XLIII "Idiota"
-A-Ayano...p-puedo explicártelo.
Taro había apartado a la pelinegra que lo estaba sujetando del cuello y se acercó a Ayano, pero esta retrocedió, aun mirándolo a los ojos, con una mezcla de sentimientos que le serían muy difíciles de entender a él.
-Senpai...-titubeaba con sus ojos cristalizados al haber visto a su chico con otra- Así que...ella...-dijo mirando a la pelinegra que estaba detrás de Taro.
-N-no, no es...Ayano, no es lo que piensas- dijo intentando acercarse nuevamente, pero Ayano no lo permitió. De hecho, aun seguía mirando a aquella muchacha, tratando de disimular su ira. Pero le fue imposible.
-¡ERES UNA PERRA MALDITA!- gritó Ayano abalanzándose sobre aquella chica, agarrándola por el cuello, haciendo que cayera al suelo.
La muchacha estaba ebria, y no tenía tanta fuerza como Ayano. Solo se defendió agarrando y tirando fuertemente de su cabello, pero era en vano, ya que a medida que Ayano iba sintiendo dolor, iba apretando con más fuerza su cuello, intentando asfixiarla.
Todas las personas que estaban alrededor dejaron de bailar y miraban el combate entre las chicas, sin intervenir.
-¡Ayano! ¡Detente!- gritó Taro acercándose velozmente a Ayano y sujetándola de su cintura para apartarla.
A pesar de que Ayano tenía sus brazos ocupados, pudo apartar a Taro dándole un fuerte codazo en la zona de su pecho. Era evidente que había perdido la cordura, y lo único en que podía pensar era en matar a esa chica.
Pudo ver que su rival comenzaba a rendirse, y a respirar muy lentamente. Ayano sonreía. Faltaba poco, muy poco.
Sin embargo, la volvieron a tomar por la cintura, pero esta vez con éxito, y con mucha fuerza. Ayano comenzó a gritar, muy molesta, y a moverse intentando zafarse, pero no podía.
-Señorita, lo lamento, pero debemos pedirle que se vaya. Este no es un lugar para peleas callejeras.- dijo con voz firme el hombre que hacía seguridad en ese lugar, que había sujetado a Ayano para que dejara de pelear.
Ayano seguía moviéndose bruscamente para que el hombre la soltara.
-Ella es mi novia- le dijo Taro a ese hombre- Por favor, ya suéltela.
-No, voy a sacarla de aquí.
Dicho eso el hombre se encaminó a la salida más cercana de la discoteca, que daba a la parte de atrás de la misma, aun sujetando con fuerza a Ayano de la cintura, y esta golpeándolo, pero le era inútil. Taro iba detrás, lo más rápido que podía.
Cuando ya estuvieron afuera, el guardia de seguridad la soltó, pero Ayano quería terminar con lo que había empezado, así que se dio la vuelta con intención de volver a entrar.
-Ayano, no- dijo Taro abrazándola, algo que se le hacía difícil, puesto a que Ayano se resistía, a tal punto que terminó empujándolo, pero aun lo miraba fijamente, esta vez un poco más calmada, con expresión triste- Ayano, créeme, no paso nada entre...
-Yo los vi. Ella iba a...besarte.
-¡Pero yo no iba a aceptar eso Ayano! ¿Acaso no confías en mí?
Ayano se quedó pensativa un momento por esas palabras.
-Tú eres...Tu eres el que no confía en mí- dijo Ayano mirando al suelo, con un par de lagrimas bajando por sus mejillas. Taro la miró sorprendido por eso, sintiéndose muy mal - Claro...ahora lo entiendo...
"No..."
-Ayano... ¿Qué dices linda?- dijo sonriéndole, tomándola por los hombros, con la voz quebrada- Si confío en ti...
-¿Y entonces por qué estás aquí?- lo interrumpió ella mirándolo de nuevo.
Taro la miró, pero no sabía que responderle. Claro que confiaba en su novia, pero no sabía cómo explicarle lo que hizo. Además ella había malinterpretado la situación, una situación que sería complicado explicar en ese momento. Terminó agachando su cabeza, sin pronunciar palabra alguna
- Ahí está la respuesta- continuó llorando.
-¡No digas eso!- exclamó él, al borde de las lágrimas, abrazándola con mucha fuerza- ¡Yo te amo Yan-chan!
Esas palabras hicieron que Ayano llorara aun más. A pesar de ser una yandere, que su senpai la haya lastimado en parte le afectaba.
-...Suéltame...Taro...- dijo ella fingiendo frialdad. En verdad no quería alejarse de él, pero debía actuar como una novia normal, puesto a que ya había revelado una parte de su personalidad psicópata al explotar así.
-No
-...Suéltame- pidió ella.
-No voy a hacerlo, Ayano.
-Riku y Kokona me están esperando para que nos vayamos...
-Yo te llevaré a tu casa Yan-chan.
-Si dices confiar en mí- decía ella- por favor...deja que me vaya.
No tenía otra opción. No quería soltarla; no quería alejarse de ella; no quería...que se fuera. Pero debía hacerlo.
Lentamente, Taro se separó de ella, pero tomando sus manos, y mirándola a los ojos. Ambos estaban con sus ojos que desbordaban por el llanto.
-Ayano...linda...perdóname...- le dijo acariciando su mejilla, mientras aun la tomaba de una mano, como si eso la ayudara a detenerla, impidiendo que se fuera. Ayano lo miró, pero cerró sus ojos con mucha fuerza, dejando caer pequeñas lágrimas, y volteó a un costado.
Apartó su mano de la de senpaí, lo miró por última vez, y se marchó del lugar a paso lento.
Taro iba a correr tras ella, pero si quería ganar de nuevo su confianza, debía hacerle caso a su pedido, así que con mucho esfuerzo solo se limitó a ver como se alejaba de él, mientras formaba un puño con la mano que había tocado la de Ayano.
-Soy...un idiota.
[...]
-Mmm...Kokona ¿No crees que Ayano ya tendría que estar con nosotros?
La pareja ya estaba lista para irse. Su cita había sido estupenda, y ambos estaban muy contentos. Estaban solo esperando a su amiga; Kokona mirando hacia la entrada del lugar para poder divisar a Ayano y Riku recostado contra el auto con los brazos cruzados.
-Dijo que iría al baño, Riku, no te preocupes - le respondió ella con una sonrisa simpática.- Oh mira, ahí está ¡Yan-cha...!
Ambos se quedaron mudos al ver a Ayano. Ella se acercó a ellos, con la cabeza mirando al suelo, y su cabello que no permitía ver sus ojos, pero podían notar que sus mejillas estaban húmedas, con rastros de lágrimas que al parecer eran recientes.
-Ayano ¿Qué suce..?
-Quiero ir a casa- dijo ella ignorándolos y subiendo al asiento trasero del auto de Riku.
Los dos jóvenes se miraron algo preocupados por el estado de ánimo de Ayano, pero no tuvieron otra alternativa más que subir al auto también, y no preguntarle nada al respecto sobre lo que le había ocurrido para que no se angustiara mas.
Desde la ventanilla de donde ella estaba, Ayano miró el lugar nuevamente, con una sonrisa maliciosa.
Mientras tanto, Taro estaba observando junto a Budo, desde una distancia considerable, como el auto de Riku se alejaba del lugar, puesto a que el auto de Budo estaba estacionado detrás de donde estaba el de él, así que no podían irse antes que ellos.
-Lo arruiné todo...- decía Taro con tristeza al recordar la discusión que tuvo con su novia
-Taro...ella te ama- le respondió Budo, también en el mismo estado que su amigo- así que tienes que calmar...
-¡Como quieres que me calme, Budo! Ayano debe...odiarme- Budo lo tomó por el hombro, para demostrar contención- y lo sé porque...en estos momentos...hasta yo me odio.
-No digas eso Taro...
-Dime que no soy el mayor idiota de todos por dudar de mi novia- lo interrumpió, a lo que Budo solo miró al suelo, sin responder- No puedes ¿Verdad?
Cuando finalmente se fueron, los dos muchachos se acercaron a su vehículo, Budo subiendo del lado del conductor, y Taro del lado del acompañante. Taro estaba bastante angustiado, por lo que solo se quedó en silencio. Budo solo lo miraba con cierta empatía; se sentía pésimo.
Pero en un momento vio como Taro se llevó su mano derecha en forma de puño a su pecho, apretando con más fuerza. Budo observó su mano. Podía ver algo como una cadena de plata que sobresalía.
-Taro...¿Qué es...?
Taro miró a Budo, no de frente, solo volteando un poco para que no se le viera del todo su rostro, y lentamente alejó su mano derecha de su pecho, y la acercó a Budo para que pudiera darse cuenta lo que tenía.
"Ese collar...lo he visto antes"- pensaba Budo fijando su vista en la cadena con el dije en forma de corazón que le mostraba Taro. Luego levantó su vista para verlo a él.
-Ella me odia.
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