CAPÍTULO ÚNICO


Ya llevaba bastante tiempo siendo amiga de las tortugas y entrenándome con ellas y el sensei. Últimamente los objetivos eran descubrir pistas sobre lo que los Kraang querían hacer realmentre en el planeta Tierra, misiones en las que yo apenas me entrometía para no estorbarlos.

Sin embargo, yo seguía siendo una chica normal que va al instituto, y en ese periodo de tiempo en el que mis amigos mutantes permanecían ocupados investigando a los alienígenas, acabé echándome un novio tres años mayor que yo, que acudía a mi mismo centro de estudios, habiendo repetido por dos veces. La verdad es que al principio no me caía bien, pero su insistencia y sus cortejos acabaron haciendo efecto en mí irremediablemente.

Las tortugas no lo sabían y todo nos fue bien al principio, pero de un día para otro, él cambio radicalmente su carácter: empezó a filtrear con otras chicas a pesar de que a mí no me dejaba ni acercarme a otros chicos, se volvió celoso y posesivo, y ni si quiera me preguntaba qué tal estaba. Esta situación me superaba cada vez más, hasta que un día decidí parar con ello.

Ese día, nunca lo olvidaré.

Un viernes, mi novio insistió por la mañana en el instituto en quedar esa noche. Por más que intenté negarme, él se ponía por encima mía y terminé cediendo a mi pesar.

En la tarde me envió mensajes diciendo que había cambiado de opinión: quedaríamos en su casa en vez de en el parque. Yo me negué en rotundo. Sabía lo que buscaba, y no lo iba a conseguir. Él se enfadó mucho, pero yo esta vez permanecí firme. En consecuencia, me amenazó, pero acabamos quedando en el parque como en un principio.

Apenas me arreglé, fui con la misma ropa del instituto. No iba a arreglarme para él, porque a partir de ahora no iba a haber más un nosotros. Pensaba dejárselo bien claro.

A las ocho, nos reunimos. Él vino hacia mí a pasos agigantados y con una postura para aparentar ser más más grande y poderoso.

- ¡Eh! ¿Quién te crees que eres para decidir por tu cuenta? ¡Si digo que te vengas a mi casa, te vienes y punto! ¿Me estás oyendo?- ya estaba frente a mí, y me miraba amenazadoramente desde arriba. Acercaba su boca a mí para intimidar aún más. - ¡Tu eres mía y por eso haces lo que yo te diga! ¡Que sea la última vez! ¿Está bien, amor?

Yo no le contesté en seguida, asqueada por tener su aliento tan cerca. Ya no sentía ningún tipo de atracción por él. Me alejé un par de pasos para poder hablarle a la cara.

- Ya no soy tuya, ni tu amor. Acabo con esto... Espero que te vaya muy bien, de verdad, pero no quiero tener nada que ver contigo nunca más. Estoy mucho mejor sola...- le digo de forma serena.

Él se lo tomó mal. Muy mal. Permaneció mirándome unos segundos con una especie de tic nervioso en el ojo, asimilando mis palabras.

-Vamos chica, no hablarás en serio, ¿verdad? Yo sé que tú me amas. Podemos arreglarlo, amor...- me dijo tiernamente a medida que se acercaba a mí.

-Lo siento, pero no te amo. Tampoco sé si te llegué a amar de verdad alguna vez...Solo quiero que me dejes en paz. Lo he estado pasando muy mal y...

-¡ERES UNA PUTA! ¿TE ENTERAS? ¡UNA PUTA! ¡TÚ ERES MÍA Y NO TIENES DERECHO A ROMPER CONMIGO!

Empezó a decirme de todo y aunque sabía de lucha como para darle su merecido ahí mismo, el daño psicológico que llevaba sufriendo últimamente era más fuerte que cualquiera de mis patadas, así que terminé huyendo de esa situación a paso rápido y con la cabeza gacha, sin poder soportar más aquel momento.

Él, sin moverse, veía como las farolas me iluminaban una tras otra mientras me gritaba cosas vergonzosas y de mis ojos salían lágrimas que él no podía ver.

Seguí caminando y llorando, dejando ya el parque muy atrás, y me encontré en el barrio donde solía patrullar con mis amigos mutantes. Pero yo apenas me di cuenta porque no podía ver bien tras la cortina de agua de mis ojos.

Entonces, al llegar a una esquina de un callejón, me tropiezo con alguien que acababa de salir de él. Alguien que tenía la piel muy resbaladiza, aprecié.

Aún con la cabeza baja, me retiré rápidamente y me limpié con una manga los mocos.

- Lo siento- digo con un hilo de voz provocado por el llanto. Justo después quise dirigir una mirada fugaz a la persona para no ser maleducada, y seguir mi camino igual de fugaz.

Pero en vez de eso, me quedé anclada mientras que mis ojos se abrían como platos al ver quién (o qué) era.

Cara de Pez, al ver mi cara llorosa, tuvo la misma reacción.

Ahora me encontraba con un problema: o ignorarlo y huir sin preocuparme de lo que traía entre aletas porque no me sentía con ánimos ni con fuerza, o cumplir con mi honor como harían las tortugas y averigüar qué estaba haciendo.

Escogí la segunda opción.

Di un salto hacia atrás y mostré mi tessen escondido mientras fruncía el ceño. Pero no dije nada. No me sentía con fuerza psicológica para hablar.

Cara de Pez permaneció impasible, con la misma expresión que la del momento en el que me reconoció, preguntándose probablemente porqué me encontraba de esa forma.

Me sentí avergonzada. No quería que viera mis lágrimas. Mi enemigo no.

- ¿Qué estás mirando? - exclamé con soberbia.

-Si esas lágrimas son porque a alguna de las tortugas le ha llegado su final, siento decirte que me alegro, pero si no, permíteme que me asombre.

"¿Desde cuándo habla este así?" Pienso.

-¡No te import...!

- ¡EH! ¡Guarra! ¿Pensabas que ibas a escaparte de mí?

Una moto aparcó detrás mía. Mi ahora exnovio me había seguido montado en ella.

-¿Con quién hablas?- me pregunta. Yo me vuelvo y observo que Cara de Pez se había ocultado en las sombras, pero yo aún podía distinguir esos ojos suyos tan amenazadores.

-Déjame, por favor. ¿Es que no ha quedado clar...

No pude terminar. Me dio una bofetada y me cogió una muñeca, con la que me arrastró hacia él.

- Jamás vamos a separarnos tú y yo, ¿entiendes? Más vale que lo hagas pronto, porque no me apetece tener que recordártelo cada dos por tres. Te seguiré hasta el mismo infierno y voy a ser tu peor pesadilla si eso es lo que quieres.

- Me parece que no vas a poder seguirla hasta el infierno, ¡porque tú serás el primero en ir!

En un visto y no visto, Cara de Pez derrumbó al chico de una patada voladora. Le hizo tanto daño, que hasta se le calleron un par de dientes. Y no me extraña, esas patas de acero...

- Nunca volverás a ponerle un dedo encima, escoria.

Cara de Pez cogió del cuello al tembloroso de mi exnovio y le dio un puñetazo en la cara.

-¡Esto por lo que le acabas de hacer!- dijo.

Volvió a darle otro más.

-¡Esto por tratarla de esa forma tan despreciable!- arremetió con un tercero. - ¡Esto para desfigurarte la cara y que ninguna chica quiera acercarse a ti!- y finalizó con otro.- ¡Y este porque me apetece!

Yo permanecía indiferente hacia el dolor que experimentaba ahora aquel que incluso me había amenazado con rajarme el cuello, pero sí estaba impresionada por cómo Cara de Pez había corrido a defenderme. Si lo pensaba, él ya había filtreado conmigo algunas veces. Puede que esa acción inocente en realidad escondiese algo más...

Miré a la escoria, tendida en el suelo totalmente inconsciente. ¿Estaba muerto? No me importaba. ¡No me importaba!

- Que lástima- comentó Cara de Pez haciendo crujir sus nudillos-, al final no va a haber ninguna tortuga muerta.- Me miró. - ¿Te encuentras bien?

No le contesté en seguida, me quedé mirándole algo confundida. Esas palabras son las que apenas escuché decir un par de veces al necio en casi un mes de relación. Y me las estaba diciendo mi propio enemigo.

-Eh...S_Sí. Estoy bien...Gracias a ti, increíblemente. Creo que a partir de ahora no volverás a verme llorar más.- le digo dirigiendo una mirada al inconsciente.

-Comparto tu opinión- el mutante avanzó hacia mí. - ¿Puedo saber qué piensas ahora sobre mí?

- ¿Eh?

Caigo en lo que se refiere tras unos segundos.

Sí, él, en los duelos, solía llamar mi atención, y cuando me tocaba batallar con él apenas me hacía daño y solo se divertía. Nos divertíamos. Enemigos divirtiéndose juntos simulando pelear en serio. De algún modo cada uno nos estábamos burlando de nuestros compañeros y de nuestros propios enemigos.

Él no iba a hacerme daño, ya tenía claro eso. Xever (como yo lo solía llamar más que por su nombre de mutante desde que me confesó su identidad humana), valía muchísimo más que el gallito con el que llegué a salir...A pesar de haber asesinado en su época a varias personas, y puede que ahora a otra más. Pero conocí su historia y cómo había llegado a esos extremos.

¿Que pensaba sobre él?

- Xever...-hize una pausa de lo nerviosa que estaba.- Si te digo la verdad, te preferiría a ti mil veces antes que a este, para que veas lo mal que lo pasé por su culpa. ¿No es una locura?

Paré de hablar, pero Cara de Pez, sonriente, parecía que esperaba algo más, igual que cuando intentas que las últimas gotitas de zumo lleguen a tu boca.

Acabó hablando él, no sin antes acercarse más a mí.

-¿Qué pasa si te digo que desde la primera vez que te vi, yo te prefiero a ti?

-¿Te estás quedando conmigo?- Cara de Pez no parecía dispuesto a contestar- Yo...Verás...Xever, es que tú...- hice una pausa. Y la pausa fue un punto y final, ya que no pude continuar diciendo más...

...Pero Xever continuó por mí, confesándome así que el sentimiento es mutuo.

- Me gustas.

...

A todo esto, ¿yo no iba a averiguar que tramaba el mutante esa noche? Nunca lo llegué a saber...

FIN

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top