachas, su ropa era muy elegante y de cierta forma parecía pesada ¿acaso no tendría calor?
Ese último pensamiento quedó enterrado enseguida al pensar en lo tonto del mismo, pero ¿cómo podía haber una mujer tan hermosa en un lugar como Yoshiwara? Era como si la flor más única y hermosa del mundo creciera oculta en un sucio pantano. Inesperadamente Karyū recorrió a los presentes con su mirada y la misma se mantuvo en Sanemi, haciendo que sus nervios solo crecieran, mientras ella parecía estar curiosa de algo
— Ha pasado un tiempo, Uzui-san —le saludó la hermosa joven al contrario con un ligero asentimiento de su cabeza— como siempre has sido muy puntual
— ¡Si, realmente ha sido un tiempo Karyū! Puedo ver que tu belleza sigue intacta, mientras que tus clientes aguardan en la entrada, como era de esperarse de la heredera de Kaoru, hizo bien en escogerte
— Ara, muchas gracias por el cumplido —rió suavemente y para Sanemi fue como el sonido más hermoso que había escuchado— por cierto...
— ¿Qué sucede? —inquirió
—¿El joven se encuentra bien? —inquirió observando a Shinazugawa— su rostro está algo rojo...
— ¿Qué? —balbuceó mirando al mencionado
— S...Solo... hace calor... —se excusó
— Ara, ara ¿desea un vaso de agua?
— N...No, yo... estoy bien
— Ya veo, bueno aprovecharé a presentarme —declaró con una sonrisa para luego emplear un mirada más seria, brindándole porte y elegancia— soy Karyū y soy la taiyū de la casa Ogimoto. Uzui-san me ha hablado mucho de ustedes y así mismo estaré a cargo de ayudarles
Shinazugawa se apresuró en hacer una corta reverencia, además de presentarse mientras que Rengoku terminó por imitar su gesto, sin embargo desde el momento en que habían entrado Karyū notó el comportamiento de segundo, se mantenía ausente y fuera de la conversación, ni siquiera le había mirado. Eso no podía tratarse de timidez, era más bien que no estaba cómodo allí, por lo que con un gesto de su parte a Tengen, el ninja se apresuró en llamarlo
— Discúlpalo, él es Rengoku Kyojuro y es un tanto... denso
— No, no es problema —negó la muchacha— entonces antes de empezar, permítanme llamar a alguien más —añadió esta vez viendo a una de las Kamuro— por favor.
— ¡Si, Karyū oiran!
— Estoy entrando —susurró una segunda voz, no era la de una niña, sino más suave y madura a diferencia del tono que la Oiran empleaba. Kyojuro sintió algo de curiosidad al respecto, pero se mantuvo igual
— Ella es mi aprendiz, pueden llamarla Koemi —le presentó
— ¡Koemi-chan! —exclamó Tengen burlón— has crecido mucho y estás muy bella, pero ¿aún le sigues aventando tus geta a los clientes groseros?
— Aún de vez en cuando lo hace —le expuso su mentora divertida
— ¡Karyū-nee! —se quejó apenada, pero así mismo no tardó en notar el comportamiento de uno de los clientes
Los verdes ojos se permitieron observar al hombre que tenía ante si, de cabellos rubios salvajes y mechones rojos, la facciones de su rostro eran muy varoniles y perfiladas, tenía presencia y postura, sin embargo mantenía sus brazos cruzados en su pecho, por lo que daba a entender que no estaba dispuesto a unirse o entablar una conversación. Koemi miró al otro joven y este último parecía totalmente concentrado en su maestra
También tenía porte y una mirada afilada, aunque le preocupaban las marcas que tenía en el rostro, pero también había escuchado de sus hermanas mayores que ese tipo de hombres eran muy rudos y geniales, algo que en lo personal ella discrepaba un poco. Ahora ¿con cuál de ellos tendría que trabajar? Lo único que podía pedir es que fuera alguien que le gustara hablar o no fuera tan cerrado
— ¡Bueno, ya que estamos todos! —aplaudió Karyū para captar la atención de todos— Uzui-san me comentó el motivo de su visita y debido a nuestra amistad, hemos accedido a ayudarles con ello, por lo que no preocupen más al respecto. Normalmente la Oiran tienen un modo muy diferente de proceder con los clientes, pero haremos una excepción, ya que ustedes no han venido a buscar una compañía a Yoshiwara
— ¡Me parece muy bien! Entonces, los dejo en tus manos, Karyū —declaró Tengen levantándose
— ¡Oe! ¿Piensas irte?
— Pues claro ¿acaso quieren que también les escriba lo que deben decir? Recuerden que aún debo encargarme de esos otros dos. ¡Bueno, no hagan ningún desastre!
La puerta corrediza se cerró a sus espaldas y ambos se sintieron acorralados, ahora que Uzui no estaba para ayudarles o decir algo, sentían que el ambiente se arruinaría y Shinazugawa no quería esto, pero ¿qué decir? ¿Cómo hablar si sonar grosero o asustarles? Mientras más lo pensaba más sentía que perdía la cabeza, probablemente no servía para nada en esto y solo estaban perdiendo el tiempo, además Rengoku al estar tan silencioso y reflexivo no ayudaba en lo absoluto
— Bueno... —siguió hablando Karyū al notar el ambiente pesado— comprendo que deben estar algo incómodos por venir aquí de repente, pero conocemos muy bien nuestra misión en esto, por lo que no haremos nada más fuera de lo estipulado, así que pueden relajarse un poco. Primero deben saber que normalmente la Oiran se encarga de entretener al invitado, pero ustedes son dos, por lo que mi aprendiz, Koemi será mi ayudante a partir de ahora ¿entendido?
— No seré una experta y aún me encuentro aprendiendo, pero daré lo mejor por servir adecuadamente —comentó la peliverde brindándoles una sonrisa, ella también se sentía más tranquila con su misión actual
— Entonces, creo que Shinazugawa-san estará a mi cargo —declaró Karyū enseguida— ¿le molesta si pregunto sus edades?
— Hum, yo tengo veintidós y este tipo diecinueve
— Si es así, nosotros somos más cercanos en edad —festejó la pelinegra— por lo tanto Koemi-chan se encargará de Rengoku-san, ya que también no hay mucha diferencia
— Entendido
— Bueno, Koemi ¿puedes guiar a Rengoku-san al otro pabellón?
— ¿Por qué otro pabellón? —cuestionó Kyojuro por primera vez
— Eso es porque cada cliente debe recibir su respectiva atención, no sería correcto que ambos permanecieran aquí, no habría privacidad —le explicó Karyū sin rodeos— si no lo hacemos de esa forma, el señor podría llamarnos la atención
— No les demos molestias innecesarias, Rengoku
Al parecer no había forma de permanecer en el mismo lugar, por lo que Kyojuro se levantó un poco molesto y se encaminó hacia la puerta sin decir ni una palabra, no pasó mucho para que la misma voz de antes le hablara indicándole que le siguiera. Los pasos en el corredor se escuchaban pesados, sin embargo no era capaz de escuchar los de ella, un poco curioso levantó brevemente su mirada solo para ver un kimono rosado con flores
"¿Cabello verde y negro?"
Era la primera vez que veía uno similar, siendo algunos mechones oscuros que escapaban de su pulcro peinado y se dejaban caer sobre su piel blanca. Kyojuro negó para si mismo al estarse fijando en detalles menores y casi llegar a chocar con ella cuando se detuvo para indicarle que habían llegado. La muchacha era bastante alta, ya que incluso su querida madre lucia pequeña a su lado, sin embargo si comparaba su cuerpo que lucia más frágil que el suyo, sentía que la rompería
— Es aquí, Rengoku-san —habló Koemi haciéndose a su lado para permitirle pasar— ¿desea algo de té? —le cuestionó a verlo sentarse
— ...
"¡Es un cliente de pocas palabras!"
— Karyū-nee estaba algo emocionada antes de que llegaran —inició hablando la peliverde mientras se sentaba frente a él y una distancia prudente, Kyojuro pudo ver el elegante movimiento de sus manos al acomodar la tela— para ambas es la primera vez que recibimos a unos clientes diferentes de lo normal
Nuevamente silencio, no había ninguna reacción por parte del hombre y Koemi llegó a preguntarse si es que era demasiado tímido como para hablar, sin embargo antes se había mostrado inconforme en dejar a su compañero. Poseía una voz clara y fuerte, de cierta forma le parecía agradable escucharle, la joven miró entonces a Kyojuro y suavemente se acercó un poco más tratando de generar confianza
— Disculpe si no le gustó que le separáramos de su compañero, sin embargo son las normas y no podemos desobedecerlas —le explicó, pero tampoco obtuvo una respuesta— hum, puede que esté algo nervioso, también es mi primera vez teniendo a cargo un cliente, aún no he hecho mi debut, ya que tengo diecisiete
La mención de su edad hizo que la ceja de Kyojuro se arqueara levemente ¿había escuchado bien? ¿qué hacía una niña en ese lugar? ¿Cómo podían enviarla tan fácilmente a una habitación para estar a solas con un hombre? Si alguien se enterara, la reputación y honor de ambos estarían en la ruina, no era un comportamiento para nada correcto, pero ¿qué debía hacer entonces? ¿Marcharse y dar más preocupación a su madre? ¿O quedarse e intentar aprender a convivir con una mujer?
No habría ningún problema mientras no se atreviera a tocarla, pero ¿quién le garantizaba que ella se quedaría quieta? Había escuchado historias de viajeros que frecuentaban el distrito y comentaban como las mujeres allí podían quitarse la ropa con tanta facilidad y una vez sucedía esto, ya no había vuelta atrás. Dejar a una mujer desnuda y sola, significaba ser un cobarde, un pensamiento ridículo, pero que la mayoría temían ser llamados eunucos por esto
"Rengoku-san ¿me está escuchando?"
Su mente era caos, su razón y orgullo le decían que debía marcharse rápidamente de allí, pero su lado más tranquilo le recordaba a su querida madre y sus deseos de que pudiera conocer a alguien, sin embargo esta no era la forma correcta, no podía solo olvidarse de sus valores y mirar a aquellas mujeres como si nada, no le resultaba normal, ni correcto. En especial Yoshiwara que no conocido por ser precisamente en donde los valores y enseñanzas se inculcaran
— Rengoku-san... —le llamó Koemi por quinta vez, pero en esta ocasión trato de tocar su hombro, sin embargo una fuerte y pesada mano le golpeó la suya rechazándola— ¡auch!
— ¡...! —Kyojuro cayó en cuenta de lo que había hecho, sin embargo seguía sin poder mirarla— yo... ¡lo siento! ¡No era-...!
— ¡Oye, tú! —le tuteó la muchacha y el contrario se congeló en su sitio ante el tono molesto— ¿por qué has hecho eso? Dame una explicación convincente
— ¿Qué desea que explique, señorita?
— Solo le estaba llamando porque lucia distraído, no era necesario rechazarme de esa forma
— ¡Eso...! Ya me he disculpado...
— ¿En serio? —inquirió la joven sarcástica— Rengoku-san... —susurró mientras se ponía de pie y el joven sintió un ligero cosquilleo al escuchar su apellido de aquellos labios— si hay algo que detesto y no soporto —añadió para esta vez acercar su mano hacia su pecho y tomarle con fuerza de sus ropas, obligándole a mirarla— ¡es que no me miren a la cara! ¡¿Acaso ni siquiera merezco eso?! ¡No solo me ha ignorado cada uno de mis intentos de hablarle, sino que incluso es incapaz de mirarme!
Koemi estaba furiosa y frustrada, ya que el peor insulto que podía hacerle a una mujer o cortesana era no mirarle a la cara o ignorarla ¿cuál fue el mal que ella le había hecho? Desde el principio se mostró frío y receloso en hablar, ignoró cada uno de sus intentos por hablar y de repente rechazaba su toque como si tuviera algún tipo de enfermedad o peste. No, ese hombre no quería verla a ella, no por ser mujer, sino por ser una cortesana
— ¡Esto es lo más bajo que he podido recibir! —exclamó sin soltarte, sus labios, a pesar de estar a escasos centímetros no mostraban intención de querer besarse, ella estaba molesta y él estaba azorado por sus palabras y valentía
Finalmente estaba contemplando el rostro de la muchacha que tanto se esforzó por ignorar, facciones finas, cejas pequeñas, pero fruncidas y unos hermosos ojos verdes como gemas, había un extraño brillo en ello junto a toque de desafío, sus labios rojos estaban apretados en una línea y el suave perfume que llegaba a sus fosas nasales le quedaba de maravilla ¿realmente había una doncella así en Yoshiwara?
— Hmph, ya sé que sucede aquí —soltó casi sobre los labios masculinos— usted es un cobarde, no puede mirar a los ojos a una cortesana ¿no es así? Es una pena que me juzgue sin conocerme, pero más pena me da haber perdido mi tiempo con usted —añadió esta vez en un tono seco— no se preocupe, jamás aflojaría mi obi por un tipo tan poco hombre
Cada frase y palabra fueron fulminantes, le había insultado sin dudarlo ni un segundo, pero a fin de cuentas ella realmente tenía razón, sus prejuicios y valores se mantenían en una lucha constante por hacer lo correcto, por ser un hombre de bien, pero ahora una muchacha le había cacheteado con guante blanco. Solo unas palabras de sus labios y una mirada de sus ojos bastó para dejarle como un tonto
— Señorita, yo...
— No quiero escucharle, mejor vuelva por donde vino —sentenció la peliverde soltándolo y dirigiéndose hacia la puerta
— ¡Deténgase! ¿Cómo puede decir tales palabras? —soltó Kyojuro en un vago intento de reparar su error
— Eh, ahora resulta que si sabes hablar —le devolvió la joven sarcástica— si visitas otra casa, será mejor que te ajustes bien la hakama o podría caérsete
"¡Que grosera!"
Koemi dejó la habitación molesta, pero podía sentir claramente los pasos de aquel hombre obstinado, sin embargo ya no pensaba volver con él por nada del mundo, ya había perdido bastante dignidad y orgullo para hablarle. Podría ser una cortesana, más eso no quería decir que cualquier podía ver y rebajarla de esa forma, en parte ese tipo debía agradecer que no cargaba sus geta consigo o se la habría lanzado en la cara sin pensarlo
Por otro lado, la situación parecía desenvolverse mucho mejor, Karyū había logrado formular preguntas sencillas que Shinazugawa, aunque lento y torpe, se esforzó por responder. El joven de cabellos grises parecía sentirse algo débil en presencia de una mujer, por lo que si bien no era limpio, Karyū se aprovechó de eso para acorralarlo y sutilmente entrar en su círculo son preguntas simples y un tanto aburridas
— Entonces, Shinazugawa-san es el hermano mayor
— Si...
— ¡Eso es increíble! Su madre debe estar muy orgullosa por tener un hijo como usted —le elogió y Sanemi solo pudo enrojecer ante sus palabras
— N...No es nada, mi madre es pequeña y frágil, solo no puedo dejarla... —comentó Shinazugawa con una expresión nostálgica, su amor por su familia era genuino, no mentía
"Es un chico demasiado puro"
— Ella es su principal razón para estar aquí ¿verdad? —inquirió recibimiento un asentimiento en respuesta— no se preocupe, sin duda alguna le ayudaré para que pueda conocer una buena mujer —le alentó posando su pequeña mano sobre la del contrario, era grande y cálida
Karyū se sintió feliz de haberle escogido en ese momento, ya que hace mucho tiempo que no hablaba con un hombre sobre lo que era amar a la familia, querer apoyar a un padre o una madre y ser el hermano mayor para los pequeños. Ese sentimiento trajo a su memoria muchos recuerdos de su niñez, recuerdos que creía haber olvidado, pero gracias a él los había recuperado, sin duda vio en el un gran amigo
— Karyū Oiran, sabe...
— ¡Karyū-nee! —habló una voz de repente sorprendiéndoles, tanto que Sanemi casi se cae de su cojín por la sorpresa
— ¿Koemi-chan? —inquirió la pelinegra confundida de ver a su aprendiz allí, por su expresión sabía que estaba furiosa, además de haber entrado sin aviso alguno— ¿qué sucede...? —inquirió al ver como detrás de ella también llegaba Rengoku
— Me disculpo por haber entrado de repente, pero no pienso dejar que esta persona me insulte con su indiferencia ¡eso solo afectará mi reputación!
— ¡Usted no quiso escucharme, señorita! —refutó Kyojuro tratando de que le mirara, pero ahora ella era quien le ignoraba— ¡entiendo mi error, pero no era necesario tratarme de esa manera! ¡Ha sido grosera!
— ¿Qué fue exactamente lo que sucedió, Koemi?
— Lo siento, nee-san —se disculpó la peliverde— le pido, por favor que busqué otra cortesana para este cliente, ya que al parecer yo no estoy a la altura de tal... "hombre"
"Mi pequeña, Ruri recuerda muy bien esto ¿si?, No importa lo que pase o cuántas veces caigas, hay algo que nunca debes perder y esto es el orgullo"
¡Ahhhhh! ¡Esto se va a descontrolar! Tengo mucho por decir, pero creo que me alargaría demasiado, pero ¡es que! Kyojuro y Koemi (Ruri) han empezado con el pie izquierdo y bien izquierdo JAJAJA. Por un lado digo ¡esa es mi hija! Y por otra ¡Wey, el solecito! Pero si, creo que Kyojuro estaría muy peleado consigo mismo por sus valores y crianza, además que como se menciona Yoshiwara no se destacaba precisamente por ser un buen lugar, no, así que es comprensible su postura ante esto, siendo tanta la lucha consigo que terminó por reaccionar de esa forma y alejar a Koemi, pero bueno se ha llevado tremenda jalada JAJAJA la verdad la relación de Sanemi y Karyū la veo más madura, aunque esto no quiere decir que no van a haber desacuerdos o momentos de tensión, no señor! En el siguiente capítulo veremos el lado de Iguro y Tomioka! Sin más que decir, me despido :3
Mini Diccionario:
Tayū: Era la cortesana de los Daimyos y solo los que tenían mas poder o posiciones más altas podían llegar a ser sus clientes habituales. También conocida por ser la mujer más hermosa de toda la casa, ya que se destacaban en todas las artes
Daimyos: Conocidos como aquellos hombres que tenían poder en la provincias, en pocas palabras "señores feudales"
Yuujo: Ubicadas en el nivel más bajo, eran el tipo de Oiran o cortesana que debía ofrecer servicios sexuales para pagar a la casa, sino deseaban ser expulsadas
Kamuro: Eran niñas de 10 años que fueron vendidas por sus padres al dueño del burdel por una gran suma de dinero, mismo que debían retribuir a la casa, siendo una Oiran (si poseían la belleza necesaria) o solo una simple Yuujo.
Andysakurai15
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