Cap. 13 Nueva vida, aquí voy.
Mi celular sonó indicando que ya la hora de levantarme de mi cama, lo cual me sorprendió por el simple hecho de que ninguno de mis mejores amigos se despertó o siquiera soltaron una queja.
Tenían un sueño pesado, increíble.
Realmente variaban como yo, una cosa que teníamos muy en común.
Y suerte que mi cama era lo suficientemente grande para que entráramos todos porque ya veía a Ivan o Luke en piso.
Entre a mi armario sacando la ropa que anteriormente había dejado preparada ayer, así dirigiéndome a la ducha minutos después.
La ropa que había elegido sin duda era fresca y cómoda, perfecta para el viaje.
(multimedia)
[...]
Estábamos camino al aeropuerto, Luke había insistido en traerme en su auto, por lo que mi madre no se negó, pero sé que igual quiso traerme ella misma, algo que demostraba mucho con sólo mirarme.
Pero había sido una buena decisión, mi madre se pondría triste y así no era bueno que manejara, además que de esa forma me aseguraría que ella regresaría sana y salva tanto como esos recuerdos amargos no volvieran a su mente.
—Ya llegamos —me imformo Lucasio, soltando un suspiro pesado.
Las despedidas no eran lo mío, no me gustaban nada.
Malos recuerdos.
—Bien... —murmuré con un nudo en la garganta, me dolía dejar a mis amigos, mamá e hermana, pero necesitaba madurar completamente, sobre todo ayudar a mi padre.
Tomar las riendas de mi vida.
Pensándolo por un lado positivo es una buena idea que pase tiempo con mi hermano mayor, el cual tengo cuatro años y medio sin ver.
Después de que mis padres lo mandaran a un internado en los ángeles, cuando yo tenia tan sólo quince años. Desde entonces no he sabido ni visto de él, bueno aunque me llamaba y escribía, pues dejo de hacerlo hace como dos años.
Pero por fin lo veré.
Y le tiraré un pedazo de pastel en la cara por no haberme hablado.
Tome mis cosas, esperando a que llamaran al número de vuelo para abordar; en ningún momento las personas a mi lado se separaron de mí, el dolor en carne propia era cuando tenías que separarte de las personas que más quieres en tu vida, no saber sí tendrás la posibilidad de verlos de nuevo y sólo limitarte a hablar por llamadas o mensajes.
Pero nada era como el contacto físico.
Nada se comparaba con los momentos donde disfrutabas todo en físico y no por cámara.
Algo que nosotros necesitamos para sentirnos vivos, más vivos de lo que estamos.
—No pongas esa cara, Em. Estoy segura que vas a disfrutar estar allá. —Dana se acercó sonriendo de lado sentándose junto a mí en aquella silla, los chicos estaban hablando con mi madre al igual que mi hermana.
—No lo sé aún, Dan. No he llegado. —reí suavemente y rodó sus ojos divertida.
—Mira que porque te quiero no te respondo. Sí vas a pasarla bien, también es momento de que sueltes el hilo que te amarra en no conocer a nadie por...
—Shh. Lo sé. —ella apretó sus labios y le abracé de lado.— quizás lo haga cuando tenga tiempo de concentrarme en otra cosa, por ahora sólo importa la empresa y los dos Collins que me esperan allá.
—Un buen hombre también. —ella movió sus cejas coquetamente y nos carcajeamos. — quién sabe si vives una experiencia de oro?
—¡Dana!
—¡¿Qué?!, es la verdad, hay muchos bombones ahí.
—Dan, ¿estás bien?
—Lo suficiente como para no casarme en Las Vegas con un Elvis ebrio.
Definitivamente mi mejor amiga era un caso.
—Eso va para ti también, nada de casarse ebria en Las Vegas. Bueno, igual tenemos a un buen abogado que nos respalde. —ella señaló a Luke con su mirada disimuladamente divertida.— pero en serio, no te cases ebria.
—No pensaba ni en casarme, Dan. —reí negando por sus ocurrencias relajándome contra el asiento.— mejor esperemos el vuelo y charlemos antes de que me vaya.
[...]
Se me había dormido el trasero de tanto esperar sentada, aún no llamaban y me estaba dando mucha hambre.
—'Pasajeros con destino a los Ángeles, California por favor abordar en la puerta de embarque número 15, por favor pasajeros con destino a los Ángeles, California abordar en la puerta de embarque número 15.
Me levante de mi asiento y tome mis maletas, para llevarlas al chequeo; ya sólo con la maleta de mano suspire tomando mi boleto, ahora tenía que pasar por la otra zona que me daba fastidio en cierta forma.
Faltaba cruzar la última puerta y entrar a la zona de embarque la cual gracias a todo estaba cerca, estaba pautado avisar del vuelo media hora antes para que así los pasajeros entraran y sólo abordaran.
Tendría que estar haciendo eso en unos segundos.
—¡Mi niña!, te voy a extrañar cómo no tienes idea.—mi madre me envolvió en sus brazos mientras las lágrimas recorrían sus mejillas y yo las limpiaba con delicadeza tratando de no llorar también.
Sería duro, pero debía enfrentarme a lo que me esperara en Los Ángeles.
—También me harás mucha falta, mamá. —murmuré con la voz temblorosa y ella me dedico una sonrisa cálida, de esas que dan las madres cuando saben que es el momento de dejar a sus hijos partir.
Dejarlos volar en busca de su destino.
No obstante, Sam se acercó y me abrazo.
—Ya sabes, no olvides llamar Emily Collins —me advirtió mi hermana y asentí riendo tanto cómo sólo me dedicaba a abrazarla.
—Lo mismo para ti. —Dana hizo acto de presencia abrazándome ahora.
—Sí chicas, lo sé, pero tengo que irme o perderé el vuelo.— avise permitiéndoles que abrazaran una vez más.
—Emi... te quiero mucho. —Luke me abrazo cargándome e instintivamente escondí mi rostro en su cuello.—no lo olvides, pequeña —murmuro tan suavemente que yo cerré los ojos, disfrutando del momento—... te amo.—susurro casi inaudible lo último aunque igual lo escuche.
—No lo olvidaré, Luke. ¡Te lo prometo!—bese su mejilla con suavidad, acariciando su cabello en un gesto cariñoso.—yo también te adoro.—murmuré y él sólo me abrazo más fuerte, tampoco tenía muchas ganas de separarme de aquel cálido momento entre sus brazos.
—¡Ya, Luke!, es mi turno.—Ivan se quejó tratando de apartar al castaño de mí, haciendo que esté rodará los ojos y me soltará sin querer hacerlo.
Reí por los medio celosos que eran dejando que ahora el pelinegro me abrazara.
—Te quiero, tonto. Me vas a hacer mucha falta. —sonreí y él sólo rió con ternura dejando un beso en mi frente, soltándome.
—Sí, sí, yo también te quiero ahora vete, porque estoy a nada de llorar. —murmuro respirando exageradamente mientras yo me volvía a acercar dejándole un beso en la mejilla riéndome.—te quiero, gatita. —me susurro y yo le sonreí respondiéndole que igual.
—Adiós, mamá. —me despedí de ella, me dedicó una sonrisa triste antes de envolverme entre sus brazos, soltándome tan rápido como me había abrazado, para dejarme ir.
—Cuídate, hija. —yo le sonreí limpiando sus lágrimas con delicadeza y asentí.
—Eso haré, mamá. —murmure antes de girarme una vez más a despedirme de todos con la mano, alejándome.
Camine por los pasillos de la parte inferior del aeropuerto, encontrando la puerta con rapidez, entregué mi boleto para ahora sí abordar verdaderamente el avión. Le mostré el pequeño papel en mis manos a la azafata a lo que ella me indico mi asiento, era en primera clase, la suerte me sonríe en la vida.
Mi padre es el que tiene que ver con esto.
Estaba a nada de conseguir más viajes por mi cuenta en cómo siguiera trabajando y así.
Tomé asiento después de subir la maleta de mano a su debido compartimento y sacar las cosas que usaría, a mi lado se sentó un chico que le calculaba más o menos mi edad, él me dedicó una sonrisa y yo le se la devolví despreocupada.
El avión despego regalándome una vista perfecta de toda la zona por la ventana, cuando esté estuvo por completo en el aire, ya seguro, me coloque mis audífonos, buscando mi lista favorita de música en el reproductor y no perdiendo el tiempo para darle play, me recosté en el asiento sólo viendo las nubes y un poco del terreno canadiense, sonriendo.
En estos momentos sentía melancolía, pero estaba segura que todo iba ser por algo mejor.
Este era el adiós de algo y el hola de un nuevo comienzo.
No importa que tanto pase, debo estar lista para caminar firmemente en el camino de la vida.
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