Nos odiamos por malentendido
《Sinopsis》
Isac odia a Alexandra, su compañera de escuela y vecina, pero ya no recuerda porqué. ¿Fue alguna maldad infantil? A quién le importa si de todos modos es recíproco.
El destino es tan irónico que incluso en la universidad asisten a la misma carrera y al mismo salón. Ambos siempre compiten por ser el mejor y por supuesto, tienen que ir a las mismas conferencias y concursos.
Es como si buscaran excusas para verse. pero no, porque se odian, ¿cierto?
Nos odiamos por malentendido
Nos odiamos, fue el primer pensamiento de Isac la mañana soleada que indicó el fin de marzo. Esa palabra ''odio'', es muy fuerte para utilizarla en alguien más, sin embargo, no lo puede evitar. Cada día, nada más abrir los ojos ese es su primer suspiro.
Desde el triste momento en que el profesor de psicología criminal decidió sentarla a su lado, ¿o fue desde antes? Tal vez en sexto de primaria cuando sus madres se hicieron amigas y los obligaron a pasar tiempo juntos. No, esto viene de antes, pero no puede recordar la vez que esos ojos mostaza se posaron con enojo en los suyos, ese cabello caramelo ondeando en su contra. Aquella maravillosa frase rodando en su mente, Alexa te odio.
Por desgracia, las casualidades son más como obras del destino escritas con antelación. Demonios, el karma existe, aunque aún ni recuerda qué hizo mal. ¿Por qué de todas las personas ellas?
Estaban juntos en un largo viaje rumbo a una conferencia de los doctores más importantes del país. Esforzarse tanto para este día, se suponía que debía ser feliz. Ir a otra universidad prestigiosa y convivir unas horas con expertos en criminalística, un sueño para él. En cambio, es un mal comienzo si como ahora, lo ponen a cruzar estados junto a Alexa en el mismo auto, por horas.
- ¿Qué miras? - Le gruñó por lo bajo a la chica de cabello caramelo quien lo observaba con indiferencia. Alexa giró su rostro a la carretera haciendo su desinterés muy obvio. El chofer que asignó su universidad estaba en silencio batallando con la incómoda atmósfera detrás de sí. Pensó que tendría que mandarlos a callar creyendo que iban a ser los típicos chicos eufóricos que debatían de todo. Ahora extrañaba las palabras.
Una vibración rompió la ensordecedora calma.
-Hola mamá. Aún no hemos llegado, faltan como tres horas antes de la primera parada de descanso. Sí mamá, tendré cuidado...- Se detuvo a media frase al notar que, a su lado, la chica odiosa estaba conteniendo la risa. Su entrecejo se crispó y mordió su labio inferior con vergüenza. Luego de eso, solo sonidos de su garganta salían para afirmar.
En cuanto colgó, su nerviosismo le hizo llevarse la uña de un pulgar a sus dientes y morder con ansiedad. Alexa lo miró con cautela esperando a que el chico de cabello rizo rebelde de color sangre soltara miles de insultos o mínimo, palabras tajantes como está acostumbrado a hacer.
Solo un par de esmeraldas se clavaron en su rostro con indecisión. Isac abrió los estrechos labios y soltó el aire audiblemente. -Yo...
No continuó, pues un pensamiento lo interrumpía constantemente: ''Si le digo algo bueno mientras la odio, podrá pensar que soy hipócrita". Sacudió su cabeza y decidió.
-Siento no haberlo dicho antes, feliz cumpleaños, espero que tengas un viaje alegre y se cumplan tus deseos a partir de hoy. No tengo un regalo para ti, pero puedes decirme uno y al regreso te lo daré.
Alexa abrió sus ventanas mostaza hasta donde pudo y rió, carcajeó como si su vida se fuera en ello. El pobre Isac no era distinguible entre su cara, su cabello, la pena de tener que desearle algo bueno, la vergüenza contradictoria de no haberlo sabido antes, y para cerrar, la rapidez con la que dijo todo. Su garganta dolió y su propia saliva lo bloqueó.
-Calma hombre, que no es para tanto.- Dijo Alexa palmeando su espalda.
-Si quieres darme un regalo puedes dejar de mirarme como si te hubiese robado.- Se burló Alexa.
El chofer que hasta ese momento iba cansado, de repente sintió que sus pulmones tenían aire nuevamente. Sonrió y para sus adentros pensó que solo eran amantes testarudos.
En ese instante Isac pensó que por ese día podían ser buenos compañeros ''¿Qué es lo peor que podría pasar?''. Su respuesta casi de inmediato llegó. Un problema con el motor del auto surgió.
El chofer los llevó a un pequeño hostal cercano que solo tenía una habitación libre, pero era poco importante eso, él debía llevar el auto al mecánico de forma urgente.
Los dos jóvenes entraron a la habitación y se miraron sin querer dar un paso siquiera para sentarse, menos dormir. ¡Era una sola cama!
- ¡Al demonio! - Exclamó Alexa acercándose a la nevera y sacando unas cervezas mientras hacía una mueca. ¿Cómo es que no hay refrescos?
-Ven, brindemos antes de que el día acabe.
- ¿Estás loca? Tenemos que asistir a la conferencia del doctor...
-Sí, pero eso es mañana y quiero tener un buen recuerdo en mi cumpleaños veintiuno. El tuyo fue una gran fiesta con amigos y familia, el mío no. Aún si me odias deberías brindar conmigo y desearme cosas lindas. - Regañó aparentando indignación. Su cara era súplica viva. Isac cedió, brindaron, pero pasaron los límites de la bebida.
Dos horas después, estaban inesperadamente sentados en la cama pegados a la cabecera, Isac tenía su cabeza sobre el hombro de Alexa. La bebida y su consecuencias sinceras.
-Sabes, no me caes tan mal. - Dijo Alexa riendo, pero pensativa, jamás pensó decir eso. El chico que inició su rivalidad y odio mutuo por un comentario inmaduro.
-Te odié mucho, desde la vez que dijiste: ''La chica pálida es rara" y etcétera, a tus amigos en primaria. Ese día te odié, aunque no sabía qué significaba la palabra odio en realidad.
Isac alzó un poco la cabeza para mirarla comprensivo. Sonrió apenado. -Me disculpo por eso, no era nada racista y tampoco dije que ser raro era malo, al contrario, te prefiero así. Eres diferente y me gusta.
Por un momento, todo quedó en silencio, pero a diferencia de antes, se sentía atracción y no la tensión incómoda. Sus cabezas se acercaron, Isac miró los rosados labios ajenos y se acercó más.
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