Capítulo 14: "Plum Flavored Kisses"
Luego de cinco horas de aprendizaje con Zack en su casa y una jornada laboral de medio tiempo por la tarde, decidí caminar por las calles de Teton Village mientras que no dejó de ver todos los locales de ventas que hay en nuestro alrededor, he escuchado como todos los municipios de Jackson Hole han comenzado a planear la semana del festival que hacen antes del cuatro de julio, lo poco que conozco de ello es sobre una de las tradiciones del pueblo, donde los primeros tres días hacen diferentes actividades interactivas para animar a todos sus residentes a participar, no sólo en ventas de ganado, rodeos, concursos y ferias sino que también para pasar tiempo en familia y atraer a turistas a pasar el día de la independencia en cualquiera de sus municipios.
Considerando que será la primera vez que celebraré el cuatro de julio sin mi familia y lejos de mi hogar, me hace preguntar cómo será en está ocasión sin ellos y pasándola con mis amigos quienes no dudo que ese día querrán que vea toda la feria que se va a llegar a montar en el pueblo, con el fin de que supongo que no sólo participe en algo sino que también, pueda disfrutar de todo lo que haya; solo faltan dos semanas para que el gran día llegue, lo cual me hace sentir inquieta y curiosa luego de todo lo que me han hablado Yogy y Denise quienes forman parte del comité de eventos del condado; la verdad es que no quisieron decirme mucho porque quieren mantenerlo como una sorpresa para mí, haciendo que sus detalles fueran mínimos y me dejaran con esa sensación de querer saber más.
Los días que sigo quedándome en Jackson Hole se han vuelto casi rápidos, aunque hay veces que no llegó a sentirlos cuando estoy junto con mis amigos, al darle clases a Zack o mantenerme sumergida en el trabajo de medio tiempo que me ha dado Pam como mesera, lo cual se lo agradezco luego de verme en la necesidad de no pedirle dinero a mis padres o tan siquiera sacar un centavo de mis tarjetas de crédito, no es que lo esté haciendo por orgullo, sino más bien, no quiero siempre depender del dinero de mis padres y más, luego de saber que ellos tienen planeado dejarme el sesenta por ciento de su herencia mientras que a mi hermana solo el cuarenta; lo cual no tengo duda que cuando se entere lo tomara como injusto, sin embargo, debo de seguir convenciendo a mis padres para que nos dejen una herencia de partes iguales.
La verdad es que con el empleo en la cafetería y ayudarle los fines de semana a Jackson en su taller, lavando autos me ha quitado un peso de encima saber que mis deudas serán cubiertas con ese dinero extra que gane antes de volver a trabajar en la escuela; sinceramente no es que vaya a ganar mucho dinero, pero, por una parte, me sustenta en disminuir la renta de la habitación y de los repuestos de mi automóvil. Nunca había pensado que la necesidad de tener poco dinero al alcance de mi mano me estuviera aturdiendo cuando ahora me doy cuenta que además de haber vivido en cuna de oro, nada me había faltado en casa, entre ellos comida, recibos de los cuales pagaban mis padres y comprar cosas que a veces me son necesarias como los artículos de higiene.
Sinceramente tener una vida independiente suele ser diferente a como me lo había planteado, sin embargo, tampoco estoy viviendo bajo una presión constante cuando muchas personas han sido buenas conmigo, como Gigi y Caitlin quienes no me exigen necesariamente pagar la renta de la habitación en las fechas en que acordamos que serían los pagos o sin dudarlo, que Jackson no me pide a cada dos veces por semana un abono de dinero para costear los repuestos que necesita mi auto para seguir funcionando.
En sí, lo bueno es que aunque una parte de mí se esté adaptando a esta nueva vida, hasta el momento no la he llegado a ver injusta y mucho menos exasperante para querer irme pronto de aquí; lo raro de ello, es que hace tan solo un mes deseaba solo quedarme unos cuantos días en esté lugar para así emprender un nuevo camino y ahora, parece que la estadía que me ha ofrecido Jackson Hole ha logrado que piense si aquí puedo tener una vida más tranquila y sin prejuicios, de todas formas, he hecho amigos, tengo un trabajo y si todo marcha bien en unos meses, podré ir buscando un lugar donde alojarme por mi propia cuenta.
Entro a un pequeño local de artesanías para ver gran parte de artículos que representan no solo a Jackson Hole sino que también a Teton Village como los otros pueblos cercanos a la zona; hay varios cuernos de venados, como pequeñas figuras de halcones, toros, caballos y muchos otros animales de granja sin decir de los que se han llegado a ver en las montañas; mientras me quedo viendo varias carteras que parecen ser hechas de cuero, pronto escuchó como mi celular suena, así que con la esperanza que no sea mi hermana quien ha decidido llamarme para saber alguna noticia de mí, termino por sacar el dispositivo de uno de los bolsillo traseros de mi pantalón para luego ver la llamada y sacar una sonrisa como si fuera una adolescente.
—Sawyer. —Al pronunciar su nombre siento una descarga eléctrica por todo mi cuerpo.
—Amy. —Dice con un tono de voz aterciopelada.
— ¿A qué se debe tu llamada? —Digo tomando una bola de cristal que por dentro tiene la figura del teleférico del lugar.
— ¿Sorprendida? —Intento que mi risa no se escuché.
—Algo así —dije mientras dejaba la bola de cristal y me concentraba en ver unas botas hechas de cuero de serpiente.
— ¿Estás ocupada? —Pregunta.
—No, ¿por qué? —Le digo extrañada.
—Bueno, quiero mostrarte algo... Pero primero ¿dónde estás? ¿Llevas el auto de Tanner contigo? —Dice rápido.
—Estoy en Teton Village, acabo de salir de la cafetería de tu hermano, así que me encuentro a cuatro cuadras, en una tienda de artesanías —empiezo a decirle —y no, el auto lo tiene Tanner.
El trato había sido de un mes y aunque la promesa ya haya espirado, Tanner aún me seguirá prestando su vehículo, solo que en ocasiones tendrá que ocuparlo para su trabajo, como el día de hoy que tuvo que ir Fox Creek para hacer unas diligencias que había retrasado durante las semanas pasadas cuando sus padres no estaban en casa y no podía dejar la ferretería con algún encargado o como también, a Zack quien aún sigue siendo tímido y desconfiado con muchas personas.
—Pasaré por ti, en diez minutos. —Fue lo último que dijo antes de colgar.
No pude despedirme de él luego de ver que termino rápido la llamada, así que guardándome el celular de nuevo en los bolsillos de mi pantalón; termine por ver todas las artesanías del lugar para así salir del local y esperar a Sawyer quien debe de conocer el sitio que le he mencionado; mientras lo esperaba me puse a pensar acerca de lo que quiere mostrarme, ya que desde que volvió de nuevo a Jackson Hole, no nos hemos encontrado, como también, no hemos mantenido un contacto después del fracaso de cita que tuvimos sin añadir del beso inesperado que le di y que no supe que reacción pudo haber tomado luego de que se marchó a su casa.
Como he llegado a saber de Pam y Ariadna, Sawyer ha sido el típico rompecorazones del pueblo, quien ha salido con muchas chicas donde ha sido imposible contar el número de novias que ha tenido y por supuesto, que se la pasa coqueteando con cualquier mujer que le es de su interés; creo que por eso, no debo de sorprenderme que siempre intente ligar conmigo cada vez que nos encontramos solos, ya que en frente de sus amigos u otras personas, parece mantener el respeto adecuado pero luego de eso, vuelve a coquetear logrando que solo ría al ver sus intentos que muchas veces han sido pérdidas de tiempo, a pesar que he empezado a creer que empiezan a tener un cierto efecto en mí.
No obstante, creo que el beso le debe de haber dado una señal sobre mí, lo cual me da vergüenza admitir que a pesar que fue una reacción inesperada, fue un deseo que quise hacer desde hace días cuando salíamos a los campos por las noches y nos quedábamos acostados entre el pasto, guardando silencio o formando figuras con las estrellas. Sinceramente algo en mi interior pedía que tomará la iniciativa si él no lo hacía, pero a estas alturas, al no tener noticias de él hasta ahora, me han dejado pensando si Sawyer se ha tomado un tiempo para reflexionar en lo que sucedió esa noche.
Escucho el sonido de un claxon de un auto para ver hacía un lado y darme cuenta que se trata de Sawyer quien ha llegado, se estaciona a un lado de la calle para esperar a que me suba a su auto, así que mientras abro la puerta y me subo en su camioneta, puedo verlo con una enorme sonrisa en su rostro seguido de ello, un saludo que esperaba propiamente de él luego de ponerme el cinturón de seguridad para verlo a los ojos.
Supuse que iríamos a su casa luego de entrar por la carretera que sale de Teton Village para transportarnos por Jackson Hole, observé el paisaje al bajar la ventana de mi puerta para sentir el aire fresco rozar mi rostro y despeinar mi cabello; el atardecer cada vez aparece detrás de las montañas, eso sin añadir de una manada de búfalos que corren mientras unos vaqueros los siguen para llevarlos a su granja.
— ¿Cómo has estado dulzura? —Escuché decirme aquel apodo del cual ya me acostumbré.
—Bien, gracias por preguntar. —Le sonreí. —Y tú, ¿cómo te fue en tu viaje? —Pregunté.
—Bien, pensaba quedarme unos días más en Dakota del Sur, pero tengo que volver a mis obligaciones. —Mencionó.
No lo culparía por quedarse unos días más con su hermano Hummer luego de haberlo visitado para conocer a su sobrina, quien no pudo verla el día que nació como me lo hizo saber Pam y Ariadna, ya que al parecer Sawyer se había lesionado un brazo por competir en un rodeo de caballos.
—Me he enterado que trabajas con mi hermano Stewart y con Jackson... ¿A qué se debe eso? —Se rascó la barbilla.
—Necesidad —digo.
— ¿Necesidad? —Parece no comprender.
—Sí, no recibo dinero de parte de la escuela al estar en vacaciones, lo cual sé que sonará ilógico... —encogí los hombros —así que Pam me ofreció empleo en la cafetería de tu hermano y bueno, con Jackson ha sido para disminuir las cuotas que le debo por los repuestos que ha comprado de mi auto —le expliqué.
—Pero de mesera y lavacoches... —dijo extrañado.
— ¿Hay un problema en ello? —Pregunte dándole una mirada.
—Es que te vez sencilla... —lo interrumpí.
— ¿De nuevo con eso? Ya es la quinta vez que escucho, pero con otra palabra —digo un poco tediosa.
—Lo que sucede es que no te ves trabajando en esos oficios —gruñí ante su expectativa que tiene de mí.
—Y pensabas que me quedaría de brazos cruzados esperando que el dinero me cayera del cielo. —Digo con un tono serio.
—No te lo tomes mal, Amy. —Me da una corta mirada sin perder la vista de la carretera —Es que nadie te ve con necesidad de trabajar en eso y más para tener dinero.
Dejo ir un suspiro molesto al darme cuenta que aquí vamos de nuevo con el tema que ya he escuchado decir de la boca de Gigi, Caitlin, Hippy, Tanner y Yogy. La verdad, es que no entiendo porque deben imaginarse todavía que soy de las personas que esperan que el dinero llegue caminando por sí solo a mi cuenta bancaria y que no me esforzaré trabajando para ganármelo; eso sin añadir que los dos empleos extra que tengo aunque sean extraños de laborar para mí, me he estado divirtiendo en poder hacerlos, es demás, ni siquiera he llegado a tener un problema o queja sobre si trabajo mal y eso que es primera vez que hago algo diferente a lo que he sido como profesional.
—Además, ¿qué hace una chica como tú en Jackson Hole cuando debería estar en Nueva York o en Miami? —Abro la boca, pero la explicación no llega rápido.
—Está bien, quizás me vea como una chica delicada y adinerada pero tampoco deben de tener esa perspectiva de mí —dije con fastidio.
—Entonces, ¿cuál es la razón? —Me vuelve a dar una mirada.
—Mira a la carretera, no quiero que tengamos un accidente. —Le digo desviando el tema.
La única razón que tengo por haber terminado en Jackson Hole fue gracias a mi vehículo que se estropeo a medio camino y fue Jackson quien me encontró, sino a estas alturas quizás me encontrara más lejos de lo que pude haber pensado porque siendo realista, nunca tuve un plan desde que me marché de la casa de mis padres, la necesidad de alejarme de esa vida fue lo que me llevó a comenzar un nuevo camino y ver si podía volverme una persona independiente de mi familia sin que me estuviera cuidando como si fuera un bebé.
—A lo mejor estas huyendo de algo, ¿no? —Enarqué la ceja.
Podría tomarlo de esa forma cuando en serio estuve huyendo de mis padres, de mi ex novio y por supuesto, de mi pasado que, aunque una parte de ello seguirá conmigo, por lo menos no hace que lo piense todos los días como me sucedía al estar en casa, sometida al mando de mi familia quien me recordaba de mi dislexia las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana.
—Hui de mi casa —susurré.
— ¿Por qué? —Escuché el interés de su parte.
—Mis padres me han mantenido sobreprotegida por mucho tiempo y un día simplemente, me cansé de ello —me a recosté en el asiento del auto —. Por eso decidí huir.
— ¿Cuál era tu destino? —Siguió preguntando.
—No sé, no tenía un plan... —Me interrumpió.
— ¿Qué? ¿Cómo que no tenías un plan? —Encogí los hombros —Me tratas de decir que, de un día para otro, te levantaste y decidiste irte de tu casa solo porque tus padres te sobreprotegían. —Dijo desconcertado.
Bueno, no fue así del todo... Hasta es feo decirlo, pero... también a veces los suicidas tienen pensando en algún plan, aunque sea mal hecho antes de buscar una forma de morir. Quisiera poder darle explicaciones más sencillas para que entendiera todo, pero eso sería contarle la verdad sobre mí y mi dislexia; lo cual no lo veo favorable si luego me empieza a tratar como las demás personas que he conocido, que apenas al saber de mi dificultad, ya suelen hacer todo por mí o también sobreprotegerme como si no fuese capaz de hacer eso.
—No fue así del todo, simplemente quería huir desde antes pero no sabía cómo hacerlo —o, mejor dicho, no sabía cómo enfrentar aquello que me ocasionaba miedo.
—Dios mío, entonces, además de forastera eres fugitiva. —Reí al escuchar su broma.
—Llámalo como desees. —Lo vi indiferente.
Sea lo que sea, mi decisión ha sido una de las mejores que he llegado a tomar, así como cuando decidí ir a la universidad sin importar que no encajara entre todos mis compañeros o que la dislexia podría retrasar mi forma de adquirir todos los conocimientos de mis clases.
(...)
Cuando llegamos a su casa, ambos nos bajamos del auto para después ser yo quien lo siguiera, Sawyer aún no me ha comentado nada acerca de lo que quiere mostrarme, simplemente parece como si lo hubiera olvidado y ahora nada más me ha traído a su hogar para ver a sus caballos de purasangre; cruzamos uno de los laterales de la casa para luego ir a un establo donde se puede escuchar desde lo lejos el relincho de los caballos; a nuestro alrededor puedo ver como el terreno es mucho más grande de lo poco que he llegado a ver, ahora en el lugar que estamos, parece ser donde crían y entrenan los caballos antes de venderlos; varios mozos saludan a Sawyer y otros se despiden de él luego de terminar su jornada laboral.
Entramos a uno de los establos para imaginar que todos los caballos que se encuentran a nuestro alrededor son de purasangre, muchos de ellos están descansando mientras que otros parecen observar nuestros pasos. Antes de poder preguntarle a Sawyer que hacemos aquí, puedo ver cómo se detiene y abre uno de los pesebres para sacar un caballo negro que tiene una pequeña raya en el centro de su cabeza.
—Ayer me llegó esta yegua. —Acarició el lomo del animal.
Me acerque a él para ver a la yegua que está tranquila y no responde mal ante los desconocidos, le di una mirada a Sawyer para saber si puedo acariciarla donde al ver su aprobación con una pequeña señal con su cabeza, puse una mano en la cabeza del animal para pasarla de abajo hacia arriba haciendo que dejara ir un pequeño bufido sin ponerse inquieta.
—Es hermosa —digo al seguirla observando. — ¿Tiene nombre?
—Algunos dueños no les ponen nombre a sus caballos —menciona.
— ¿Por qué? —Le pregunto.
—Supongo que para no encariñarse de ellos o para que sus futuros dueños no tengan algún problema en cambiarles el nombre —responde.
— ¿Tienes pensado alguno? —Veo como sus hermosos ojos color miel me miran fijamente.
—Pensé que su futura dueña podría ponerle uno. —Dice con una pequeña sonrisa.
Enarco la ceja e intento descifrar lo que dice, al principio se me hace difícil poder entender, pero luego algo en mi cabeza empieza a armar las pequeñas piezas de todos estos sucesos hasta que algo encaja y empiezo a pensar que es imposible que esté hablando en serio en que sea su dueña cuando tengo poco conocimiento en cuidados y crianza de caballos.
— ¿Quién es su futura dueña? —Intento salir de las dudas.
Él deja ir una risa mientras mueve la cabeza a los lados como si intentara quitar una idea de su cabeza o pueda ser que esté negando a mi pregunta al hacerme la desentendida de todo esto.
— ¿Soy yo? —Digo un poco asustada.
—Pensé que no adivinarías —abro la boca queriendo adecuar primero las palabras que diré.
— ¿Me estás regalando un caballo? —A él le volvió a dar risa lo que dije.
—Bueno, no estoy regalándote la yegua a un cien por ciento. —Hago una mueca.
— ¿Entonces? —Digo sin comprender aún.
A veces Sawyer no me pone muy fácil las cosas, si supiera que trato de adecuar y procesar rápido sus palabras, pero a veces me confunde tanto que me siento por una parte muy tonta al no poder estar a su altura de entender lo que dice.
—Digamos que la yegua es para ti, siempre y cuando tenga todos los derechos de ella para cuidarla, entrenarla y si es posible, ser una opción para tener a futuros sementales —explica.
—Tendrás todos los derechos que tengas, además tú la compraste, ¿por qué me opondría a algo que no es mío totalmente? —Le digo con sinceridad.
— ¿Quieres montarla? —Asiento a pesar que es primera vez que montare otro caballo que no haya sido Cinnamon y Napoleón.
Sawyer fue a ponerle la montadura a la yegua mientras que me quedo observando cada uno de sus movimientos que van de un lado hacia el otro; por lo menos doy gracias, que esté día me haya vestido con unos pantalones, una camisa blue jeans y unos botines, eso hace que todo se vuelva más cómodo y no tenga ningún problema en montar la yegua. Sawyer me invita a salir del establo, la noche empieza a llegar que no dudo que demos un largo recorrido cuando dudo que sea conveniente a pesar que él es un profesional en montar caballos, pero antes de poder subirse primero al lomo del animal, me entrega las riendas para tener a la yegua hasta que veo como vuelve al establo, aunque no tarda mucho en volver para quedarse a mi lado y ponerme un sombrero café.
—Vaya, veo que subestimé mucho tu delicadeza, ahora pareces una vaquera. —Rodé los ojos.
Me arregla el sombrero para ponérmelo bien antes de montar a la yegua, cuando ya está, me alza su mano en donde no tardó mucho en dársela para que me ayude a poner primero uno de mis pies en el estribor y está vez subirme al animal quien se mueve un poco, pero con unas palabras que Sawyer le parece susurrarle se queda quieta. Al colocarme en la montadura, veo como él se queda en su lugar mientras me entrega las riendas esperando que las tome sin protestar, lo cual me hace verlo con extrañez, al ver que no es el siguiente en montarse.
— ¿No vendrás? —Le pregunté.
—No, cabalgaras sola —lo miro sorprendida.
—Sawyer... Yo... No puedo sola. —Dije nerviosa.
—No te dejaré sola, no te preocupes. —Me guiña el ojo.
Le da un golpecito pequeño a la yegua para que empiece a trotar, al estar sola cabalgando un caballo, se me escapa un pequeño grito de miedo al tener que equilibrar mi cuerpo en la montadura, como también, no soltar las riendas para terminar abrazando al animal al pensar que puedo caerme. Trago hondo al ver como la yegua empieza a relinchar y a moverse de una forma inquieta como si algo la estuviese asustando, intente no pedirle a Sawyer que la detuviera, pero al ver que algo no se encuentra bien, sujete más fuerte las riendas haciendo que mi cuerpo se pusiera tenso.
—Sawyer... —Lo llame intranquila.
Detuvo a la yegua para que se quedara quieta y así me alzara sus brazos para ayudarme a bajar; cuando puse los pies en el suelo, me sentí más relajada a punto que de nuevo pude respirar más tranquila sin sentir la angustia de caerme del caballo.
—Creo que tendré que enseñarte a cabalgar un caballo —dijo tomando las riendas de la yegua para llevarla al establo.
—Pensé que vendrías. —Dije apenada.
—Cómo te dije, la yegua es tuya, lo cual tienes que aprender a montarla sin mi ayuda. —Hice un gesto asustado.
Dios, no me hubiera llegado a imaginar eso luego de haber cabalgado durante por unos diez o quince minutos con la yegua; pero tiene razón, si por una parte será mía, tengo que aprender a montarla, ya que para eso son los caballos además de alimentarlos, cepillarlos y tener un control veterinario para que su salud se encuentre bien.
—Entonces, ¿me enseñaras? —Lo observo al ver cómo tranquiliza a la yegua.
— ¿Quieres que te enseñe? —Dice admirado.
Quizás no se hubiera esperado que le dijera a él que me enseñara cuando podría habérselo pedido a Gigi, Tanner, Yogy, Denise, Dalton o Hippy quienes también son unos maestros en cabalgar caballos luego de saber que sus padres también les han enseñado y por eso se hacen llamar el club de los potrillos porque todos crecieron alrededor de los dichosos animales.
—Bueno, si tienes tiempo... —entramos al establo mientras que él amarra las riendas de la yegua en un poste de madera.
—Si tú lo deseas, claro que reservare tiempo para ti —considera la idea.
—Está bien. —Digo nerviosa luego de ver cómo le quita el equipamiento al animal.
— ¿Ya tienes un nombre para ella? —Pregunta.
Le di una mirada al caballo e intente imaginar un nombre original para ella, no soy buena poniéndole nombres a los animales y más cuando estos no suelen ser domésticos; así que me rebusque en mi mente, por uno que suene muy bonito para ella, así como el de Cinnamon o Napoleón. Antes que nada, observe cada uno de los rasgos físicos de la yegua, aunque no tuviese tanto detalle, pensé en algo similar, como su pelaje negro, la raya blanca que tiene en medio y sus ojos marrones que apenas se pueden ver; fue entonces que tuve una idea al imaginar algo similar entre todos aquellos rasgos.
— ¿Qué te parece Moonlight? —Dije a lo que la yegua respondió con un relincho.
—Parece que entiende con ese nombre —Sawyer acarició su cuello. —Es perfecto y muy bonito, ¿cómo se te ocurrió? —Dijo sonriendo.
—Solo pensé en la noche y en la luz de la luna, simulando la raya blanca que tiene en el centro de su cabeza. —Le dije.
—Que detallista. —Encogí los hombros.
Acaricié a la cabeza de Moonlight hasta que Sawyer se la llevó al pesebre para que descansara, al menos tendré una nueva afición a los caballos al saber que ya tengo el mío y ahora podré entretenerme en cuidarlo como cabalgarlo... Aunque esta última opción se dará con el tiempo.
Cuando salimos del establo nos dimos cuenta que ya es de noche, así que suponiendo que llegaré tarde a cenar a la casa de Gigi y Caitlin, tendré que enviarles un mensaje para que puedan cenar antes y no me esperen.
— ¿Quieres quedarte a cenar? —Pregunta Sawyer.
Le doy una mirada, pero sin poderle dar una respuesta rápida, me quedó pensando si debería o no, después de todo no quiero ser una molestia luego de saber que me ha dado un caballo, aunque suponiendo que vive solo, quizás un poco de compañía no le hace mal.
—Está bien, pero con la condición de que te ayude a hacer la cena. —Le digo.
—No me opondré, luego de conocer tus dotes en la cocina al haber probado aquella pechuga de pollo que hiciste en la casa de Tanner. —Ambos nos dirigimos a su hogar.
Abre la puerta de su casa y con una señal que hace con su mano, me invita a entrar a su territorio privado, así que sintiéndome un poco tímida por aquel momento, entro y sin perder la curiosidad que hay dentro de mi cuerpo, mis ojos evalúan todo su hogar que no se trata más de una gran casa hecha de piedra, decorada a un estilo antiguo mientras que toda su decoración casi es de madera; el lugar es cálido y hogareño, un perfecto lugar para pasar un invierno.
—Que hermosa es tu casa. —Digo apreciando todo el contenido.
—Mis abuelos no tenían malos gustos al parecer. —Lo sigo para así entrar a la cocina.
Una bonita cocina rustica que parece tener todo, sigo sin entender cómo es que Sawyer puede vivir en este lugar siendo tan grande y solo para una persona, es probable que ya se haya adaptado al ambiente al ser soltero, pero cualquiera diría que esta casa estaría bien para una pareja que acaba de casarse y planea tener una gran familia.
— ¿Tienes algo en mente? —Le pregunto mientras el abre la refrigeradora.
—No, la verdad siempre escojo lo primero que vea —menciona.
—Y ¿qué es lo primero que has visto en la nevera? —Veo como saca una bandeja pequeña de carne.
—Carne picada —dice esperando que apruebe su idea.
— ¿Qué te parece un pastel de papa? —Le doy mi opción.
—Me gusta la idea, solo que... No tengo mucho conocimiento sobre ello —dejo ir una risa.
—En ese caso... —tomo la bandeja de carne picada de sus manos —solo haz lo que te diga.
Puedo ver como deja ir una risa mientras que de los estantes buscó los condimentos para preparar la carne pica; pienso en cómo nos podemos repartir los roles dentro de la cocina, así que se me ocurre una idea rápida para que la cena esté lista muy pronto.
— ¿Puedes pelar un kilo de papas? —Le digo al ver como se ha quedado mirando mis movimientos.
—Claro. —Dice mientras busca las papas en su alacena.
Mientras que él pela las papas, coloco tres huevos en una olla para que empiecen a hervir; le pregunto acerca de algunas verduras, así que me da una breve explicación de donde se encuentran todos los artefactos de cocina, voy por una cebolla y un diente de ajo, haciendo que la cebolla termine por partirla en pequeños trozos cuadrados y luego dejarla en una sartén con aceite para que empiece a cocinarse junto con el diente de ajo picado; dejo que ambas verduras se frían para ponerle los condimentos a la carne picada, poniéndole sal, pimienta, orégano, comino y paprika.
—Aquí están las papas. —Sawyer me muestra las papas peladas.
—Ahora, debes de ponerlas en una olla a hervir durante quince minutos aproximadamente, por lo menos hasta que estén blandas. —Le indico mientras que él sigue la orden.
Pongo la carne en el sartén donde ya se encuentra doradas la cebolla y el diente de ajo para empezar a mezclarlo; busco entre los estantes una caja de pasas, pero al no verlas estuve a punto de preguntarle a Sawyer si tiene alguna, pero al final, encuentro una, así que dejo ir unas cuantas junto con la carne para también mezclarla mientras que se queda cociendo.
—Eres muy buena en esto —empieza a cortejarme.
—Claro que lo soy, si algún momento vivía sola debo de estar preparada para estas cosas, ¿no lo crees? —Asiente riendo.
— ¿Aprendiste yendo a una academia de cocina o por tu propia cuenta? —Pregunta con curiosidad.
—Cuando tenía diecisiete años, le pedí a una de las cocineras de mi casa que me enseñara, los primeros intentos fueron bochornosos más cuando el huevo no terminaba en la sartén sino más bien en el suelo, pero con el tiempo fui aprendiendo. —Le conté.
Escucho como deja ir una carcajada con una de mis pequeñas anécdotas pasadas de las cuales recordarlas también suelen darme gracia, la verdad es que quedarme mucho tiempo en casa me enseñó a hacer ciertos oficios, entre ellos saber cocinar, ser de jardinera y, por si fuera poco, decorar la casa en diferentes estilos.
Al haber dejado la carne preparada, solo esperamos unos minutos para que las papas estuvieran listas, así que en ese tiempo, nos la pasamos conversando de diferentes cosas entre ellas de nuestra vida y algunos conocimientos que tenemos dándome cuenta que Sawyer no es muy experto en cocina haciendo que la mayor parte del tiempo, se alimente de lo mismo y no sepa mucho de artes culinarias que al parecer es de poco interés para él mientras que tenga alguna idea de qué hacer con el pollo, carne y costillas de cerdo.
—Haré el puré de papas y tu pela los huevos. —Le entregué la olla de huevos.
Empecé a hacer el puré, pero parece que me llevó más tiempo hacer eso que lo que Sawyer se tardó en pelar los huevos, a pesar que las papas se hayan sacado en un buen tiempo de la olla, tengo un poco de dificultad en hacerlas puré, ya que mis manos tienen que hacer más fuerza de lo normal y probablemente por todo lo que he hecho en el día, se encuentren cansadas haciendo que me duelan.
—Te ayudaré.
Ni siquiera pude reaccionar a su comentario cuando el cuerpo de Sawyer ya se encuentra muy cerca del mío, le sigo dando la espalda, pero veo como sus brazos pasan al lado de los míos para luego tomar mis manos ayudándome a hacer el puré.
Me pongo un poco tensa al sentir como sus manos son las que guían a las mías, desde la corta distancia hasta me doy cuenta como son muy grandes y fuertes, comparándolas con las mías las cuales se ven muy diminutas; su respiración choca en mi cuello haciendo que mi piel se erice pero la inquietud de mi cuerpo empieza cuando su aroma varonil naufraga en mi nariz; aquel corto momento se volvió eterno, a su lado parezco una pequeña muñeca ya que apenas con los botines puedo llegarle hasta su pecho, el corazón se me dispara al creer que está oliendo mi cabello, mis piernas empiezan a fallar y la respiración se me entrecorta.
—Creo que ya está. —Se aleja de mí.
Suelto un suspiro y me muerdo el labio inferior esperando que no pueda ver mi nerviosismo, intentó continuar haciendo la cena, pero los últimos pasos para hacer la comida terminan casi por ser lentos cuando mis pasos se vuelven toscos; entro el pastel de papa en el horno y con el cronometro de mi celular, espero quince minutos antes de sacarlo y empezar a preparar los platos.
Me apoyo en una de las encimeras de la cocina mientras intento dejar de pensar en la cercanía que tuvieron nuestros cuerpos por unos segundos, pero fue inútil poder concentrarme cuando puedo sentir su mirada encima de mí; intenté no verlo pero como siempre, la curiosidad de mis ojos me impiden quedarme observando a otro lugar; así que pasando mi mano por mi nuca, escucho nuevamente sus pasos hasta que al tener la mirada baja, veo sus zapatos haciendo que eleve la cabeza y pronto con timidez, me quede observando su rostro.
Eleva su mano hasta dejarla en mi mejilla donde le ofrece unas caricias con su pulgar, cierro los ojos un instante pero me es imposible no abrirlos de repente cuando su otra mano, se pone en mi espalda baja para darme un empujón y chocar contra su cuerpo; nuevamente el corazón me palpita rápido que no puedo dejar de ver cada uno de sus cortos pero voraces movimientos que hace con sus manos, su pulgar toca mi labio inferior, rozándolo de un lado a otro hasta que se fue acercando, reemplazando ahora su dedo por su boca.
El beso fue demasiado inesperado que casi termino por caer si no hubiera sido porque todavía su mano derecha permanece en mi espalda baja; la intensidad incrementa con los segundos haciendo que tenga que sujetarme de él al poner mis manos en sus brazos, su boca empuja más la mía, hasta que el oxígeno empieza a faltarme.
Por minutos, separa su boca de la mía provocándome a que vuelva a unirla con la suya cuando muerde o solo roza sus labios contra los míos; mis manos van a su espalda y lo abrazo mientras su nariz acaricia la mía, puedo sentir su mirada en mí pero en cambio yo, con todas aquellas sensaciones nuevas he cerrado los ojos para poder apreciarlas de otra forma más vivaz y natural; está a punto de volverme a besar cuando escuchamos que alguien toca la puerta de la casa y seguido de ello, una alarma de mi celular que hace que abra los ojos al recordar el pastel de papa en el horno.
—Iré a ver quién es. —Se aparta de mí y se marcha.
Pongo las manos en la encimera para tratar de poder respirar con más tranquilidad luego de aquel beso fugaz y potente que nos hemos dado; intento recobrar la cordura antes de dar un paso, ya que aún mis piernas tiemblan y el corazón casi puede estallarme de la alegría al saber que me ha besado está vez; muerdo mis labios y me apuro a sacar el pastel de papa del horno para buscar unos platos para así ir poniendo las porciones en ellos.
— ¡Que bien huele aquí! —Escucho una voz femenina.
Antes de poder guardar lo que resta del pedazo de pastel de papa, una mujer cruza el umbral de la cocina para darme una mirada sorprendida, Sawyer quien al parecer intentó alcanzarla al final se queda detrás de ella mientras encoge los hombros y deja ir un suspiro.
—Oh, no sabía que tenías visita. —Dice la señora quien le da una mirada a Sawyer.
—Amy, te presento a mi madre. Mamá, ella es Amy Sanders. —Nos presenta.
Tanto la señora como yo, nos quedamos anonadadas de saber quiénes somos, pero la sorpresa es tan grande que ella, solo suelta una sonrisita y luego de ello, parece darle unos golpecitos a su hijo en el pecho para dejar su cartera a un lado hasta acercarse a mí.
— ¿Puedo quedarme a cenar con ustedes?
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Continuará...
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