Capítulo 18: "We Live With The Scars We Choose"

Dennis no deja de colorear su libro de cuentos mientras que con su hermana Elizabeth jugamos a encontrar palabras en la sopa de letras; el día ha sido muy agotador luego de que la cafetería se haya llenado desde la mañana, pero luego de las dos de la tarde, el ambiente se llegó a calmar un poco haciendo que todos tuviéramos un tiempo para descansar, aunque los niños apenas hace una hora han llegado al sitio luego de que sus abuelos los hayan llevado para ir a ver a sus padres.

Y por supuesto, con la experiencia que llevo trabajando con niños sea o no con alguna discapacidad, he podido encargarme de ellos, así que ahora que la cafetería se mantiene sola, me he quedado con Elizabeth y Dennis jugando mientras que sus padres se encuentran en el almacén haciendo el itinerario de la semana.

Realmente con el paso de las semanas, he podido acoplarme a este trabajo como el de Jackson, sin decir también de las responsabilidades hogareñas que eventualmente realizo en la casa de Caitlin y Gigi; en sí, nada más se trataba de acostumbrarme para que mi vida se fuera ordenando de poco a poco, además con eso de que pronto presentare mi programa estudiantil para niños y adolescentes con discapacidad intelectual en la escuela, realmente me emociona pero a la vez, me pone nerviosa al saber cómo reaccionaran los padres de familia cuando sepan de ello, al menos espero que puedan mostrarse motivados como los padres de Tanner y Zack, quienes desearon lo mejor para su hijo mejor y ahora cada día más va mejorando en su ortografía y lingüística.

—Los leones no son azules —le dijo Elizabeth a Dennis.

—No he pedido tu opinión —él le sacó la lengua a su hermana.

—Te está quedando feo —le crítico Elizabeth.

— ¡No es cierto! —Se molestó Dennis con ella.

— ¡Claro que sí! ¡Lo estás haciendo mal! —Ella le señalo el dibujo.

— ¡No es verdad! —Ambos empezaron a pelearse.

Ni siquiera veo el momento en cómo poder detener la pelea porque ninguno de los dos escuchan mis palabras, más bien, Elizabeth empezó a tomar su libro de cuentos en donde Dennis lo sujeto con fuerza para que su hermana mayor no se lo quedara; ambos jalan del libro de un lado a otro en donde es posible que se rompa, quisiera tomarlo pero dudo que lo suelten en este instante; así que entrometiéndome entre ambos, empiezo a hablar con un tono más serio con ellos para que puedan dejar de pelear y romper el libro de cuentos para colorear; así que logrando una forma de que me obedezcan, termino por susurrar el nombre de sus padres ocasionando un temor sobre ellos, eso provoco que se tranquilizaran y me dieran una mirada llena de piedad para que no les comentara nada a Pam y Stewart.

— ¡No le digas a mamá y papá, por favor! —Ambos me dicen al mismo tiempo. — ¡Por favor, tía Amy! —Enarqué la ceja.

— ¿Tía Amy? —Mascullé.

— ¿Cómo se encuentran niños? —Alguien nos interrumpe.

Alzo la mirada para darme cuenta como Sawyer entra a la cafetería para quitarse el sombrero y alborotar su cabello, camina en dirección a nosotros pero se detiene luego de que Elizabeth y Dennis corren hacía él para saludarlo, apenas llegan para ver como su tío se arrodilla un poco para quedar a la altura de los niños, les dice unas palabras para después darles un abrazo, logrando que ellos terminen por irse a la cocina en donde es probable que vayan a buscar a sus padres para darles la noticia de que Sawyer ha llegado.

— ¿Día difícil? —Pregunta.

—Sí, más o menos —encogí los hombros.

— ¿No tienes la tarde libre? —Sigue preguntando.

— ¿Por qué la pregunta? —Digo recogiendo el libro de cuentos y la libreta de sopa de letras.

—Bueno, quería invitarte a salir... —dice un tanto nervioso.

—Estoy cuidando a Elizabeth y Dennis —señalo en dirección a la cocina.

—Pero...

Su excusa, justificación, idea o lo que sea que haya tenido en mente para decirme fue interrumpida en el momento en que Elizabeth y Dennis regresaron junto con sus padres, así que mientras Stewart y Pam saludaban a Sawyer, los niños tomaron sus cosas para irse a otra mesa en donde nos dejaría que los adultos habláramos solos.

—Y, ¿cuál es la razón de tu visita hermano? —Stewart pronto deja unos cafés en la mesa.

—Pasaba a pedirte un favor —Pam y yo nos dimos una mirada.

—Tú dirás —Stewart toma de su taza de café.

—Quería pedirte de favor si puedes darle la tarde libre a Amy —abro la boca anonadada por su atrevimiento.

— ¿Qué? —Stewart y Pam me dan una mirada.

—Pero tienes la tarde libre —intercede Pam.

—Lo sé, pero me he quedado cuidando a Elizabeth y Dennis... —me interrumpen.

—No te preocupes, Bindy puede encargarse de ambos —menciona Stewart.

Mi mirada va de Stewart a Pam y de ella a Sawyer, intento no expresar la molestia que mi rostro podría reflejar ahora mismo, pero en vez de ello, siento como las excusas o alternativas no funcionaran está vez cuando parece que no tengo escapatoria aun pudiendo huir a la casa de Caitlin y Gigi.

Asiento para levantarme de la mesa e irme a casa, así que, despidiéndome de Stewart, Pam y los niños, termino por salir de la cafetería con Sawyer detrás de mí; quisiera saber qué es lo que está tramando porque si tan importante es está salida para él, no me quiero ni imaginar que es lo que en serio querrá sacar de ella.

— ¿Qué es lo que pretendes, Sawyer? —Le pregunto.

— ¿Salir contigo? —Ruedo los ojos.

— ¿En serio? —Elevé la ceja.

— ¡Claro! No me gusto cómo quedamos la última vez los dos —menciona.

—Pero eso fue hace días —le digo extrañada —, ¿no crees que te has tardado mucho? —Veo como su pecho se llena de aire.

—Sí, tienes razón. —Musita.

No sé con exactitud por qué tardo tanto en pensar en remediar las cosas cuando una simple conversación pudo haber solucionado el mal entendido; en fin, lo que me deja ver todo esto es que, si las personas siguen creyendo que crecí entre algodones y rosas, no tengo duda que si descubren sobre mi dislexia el problema aumentaría de grado, por lo que no estoy preparada para afrontar o lidiar con esa idea.

— ¿Al menos podemos hablarlo? —Acaricia su cabello de forma nerviosa.

—Bien, ¿cuál es tu plan? —Me pongo seria.

—Qué te parece, ¿un día de campo? —Suelto una risa.

— ¿Dónde? —Empezamos a subir a su pick-up.

—Atherton Creek Campground —menciona.

En el camino nos mantenemos en silencio mientras que la radio es la única que ha intercedido para que el ambiente no se vuelva más incómodo y tenso; solo sé que a medida que nos vamos alejando de Jackson Hole, mi mente empieza a crear todo tipo de imágenes que van desde el plan que tiene Sawyer hasta lo que pueda llegar a pasar, quisiera decir que todo será un estilo de actividad entre amigos pero al estar con él, todo el panorama de amistad se disuelve con solo sentir esa atracción que hasta el momento me ha unido a él.

Pronto nos encontramos en el condado de Kelly donde llegamos a ver las montañas más de cerca, añadiendo de los árboles y pinos que se encuentran a su alrededor, Sawyer entra a un terreno en donde pronto veo un pequeño letrero de madera que menciona al "Atherton Creek Campground". Por la estación del año, los colores de la naturaleza se han vuelto en tonalidades desde verdes hasta naranjas sin decir que el clima se vuelve cada vez más fresco cuando nos vamos aproximando más al lago; apenas él se estaciona para ver lo que tenemos a nuestro alrededor, logrando que él se baje y de la parte de atrás de su vehículo empiece a sacar varios objetos de los que son para quedarnos a hacer el día de campo.

— ¿Te ayudo? —Le pregunto al ver como saca una manta.

—Claro, ayúdame a extender la manta —me entrega una parte de ella.

Tomamos las esquinas del trozo de tela amarilla para ponerla en una parte cercana del lago y entre los árboles; él deja una canasta mientras que empieza a sentarse y luego quitarse sus botas las cuales deja a un lado para después extender sus piernas. Soy la siguiente en sentarme para también quitarme los zapatos y así quedarme a su lado, ambos miramos el panorama que se nos presenta a nuestro alrededor hasta que me doy cuenta como saca de la canasta unas galletas y un termo lleno de leche; me entrega la taza y un plato de galletas con chispas de chocolate.

—Es raro que esté sea el comienzo —le digo mientras giro la galleta.

—Sí, sé que convencionalmente se comienzan con platos de comida, pero son las tres y media de la tarde, por lo que aún no ha llegado el momento de la cena —asiento.

—Buen punto. —Veo como sonríe con victoria. —Pero, ¿de qué querías hablar? —Le digo tomando un sorbo de leche fresca.

—Quiero conocerte, sé que en muchas ocasiones nos hemos quedado hablando hasta tarde en nuestro escondite secreto, pero, quiero tomar esto con más seriedad, es decir, en poder saber más de ti y no pensar que eres una mujer delicada y convencional. —Explica.

—Pero, ya sabes algunas cosas sobre mí —encoje los hombros.

—Bueno, ¿por qué no comenzamos desde un principio? Quizás obviaste algún detalle del que ahora desconozco o he olvidado, quizás así, pueda ver una fiera en ti —suelto una carcajada.

—Olvidemos lo de fiera, ¿sí? —Asiente para comenzar a hablar.

Con la caída de la tarde, el viento empieza a azotar las copas de los árboles y pinos, sin decir que varias águilas vuelan de un lado hacia el otro porque es probable que vayan en dirección a las montañas donde se encuentran sus nidos; el sol convierte todos los colores del paisaje en tonos otoñales y por supuesto el cielo en rosa, naranja y celeste. En las horas que consideramos hablar mientras comíamos galletas con leche, fueron muy productivas y divertidas, tanto que Sawyer no sólo me conoció a mí, sino que también, yo empecé a conocerlo más, con eso de los rodeos, sus estudios superiores y por supuesto, en todo aquello que incluya su vida, es decir, su familia, sus amigos y unos cuantos amoríos que al parecer no se le pasaron por alto, pero fue algo sorprendente en conocerlo al saber cómo son sus gustos.

A las cuatro de la tarde de forma inesperada, nos habíamos quedado pescando para la cena, mala suerte que fui un fracaso en ello en mi primer intento, más porque no fue fácil que los peces llegaran al anzuelo, en cambio Sawyer tuvo más suerte con ello porque se ubicó en un buen lugar y guardo mucha paciencia para capturar fácilmente varios peces. A las cinco de la tarde, empezamos a recolectar leña para hacer una fogata, en su mismo tiempo, ambientamos el lugar ya que pensábamos alargar la conversación luego de saber que él también ha traído preparado ciertos alimentos para quedarnos a cenar; así que luego de asar los pescados que él atrapo, empezamos a preparar la cena.

—Es un hermoso lugar —le digo mientras agarro un pedazo de tomate y lo meto a mi boca.

—Sí, en invierno todo se cubre de nieve y puedes alquilar motos de nieve para trasladarte de un lugar a otro, las montañas y los pinos le dan una esencial sin igual, tanto que parecen como si fueran sacados de esos montajes que a veces sacan en las películas o fotografías —menciona. —Sabes, te confesaré algo —dice moviendo de un lado a otro su vaso lleno de café para cambiar de tema.

—Te escucho —le digo mirándolo a través del fuego de la fogata.

—Jamás llegues a creer todo lo que dicen en el pueblo —me sorprendo con esa confesión.

—Ni lo digas, ya sabes que ese es mi problema principal desde que llegué a Jackson Hole —le recuerdo.

—Es cierto, no dejan de hablar de ti —menciona.

—Sí, es como si me tuvieran súper vigilada y fuese la noticia de cada semana —digo un tanto disgustada.

—Quisiera que las personas tratarán de conocerte, eres alguien... —lo interrumpo.

—No intentes decir "especial" que esa no sería una palabra correcta para definirme —le reclamo de forma anticipada.

—No, más bien, quise decir natural —dice usando una expresión —. Cada vez que mencionas algo de tu vida cualquiera podría decir que naciste en cuna de oro y que todo siempre lo tuviste fácil como a la mano, pero al escucharte, hay una parte sensible y verdadera en ti que hace que caiga en la realidad de que, no toda tu vida fue sencilla, aunque aún no descubriera que es ese problema central —dice analizando la situación.

Al menos ha empezado a darse cuenta que, aunque haya tenido el dinero y varios beneficios en todo este tiempo, hay algo particular que no ha hecho que mi vida sea feliz del todo, es aquí, en donde mi dislexia es la protagonista de mis problemas y de unas cuantas desgracias más, pero, por otra parte, también de mis luchas y esfuerzos.

—Vaya, hoy aprendiste mucho de mí —me burló de él.

—Es para eso que te traje acá. Quería disculparme contigo, pero no sabía cómo y no quería que fuera algo sencillo, pero... —suspira —Me doy cuenta que en serio no eres una mujer que vivió entre algodones y rosas en todo este tiempo. —Declara.

—Es bueno que hayas reflexionado sobre ello, Carter. —Le digo riendo.

—Gracias al cielo. —Concluye.

Que una persona te vaya conociendo mejor es una gran virtud, realmente son pocos los que les expresó sobre mi vida y mis problemáticas, sin embargo, son pocos los que les doy esa confianza en entrar con más profundidad y detalles en ello, más cuando se trata de revelar mi mayor secreto que aunque nadie aún lo haya notado, sé que un día alguien lo terminará descubriendo pero para entonces, espero tener la suficiente valentía para dar una buena explicación en la que no me vean como alguien frágil o débil, más bien, como una mujer que ha superado toda barrera.

—Dime un secreto —me mira con curiosidad.

— ¿Para qué? —Digo tirando un trozo de leña más en la fogata.

—Porque al parecer te he contado varios de mis secretos y tú no has dicho ninguno —parece interesarle el tema.

—No tengo la culpa de que hayas querido revelármelos —bromeo.

—Vamos Amy —insiste —, ni siquiera quiero escuchar eso de que no tienes porque no te voy a creer como eso de que no tienes cicatrices —insinúa.

¿Podría confiarle a Sawyer mi secreto más grande? Realmente no sé si sea el momento a pesar que se vea adecuado al estar los dos en un lugar solitario, en una hermosa noche y bajo esa confianza que hemos conectado en un día que decidimos desprendernos de nuestros propios temores para conocernos mejor. Quizás, primero deba de sentirme cómoda y segura para hacerlo, mientras tanto, tendré que pensar en algo más que decirle.

—No tengo cicatrices, pero... En mi espalda tengo un camino de lugares —le reveló.

— ¿Solo eso? Cualquier podría haberlo descubierto —Suspiro.

—Bien... —Ruedo los ojos. —Tengo tres que solo yo conozco —eleva su ceja.

— ¿No dirás dónde se encuentran ubicados? —Nuevamente aparece su interés.

Aparto la mirada de él al sentir como mi cara empieza a hervir de vergüenza al no saber que responder en ese instante, porque una cosa es hacerle el comentario de esos tres lunares que están escondidos en ciertas partes de mi cuerpo y otra que le deba de informar donde se encuentran ubicados, por lo que ahora no sé si debería decirle si uno de ellos se encuentra en mi pecho, otro en mi cadera y, por último, uno en uno de los cachetes de mi trasero.

Mmm, creo que no podré tener el valor de decírselo, más cuando los tres lunares se encuentran en zonas erógenas de mi cuerpo y eso lo convierte en algo sexy y posiblemente en excitante para cualquiera que le guste ver esas marcas en el cuerpo de una mujer.

—No, es suficiente información —le respondo con seriedad.

— ¿Al menos puedo verlos? —Abro los ojos admirada de su pregunta.

—No tienes vergüenza, ¿verdad? —Otra vez mis mejillas arden.

—No —dice con descaro —, es normal. Además, no puedo creer que no me haya fijado en ese detalle cuando salimos a nadar en uno de los viajes con nuestros amigos —hace memoria.

—No son bonitos, solo... son puntos negros —intento que razone.

—Sabes, una vez escuché que los lugares en donde tienes lunares hacen referencia a esos sitios en donde te han besado en vidas pasadas —intento no sorprenderme con esa información.

— ¿Y? ¿Qué tiene que ver eso con tu petición? —Puse mis piernas cerca de mi pecho.

—Un comentario solamente —quisiera creerle.

La verdad es que no sé si sea buena idea mostrarle mis lunares, son algo tan íntimo para mí que pocas personas también los han llegado a ver y obviamente que desconocidos quienes se pudieron percatar de ellos en algún momento cuando me encontraba solo con el bikini puesto.

— ¿Crees que el agua del lago se encuentre fría? —Intento evadir el tema.

—No sé, ¿qué quieres darte un baño? —Pregunta en tono de diversión.

— ¿Por qué no? —me levanto.

— ¿En serio? Eso sería una locura y un riesgo —interviene.

—Bueno, no soy de suplicar —le digo.

Me quito la camisa y mis pantalones para quedarme solo con mi ropa interior, antes de que pueda seguirme observando, corro en dirección al lago para sumergirme en esté, al principio el agua es helada, sin añadir que hay corrientes de las que tuve cuidado para que no me llevará. Escuche un chapoteo y cuando mire en dirección a la fogata me di cuenta que Sawyer ya no se encontraba, más bien, desapareció porque no lo veo cerca, pero unos dedos acariciando mi cintura hace que de un salto y casi dejé ir un grito si no hubiera sido porque él salió del agua riendo.

Con el cabello húmedo y salpicado de agua, se limpia el rostro para seguir riéndose de mí a pesar que a mí no me dé nada de gracia; al estar cerca el agua deja de ser un poco fría para volverse templada, al menos no creo que lleguemos a morirnos de hipotermia si permanecemos un tiempo acá; mientras nuestros cuerpos flotan, nos quedamos en ese lugar observando las estrellas, bueno en mi caso es ese porque es poco probable que él lo esté haciendo cuando su mirada está puesta en mí.

— ¿Siempre has sido así? —Pregunta.

— ¿Cómo? —Intento que me explique.

—De hermosa —abro la boca, pero no tengo respuesta a ello.

Con ligereza, nada hacia mí hasta terminar por acercarse logrando que aparte varios mechones de mi cabello que se han quedado pegados en mi rostro para después rozar sus dedos por todo el contorno de mi cara; apenas toca mis labios cuando mi corazón ya empieza a agitarse, tanto así, que pone una mano en mi cintura baja ocasionando que nuestros cuerpos se queden muy cerca y tenga que agarrarme de su cuello para no hundirme entre aquella atracción desenfrenada que nos puede llevar el momento.

—En verdad, ya sabía lo de tus lunares —susurra.

— ¿Qué? ¿Cómo? —Le digo con un tono de voz consternado.

—Ese día que fuimos a nadar con los demás, vi tu espalda, estaba llena de hermosos lunares desde pequeñitos a grandes —menciona haciendo que me quede petrificada —, los adore por unos segundos antes que desaparecieran en el agua, son hermosos.

—Sawyer...

Cierro los ojos y siento como me aprieto más a su cuerpo hasta lograr que nuestros labios empiecen a rozarse, tanto que provoca un cierto toque electrizante que eriza mi piel y me lleve al deseo de besarlo, pero antes que pueda hacerlo, el primero en proponerse a cumplir con el cometido, es Sawyer. Besa mi boca con tanta adrenalina que logra que pierda los estribos con esos labios rosas sobre los míos, mis dedos entran en las hebras de su corto cabello castaño para sentir ese cosquilleo que me provoca, me sujetó más a él hasta que mis piernas se terminan enrollando en sus caderas, siento como empieza a acariciarlas hasta que su boca baja a mi barbilla, dejando unos mordiscos en ella para después besar mi cuello.

El calor de su cuerpo acobija el mío, pero sus besos son los que avivan esa desencadenante pasión que nuevamente nos ha llegado a unir; apenas soy capaz de poder retener cada sensación que mi pequeño cuerpo empieza a experimentar cuando se separa de mí y pronto se relame los labios; sus ojos se han dilatado y veo cómo toma mi mano para conducirme a la orilla del lago.

Apenas salimos cuando nuevamente su mano pasa a mi espalda y me da un empujón que me hace acercarme a su cuerpo; sus manos empiezan a acariciar mi piel cubriéndola de roces que relajan cada parte de mi ser, sus ojos no dejan de verme y sus labios se abren a la insistencia de ser besados de nuevo. Me sujeta y pronto me a recuesta en la manta que está a un metro de distancia de la fogata, ahí, se dedica en proporcionarle cariño y placer a mi cuerpo.

No deja de tocarme, besarme y acariciarme; mi cuerpo no inflige miedo o alguna regla de inseguridad que permita que me separe de él; simplemente nos quedamos besándonos mientras que descubrimos algo nuevo de nosotros, como por ejemplo yo, he encontrado otras cicatrices en su espalda, brazos y abdomen a lo largo que he ido acariciando su cuerpo musculoso; respiró cada vez más agitado cuando se atreve a besar en otros rincones de mi piel, tanto así, que he dejado de pensar luego de que sus labios se ubicarán en mi estómago.

Su mano va hacia mi espalda y pronto busca el broche del sujetador, arqueo mi espalda para darle un fácil acceso de ello, pero apenas me deja levantarme cuando se pone detrás de mí y se queda mirando mi cuerpo donde al quitar al desabrochar mi sujetador y deslizar los tirantes para que pueda quitármelo, siento como su dedo empieza a rozar un camino en el que parece dibujar algo que no le encuentro mucho sentido.

—No sé mucho sobre las constelaciones, pero si puedo decirte que imagino que tu piel es el cielo mientras que tus hermosos lunares son las estrellas —susurra.

Besa mi espalda, dejando un camino de besos en los que aprieto mis ojos y muerdo mi labio inferior para no sacar un gemido que pueda volverse un eco; apenas siento como su cuerpo se acerca al mío logrando que este termine por propiciarle calor, sus manos suben de mis muslos a mis costillas hasta que estás terminan por rozar mi costado. Dejo que mi cabeza caiga en el hombro de él, pero es imposible que pueda descansar un momento cuando él se quita de mi espalda y vuelve a ponerse en frente, dejando que termine por acostarme de nuevo en la manta mientras que se pone encima de mí y nuevamente me besa, su mano baja hacia mi pierna y siento como mis pezones se ponen erectos con el viento y el roce del pecho de Sawyer contra ellos.

Un gemido sale de mi boca y dejo que mis uñas entren en su espalda; besa mi cuello y cuando siento que está a punto de besar uno de mis pechos, el sonido de un celular rompe en momento logrando que él se levante mientras que yo, acalorada me cubra mis pechos buscando no sólo el sujetador, sino que también, mi celular.

Sawyer encuentra el sujetador y me lo entrega al ver que me cubro mis pechos con mis manos, apenas soy consciente de lo que estuvimos a punto de hacer mientras intento ponerme la parte de arriba de mi ropa interior con mucho nerviosismo, agarro la camisa y también me la pongo para después buscar el celular, ya con el último timbre, respondo a la llamada sin saber quién pueda ser.

— ¿Hola? —Digo casi con la voz entrecortada.

— ¡¿Dónde estás?! ¡Te estamos esperando desde hace varias horas y no has dado una señal de vida! ¡¿Es que te has ido con alguien?! —Dice Caitlin alterada, pero a su vez, preocupada.

—Mierda... Lo siento, olvidé escribirles... —me golpeó la cabeza al haber omitido el detalle de llamarle a Caitlin o Gigi para mencionarle lo tarde que llegaría a casa.

— ¡¿Dónde estás?! —Casi grita la pregunta.

—En Kelly... —no me deja terminar.

— ¿Con Sawyer, no es así? —Hago una mueca, aunque no me pueda ver.

—Sí... Teníamos un asunto que resolver y... Se nos fue el tiempo —Digo evadiendo ciertos detalles.

— ¿Vendrás a casa a dormir? —Pregunta con más calma.

—Sí, llegaré... No te preocupes. —Le menciono.

—Bien, ten cuidado. —Cuelga sin que pueda agradecerle.

Paso mi mano en mi cabello mientras me las ingenió de cómo decirle a Sawyer si puede llevarme a casa, pero entre el recordatorio de mi mente sobre lo que acabamos de hacer y lo que hubiéramos terminado haciendo si el celular no hubiera sonado hace que me ponga un poco tímida y no sepa cómo llegar a darle la cara.

— ¡Uf! Bueno, es hora que te pase dejando a tu casa, no vaya a ser que Caitlin se termine preocupando más. —De reojo veo como empieza a ponerse los pantalones.

—Gracias. —Apenas soy capaz de decirle.

Recogemos todo, apagamos la fogata y dejamos sus cosas en su auto para luego entrar a este para así marcharnos a Jackson Hole; lo que sucedió dejó un enorme escalofrío en mi cuerpo tanto que aún puedo sentir sus labios recorrer cada parte de mi piel, sus labios tan salvajes y apasionados dejaron una mezcla de cosquilleo como deseo encima de los míos, y la forma en como sus manos iban acariciando todo rincón de mi cuerpo, marcando un territorio del que es difícil olvidar.

En una hora, llegamos nuevamente a Jackson Hole en donde apenas al llegar a la casa de Caitlin sentí un alivio al ver que ella no está esperándome fuerza de su hogar, porque aún mi rostro puede estar evidenciando lo que pudo haberme sucedido, por lo que ella se daría cuenta rápido sin necesidad de tener que mentirle.

—Llegamos —escucho que dice Sawyer.

—Gracias por la tarde y la cena —digo sin verlo a los ojos.

— ¿Quieres que hablemos sobre...? —Niego.

—Por ahora, creo que solo necesito comprender lo que sucedió —asiente.

—Bien... nos vemos luego. —Vuelvo a hacer el mismo gesto.

—Buenas noches. —Digo abriendo la puerta de su auto.

Salgo de su pick-up para empezar a caminar en dirección a la casa, espera a que entre a esta para así marcharse, pero apenas me encuentro caminando en la sala cuando me di cuenta que en realidad no sabía que decir si nos hubiéramos quedado discutiendo el tema del beso, coqueteo y la próxima fase del sexo que pudo implicarnos a que todo terminara en otro panorama.

Me voy directo a mi habitación para dejarme caer en la cama y ver simplemente el techo mientras me quedo pensando acerca de lo que hubiera pasado al final si el celular no nos hubiera interrumpido, pero nada más al solo imaginarlo, otra vez mi cuerpo reacciona y por supuesto, no es un buen momento para imaginar más cuando tengo que dormir.

Dios mío, Amy. Solo duérmete y deja de pensar en él.

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Continuará...

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