Capítulo 9: When The World Becomes Small
Intento no ser la siguiente en dormirme al tener que seguir poniendo atención a la clase de ciencias sociales que está dando uno de los profesores, pestañeo repetidas veces y tomo un poco de agua para poder mantenerme cuerda ante lo que está explicando acerca de las distintas regiones del país; miro a mi alrededor y veo como varios niños se han vuelto a distraer durante la clase, la mayor parte de ellos se ven cansados y desmotivados a querer seguir presenciando el tema que se está dando, pero no los culpo cuando también he comenzado a estar en su lugar; aunque a estas alturas sigo creyendo como es que nadie de los veinte niños se ha llegado a quedar dormido sobre su escritorio.
Bostezo y me rasco los ojos para poder seguir despierta pero es inútil cuando la suave voz del profesor más su metodología de trabajo suelen ser muy pesada o tediosa para unos niños de diez años que todavía se les debería enseñar una forma particular y emotiva para aprender, a este nivel, si llegan a pasar la materia no será por el aprendizaje sino más bien, porque nada más estudiaron sus propias anotaciones y lo que está en el libro.
Estar sentada alrededor de muchos niños me recuerda mi tiempo en que estuve trabajando en una organización de infantes en Pensilvania, aún puedo recordar lo complicado que había sido mi primer día al estar nerviosa por trabajar con niños con diversas discapacidades que iban desde el lenguaje hasta la motora; para aquel entonces mi experiencia apenas iba comenzando luego de haberme graduado de mi especialidad y haber obtenido aquel trabajo por medio de fuentes de contactos que gracias a ellos, me ayudaron a salir adelante hasta dejarles ver a mis padres que su hija con dislexia empezó a salir del nido para ser una mujer independiente.
Normalmente trabajar con niños especiales no es sencillo y ni siquiera por cerca es una tarea que se pueda dejar de un día para otro, se debe de tener mucha voluntad para formar parte de aquel mundo en donde aún muchas personas les ven ese defecto a ellos cuando no debería ser así, como también, no tenerlos que excluir de los demás solo por tener una discapacidad intelectual, problemas auditivos, visuales, de lenguaje y motores.
Suspiro y me acaricio la cabeza al ver que no sólo nosotros como trabajadores sociales nos debemos de responsabilizar del futuro de estos niños, sino que también los padres, los profesores y todas las personas que están dentro de su ambiente social son los que propiciaran que el infante sea alguien en la vida y que a su vez, pueda ejercer un papel en la sociedad.
Me apoyo en la pared del salón de clases mientras que vuelvo a revisar la lista de cotejo que he hecho para evaluar si el lugar requiere de lo necesario para darle un buen ambiente escolar al niño, pero aunque siga diciendo que todo está en perfectas condiciones, como los niños que se ven sanos, el único problema que tengo es en el profesor, por ser profesional no debería decirle como debe de hacer su trabajo cuando por eso el señor Davis se graduó para ser educador pero en está ocasión, no sé si es porque él ha pasado una semana muy cansada y por eso su clase se está viniendo hacía abajo como una curva estadística o es que no ha elaborado muy bien el tema para impartirlo con estos niños.
Vuelvo a bostezar, me paso la mano por el rostro y me quedó mirando hacía el techo por un rato hasta que creo que ha sido suficiente por esté día tener que seguir presenciando está clase; antes de levantarme para despedirme de los alumnos y su profesor, escuchó unos gritos y luego un golpe, como si algo hubieran tirado al piso con tanta fuerzas a punto de desplomarse.
El señor Davis me dio una mirada la cual coincidió con la mía segundos después, algunos niños queriendo saber lo que ha sucedido, se levantaron de sus asientos para acercarse a la ventana donde se puede ver el corredor, como los salones de al lado; pronto escuche como varios de ellos dejaban ir unas pequeñas risitas y empezaban a murmurar unos contra otros lo que están observando; así que queriendo saber lo que ha pasado, me acerco a uno de los grandes ventanales para ver a un niño en el suelo, ser tomado con tanta agresividad en el brazo y luego ser levantado violentamente hasta hacer que se arrodillara.
Salí rápido del salón y pronto camine en dirección hacia aquel profesor que le está dando un castigo severo a uno de sus alumnos, él sigue gritándole sin poder dejar que el pequeño pueda llegar a decirle una palabra. Mediante me voy acercando cada vez más, me doy cuenta que no sólo conozca a aquel profesor, sino que también al niño; se me hace un nudo en la garganta cuando Zack gira su rostro y pronto termina por darme una mirada, llena de vergüenza y tristeza, logrando que de nuevo estuviera cabizbajo; después de poder ver los ojos del hermano de Tanner, lleno de lágrimas, una rabia consume mi cuerpo al ver que el dichoso profesor que lo está reprendiendo es el señor Silverman.
El señor Silverman no sólo ha sido un dolor de cabeza desde la primera semana que empecé a trabajar en la escuela, y no necesariamente por la complejidad con la que trata a sus estudiantes, sino más bien por su comportamiento ignorante y machista. Pude haber conocido algún momento uno que otro hombre que le disgustara que las mujeres fuesen más valoradas que ellos o que los bajaran de su montaña para hacerles ver que ya no estamos en el mundo medieval sino que a pleno siglo XXI en donde ambos géneros deben tratarse de forma equitativa.
Desde hace un mes exacto no ha dejado de tirarme indirectas acerca de mi trabajo, eso sin decir, que sigue creyendo que por mi tez, de ser joven, venir de una ciudad y verme como una señorita mimada y niñata, es probable que no podré desempeñarme adecuadamente en este lugar; agregando que muchas veces menciona que debería irme por donde vine, como a su vez, buscar un trabajo donde se encuentren niños discapacitados porque en la escuela no encontraré a nadie con algún problema desde leve a severo.
Por otro lado, Jazmín me ha hecho conocer que ha sido uno de los profesores que se consideran regularmente ruin, problemático e injusto; debido a que desde que llegó a impartir clases en esta escuela, no ha hecho más que disciplinar a sus alumnos como si fueran animales, eso sin añadir que Jazz me ha hecho conocer que él es corrupto en ciertas situaciones, porque algunos estudiantes que tienen un record académico honorable, son a los que más destruye para "bajarlos de la nube" como menciona ella al haber escuchado decir constantemente el señor Silverman cuando intenta justificar sus actos.
Jazmín es la siguiente en llegar y ambas vemos al mounstro que tenemos en frente, a punto de agarrarle la oreja a Zack con la intención de hacerlo que escuche más sus palabras al ver que el pequeño no responde; pero evitando aquella escena que pueda asustar más al niño, me interpongo entre ambos para ponerlo a él en mi defensa para que no siga haciéndole daño.
— ¿Qué está haciendo? —farfullo ya aburrida de ver estás acciones.
Y no es primera vez que lo veo hacer esto, hace una semana humillo a una alumna quien no pudo resolver una división mientras que hace quince días fue con un niño que no trajo los zapatos lustrados. Ahora a quien le ha tocado es a Zack... ¿Quién será la otra semana?
—Ese no es su asunto —masculló.
—Lo es, quiera o no, también estos niños son mi responsabilidad —le digo molesta.
Nos retamos con la mirada mientras que siento como Zack se refugia en la pared del salón de clases para que los demás niños que se han dispuesto a escuchar el rumor antes que estar en clases, no puedan seguirlo mirando y burlándose de él.
—Le advierto señorita Sanders, esto... ¡No le incumbe! —Me grita en mi cara.
—Sabe que puede conseguir una demanda por agresión infantil, no crea que no he visto todo desde un comienzo y el jalón de orejas puede tomarse en cuenta si no hubiera sido porque lo detuve. —Murmuré teniendo paciencia para tampoco gritarle.
Frunció su boca para darme una mirada de arriba hacia abajo, como si ahora en vez de estar pensando en sus acciones, considerará hacerme una evaluación sobre la postura que acaba de tomar al ver lo que le ha hecho a uno de sus alumnos.
—No creo que sería capaz de denunciarme —susurró.
— ¿Por qué no lo haría? Ambos sabemos muy bien quien de los dos tiene más que perder que ganar, ¿no es así? —Elevé una ceja.
Ni siquiera puedo decir que él es una persona vieja y egocéntrica que todavía vive y enseña bajo una estricta metodología de trabajo para disciplinar, como también, hacer que sus alumnos aprendan; porque sigo sorprendiéndome que Jayden con tan solo treinta años ya parece verse como un hombre de cuarenta y cinco queriendo corregir a niños que ni siquiera son sus hijos y quienes solo tienen esa responsabilidad son sus padres, porque así como están hoy las leyes con la niñez y adolescencia, cualquier puede ir a la cárcel por agredir no sólo física, sino que también psicológicamente a un infante.
—Entonces, usted inténtele enseñarle. Empiezo a cansarme de enseñarle a alguien que no quiere aprender —le dio una mirada a Zack —, si lo quiere seguir contemplando sabemos que será un fracaso y un parásito para este país. —Termina por decir antes de volver al salón y seguir dando su clase.
Respiro profundamente y cuento hasta mil porque cien no me basta para tranquilizarme, estoy casi a punto de pelear con él pero no sería nada profesional incluyendo que hay niños en nuestro alrededor como otros profesores que también se han dignado en escuchar la discusión que he llegado a tener con el perfecto señor Silverman que no es capaz de ser una persona decente, con valores y poder mantener un control con su cuerpo sin ser impulsivo y colérico antes de agredir más a un niño del cual ya debería tener conocimiento que Zack presenta una discapacidad intelectual que no le permite estar al mismo nivel de aprendizaje que sus demás compañeros.
—Regresen todos a clases, por favor. —Pide Jazmín antes de hablar conmigo y con Zack.
— ¿Te encuentras bien? —le doy una mano a él para que pueda levantarse del suelo.
El pequeño que se encuentra tembloroso y asustado, no deja de ver la puerta de su salón de clases esperando que el señor Silverman de nuevo aparezca para regañarlo y seguirlo torturando con palabras que son una perdición para él porque pueden hacerlo creer que además de ser diferente que sus demás compañeros, se sentirá tonto e inútil por no poder aprender lo que muchos han comenzado a saber.
—Zack —tomo su barbilla para hacer que me vea a los ojos.
—Quielo ilme a saca —sus lágrimas empezaron a aparecer.
—Ven conmigo, Zack. —Jazmín alzó su mano hacia él.
Zack no tardó mucho tiempo en dársela para ser ella que me diera una mirada que pronto comprendí que ayudaría al niño para que dejara de tener miedo y ocasionarle cualquier tipo de problema que pueda trastornarlo el resto de su vida.
Me di la vuelta para dirigirme al jardín donde podría relajarme y tomar un poco de aire, pero antes de que tuviera una escapatoria momentánea, alguien me tomó fuerte del brazo e hizo que caminara rápido hacia una sola dirección haciéndome entender que acabo de buscarme un enorme problema.
— ¡¿Quién te crees tú que eres para interrumpir los castigos que da un maestro a sus estudiantes?! —Rodé los ojos en un buen momento antes que la directora Emelda me viera.
—Discúlpeme directora, pero el comportamiento que tomó el profesor Silverman con el estudiante Zack Wilding, no es el correcto. —Comencé a dar explicaciones.
—Vuelvo a repetir, ¿quién eres tú para entrometerte en sus asuntos? —Dijo sentándose en su asiento sintiéndose apoderada de todo lo que nos rodea.
Que sea ella la directora y yo una simple empleada que pueda despedir cuando lo desee no demuestra que tenga el derecho a todo; hablando de una forma generalizada para no decir que sea necesario que refleje su poca importancia en ciertos estudiantes que para ella parece ser más problemáticos o desafiantes antes que sea porque tienen una dificultad que les impide estar al mismo nivel de estudio que sus demás compañeros; pero desde el día que la conocí supe que también quitarle su idealismo narcisista de hacerse ver la directora más pulcra y excelente de esta escuela, no sería tampoco una tarea fácil al hacerle ver que niños con discapacidades intelectuales pueden hasta aparecer en institutos tanto públicos como privados.
—Le estoy evitando problemas judiciales, como directora debe conocer que no es permitido que haya violencia dentro de la escuela y más, si son por parte de los educadores. —Digo con valentía.
No es que los maestros siempre deban de ser blandos con sus alumnos, pero siempre hay un límite de exigencia y disciplina que no debe ir más allá de los golpes o palabras frías que dañen la integridad o el bienestar del estudiante.
—Le diré dos cosas señorita Sanders, la primera, no venga a creerse la mujer que tiene la superioridad de darle órdenes a los demás sin antes consultarme las cosas. —Empieza a decir.
Estuve a punto de hacer un gesto de sorpresa al no comprender donde viene todo ese palabrerío de creerse superior que los demás cuando lo único que requiero que haya en este centro educativo sea respeto y equidad para todos; algo que he empezado a darme cuenta que no hay, comenzando desde la punta de la pirámide que es la directora.
—Y lo segundo, usted está aquí para ayudar a sus "niños discapacitados" los cuales hasta ahora no me ha entregado un reporte de su trabajo que demuestre que ha estado colaborando en esta escuela. —Me contuve para no recordarle que el lunes, le entregué un diagnóstico completo de la institución.
Le di una mirada a su escritorio para darme cuenta como bajo de otros papeles, carpetas, lápices tirados y basura de comida, se encuentra los primeros documentos que he hecho sobre el diagnóstico que le he dado a la institución; los cuales esperaba que evaluara y pronto aprobara que mi trabajo requiere de un proceso inmediato antes que varios problemas se lleguen a agravar.
— ¿Habla de este reporte? —Dije de forma irónica antes de volverle a poner la carpeta en medio del escritorio.
Ella no mostró una impresión de la carpeta que acabo de dejar en el mismo lugar que la puse el lunes con el fin de que aunque sea pueda darle una mirada y decir que hice algo antes de que empiecen las vacaciones para los estudiantes.
— ¿Qué le parece? —No esperaba que me felicitara cuando su rostro muestra el menor interés de seguir leyendo.
—Bueno, usted sabrá lo que debe hacer —tira la carpeta a un lado luego de apenas darle un ojo —de todas formas, tiene el resto las vacaciones para preparar un plan de trabajo con sus niños especiales. —Suspiré al ver el tono con que decía las últimas dos palabras.
Como si tuviera otra alternativa al ver que ella no está dispuesta a cooperar, por lo menos tengo tres meses para preparar un proyecto antes de mostrarlo a los padres de estos niños y luego comenzar con el curso de aprendizaje; mientras tanto, haré lo posible para que estos estudiantes sean incluidos en clase y sus profesores también sean capaces de tratarlos y fomentarles una buena enseñanza indicada para que tanto infantes como jóvenes puedan aprender a su debida forma.
Esto no será nada sencillo...
(...)
Todos los estudiantes salieron corriendo de sus salones luego que la campana de la escuela diera por inicio sus vacaciones temporales, como también, la finalización de un semestre más en el año. Varios padres ya se encontraban esperando a sus hijos para llevarlos a casa, mientras que otros, tomaron un transporte escolar; algunos alumnos que ya empiezan a conocerme se despidieron de mí deseándome unas lindas vacaciones, a lo que respondí con agradecimiento aunque no supieran que en realidad, mis deseadas vacaciones no serán más que horas extras de trabajo que no serán nunca cobradas porque aunque no necesite ese dinero, la directora Emelda me ha dicho que dentro de estos tres meses no recibiré ni una compensación por parte de la institución si me dedico a trabajar por mi cuenta; lo cual para mí no será un problema a pesar que temporalmente tendré que buscar un trabajo de tres meses para seguirle pagando la renta de la habitación a Caitlin y Gigi.
—Nos vemos dentro de tres meses, si necesitas algo, llámame que estaré disponible para todo lo que quieras. —Dijo Jazmín.
—Claro que sí, no dudes de ello. —Nos abrazamos y nos despedimos.
Antes de ir hacía la camioneta de Tanner, espere a que Zack saliera, quien a pesar que ha decidido ser de los últimos niños en salir, parece estar un poco más animado luego que Jazmín se lo llevó para hablar con él.
—Oye sabio —lo llamé a lo que él respondió con una pequeña sonrisa —, he hablado con tu hermano y me ha dado el permiso para que pueda llevarte a casa —le anuncié.
— ¿En selio? —Asentí.
—Entonces, ¿vamos? —Sus ojos mostraron una emoción mientras afirmaba moviendo su cabeza.
—Ahora veo porque lo defendiste como perra protegiendo a sus crías. —Tome aire y espere que Zack no escuchara aquello.
Me di la vuelta para ver el rostro egocéntrico e irritable de Jayden, sigue sonriendo luego de saber que en vez de que la directora se pusiera de mi lado, termino por ponerse en los zapatos de él; cruza los brazos y baja tres escalones para quedarse cerca de mí, es la primera vez que puedo decir que nunca había sentido como alguien puede desagradarme tanto, a un nivel de creer que se ha vuelto un clavo en mi zapato. Lo peor de esto, es que este clavo no podré quitármelo con facilidad si aún tiene un respaldo quien lo defienda sin hacerle ver sus defectos, amenazas y comportamientos.
—Ve al auto, Zack. En un momento de alcanzo. —Le entregué las llaves al niño para que suba al auto de su hermano.
Zack quien sigue temiéndole a su profesor, no dudo mucho tiempo en darnos la espalda para irse corriendo directamente al auto de su hermano mayor, en donde no se le dificulto en abrir la puerta con las llaves y luego entrar para esperarme dentro.
—No creo que haya sido necesaria la descripción —crucé los brazos.
—Pero, ¿es que no te describe bien? —Dijo burlón.
Puede que sea cierto, que me vea como una madre protectora de sus niños cuando ve que hay personas que le quieren hacer daño, pero no le daré la garantía de seguir sonriendo como si hubiera tenido una victoria.
—Te pediré que respetes más a tus alumnos, no creo que se te haga muy difícil —digo antes de girarme para caminar hacia la camioneta.
—Yo solo los estoy educando para que en un futuro no sean unos mediocres y digan que sus profesores no les enseñaron nada en clase —puse los ojos en blanco.
—Si esa es tu excusa... —dije sin darle mucha importancia.
—No es excusa, pero solo te deseo buena suerte, Amy. —Pasa a mi lado riendo. —Cuando tengas tu plan de trabajo y veas que muchos padres no te apoyen porque saben que sus hijos son más que unos perezosos y retadores... —queda muy cerca de mi rostro —No vengas a llorar en mis brazos dándome la razón. —No podía ser más que arrogante.
Se marcha sin que pueda decirle alguna que otra palabra, es probable que pueda haberle dado en la cabeza o en la cara con mi portafolio pero aún tengo control en mi cuerpo para no hacerlo, de todas formas, es probable que si lastimo a uno de los profesores favoritos de la directora Emelda es capaz de dejarme sin trabajo, lo cual no habría problema si no fuese porque en serio me interesa mejorar la calidad de la escuela y también ayudar a todos aquellos niños que es probable que esté año escolar hayan tenido más que una dificultad en las materias más esenciales.
Camino en dirección a la camioneta y veo como Zack me ayuda a abrir la puerta del conductor y así entregarme las llaves para encender el vehículo. Al alejarnos de la escuela para ir a Teton Village pienso muy bien en lo que podrá suceder en el momento en que mande a llamar a los padres de todos aquellos niños y adolescentes que han presentado una discapacidad intelectual en su proceso de aprendizaje, no tengo idea de cómo se lo llegaran a tomar, pero siendo sincera, espero tener de su apoyo sino, no me quiero ver en la tarea de tener que insistirle a ellos que tomen más en cuenta la salud mental de sus hijos antes que otros asuntos.
—Y ¿qué piensas hacer en vacaciones? —Le pregunto a Zack.
El niño se tarda en responder, tanto que me preocupa saber si no encuentras las palabras adecuadas para decirme sus planes o porque en serio, aún no ha llegado a pensar que es lo que hará en los siguientes días; aunque últimamente, puedo recordar que a veces se mantiene callado con el fin de que nadie pueda escucharlo hablar, debido a su poca fluidez de lenguaje y comprensión de léxico de las palabras que suelen ser confundidas por algunas consonantes.
—No debes porque tener miedo en hablar, puede que haya algunas personas que no te entiendan, pero haré lo posible por comprender lo que dices, ¿sí? —Le regalo una sonrisa de confianza.
Suspira y mira por un instante la ventana, sigue sin decir nada pero no seré capaz de presionarlo cuando él aún debo de seguirme ganando más su confianza, como también, que tenga el valor de no avergonzarse por el mal manejo de vocabulario que le ha causado su dislexia. Lo bueno de todo esto, es que con Zack tendré un poco más de tiempo para enseñarle técnicas a mejorar su lenguaje, como también sus habilidades matemáticas y mejorar la dimensión con las que ve las cosas; sin embargo, también debo de hablar antes con sus padres para tener su consentimiento en poder darle clases a su hijo y también, verme en la tarea de ayudarlo en su aprendizaje, para que su seguridad y autoestima se vaya elevando, ya que a este grado, es probable que también por las acciones que ha cometido Jayden con él pueda ser que le provoque esa desconfianza no sólo en los demás sino en sí mismo, lo digo porque lo he observado muy bien y con detalles que a veces prefiere permanecer en su propio mundo antes de mantener una conversación con otra persona.
Llegamos en menos de media hora a Teton Village para detenernos en una cafetería, lo bueno de tener la confianza y amistad de Tanner, es que él no tiene ningún problema que pase un rato con su hermano antes de llevarlo a casa; a pesar de ello, hace un par de días que llegaron sus padres, él ha comenzado a intentar hablarles nuevamente sobre el tema de la dislexia que tiene Zack, para mantenerlos atento sobre lo que ha investigado o de las pruebas psicológicas que tuvo que pedirle a Jazmín que hiciera para saber si su hermano menor tiene aquello que jamás espero escuchar.
Estaciono el auto para luego desabrochar mi cinturón e invitar a Zack a tomar o comer lo que desea, quizás mi primer pago de la escuela no haya sido una gran cantidad como me lo recompensaría alguna institución privada o una organización, pero siendo sincera, me conformo con ello cuando el trabajo lo estoy haciendo más de forma voluntaria que por obligación.
Entramos a la cafetería pero antes de irnos a sentar, le doy a escoger a él un lugar para sentarnos, así que pronto se dirige a unas butacas que se mantienen en las esquinas del local para así acercarse a la ventana y ver como varios automóviles transitan por las pequeñas calles de Teton Village mientras que la tarde sigue llegando.
— ¡Bienvenidos a Coffee Break! ¿Qué desean ordenar? —Dijo la mesera con una gran sonrisa.
Antes de poder pedir algo, revise detenidamente el menú para pedir algo especial, aunque siendo sincera, creo pediré nada más y menos que un batido de fresa con unos sándwich de jamón y queso derretido como merienda.
— ¿Eres la forastera? —Giré mi rostro para ver a la chica — ¿Amy? ¿Amy Sanders? ¿No? —Asentí sin saber si la chica y yo nos hemos conocido en algún lugar.
—Sí, ¿nos hemos visto algún lugar? —dije amable.
—Oh no... Mi cuñado ha hablado muy bien de ti —enarqué la ceja.
— ¿Cuñado? —Murmuró queriendo saber quién esa persona.
—Sí, Sawyer... —la impresión fue tan grande que ella empezó a reír. —Disculpa, no me he presentado antes, me llamo Pamela, esposa de Stewart Carter, hermano de Sawyer. —Dice ella alzando su mano en forma de saludo.
—Mucho gusto Pamela, creería que presentarme sería lo más educado pero, ya conoces mi nombre así que no sé qué decirte —le entregué mi mano para hacer el respectivo saludo.
—Lo siento, es que al ver un rostro nuevo y por la descripción que nos ha dado mi cuñado, no creí ser tan directa. Menos mal he sabido reconocerte si no hubiera sido una vergüenza que te confundiera con otra visitante. —Reí.
Debo de reconocer que es demasiado sorprendente que Sawyer le haya hablado a su familia sobre mí, bueno, quizás a su hermano y su cuñada; pero me da la curiosidad de saber qué es lo que les ha contado a ellos sobre mí porque apenas llevamos tan solo un mes de conocernos para que haya empezado a hablar cualquier tipo de maravillas.
— ¡Hola Zack! Tu hermano hace poco paso por aquí, al parecer ha tenido mucho trabajo este día. —Le mencionó Pamela al pequeño.
El pequeño solo dejo ir un gesto de poca importancia para seguir viendo el menú como si intentará descifrar que bebida es la más conveniente para tomar en una cálida tarde del comienzo del verano.
—Y, ¿qué desean pedir? ¡La casa invitada! —abrí la boca admirada.
—Oh, no es necesario... —ella me detuvo moviendo sus manos.
—No te preocupes, no me quiero lucrar en decirte que mi esposo es el dueño de la cafetería pero como bienvenida de nuestra parte, te ofreceremos lo que deseas y sin pagar esta vez —hice una mueca porque tampoco me quiero aprovechar de la simpatía de ella.
—Pero... —ella me vuelve a interrumpir.
—No te sientas comprometida, como te repito, es una bienvenida. Además, creo que también conoces a mis hijos Elizabeth y Dennis, ¿no? —Me señaló a dos pequeños que están sentado en una mesa haciendo dibujos y coloreando —Y posiblemente el otro semestre, conozcas a Daniel. —Señaló a otro niño que está comiendo galletas con leche.
No me hubiera imaginado tres cosas, la primera de ellas que es cuñada de Sawyer; la segunda que tiene hijos cuando se ve muy joven; y tercero, que sus niños están yendo a la misma escuela y al reconocer a Elizabeth y Dennis, recordé bien sus rostros pero mi dificultad fue distinguir quien va a segundo grado mientras que el otro, a cuarto grado. No me había dado cuenta lo pequeño que a veces llega a ser el mundo, pero mucho más, entender como el pueblo se vuelve más diminuto al ir conociendo cada vez a otras personas que están conectadas con otras.
—En serio le agradezco mucho —volví a repetir.
—No te preocupes, les traeré el menú especial. —Me guiñó el ojo.
—Mucho gusto, señorita Pamela —dije antes de que se marchara.
—Dime Pam. —Dice sonriendo antes de volver a la cocina.
Quien hubiera dicho que conocería a la cuñada de Sawyer, sigo todavía impactada que sigo sin poder creérmelo. Respiro y dejo ir pronto un suspiro hasta escuchar un ruido que hace que eleve la mirada para darme cuenta como Zack ha llegado a botar un pequeño frasco de sal, el cual intenta volver a meter en su recipiente pero le es difícil. Se me ocurre una idea y pronto tome nuevamente el bote para esparcir la sal que quedaba dentro alrededor de la mesa, Zack no entiende aún porque estoy haciendo aquello en vez de lo contrario pero al levantarme del asiento para ponerme a su lado, empiezo a hacer un número uno, en la sal.
— ¿Qué número es? —le señalo.
—Uno. —Menciona.
Borro el número para ahora hacer el siguiente número, para hacerle la misma pregunta en donde él también responde bien. Al lograr hacer el número tres, tampoco escucho una dificultad fonética, pero ahora, al pedirle que escriba el nombre de los tres primeros números, es cuando me doy cuenta que a veces la letra "r" la suele escribir al revés, como también, su caligrafía tiende hacerla en un tamaño muy significativo y no muy grande.
—Ya sé por dónde podemos empezar. —Le dije antes de recoger la sal al ver que Pam está de camino para dejarnos su menú especial.
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Continuará...
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