Te mentí, en realidad no tengo Netflix

Nota: todo esto salió de forma espontánea. No se lo que estoy haciendo, pero espero que les guste.

I always wanted to die clean and pretty
But I'd be too busy on working days
So I am relieved that the turbulence wasn't forecasted
I couldn't have changed anyways
-Mitski Mitski, Last words of a shooting star.

Por el 2019, en una universidad de Yokohama, Chuuya Nakahara esperaba que algo interesante sucediera el día de hoy. Y ese algo, llamado Dazai, llegó tan rápido como si se tratara de un meteorito.

Chuuya miraba por la ventana, perdido en sus pensamientos cuando escuchó su voz.

-Chuuuyaaaa- la paz que había construido el pelirrojo murió al instante.
-¿¡Por que tienes que ser siempre una molestia!?- gritó Chuuya, mientras Dazai ingresaba al salón.
-Ayer dijiste que era un desperdicio de vendajes- dijo Dazai, con total calma.
-Me corrijo. Eres una molestia y un desperdicio de vendajes.
-Eso está mejor, chibi.

Chuuya gruñó mientras volvía a prestar a atención a la ventana y el paisaje más allá de los terrenos del campus escolar. Dazai se quedó observando, esperando poder descifrar al otro chico.

A Dazai le gusta Chuuya, pero él no sabe como decírselo. Podría ser como en una película romántica. Dazai se imaginó el escenario: Chuuya observando la luna y Dazai rompiendo ese tranquilo silencio con un comentario sobre lo hermosa que se veía. El pelirrojo entendería la indirecta, le correspondería sus sentimientos con una confesión y ambos se besarian.

Listo. Pan comido. El único problema es que suena demasiado a cliché barato y si había algo que Osamu Dazai odiaba era el cliché de ese tipo. O cualquier clase de cliché para ser exactos.

Dazai se consideraba a sí mismo como un ser rastrero la mayor parte del tiempo. Pero solo un 99% cuando estaba de humor.

También sabia que a Chuuya le disgustaba esa parte característica de su persona. Sin embargo, es en este momento en el que tenía que serlo  lo mejor posible.

-Ey, caballa, ¿qué está pasando por tu cabeza?

-Yo...estaba pensando.

-¿Ah? ¿Y cuando no dejas de hacerlo? ¿Tiene tu cabeza un interruptor de apagado?

-Que gracioso, Chuuya. Dime, ¿tu interruptor de crecimiento sigue apagado?

-¡No te metas con mi altura, desperdicio de vendajes!

Dazai comenzó a reírse y por un momento parecía que las orejas de Chuuya se estaban volviendo de un color rojo adorable. Quizás era rosado.
El chico desvió su vista hacia la ventana y habló.

-¿En que pensabas?

-Yo...- ¿qué podía decir? ¡Improvisa, cerebro, improvisa!- pensaba en preguntarte si gustaría venir a mirar algo en Netflix a mi departamento.

Dazai se maldijo en cuanto la horrible pregunta salió de su boca. Mierda, ¿acaso era un adolescente?

Chuuya alejó su atención de la ventana para volver su vista a Dazai.

-¿Acaso somos adolescentes?

-Tal vez tu tienes la altura de uno.

Chuuya parecía que quería gritar. Entonces su rostro enrojecio aún más y Dazai no sabía si una persona era capaz de llegar a un color como ese de la forma en que lo hacía el rostro de Chuuya. Sus labios se separaron y el chico más alto quería prestar atención a la respuesta que salieran de ellos. Pero antes de que incluso fuera un sonido y no palabras o lo que sea que fuera a decir, la puerta se abrió y entró un profesor.

¿Ya había sonado el aviso de regresar a sus salones?

-¿Dazai?- preguntó el docente- ¿Que haces aquí?

-Disculpe, ya me retiro.

Antes de que se fuera del salón para llegar a su clase con Oda, la voz de Chuuya se escuchó suavemente. Era un susurro, pero aún así era lo suficientemente claro.

-Te escribiré- dijo el pelirrojo.

Una sonrisa cruzó los labios de Dazai y a Chuuya se le cortó el aliento.

-Esta bien- respondió el otro.

Y salió del salón, sin que Chuuya desviara su mirada y con el terrible deseo de ver hacia atrás como si fuera la esposa Lot. Por lo que tenía un mal presentimiento.

***

Chuuya estaba en la biblioteca sosteniendo libro abierto de poesía de Rimbaud con su mano y Akutagawa a su izquierda. Quería llamar a su hermana.

-¿Y que piensas?- preguntó Chuuya- ¿Debo decir que si?

-No sé porqué quieres mi opinión al respecto si sabes que accederás.

-Eso no...si.

Chuuya quería golpear su cabeza con el libro por la frustración y lo hubiera hecho si no fuera material de la escuela.

-¿Cuanto tiempo llevas queriendo que Dazai te pida una cita?

-Desde la secundaria- Chuuya estaba escondiendo su rostro entre la poesía de Rimbaud, como si esperase que le salvara su propia humillación.

-Eso sonó muy cliché- dijo Akutagawa con indiferencia.

Chuuya gruñó y Akutagawa suspiró. De verdad que quería llamar a Kōyō. Ella sabe más sobre dar consejos que Akutagawa, pero estaba ocupada en el trabajo y no quería molestarla.

-Solo dile como te sientes- dijo finalmente Akutagawa, como si fuera un gurú o algo así repartiendo su sabiduría- Los he visto juntos y no tengo duda de que él siente algo por ti.

-¿De verdad piensas eso?

-Esto no es una telenovela, mucho menos un anime shōjo. Ambos son adultos, solo dejen de ser orgullosos por una vez y digan lo que sienten. Verás que las cosas no podrán salir tan mal.

-Si, tienes razón.

La determinación de Chuuya estaba a flor de piel. Dejó su libro en la mesa y salió por el pasillo hacia el patio.
Sacó su teléfono del bolsillo y comenzó a escribir.

***

-¿De verdad le preguntaste eso?- la voz de Atsushi sonaba preocupada y a miles de kilómetros, distante, aunque no sea así en realidad.

-Si...no...- Dazai se sentía cansado- tal vez.

Atsushi palmeaba su espalda para darle su apoyo mientras Rampo se reía carcajada a su espaldas hasta que empezó a toser.

-Cuidado, Rampo, te ahogaras con ese caramelo que tienes en la boca- la suave y amable voz de Kenji también sonaba distante, aunque la risa de Rampo se escuchaba fuerte y clara.

Dazai quería esconder más su cara entre sus manos, aunque eso era imposible.

-¿Acaso tienes Netflix, por lo menos?- preguntó Rampo, con burla y desdén.

-No- Dazai quería llorar.

Ni siquiera le gustaba ver series ya que prefería leer. Además todavía estaba ocupado con la mudanza a su pequeño departamento desde que había dejado su hogar hace medio mes. Su padre, Mori, no estaba de acuerdo en que se valla. Pero Dazai lleva años esperando este momento en que por fin dejaba la casa que tanto daño le trajo.

Las únicas personas de su pasado que estuvieron para él durante los peores momentos eran Ango el presidente del consejo estudiantil en su otra secundaria, su vecino Oda y Chuuya.

Un día de su penúltimo año de secundaria, Chuuya lo había encontrado en el baño cubriendo con vendajes sus brazos cubiertos de cicatrices viejas y recientes. Él no lo había juzgado y tampoco hizo preguntas.

A Dazai lo habían transferido a otra escuela después de que lo expulsaran de la anterior por mala conducta. Hubieron rumores por supuesto sobre lo que había hecho en su anterior colegio, pero en realidad no le importaban y los dejó correr sin molestarse.

Otro día, Dazai volvió a verlo en la biblioteca leyendo poetas franceses muertos. Desde entonces no volvió a dejarlo y decidió divertirse molestandolo cuando descubrió el mal temperamento de Chuuya.

Entonces llegó la universidad. Él y Chuuya parecían estar atados por algo que no podía entender. Ambos querían estudiar literatura y Dazai hizo amigos con más confianza por primera vez.

-Te pareces a un cliché, Dazai- dijo Rampo- Eso me sorprende de ti.

Dazai no quería pelear y siguió tratando de desaparecer en su asiento. Estaba considerando en seguir ahogándose en su vergüenza, pero el teléfono sonó.

Dazai tomó el celular de su bolsillo y leyó el mensaje de texto que aparecía en su pantalla. Era de Chuuya.

"Está bien. Acepto."

-¿Sabes que vas a hacer, Dazai- san preguntó Atsushi- Acabas de decir que no tienes Netflix.

-Supongo que improvisare, Atsushi- kun- dijo Dazai-Algo se me ocurrirá.

-¡Buena suerte!-exclamó Kenji.

Rampo le puso una mano en la espalda. Un símbolo de apoyo. Dazai lo recibió con aceptación y hasta diría con agrado también, aunque recordó que hace solo unos minutos se estaba burlando de su desgracia.

***

Se decidieron por el viernes, lo cual fue bueno para ambos. A Dazai por la cuestión de la preparación de la agenda y a Chuuya para terminar de digerir todo lo que había pasado.

Finalmente, llegó el día prometido y ninguno estaba listo para lo que pasarían.

Cuando la jornada de clases terminó, Chuuya decidió esperar a Dazai en la puerta de entrada de la universidad. Sabia que el muy idiota no tenía permitido conducir desde que chocó el auto contra un árbol y terminó en el hospital con una pierna rota. Se había preocupado muchísimo, pero a Dazai no parecía preocuparle mientras molestara a Mori.

Así que ahí estaba él. A la salida de la escuela y con su motocicleta mientras esperaba al chico con quien iba a salir. El chico del que estaba enamorado desde casi cuatro años.

De todas formas esto no era una cita. Aunque se sentía como una. Pero no lo era, aunque....

-¡Chuuuuyaaa!-una voz molesta interrumpió sus pensamientos.

-Dazai- contestó Chuuya.

Entonces vio que Dazai lo estaba observando. Por un momento parecía preocupado, pero  no duró.

-Babosa- dijo Dazai, suavemente- estas rojo. ¿Pasó algo mientras yo no estuve?

-¡Callate y sube a la motocicleta!

Dazai hizo un saludo militar y se subió a la moto. Chuuya lo siguió sin esperar otro segundo.

Cuando estaba por encender el motor, Dazai empezó a inquietarse.

-¿Que pasa?

-¿De verdad tenemos que ir en tu máquina mortal?

-Si y deja de quejarte. Solo sostente de mi y estarás bien.

Dazai lo hizo y Chuuya agradeció que no lo estaba observando. Ya se estaba poniendo rojo otra vez.

El otro chico estaba abrazado a la cintura de Chuuya.

-¿Cual es tu dirección?

-En realidad...

Chuuya empezó a tener un mal presentimiento.

-Oi Dazai, ¿qué pasa?

-Te mentí, en realidad no tengo Netflix.

-¡¿Entonces por qué me invitaste a tu casa si no tienes Netflix?!

-¡No creía que aceptarías tener una cita conmigo en primer lugar!

Ambos se quedaron callados tras la declaración de Dazai. El chico apartaba la mirada y parecía más interesado en ver cualquier otra cosa que a los ojos de Chuuya.

Chuuya podía sentir el miedo de Dazai de que lo estuviera juzgando. Parecía que estaba viajando a ese momento en que se conocieron en el baño. Chuuya no había pensado mal de él en ese instante y no iba a ser lo mismo ahora.

-Como sea, ¿tienes algo más en mente?

-A decir verdad, si. Conduce hacia el centro.

Y Chuuya lo hizo, ignorando las miradas que las personas a su alrededor tenían en ellos. Pero no le importaba, desde que conoció a Dazai había dejado de importarle.

***

Durante el viaje al centro de Yokohama, a Chuuya le parecía que Dazai quería decirle algo. Pero cada vez que intentaba pronunciar una oración, se arrepentía. Entonces volvía a intentarlo y nuevamente se retractaba. Se trataba de un círculo del que Dazai se había encerrado él mismo y no podía salir.

No importaba, Chuuya le preguntaría tarde o temprano.

Finalmente llegaron a un estacionamiento de motocicletas donde Chuuya pudo estacionar. Luego  empezaron a caminar, tratando de ignorar el silencio que los invadía a ambos. No sabían si se trataba de un silencio de esos en los que dos personas podían sentirse cómodas la una con la otra o uno de esos en los que no se sabía que decir.

Finalmente, Dazai señaló un estanque de peces koi y decidieron acercarse a verlo. El estanque estaba rodeado por una reja para evitar que la gente se acerque demasiado. Dazai había puesto su mano en el metal al mismo tiempo que  Chuuya hacía lo mismo.

Inevitablemente sus manos se tocaron por accidente. Dazai retiró la suya como por acto reflejo y por un momento parecía que no podía respirar, pero solo por un momento.

Miró a Chuuya a los ojos y este no desvió la vista. Dazai empezó a acercar su mano y la posó sobre la de Chuuya.

Ambos volvieron a prestar su atención al estanque, sin mirarse a los ojos. Pero sus manos seguían juntas.

Cuando empezó a anochecer ambos continuaron su camino. No estaban tomados de la mano, pero estas se rozaban al caminar. Pareciera que estaban asustados de algo, pero aun así confiaban en el otro lo suficiente como para seguir buscándose.

-¿Y me dirás en qué estaba pensando para hacer hoy?- pregunto Chuuya.

-Oh, solo pasear y caminar contigo, babosa- dijo Dazai.

-Aj, no sé por qué acepté venir contigo.

Dazai se rió y a Chuuya le había parecido un sonido tan hermoso. Las palabras de Akutagawa volviendo a sus pensamientos.

《¿Cuanto tiempo llevas queriendo que Dazai te pida una cita?

Solo dile como te sientes》

Ya habían pasado por un puesto de dangos cuando Chuuya hizo la pregunta.

-Oi, Dazai, ¿por qué estamos aquí?

Dazai bajó la dango que estaba por llevarse a la boca.

-Porque quería una cita contigo.

Lo había dicho con tanta naturalidad, pero por dentro quería gritar del pánico. Pero él era Osamu Dazai y no iba a sentirse como un animal acorralado por miedo a sus sentimientos.

-Te estoy hablando en serio. ¿Por qué estamos aquí? Dijiste que íbamos a ver Netflix juntos, pero todos saben que esa es la excusa más patética del mundo para invitar a alguien a salir.

Ambos habían llegado a un banco y se sentaron. Dejaron sus cosas de la escuela a un lado.

-Recuerdas- empezó Dazai- cuando nos conocimos.

Chuuya dejó de respirar. Nunca habían hablado de ese día. Los brazos de Dazai tenían sangre y Chuuya había tenido miedo, no sabía por qué.
Y él no siquiera lo interrogó, pero era porque los ojos de Dazai parecían gritar en silencio para que no le preguntara por qué estaba solo con dos brazos cubiertos de sangre y unas vendas.

Asique Chuuya no dijo nada y fue hacia uno de los lavabos. Después de eso no se preguntó así mismo si lo que había hecho fue lo correcto. Si esa visión no significaba un presagio de algo horrible que se pudo haber evitado.

Pasaría un tiempo antes de que pudieran hablar sobre ello con más  seguridad.

Finalmente ambos volvieron a encontrarse y Dazai se volvió en su maldición personal. E incluso llegó a pensar que ambos pudieron haberse conocido en otra vida y Dazai nada más era su castigo.

Chuuya jamás olvidaría el escenario en que se había conocido. Aun así llegó a preguntarse si acaso se juntaba con ese desperdicio de vendajes por compasión. Sin embargo, sabía que no era así. Al menos al principio.

Más adelante llegó a descubrir que le gustaba la compañía de Dazai. Sacaba lo mejor y lo peor de él como ninguna otra persona era capaz de hacer. Ambos se habían vuelto amigos antes de que se dieran cuenta y entonces también llegó el amor. Eventualmente.

-Estaba aterrado- continuó Dazai- de que te fueras a alterar, me gritaras o lo que sea. Pero no lo hiciste, simplemente no dijiste nada.

"Luego te volví a ver en la biblioteca leyendo a Baudelere en francés.  Creía que dirías algo por lo del baño o simplemente me apartarías como lo hicieron en mi otra escuela, pero no hiciste"

Dazai se quedó en silencio antes de volver a hablar.

-Luego me preguntaste sobre mis vendajes y sabía que podía confiar en ti sobre eso.

Dazai sonrió. Al principio inseguro y después con seguridad. Su sonrisa brillaba como el sol después de un día nublado. Ese tipo de sonrisa que sabes que está ahí, a pesar de que las nubes grises la escondan. Pero estaba allí ahora mismo y brillaba solo para Chuuya.

Chuuya se quedó sin aliento y ya había perdido la cuenta de las veces que le pasaba. Estaba enamorado de esa sonrisa brillante.

-Me gustas- dijo Dazai- Gracias por ser mi amigo.

¿Que podía decir Chuuya en ese momento? ¿Que podía hacer?

Finalmente, tomó la mano de Dazai y besó su mejilla.

Dazia sabia lo que significaba ese gesto. Tu también me gustas.
Se preguntó como Chuuya podía ser un buen estudiante de literatura y aún así poder decir lo que siente sin palabras.

Regresaron al estanque tomados de la mano y mientras Dazai estaba distraído, Chuuya le robó un beso en la mejilla.

Bueno, tal vez esto era muy cliché. Pero aún así Dazai no iba a quejarse.

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