Cap.15 ¿En qué momento?
Maratón 2\3
Ya habíamos llegado a donde se supone que viviría; íbamos entrando a una de las residencias adineradas de toda la cuidad, la verdad no me importaba vivir con lujos.
Ojalá mi mamá estuviera aquí conmigo.
Oh, estar en nuestra cómoda casa, con únicamente lo que necesitamos.
Nos acercamos a una especie de portón negro el cuál se asomaba un vigilante, Daniel bajo la ventanilla saludando, al segundo nos dejaron pasar.
A lo largo del camino se veía que había un montón de cosas, como pequeños jardines y estatuas, al principio pensé que habían varias casas pero resulta que todo esto es de mi padre, lujoso y extravagante.
Así le gustaba ser.
Cuando la limosina se estacionó, frente a aquella casa, bueno el término casa se queda muy pequeño al lado de esta mansión; decidí bajarme del auto sin esperar a que me abrieran la puerta para tomar mi equipaje, no le permití a Rodrigo que llevara mis cosas porque quería hacerlo yo sola.
Aunque agradeciera su ayuda, no me importaba cagar con ello, mi madre nos había enseñado a ser autosuficientes y humildes sobre todo, ambas conocíamos a mi padre y esas palabras a veces no lo caracterizaban.
Ya en la puerta iba a tocar el timbre pero antes de que mi dedo tocara el botón una señora de unos cuarenta años abrió la puerta y al verme sonrió tiernamente.
—¡Hola señorita Collins! —la mujer mayor me dio una sonrisa amplia y dulce.—mi nombre es Martha y soy la ama de llaves. —me dio un abrazo sin dejar sonreír e inmediatamente me hizo sentir como en casa.
—Mucho gusto, Martha. Por favor nada de formalidades dime Emily, aunque puedes decirme Emi.— Le sonreí separándome de ella después de unos minutos.
—Muy bien, mi niña.— me devolvió la sonrisa de manera tierna y me hizo sonreír más.
Me recordaba a la calidez de mi abuela.
—Vale, una preguntita, podrías decirme dónde esta mi habitación?, es que quiero acomodar mis cosas.— gire sobre mis talones para tomar mis cosas pero resulta que ya no estaban y quién estaba parado era Daniel el cual tenía una sonrisa triunfante.
—Ya están en tu habitación.—el antes nombrado me sonrió divertido y le di una mala mirada.
—¿En qué momento?, agh. Martha... ¿podrías enseñarme mi habitación?, Por favor. —la miré preguntándole casi haciendo pucheros y ella asintió riendo bajo.
—¡Claro, cielo!, por aquí. — respondió emocionada, para que empezáramos a subir unas escaleras las cuales nos llevarían a mi ¿habitación?, aproximadamente habían como cuatro pisos, algo que me dio pereza.
Las escaleras tenían pequeñas decoraciones con respecto a espirales y rosas que sujetan las barandillas, una obra sorprendente y típica de Will Collins.
Cuando llegamos y ella abrió una puerta de roble blanco, babee porqué amaba el color blanco, miré dentro de esta observando cada mínimo detalle, sus paredes eran blancas con dorado, tonos algo apagados para ser más específica, habían dos escritorios de mármol, una peinadora con un tocador de un tono azul muerto, unos puffs, un televisor pantalla plana, una cama con colchas y frazadas blancas en tonos celestes, al igual que todos los colores, muertos.
Cojines que concuerdan con todos los colores, un gran balcón y por fuera sillas de estar, sillones, un armario del tamaño de un baño, computadoras para el trabajo, cabe decir que eran actualizadas, una portátil, en eso me di cuenta de unas pequeñas escaleras que tenían un mini balcón, subí por la curiosidad.
No era un ático como en las películas de terror al contrario este estaba pintado de blanco con muchas luces, estantes con libros, equipo de sonido, otro escritorio, un pequeño mueble, un ventanal grande, alfombras, una silla y un puff, las escaleras tienen barandillas de metal con vidrio y los escalones están acolchados, esta tiene una puertilla de vidrio, baje las escaleras aún asombrada, dándole una mirada a Martha quién esta arreglando unos cojines, le doy una sonrisa más que enorme.
Vale, esto sí lo agradecía, era como la casa que siempre quise en una sola habitación, una obra completa de mi querido padre.
—¿Todo esto es para mí?—tuve que preguntar, aunque ya sabía la respuesta, era algo tonto pero necesitaba saberlo.
—¡Sí, mi niña!, ¿te gusto? —preguntó curiosamente sonriente y asentí efusivamente.
—La he amado, es más, podría traer un montón de personas a vivir aquí. — Bromeé sonriendo emocionada, esta era mi habitación soñada, bueno así me imaginaba un departamento.
Martha se rió pero me miro dulce —eres muy buena persona, pequeña. Niña Emi, tu padre te espera abajo, te dejaré para que puedas acomodarte. —me dedico una pequeña sonrisa sujetando el pomo de la puerta antes de salir.
—¡Vale!, dame un segundo de que me duché y bajo, ¿sí? —me empecé a recoger el cabello dándole una sonrisa, no sabía que más hacer, ella asintió, olvidé mencionar que tengo un baño dentro de este mini apartamento?, pues porque eso es lo que parece.
Corrí a este y decidí tomar una ducha ya que quería refrescarme, me dirigí a mi armario abriéndolo para arreglar todo, pero estaba lleno de ropa nueva, me sorprendí por aquello, escogí un conjunto muy lindo y fresco que consistía en un short tiro alto de mezclilla que me llegaba justo sobre mis muslos y un top algo holgado manga largas, mis converse blancas y lo dejé sobre la cama.
Pronto respire profundo adentrándome al baño.
¡Por fin vería a mi padre!
A mi querido, estirado pero cariñoso padre.
—Bueno, al agua. —murmuré para mi entrando en la ducha, estaba tensa antes de que el agua tocara mi cuerpo, pero cuando lo hizo, me relaje de una forma impresionante olvidando cualquier cosa que tuviese que recordar.
Suspiré más tranquila sonriente cerrando mis ojos.
"¿Escapas?, ¿de mí?, ¿no te parece patético, muñeca?"
Respirando agitada me pegué contra la pared abriendo los ojos con rapidez, no había nadie en el baño, sólo estaba yo.
El pasado debía quedarse tal cual era.
—No. —me sujeté de la pared, manteniendo el equilibrio que aparentemente había desaparecido, cerrando los ojos.
"Voy a encontrarte siempre, muñeca."
Frustrada salí de la ducha, no me importaba no haber tomado el baño con más calma, envolví mi cuerpo con la toalla y salí del baño para dejarme caer sobre mi cama.
El pasado y sus cosas debían permanecer tal como estaban.
Yo misma me encontré pensando en otras cosas como mis amistades, las bromas de Sam, mi mamá, todo lo que me gustaba y tendría que hacer ahora. Una buena ayuda porque ya no recordaba lo anterior.
La mente humana era una tortura cuando así lo quería.
Me vestí con rapidez pensando en la cara que mi padre, señor extravagante, pondría al verme.
Logan's POV
—¿Tu hermana? —pregunté confundido, Ethan asintió encogiéndose de hombros, yo nunca había escuchado algo más acerca de los Collins, sólo del magnate y mi mejor amigo, pero sí suponía que habían más personas en aquel círculo familiar.
—Ella creo que llega hoy.
—Lo estás hasta dudando, amigo. —Connor añadió enarcando una ceja divertido cruzándose de brazos.—¿no sientes felicidad de verla?
—¡Por supuesto que sí!, es que... no sé cómo vaya a reaccionar ella cuándo me vea o yo la vea, han pasado muchos años, sólo la he visto en vivo por esa pasarela o las fotografías.
—¿Es modelo?
—Según mamá, así parece. —respondió tomando su trago con calma.
¿Modelo?, recuerdo haber visto a una modelo que tenía Collins como apellido, en aquella pasarela el año pasado, quizás sólo es cosa mía.
—¡Alto! —Connor rodó los ojos sirviéndose más whisky antes de mirarme a mi.
—Ves las razones por las que Ethan no debe tomar tan temprano.
—Shh, princesa rubia. —se quejó mi amigo y yo mordí el interior de mi mejilla para evitar reírme.
—¿rubia?, merezco mejores nombres de princesa que ese clásico, Collins. Mira mis rizos, son magníficos.
No me aguante más y reí por la actuación de Connor, en especial esa expresión incrédula del ojiazul, que se cubría el rostro con ambas manos.
—No, no estoy ebrio. Connor, por favor, no me pidas tacones porque no te los regalaré. —sentenció cuando el rubio le hacía ojitos y después bufaba.— es contigo ahora. —me señaló entrecerrando sus ojos.— te veo cerca de mi hermana... y te juro que te mato, sé muy bien tus tácticas, Hale, eres mi mejor amigo, pero te conozco a la perfección, ella está prohibida para ti, no es carne nueva ni nada por el estilo, ¿bien?
—El alcohol para ti es una mierda, Collins. —añadió Connor rompiendo el silencio incómodo.— no te dejaré tomarlo. A este paso dejarás al papucho sin hijos.
—Connor, ¿qué...
—Lo leí en internet, una señora lo escribió y estuve dos semanas intentando aprender esa palabra, me gusta como suena.
Ethan y yo nos miramos, pasamos de largo ese nuevo descubrimiento de nuestro amigo para volver al tema.
—Ella no es un objeto, amigo.
—No, no lo es, sólo la quiero proteger de tus redes.
—Bien reconozco que soy un mujeriego.
—Deberías de tatuártelo en la frente, así te acuerdas cuando te mires al espejo.
—¡Connor!
—Estamos sensibles hoy, ¿no? —elevó sus manos en el aire exagerando antes de retirarse.— los dejó en sus asuntos de pendejos, adiosito.
No, está claro que mi otro mejor amigo tiene serios problemas.
—Logan, hablo en serio, hermano. No quiero que la añadas a tu lista de conquista, ni mucho menos juegues con ella. Es mi hermana menor y tú mi mejor amigo.
—Lo sé, ya me lo has repetido varías veces el día de hoy, entiendo tu preocupación, no me acercaré a ella si te hace sentir más tranquilo.
—Bien. —soltó complacido mirando su reloj.— nos vemos después, dile a Connor que deje de estarse tomando el tequila de golpe, a este paso va a dejarme en la quiebra con su impulso de asesino por tacones.
Me carcajeé rodando los ojos antes de asentir.
—Ya mañana le llegan los bolsos esos.
—¡Chanel!, bolsos Chanel. —le corrigió mi amigo apareciendo nuevamente.— sólo piénsalo de esta forma, me estás regalando el closet de mi futura esposa.
—No me jodas.
—Sí te jodo.
—Paciencia. —murmuró entre dientes sujetándose el puente de la nariz.
—La seguridad de tu edificio ya está lista. —el rubio volvió a la seriedad estirándose.— mañana te enviaré los nuevos horarios de vigilancia.
—Perfecto, nos vemos. —se despidió saliendo de Olympus, el club de nuestro querido amigo Josh que ahora mismo estaba ocupado en su oficina con no sé quién.
—Vas a respetar lo que te pidió, ¿no?
—No lo sé.
—Bien, pues te apuesto a ti.
—¿Apostar?
—Ajá, estoy seguro que sí rompes esa nueva regla es porque ella te puede gustar, sino, la paliza que te dará Ethan.
—No creo que vaya a interesarme su hermana.
—Eso no te lo crees ni tú, papucho.
—Connor, lo digo en serio, no creo que ella me interese.
—Vuelvo y repito, cambio mi bando en la primera apuesta, ¡team Ethan, arriba!
—¿Es en serio?
—Lo suficiente para que te den una paliza realista. En fin, iré a chequear a Josh, tenemos que organizar la seguridad y el nuevo trato.
Asentí sin darle mucha importancia, tomando mi trago de un sólo golpe.
No pasará nada.
No va a gustarme alguien que no conozco siquiera.
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