Cap.37 Mc'carthy tierno.
Emily's POV
Es demasiado suave, pero... ¿por qué se mueve?, ahora es como ¿chocolate?
¿Dónde estoy?, tengo claro que estoy sobre una cama.
Un momento, ¿una cama?
Abrí los ojos de golpe mordiendo mi labio para ahogar el quejido que iba a escaparse por la luz tan brillante que me cegó al abrirlos rápido. Tarde un poco más de lo que esperaba en acostumbrarme a la claridad de la habitación pensando en que sería diferente, mi cuerpo dolía mucho, un claro resultado de la resaca que tendría por tomar la noche anterior.
—¿Qué demonios? —murmuré sintiendo algo extraño cuando apoye mi mano sobre la cama para levantarme, un gruñido bajo me alertó más de lo que esperaba.
¡¿Qué pasó anoche?!
El brazo que tiene rodeada mi cadera me impide levantarme y donde tengo la mano puesta no es nada más que un abdomen, para ser precisos estoy tocando a Sebastián.
—Duerme. —murmura aún adormilado.
¡¿Dormir?!, ¡¿cómo quiere que duerma cuando estaba durmiendo a su lado con la mano sobre su abdomen y él abrazándome como si nada?!
Ok, voy a respirar profundo y calmarme.
—Ay... —cubro mis labios preocupada antes de evaluarme y notar que estoy vestida como la noche anterior.
El alivio que me recorre sólo me hace sentir mejor que antes.
No pasó nada que deba de preocuparme.
Creo.
Repasando en mi propia mente me senté un segundo a los pies de la cama, respirando profundo de mi exagerada reacción, primero era Sebastián, algo que me relajaba, porque sabía que no podría pasar nada más allá de... segundo, estaba vestida con lo mismo de anoche y volviendo al rubio, se veía ciertamente tierno cuando dormía.
No, mejor dejo de pensar lo último.
Observó el reloj qué hay cerca notando que son las once y cuarenta de la mañana.
—¿A qué hora llegué aquí? —murmuré confundida sin ganas de despertar a Sebastián.
Intento recordar lo mínimo de la noche anterior; obtengo más lagunas mentales que con sólo pensar.
Debería dormir.
—Me iré al infierno por esto. —me burlo de mis propios pensamientos al recordar la musculatura de mi amigo y desear dormir nuevamente a su lado, pateando cualquier cosa que me diga.
"Estás rompiendo tus límites."
Qué más da.
Me acuesto nuevamente en el lado que estaba anteriormente y sin poder evitarlo más mirando a Sebastián le pego con la almohada haciéndolo reír aún con sus ojos cerrados y una sonrisa divertida en sus labios.
—Sabía que ibas a hacer eso. —admitió con la voz ronca.— me lo merecía. —abrió los brazos sin abrir aún los ojos sonriente.—¿Qué esperas, demonio de Tasmania?, ven aquí.
—Tú...
—Me aproveché de abrazarte mientras dormíamos como cualquier amigo con su amiga. —abrió sólo un ojo aún sonriente mientras me intentaba acercar más.
—Lo cierto es que... —ciertamente no podía contradecirle nada, porque en algunas ocasiones yo abrazaba a Luke e Ivan cuando me quedaba dormida.— ¡ponte una camisa!
—Está haciendo mucho calor y además, estoy cómodo así.
—Descarado. —me carcajeé por su actitud infantil cediendo apoyar mi cabeza contra su pecho pero manteniendo la distancia.
—Todo un descarado con el que te escandalizaste por tocar sus abdominales, algo que no te estoy reprochando.
—¿Y por qué tendrías que reprochar...
—Shh. Sólo duerme.
—¡Eres increíble!
—Lo sé, lo sé, suelen decírmelo siempre.
Ruedo los ojos sonriendo antes de cerrar los ojos y dejarme llevar un poco por el cansancio.
—¿Estas cómoda, dramática?
—Y no te imaginas cuánto, ego. —le aseguré riéndome disfrutando del sueño que ahora sí me empezaba a dar, abrí los ojos nuevamente para verlo y él me sonrió.
Tal vez no debí dejar que pásese ese límite pero por una vez en mi vida me sentía realmente cómoda rompiendo mis propios límites, después de mucho tiempo.
—Por cierto, buenos días, melodramática.
—Por educación y no tirarte por la ventana, buenos días. —respondí de nuevo abriendo los ojos para verlo.— ¿podrías dejarme dormir antes que cometa un delito?
—Iba a preguntarte eso precisamente, pero me ha quedado clara la respuesta. No sé si tenerte miedo o reírme, querida Emily.
—Ey, no me digas querida —golpee su pecho en broma entrecerrando los ojos, sí, él tenía lo suyo.—en verdad quisiera dormir.
—Pensé que querías hacer otras cosas.
—¡Sebastián!, si sigues te juro que voy a dejarte pelón cuando menos te lo esperes. —me sonrojé por tomarlo en doble sentido suspirando bajo ignorando su carcajada.
—Espera, mi cabello no. Pero sí...
—¡A dormir! —le interrumpí nuevamente con el mismo sonrojo.— va en serio.
—Está bien, señorita drama. —me dejó acurrucarme contra él sin pasar esa almohada que había colocado en medio de ambos suspirando.— descansa, pequeña. —susurro suavemente.
Y claro que no lo pensé más, sólo me dormí.
[...]
Esta vez sí me levante de la cama sentándome sin ningún brazo que me lo impidiese alrededor de mi cintura, bostezando a la vez que me estiraba.
—Y te dignaste a despertar. —reconocí su voz divertida, cuando abrí los ojos y lo vi apoyado contra el borde de la puerta sonriente.
—No me hagas lanzarte la almohada.
—Sí sabes qué son exactamente las cinco de la tarde?—fue lo primero que le escuché decir cuando dejo de reír, al principio sólo me encogí de hombros pero cuando mi cerebro procesó todo salté de la cama.
Casi me caía, menos mal que tomé el equilibrio de nuevo.
Toda una señorita.
—Nunca más vuelvo a tomar así en mi vida, promesa.
—Puedo asegurarte que es una de las promesas menos cumplidas por la mitad de las personas en el mundo.
—Bueno es cierto, pero tendré moderación.
—Quiero ver eso entonces.
—¡¿Me estás retando, almohada egocéntrica?!
—Uh, ¿hueles eso?, es temor que se percibe en el aire.
—Bien, ego, te acepto el reto. —lo señaló entrecerrando mis ojos con una sonrisa antes de mirar mi celular el cual repicaba pero estaba en silencio.— Gracias por poner a cargar mi celular. —respondió algo pero no le escuché por leer el mensaje de mi querido hermano favorito.
Desbloqueo sin dejar de mirar al rubio con agradecimiento volviendo mi vista a la pantalla.
Papá;
Emily, necesito que vengas a casa, tenemos que hablar de algo sumamente importante.
2:30 p.m.
No sentí ningún tipo de preocupación por ese mensaje momentáneamente porque él había estado de viaje hace unas semanas así que sólo me dediqué a responderle con un simple "ok".
—¿Sabes?, eres una fiera pero a la vez sabes cuándo comportarte y dejar ese lado loco tuyo.
Bloquee el celular mirándolo con confusión por lo que dijo, pero él se encogió de hombros.
—Oye tú chico, necesito que me lleves a casa. —intente hacer un acento cubano o por lo menos hablarlo a lo que Sebastián sólo se carcajeó rodando los ojos.— por favor.
—Eres pésima imitando acentos. —le sonrió antes de enseñarle mi dedo del corazón y verlo levantar las manos en señal de paz. —calma, nena. Ahora ve a vestirte... —se calló cuando él mismo se dio cuenta que no tenía más nada que ese vestido que tenía ahora mismo.— vale ya entendí, pero... por suerte fui a comprar algo para ti mientras estabas en tu tiempo de hibernación. —me pasa una bolsa con el logo de la Nike y yo le doy una pequeña sonrisa en forma de agradecimiento.
—Gracias.
Él asiente y sale de la habitación para darme privacidad, cuando abro la bolsa encuentro unos shorts, una sudadera cómoda azul, zapatos cómodos y un top negro del mismo color que la primera prenda.
Me caso con este loco, definitivamente.
En serio dejaré de tomar.
Mentira.
[...]
Tras agradecerle nuevamente a Sebastián por una décima vez por lo de ayer y el día loco pero agradable de hoy él me sonríe dejando un beso en mi mejilla por última aparcando correctamente frente a mi casa.
—Gracias por todo, Seb. —le sonreí de forma dulce y él negó encogiéndose de hombros.
—Nena ya te dije, no tienes nada que agradecer. Sólo ser el demonio de Tasmania que eres.
—No tienes remedio, ego. —respondí con diversión despeinando su cabello, dejando un beso en su mejilla.— igualmente, gracias. —me bajo del auto casi que corriendo como una pequeña después de hacer una travesura riéndome sola corriendo hasta la entrada sin dejar de sonreír. La primera persona con la que me encuentro es Martha, quien se abalanza a sobre mí abrazándome.
—¡Mi niña!, ¡Que bueno que llegas!, tu padre te está esperando en el despacho. —me avisa mientras asiento sonriendo y beso su mejilla.
—Gracias nana, cuándo termine de hablar con papá, te veré en la cocina, tengo mucho que preguntarte.
Después de tocar la puerta del despacho de mi padre escucho su respuesta afirmativa de que puedo pasar y abro la puerta sonriendo.
—Hey papá, ya estoy aquí... —mi propia voz se pierde al ver lo qué pasa así como mi propio pulso que se acelera.
********
☁️👀☁️
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top