Capítulo 1
Lucas:
Veo el coche de papá alejarse. Así que aquí estoy. En la Universidad. Es que simplemente no puedo creerlo. ¿Qué diablos hago yo aquí? Nunca quise esto. En mi vida pensé que pondría un pie en este lugar. Esto de la Universidad es más bien cosa de mi hermana. Esa urgente necesidad de estar estudiando todo el tiempo es lo que siempre la ha caracterizado. Simplemente no es lo mío. Pero que puedo hacer además de seguir lamentándome en silencio. Le prometí a la tía Margaret y a Lucy que no volvería a decepcionarlas. Al menos no de nuevo. Siempre pensé que el hecho de que las demás personas pensarán que era un drogadicto y un caso perdido me resbalava. Todas las sobredosis, la policía, nada de eso me interesaba, pero esa mirada que tenían ellas dos, era suficiente para que quisiera tirarlo todo a la mierda. Y en serio me sentía como el puto amo con esas cosas corriendo por mis venas. El alcohol, las drogas, las mujeres, las fiestas, todo eso era mi mundo y me encantaba. Corrijo. Me encanta. Hace sólo un año que decidí dejarlo todo por completo. Mi familia piensa que hace 2 años, pero siendo sincero en ese entonces todavía me metía coca y fumaba marihuana. Todo, absolutamente todo eso se ha ido para mi. Pero es malditamente difícil olvidarme de ellos. De alguna manera les había cogido tanto cariño...
Volviendo al tema de la Universidad, estoy casi seguro de que el dinero de mi padre está metido por el medio. Mi promedio pero ni de coña daba para tanto. No es que sea tonto ni nada de eso, pero tampoco soy lo que se dice inteligente. Pero claro. Don Luciano Castillo tenía que meter su asqueroso dinero en el juego. No sabe cuanto le odio. ¿Pero quien se cree que es? Bueno si, es mi padre, pero desde que mamá murió el perdió ese título. Se encerró en su oficina con llave y todo y se le olvidó que tenía hijos. Tía Margaret nos cuidó muy bien, pero ese no era su trabajo, era el de nuestro "padre". Y ahora para colmo se atreve a decir que está orgulloso de mi. Que se meta el orgullo por donde le quepa. Se que ese orgullo que siente es inventado. No existe. El me odia.
- ¿Luke, estas bien? Pregunta mi hermana que está parada justo a mi lado.
- Pues claro que estoy bien - le miento.
- No, no es cierto. Venga que nos conocemos. Ambos sabemos que no quieres estar aquí - lo dice mirando al suelo y con una mirada triste, como si le dolieran sus palabras.
- ¿Tanto se me nota? - pregunto sonriendo.
- Pues la verdad es que un poco si. Es que tienes una cara de alegría que te delata. Te da un aura súper.... ¿Alegre? - Dice con sarcasmo.
- Supongo que tienes razón - sonrío- Pero que quieres que haga. Lo prometí ¿verdad?
- Si, lo hiciste, y estoy muy orgullosa que que estés cumpliendo tus promesas. Pero al menos puedes darle una oportunidad a esto.
- Para ti todo es muy fácil. Quiero decir... Estar aquí es tu sueño. Pero definitivamente no es el mío. Yo aquí ni pinto ni doy color.
- Eso no es cierto. Y siendo honesta no creo que tu sueño tenga mucho futuro. O sea, anelar ser un mafioso narcotraficante italiano no es precisamente el premio gordo. ¿No te parece?
- Y no te olvides lo de matar al Papa y tomar el Vaticano. Eso es los que me hará subir en el mundo de la Mafia. Recuerda mis palabras hermanita, recuerda mis palabras.
- Si claro - Dice ella entre risas.
- Bueno. Creo que cada cual debería tomar su camino. - Digo después de un suspiro.
- Si, supongo que tienes razón
- ¿Tienes el número de tu habitación? - le pregunto
- Sip....La 4545 - me responde mostrándome el papelito con los números escritos con tinta azul - ¿Y la tuya?
- La 2235
Nos quedamos un rato en un silencio incómodo, mirando nuestra nueva escuela, hasta que de pronto Lucy salta y me abraza.
- Te quiero ¿vale? - Dice contra mi cuello mientras me aprieta con fuerzas.
- Yo también enana - le respondo devolviéndole el abrazo. No se por qué la sigo llamando enana. Hace años que pegó el estirón.
- Nos vemos después - Dice alejándose de mi, arrastrando su maleta azul de ruedas por el césped del campus hacia la residencia de las chicas.
Cojo mi bolso, lo coloco en mi hombro y empiezo a caminar hacia la residencia de los chicos
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