Capítulo 5: "Not everything is lost"

En todo el camino no hay más que campos llenos de flores, ganado o agricultura; todo el lugar está lleno de colores vivos que van desde el azulado cielo hasta la tierra en donde se ha cultivado cualquier tipo de planta que con el tiempo ha crecido y le ha dado un estupendo color a la hierba verde.

Es como si un pintor hubiera plasmado en un lienzo blanco, un paisaje lleno de tonalidades claras y luminosas que muestran una creación divina reflejada a través de un producto de su imaginación, y todo gracias a la mezcla de colores que pudo haber tenido en su paleta y con una brocha mágica que logro crear algo majestuoso y único.

Poder experimentar un día asoleado y con un cielo despejado podría haber sido algo pasajero de mí parte si seguiría viviendo en mi ciudad natal pero ahora, ya no suele ser lo mismo. Es posible que sea porque mientras Gigi conduce, a lo lejos de la carretera parece como si nos estuviéramos acercando más a las montañas o de ver a un par de águilas volar encima de nosotras; todo aquí es natural, silencioso y tranquilo nada como la ciudad que hay ruido, tráfico y todo recurso es mayormente tecnológico.

Quizás la costumbre de haber pasado casi toda mi vida encerrada logro que perdiera el lujo de ver Pittsburgh con otros ojos, cualquier persona podría decir que es una ciudad hermosa con mucha cultura e historia, en donde deja a la vista, lugares llenos de construcciones y museos que muestran un impecable panorama urbano pero para ser sincera, para mí, ya solo es otra ciudad conformada por Pensilvania.

Me a recuesto en el asiento del automóvil mientras escucho Girl de Maren Morris, me he dado cuenta que Gigi es una fanática de su música luego de tener la mayor parte de sus CD's en la guantera del auto. Ella canta al ritmo de la canción, parece ser que se puede toda la letra ya que en ningún momento se pierde en alguna melodía, simplemente tararea y golpea con sus dedos el volante del auto a su mismo ritmo.

—Es una hermosa canción. —Susurro en el momento en que la canción empieza a terminar.

Gigi deja de ver al frente para darme una mirada y sonreír, al parecer mi comentario le ha llegado a agradar que es probable que no se haya esperado que dijera algo así de sus gustos musicales.

—Ella es una diosa. Si me preguntaran a quien quisiera reencarnar en otra vida, sería a ella. —Señalo su equipo de música.

Su respuesta me simpatiza tanto que es fácil imaginarla en otra vida siendo una cantante country que se pone en frente de un escenario a cantar sus sencillos ante miles de personas y que viaja a través del mundo dando sus propios mensajes positivos por medio de su propia música. Es algo motivador y divertido, cualquiera que tuviera el lujo de presentarse ante el público sin temor es capaz de lograr eso y mucho más. A pesar de ello, no dudo que Gigi tenga algún don relacionado con la música, aunque sea tocar un instrumento o cantar un tema común de música; ya que en todo el camino al escucharla, me hace saber que su voz es hermosa.

—Oye, ¿todo bien? —pregunto.

—Eh... Sí... ¿Por qué? —la veo extrañada.

Será que he llegado a ser un poco obvia en todo el camino acerca de mi problema de la dislexia, no creo, después de todo solo me he mantenido callada lo cual no muestra algún signo de comportamiento anormal, es más, lo único que he tratado es de mantenerme firme y segura de que nada malo sucederá en el día, ya que es lo único a lo que puedo hacer por el momento cuando me encuentro al lado de una persona que no me conoce realmente.

Además los rasgos de un disléxico solo son observados por medio de la lectoescritura y las matemáticas, no hay otra forma en que las personas puedan descifrar que si uno tiene alguna discapacidad mental, en sí, es mejor mantenerme relajada antes que yo misma de a prueba lo que escondo detrás de mi verdadero ser.

—Es que luego que hiciste las compras, te vi un poco seria. ¿Sucedió algo adentro de lo cual no me he enterado? —Tome aire y suspire.

La verdad es que sí, no en un mal sentido sino más bien en tener que haber tolerado a alguien que entro de una forma negativa en mi vida cuando por lo menos deseé haberme levantado con el pie derecho para que no tuviera la mala suerte de empezar a caerle mal a alguien que para mí es más que otro desconocido.

No sé qué es lo que esa chica llamada Aby quería de mí al decirme que Sawyer ya tiene a una mujer dentro de su vida, ni siquiera tengo la intención de querer enamorarme de él cuando veo que todo el mundo parece buscar la forma en que me distancie de Sawyer cuando aún no me ha dado alternativas o pruebas para alejarme porque pueda ser una mala influencia; por un lado sé que las personas del pueblo de Jackson Hole lo conocen a él más que yo quien apenas acaba de llegar y solo lleva dos días de conocerlo pero me disgusta saber que hablen de sus espaldas cuando prefiero que todos sean sinceros y revelen lo que quieren en realidad al juzgar a esa persona. No debería importarme lo que diga Caitlin y Aby, sin embargo, la curiosidad me mata al no saber la verdad de quién es Sawyer y por qué parece tratarme mejor que los demás cuando debería tomar distancia al ser una extraña y tratarme con menos amabilidad como lo hace Dalton quien parece ser más alejado en sus emociones cuando está con todos.

—Mmm... Bueno... Pues...

Y aquí vamos de nuevo, ya debería de dejar de hablar entrecortado y sin muletillas pero es algo que no puedo controlar cuando de vez en cuando mi propio cerebro es el que me impide a poder hablar como una persona normal porque ese conector lingüístico acaba de ser desconectado para buscar la forma en callarme y lograr que la otra persona sea quien continúe antes que crea que en realidad tengo un problema de lenguaje o tartamudeo.

— ¿Algo vergonzoso? —eleva una ceja y ríe.

No. Nada que ver con ello. Sería sencillo de explicarle que en ocasiones pierdo la fonética o el lenguaje al hablar porque tengo un problema llamado dislexia que me hace ser diferente que los demás y aunque intente verme como una persona normal siempre habrá un momento en que mi realidad se perjudique al presentar uno de los síntomas o reacciones de mi cuerpo con respecto al dialogar y escribir que son mis grandes debilidades al estar en frente de alguien que no conoce mi condición mental.

—No... Pues... Nada... Que ser... —agito mi cabeza. —Perdón... buise pecir... —Me golpeo frente. —Quise decir... ver.

Oh cielos... esto no puede ser más agobiante. Debí imaginar que podía tener una dificultad al hablar en algún momento pero no creí que fuera ahora mismo cuando han pasado veces que el retraso no suele presentarse en días o semanas pero ahora me doy cuenta que ha sucedido como si todo hubiera sido un truco para que Gigi sepa de mi discapacidad intelectual.

—Sí, es posible que haya sido algo vergonzoso porque hasta te trabas con tus propias palabras —ríe sin verle el problema al asunto.

Prefiero callar y solo encoger los hombros sin dar una prueba de afirmación o negación de que algo vergonzoso que no me sucedió en la tienda, de todas formas, es mejor que ella se imagine cualquier cosa mientras intento que de nuevo, el dispositivo del habla de mi cerebro se vuelva a reconectar y actualizar para que pueda tener una conversación normal.

—Bueno, quizás me lo cuentes al regreso... —Dobla a la derecha y a lo lejos veo un enorme campana colgada en una torre. —Hemos llegado.

Hago un solo puño con mis dos manos para inhalar todo el aire que pueda entrar en mis pulmones para retenerlo unos segundos mientras cierro los ojos y me ofrezco ese apoyo moral incondicional acerca que me irá bien en mi presentación; aún no tengo idea de lo que diré o lo que tendré que hacer para ganarme un puesto de trabajo temporal del cual no puedo decir con exactitud que no me acostumbrare cuando es muy fácil para mí decir que al trabajar con niños lograra que pronto me enamore de nuevo de mi profesión al punto de querer quedarme para no alejarme de ellos, bueno en todo caso si obtengo algún empleo, sino, quizás me vendría bien también agarrar una escoba o un balde de agua con jabón y un cepillo para limpiar el piso de una casa.

— ¿No bajaras del auto?

Abro los ojos y veo a Gigi a mi lado quien ya abrió la puerta y espera a que me baje de su camioneta; me arreglo el cabello e intento cambiar mi rostro de preocupación para hacer uno... Bueno, no tan inquieto para así presentarme con la directora de la escuela.

Bajo del auto y Gigi empuja la puerta para así acompañarla a la entrada de la escuela; el lugar es lindo y acogedor cuando la mayor parte de las tierras es un campo libre en donde los niños tienen un gran espacio recreativo para jugar cualquier juego, desde correr hasta poder hacer un día de picnic entre amigos; puedo ver como hay varios columpios y deslizaderos con puentes y torres que lo hacen ver más divertido y entretenido. Al haber un silencio y soledad en el jardín pude imaginar que los niños deben de estar en clase, así que por la hora es probable que el recreo ya haya pasado.

—Tú primero —Gigi abre la puerta de la escuela para dejarme pasar a mí primero.

Al entrar, me doy cuenta que la escuela es un poco más espaciosa de lo que no visualice bien desde afuera; caminamos por los pasillos y a través de algunas puertas escuchaba a las voces de varios profesores dando sus clases, las típicas matemáticas con el tema de la geometría, las ciencias naturales con su medio ambiente, las ciencias sociales con el relieve y literatura con su gramática.

El temor es tan grande cuando a lo lejos veo un pequeño rotulo que dice "directora"; las manos se me llenan de sudor y mis piernas se flaquean con cada paso que doy; hago ejercicios de respiración para relajar mi cuerpo y no verme tensa cuando cruce aquella puerta que ahora me divide de mi futura jefa.

Gigi toca tres veces seguida la puerta hasta lograr obtener el permiso de la directora para entrar, ella es la primera que ingresa a su oficina para luego hacerme una señal con su cabeza para que la acompañe; así que pronto al tener un pie dentro de aquel lugar, me di cuenta que todo es diferente al contexto que creé en mi cabeza. No hay nada de decoraciones alegres y adaptadas a un ambiente que simpatice el lugar, todo es gris y serio que si un niño cruza este lugar es probable que quiera salir huyendo, mientras tanto yo, creo que no tengo otra alternativa que quedarme porque en otra, también hubiera empezado a retroceder paso a paso para irme de aquí.

Pareces frías, sólidas y grises. Un decorado sombrío, aburrido y serio y un ambiente que en vez de alentar a alguien a querer sentirse recibido, es más que desear no haber querido pisar un pie en este lugar.

Títulos y certificados en las paredes es lo único que puedo encontrar, nada de un buen decorado de un paisaje que alegre por lo menos la oficina; varios cactus que me hacen sentir en el oriente del país, un gato muy peludo que no deja de verme con sus enormes ojos amarillos y unas sillas que sin haberlas probado, ya sé que por instinto son incómodas.

—Directora Emelda, le presento a Amy Sanders. Ella está aquí por trabajo... —Gigi dejo a mitad la oración cuando la silla de aquella mujer dejo ir un chirrido al levantarse.

—Que recuerde no puse un anunció de necesitar a una empleada más en esta escuela. —Cruzó los brazos.

—Lo sé directora, pero Amy es profesional con niños... —Volvió a interrumpir a Gigi.

— ¿En serio? —Dijo con ironía.

—Sí, ella trabaja con niños que requieren de atención en alguna dificultad de aprendizaje... —Comenzaba a aburrirme que interrumpiera a Gigi a cada momento.

—Para eso tenemos ya a nuestros profesores quienes se pueden encargar de ellos para que aprendan. —Respire profundo e intenté creer que no escuché eso.

—Sí pero he escuchado que últimamente hay niños con problemas de lenguaje, matemáticas, audición, visión... —eso si es un problema al ver que la lista es larga pero podría haber continuado si aquella mujer le importara más en escuchar que interrumpir.

— ¡Bah! ¡Solo son tonterías! Los pueblos tienen la maldita costumbre de hacer rumores, ¿por qué no se dedican en sus propios asuntos? —Pude ver como Gigi se molestó con aquel comentario.

—Directora, Amy le sería de ayuda para esos niños... —me volví a frustrar cuando vi que Gigi no termino de hablar.

—Sabes que la escuela dependería de pagar a un empleado más, ¿no? —Gigi me dio una mirada apenada. —Y una especialista en diferentes discapacidades correría por cuenta de los padres quienes se encargarían de pagar sus horas por tenerles paciencia a esos anormales... —Ahora fui yo quien la interrumpí.

No permitiré que alguien que se cree la manzana de la discordia o la última coca—cola del desierto hable mal de los niños que tengan diferentes problemas de aprendizaje cuando no es su culpa que ellos hayan nacido con eso o por un gen, enfermedad o caída les haya producido eso. Nadie ni en mis siete años de trabajar con menores de quince años había irrespetado de esa forma a los infantes ni con palabras discriminadoras o gestos que dejan ver la clase de persona a quien se tiene en frente.

—Ellos no son anormales, son niños. Diferentes en un cierto sentido que los demás pero con los mismos derechos que todos. Así que sería bueno que cuidara su vocabulario con respecto a ellos porque no son mutantes o seres de otro planeta. —Dije furiosa.

Estoy tratando de contenerme antes de decir o reaccionar de otra forma que puede evidenciar también mi mal carácter cuando me molesto por cosas que para algunos suelen ser insignificantes pero en mi caso, conozca o no a un niño, es tocar en lo más profundo de una herida para que yo saque pronto las garras para defenderme para que no vuelva a suceder.

— ¿Cómo te atreves a hablarme de esa forma? Buscas empleo y así piensas que te contraten. —Dijo sorprendida.

Repudie un segundo su forma de expresarse conmigo cuando ella se lo ha buscado al hablar asuntos dedicados que suelen dañar mi hígado al escuchar que en vez de llamar a esos niños de otra forma, usa lo primero que se le viene a la mente al usar la palabra anormal cuando no debería ser así.

—Váyanse de aquí. No necesito de una especialista de cuarta... —Gigi la interrumpe.

—Por favor directora. Sé que le es difícil de creer el trabajo que puede hacer un especialista con esos niños, debería darle una oportunidad a Amy. —Estuve a punto de decirle a Gigi que no le rogara a esa señora.

— ¡Ni un toro, Georgina! ¡Fuera! ¡Las dos! —suspire.

Estuve a punto de darme la vuelta pero Gigi me tomó del brazo para que no diera un paso, así que me guiñó el ojo como si todo lo tuviera controlado.

—Bueno, en todo caso... Eso significa que no necesita o requiere de la ayuda de alguien que le puede salvar del hoyo en que se encuentra la escuela. —Enarque la ceja con lo que Gigi dijo.

— ¿Qué tratas de decir? —Dijo la directora con suma cautela.

—Bueno... Se ha escuchado rumores que pueden cerrar la escuela por falta de atención en ciertos niños... —Mire sorprendida a Gigi. —Algunos padres del pueblo han mencionado que para el siguiente año o para verano sacaran sus hijos de aquí para meterlos en una escuela que... —Gigi prefirió no continuar.

— ¿Qué? ¡Habla! —Di un paso atrás con el grito de insistencia de la directora.

—Oh no... Solo son rumores —Gigi hizo un gesto con su mano. —Como usted dijo, tonterías de pueblo.

— ¡Vamos! ¡Habla! O no se van de aquí. —Nos amenazó.

—Pero... ¿qué no quería que nos fuéramos? —Intenté no reír con la actuación de Gigi.

— ¡Georgina Fender! ¡Te ordeno que hables!

Gigi revelo una pequeña sonrisa que se cruzó en la comisura de sus labios para después poner sus manos detrás de su espalda; es posible que se esté aguantando de la risa con aquel espectáculo que está dando.

—... Que se preocupe más por sus hijos. Ya que han observado que aquí, los niños no prosperaran y ya sabe que hay familias que tienen mucho poder y son capaces de dejar de invertir en la escuela y también en hacer que otros padres no matriculen nuevamente aquí a sus hijos. Lo cual la escuela quedaría en banca rota al no poder pagarles a los maestros y cerraría. —El humor de la directora cambio con aquellas palabras.

No sé si fue una estrategia de Gigi al haber comentado aquello o fue una simple idea del momento para ayudarme a obtener el empleo, pero de lo que sí estoy segura es que dejo pensando a la directora que hasta tuvo que volver a sentarse para meditar en su decisión, la cual parece estar en cuerda floja si no acepta mis servicios que particularmente los haré no por el dinero sino más bien por esos niños que al parecer no les han dado la atención suficiente que requieren para seguir adelante con su condición educativa.

—Bien. Pero tu sueldo jovencita no será como el que recibías de la ciudad que vengas. Aquí pagamos el mínimo que se merecen todos. —Encogí los hombros porque es lo de menos para mí. —Mañana trae tu curriculum y preséntate antes de las ocho. ¿Está claro o debo repetírtelo? —Niego.

—Está claro.

—Bien. Ahora váyanse que no quiero ver más sus rostros. —Gigi me tomó del brazo para salir de aquella oficina no sin antes agradecerle a la directora por darme aquel empleo.

(...)

—Veo que tienes carácter, Sanders. —Dejo salir una pequeña sonrisa.

—No pensé que me alteraría pronto pero odio cuando a los niños los tratan así. —Murmuré hastiada de recordar aquella palabra y la indiferencia de la directora.

—Espero que puedas tolerarla, porque a mí me basto los catorce años que la tuve que aguantar como directora. —Elevo una ceja.

—Así que... Era tu directora. —Gigi ríe triste.

—Para nuestra desgracia, todo el grupo la tuvo como directora. —Suspiró.

Veo que la directora Emelda lleva mucho tiempo trabajando en la misma escuela sin haberse tomado un tiempo de descanso, es probable que los años la hayan hecho madurar más al punto de verse como un cedro. Mala suerte que si siempre ha tratado así a todos los niños que tengan o no una discapacidad intelectual, ha logrado que todos la puedan ver como la mala del cuento, aunque espero que bajo ese rostro endurecido haya una buena persona dentro.

—De vez en cuando nos metíamos en líos con los chicos y terminábamos en la dirección. Para aquel entonces aún no estaba muy implementada la Ley de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia y bueno, los castigos eran muy duros. Solo espero que ahora no se estén cometiendo como antes. —Comentó ella.

Esperemos que así sea, porque no me agradaría nada tener que ver a un niño ser golpeado para que obedezca las normas de la escuela o para poner atención al profesor y su clase; sé que hay niños que son inquietos y difíciles de mantenerlos obedientes como otros, pero llegar a infringir un castigo basado en golpes no es lo que cualquiera desearía ver y más cuando ahora ya tienen sus propios derechos.

Gigi estaciona el auto a unos metros de la casa de Tanner, así que aventurándome a conocer al niño con el que trabajare para mejorarle su aprendizaje y futuro; abro la puerta y me despido de Gigi, asegurándole que llegaré temprano a casa para evitarle otro disgusto y pelea más de su prima.

Tanner se levanta de una de las gradas de su porche para saludarme, no sin antes dejar de fumar un cigarrillo para tirarlo en el suelo y ponerle el pie encima para que se apague la mecha.

—Temía a que no llegarás. —Nos dimos un medio abrazo para ver cómo me invito a entrar a su casa.

—Prometí en venir, además nos hemos retrasado porque la directora Emelda no me quería dar trabajo. —Tanner deja ir una carcajada.

—Esa vieja no tiene corazón. ¡Dios! No sé cómo Gigi pudo llevarte a ella pero considerando que se te daría mejor trabajar con lo que has estudiado antes que limpies un potrero lleno de... —lo detuve.

—Ya... Ya entendí. —Él volvió a reír.

—Solo te deseo buena suerte, que sé que la tendrás aunque convivir con niños, es lo tuyo. —Proseguimos a subir unas escaleras que nos llevan al segundo piso de la casa.

La casa es más un rancho que está construido de una buena madera que ha sido pintada con color caoba; todo a nuestro alrededor tiene un cálido ambiente y no solo al ver las colecciones de portarretratos de toda la familia sino que ver fotografías de los padres de Tanner al casarse, de él al ser un niño y de su hermano ser un bebé.

—Zack... Es... Bueno, no sé cómo lo describiría pero es un niño alegre pero un poco distraído. Se encariña rápido con aquello que lo hace feliz y disfruta a veces de su soledad o de jugar con los animales del campo. —Tanner se muerde el labio inferior. —Quiero lo mejor para él pero si nadie me apoya, tendré que sacarlo adelante por mis medios.

— ¿Tus padres saben de esto? —Le pregunto.

—No... En realidad no aceptan que él tenga un problema, es más, creen que es rebeldía para quedarse en casa y no ir a la escuela. Pero sé que mi hermano no es así, él le gusta aprender simplemente que a su manera ya que se le dificulta comprender lo que sucede en clase. —Le pongo una mano en su hombro.

—Por lo que veo, te has informado de su problema. —Tanner asiente.

—Sí, soy su hermano mayor y si quiero entender su mundo, primero debo de entender su dificultad, ¿no? —Asiento dándole la razón.

—Y ¿tus padres? —pregunto por ellos al no verlos.

—Están de viaje, volverán en dos o tres semanas. Así que por el momento soy el responsable de Zack y he aprovechado la oportunidad para que la psicóloga de la escuela me ayudará a descifrar si él tenía un problema y claro que lo tiene luego de ver sus resultados. —En ese instante se me viene una idea en mente.

— ¿Zack va a la misma escuela de la directora Emelda? —por desgracia descubro que sí al ver el gesto que hizo Tanner con su cabeza.

—Ahora entiendo más algunas cosas. —Musito.

Espero que el daño no sea grave ahora que empiezo a encajar algunas piezas del rompecabezas cuando presencio más el miedo de Tanner en sus ojos al mencionar que le preocupa el futuro académico y personal de su hermano menor. Por lo menos, alguien de la familia está abierto a los cambios que vendrán pronto ya que esto no solo será un trabajo del niño sino que de la familia también.

— ¿Puedo conocerlo? —lo invito a que me presente a Zack.

—Claro. —Abre la puerta y la empuja hacia delante.

Al entrar veo una habitación un poco desordenada, con ropa por un lado, la cama desarreglada y varios libros y juguetes regados por todo el suelo de la habitación. La tonalidad de la habitación es amarilla, un color cálido que le da a un niño pequeño, veo varios dibujos colgados en la pared y diversas manchas de pinturas o crayolas en donde se han formado letras o dibujos que están cerca de la cama de Zack.

Lo que esperaba ver era un niño un poco retraído y tímido pero que puede ser perspicaz y sonriente a medida que nos conocemos, pero en vez de ello, encuentro a Zack escondido bajo un escritorio, con sus piernas cerca de su pecho y con unos enorme ojos que se mantienen abiertos como si estuviera en alerta de que alguien le hiciera daño. Ni siquiera puedo decir si está temblando del miedo e intentando no sollozar para no sentirse más vulnerable, le doy una mirada a Tanner y él suspira al ver lo que está sucediendo.

—Tuvo un mal día. Lo avergonzaron en la escuela al no poder leer bien un verso de un poema y se peleó con otros niños, así que lo suspendieron este día. —Dijo Tanner triste.

—No te preocupes, es normal que suceda ese comportamiento. Lo importante es hacerlo sentir seguro de nuevo. —Le comento.

—Zack, ella es la señorita Amy. —El niño me dio una mirada corta para luego quitarla.

Bien, primero es de ganarme su confianza luego podremos conocernos cuando haya cumplido mi primer propósito.

— ¿Puedes dejarme a solas con él? —Tanner asiente.

—Si necesitas ayuda, estaré abajo. —Repito su mismo gesto.

Cuando Tanner sale, intento no acercarme muy rápido a Zack, es probable que si lo hago, él niño pueda salir a la defensiva o mostrarse más temeroso de lo que se encuentra. Aún no sé qué tanto daño ha recibido pero creo que han logrado es que desconfié en los adultos y que a su vez, él mismo comience a dudar de sí mismo con respecto a su autoconfianza.

—Tienes una linda habitación, Zack. —Me muevo a los alrededores de la habitación. —Me doy cuenta que te gustan mucho los dinosaurios, también, ¿no? —veo varios juguetes de diferentes dinosaurios. —Como se llama esté, triceratops, ¿estoy en lo correcto?

Agarro el dinosaurio azul con unos cuernos en su cabeza y otro encima de su nariz, y con una pequeña cola.

Intento buscar un tema de conversación en que el niño pueda socializar conmigo de una forma muy extensa, aunque si tiene dislexia es probable que su fonología u otro elemento verbal de lenguaje este dañado, por lo cual debo estar preparada para entender lo que quiera decirme.

Me acerco a sus dibujos y veo uno en donde se encuentra su familia, todos están agarrados de la mano y se encuentran sonrientes mientras que él está en medio de ellos y ha dibujado un corazón.

— ¿Tú lo dibujaste? —le señalo el dibujo mientras que lo veo y sigue sin decirme alguna palabra. —Eres muy bueno en el dibujo. —Le digo con sinceridad.

Cada niño tiene su propio don, interés o capacidad. Simplemente veo que aún no he encontrado el punto clave que lo haga decir una palabra.

Me acerco a un mueble y puedo ver como en una pecera ha coleccionado monedas de todo tipo y colores, desde monedas estadounidenses hasta monedas chinas; cada una de ellas resplandece a través de la luz del sol que entra por la ventana pero lo más increíble es que también encuentro un álbum en donde al abrirlo, veo diferentes hojas y flores y cada una de ellas le ha puesto su nombre científico y normal como todo el mundo le llama.

Es ahí en donde detecto una cosa, la colección de dinosaurios, las monedas y el álbum lleno de hojas y flores... Eso sin decir de algunos botones de camisas que están sujetos en un hilo y de otros objetos que se encuentran en una caja de zapatos... Zack es un coleccionista.

—Mala suerte que no quieras ser mi amigo, sino te enseñara mi colección de libros... —Me doy media vuelta y veo como he llamado su atención.

— ¿Lidros? —Menciona y detecto el primer problema vocal.

—Sí, ¿quieres verlos? —le sonrió.

—Sí. —Dice motivado.

—Entonces ven, pero antes, debes salir de ahí, ¿no lo crees? —me acerco a él despacio.

Lo piensa unos segundos pero no tarda mucho tiempo en deslizarse para salir debajo del escritorio. Se limpia las rodillas y las manos y me da una mirada triste.

—Bien, entonces vamos. —Le doy mi mano para que pueda tomarla.

Él se muestra cohibido que no me da aún esa suficiente confianza para hacerlo, así que solo camina hacia la puerta para que pueda llevarlo a ver mi colección de libros.

Veo que será un poco difícil llegar a él pero no algo imposible. De todas formas, aún no todo está perdido.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top