La Luna Sobre Nuestro Amor*

"Mi alma es una barca encantada, que cual cisne dormido, flota sobre las olas plateadas de tu dulce canción"
Prometeo Liberado
Percy Bysshe Shelley

Mar Atlántico, Región de Inglaterra

La noche estaba siendo iluminada por la luna de manera casi mágica, el sonido del mar se mezclaba con aquella música que interpretaban unos cuantos tripulantes, mientrás los demás gozaban de la dicha de ver a su ex-capitán felizmente casado.

En la proa, las únicas mujeres del navío estaban hablando sobre la nueva vida que les esperaba al llegar a Orkney.

Levy: No puedo creer que nuestra vida cambiara de esta manera.

Lucy: Mi madre me va a matar por no haber esperado por ella para casarme.

Levy: Pero es que ustedes están hechos el uno para el otro. La manera en que se les ilumina el rostro al estar juntos, confirma eso, no creo que se enfade.

Lucy: Y deberías de sentir como mi corazón danza cuando él esta a mi lado.

De pronto la rubia fue abrazada por la espalda y un beso en el cuello fue la manera en la que su esposo le hacía notar su presencia.

Natsu: Y tú deberías de sentir como mi corazón clama por salir de mi pecho solo para estar junto al tuyo en esa danza de amor.

Levy: Creo que en mejores manos no puedo dejarte, Lucy. Y tú, Dragneel, más te vale cuidar de ella.

Natsu: Lo haré con mi vida, te lo prometo Levy.

Levy: Bueno, los dejo para que disfruten de la noche.

La peliazul se incorporó a la reunión de los piratas para hablar con Gajeel.

Lucy: Hiciste que me pusiera muy roja frente a Levy.

La rubia hizo un puchero muy tierno en señal de protesta.

Natsu: ¿Pero quién tiene la culpa, que al verte lo único que deseo es recorrer tu cuerpo a besos?

Lucy: ¿Así que ahora es mi culpa?

El pelirosa la tomo por la cíntura, mientrás la miraba directamente a los ojos.

Natsu: Es que me pones mal ¿sabes? Tenerte cerca solo me provoca, desde el día en que te ví en aquel río, sentí la necesidad de estrecharte de esta manera.

La sonrisa sincera de la rubia, hizo que a Natsu se le acelerará el pulso. La mirada de la rubia solo le transmitía una cosa y eso era deseo.

Lucy: Claro, en aquella ocasión estaba desnuda, ¿cómo no ibas a desearme?

El pelirosa se acerco al oído de la rubia, besó el lóbulo de su oreja y le susurro.

Natsu: Aunque hubieses tenido el vestido se lana más grueso en ese momento, creemé que te hubiera deseado.

Él comenzó un camino de besos en el cuello de la rubia hasta llegar a su hombro, esto provoco que ella se mordiera los labios para no soltar un gémido y asi no llamar la atención de los tripulantes.

Lucy: ¿Sabes qué estamos en cubierta aún?

Natsu: Si por mí fuera, te haría el amor aquí mismo, bajo la luz de la luna y con el sonido del mar. Me encantaría escuchar tu voz mezclado con el ruido de las olas y ver tu rostro de placer mezclado con la luz de la luna.

Esas palabras derritierón a la rubia, imaginándose la escena pero sería para otra ocasión y ella procuraría que fuera lo más pronto posible.

Lucy: Pero... Algún día podemos hacer un viaje solos, ¿no?

La cara de satisfacción del pelirosa, al ver la disponibilidad de su esposa a cosas inusuales le parecio excitante. La besó con demanda, con un claro propósito de reclamarla para sí en ese mismo instante. Jadeantes se separarón y con una mirada se dierón a entender que deberían buscar privacidad.

Tomados de la mano y con una sonrisa de sincera felicidad en sus rostros, bajarón a la habitación del capitán. En el trayecto, pudierón ver el esfuerzo de la tripulación por hacer del lugar romático.

Un beso que otro de manera fugaz, anunciaban el encuentro íntimo de dos almas predestinadas a estar juntas por siempre. Cuando estubierón cerca de la habitación, Natsu tomó entre sus brazos a Lucy al estilo princesa y besándose entrarón a la habitación, la cual estaba perfumada con lavanda y adornada con unas pocas velas.

Suavemente, el pelirosa colocó a la rubia en la cama. Los besos no paraban y sus corazones latían rítmicamente.

Natsu: ¿Estás segura de hacerlo? Puedo esperar por...

Ella no lo dejó terminar, ya que sus labios se volvierón a unir en un beso. Las pequeñas manos de la rubia acariciaban el rostro de su esposo y él solo apretaba las sábanas del lecho, en un intento de no perder el control.

Lucy: Estoy muy segura... Yo soy tuya...

Natsu: Y yo soy tuyo...

En ese momento todo desaparecio para ellos; el bullicio de la fiesta en la cubierta e incluso el oleaje del mar. De lo único que erán concientes en ese momento, era del suave roce de sus cuerpos.

Él se incorporó, contemplando el rostro espectante de la rubia. La invitó a sentarse en la orilla de la cama, estaban tomados de la mano y en ese momento él se dio cuenta de que estaba demasiado nervioso, como si fuese su primera vez. Se sentía demasiado emocionado y al mismo tiempo sentía miedo de lastimarla.

Besó las manos de su amada y suavemente los depósito en el regazo de ella. Se acercó al cabello que aún estaba atado con el moño de la fiesta de su cuñada, en verdad esos exhuberantes peinados estaban hechos para durar pero con paciencia y entre risas, por fín pudo contemplar como esa melena rubia caía por los hombros y espalda de su amada.

La contemplaba como la cosa más bella del mundo. Él se sentía afortunado de tener esa exclusiva de verla en ese estado tan íntimo. Los labios de la rubia solo lo invitaban a besar y esas mejillas rojas, le daban un toque inocente y sensual a ella.

Natsu: Eres hermosa... Realmente, no sé que hice para merecerte...

Ella sonrió y lo besó. El aroma del cabello de la rubia lo embriagó y sus manos no pudierón quedarse quitas. La necesitaba, todo su cuerpo temblaba ante ese pensamiento de necesidad. Jamás se había sentido de esa manera, jamás había necesitado a alguien.

La rubia torpemente empezó a desabotonar la camisa de su esposo, al tenerlo entre abierto, su mano recorrió desde el torso hasta su abdomen.

Lucy: Me encanta tu tatuaje...

El toque les provocaba una corriente eléctrica deliciosa. Él no podía evitar gemir ante tal celestial roce.

El rostro del pelirosa se ancló en el blanco cuello de su esposa, llenándolo de besos. En tanto sus manos se daban a la tarea de desabrochar el estorboso vestido. Poco a poco, Lucy se sentía liberada, percibiendo que su amado empezaba a descender con besos hacia sus pechos.

Tomó uno entre sus labios y el otro con su mano. A ella no le quedo más que con sus manos acariciar la pelirosa cabellera de él y gemir ante la sensación más súblime que jamás había experimentado hasta ese momento, sin sosprechar que las cosas se pondrían mejor.

Ella sintió cuando debajo del vestido, la mano de su amado comenzaba a abrise paso hacia su centro. Ella arqueaba su cuerpo para encontrar la postura adecuada. De pronto una ola de calor le invadio cuando los dedos del pelirosa acariciarón su húmeda entrada.

Ambos gimierón y el mordió un poco el pezón de ella, se alejó un poco buscando aire para no caer desmayado ante el placer que le provocaba ella pero fue un error, la miró retorcerse del placer y sentía como sus caderas le demandaban moverse contra su mano para que la penetrará.

La besó con desesperación, suavemente introdujo dos dedos, los fluídos corrían por su mano y él sentía que de un momento a otro su pantalón ya no daría más de lo duro que estaba.

Con inexperiencia, la rubia se aventuró a mover las caderas un poco y con una mano acariciaba su propio pezón. Estaban jadeando del placer y cuando ella sintió que su cuerpo se contraía, mordió los labios de pelirosa en señal que se había rendido ante el placer.

Natsu: ¡Por todos los cielos, creo que no puedo más!

Sin decir más, retiro los dedos de la palpitante entrada de la rubia. A toda prisa retiro el vestido y la ropa interior. Ella sin quedarse atrás le quito la camisa y desbotonó el pantalón pero se detuvo al sentir la protuberancia que se ocultaba detrás de la tela.

Lucy: ¿Todo esto estará dentró de mí?

Preguntó con inocencia pero su mano al parecer quería constatar el tamaño de ese cuerpo muy extraño para ella.

Natsu: Vas hacer que me corra sin ni siquiera hacerte nada...

Se podía percibir el enorme esfuerzo de él para no perder el control del momento, él quería que ella recordará su primer encuentro como una experiencia sin igual.

Lucy: ¿Solo por hacer esto?

Ella volvió a mover su mano sobre aquella protuberancia, haciéndo que un escalofrío recorriera el cuerpo del pelirosa.

Natsu: Si...

No pudo soportarlo, le tomó la pequeña mano e hizo que ella le tomará su falo.

Natsu: Acariciamé de nuevo, necesito sentir tu mano...

Ella obedeció mirando como él se derretía ante cada estocada que le daba con su mano. También ella pudo percibir que de la punta salía un líquido caliente, tomó un poquito con su pulgar y observo que le ayudaba a que su mano se deslizará mejor en su pene.

Al pelirosa no le quedo remedio más que apresar uno de los pechos de la rubia con sus labios y así ambos sentirían placer. Sus rostros rojos de placer y sus miradas de deseo, hacían del encuentro más especial. Cuando él sentió que estaba apunto de terminar, apresó la mano de la rubia para que se detuviera, no iba a permitir que su primera eyaculación fuera en la mano de ella, él quería terminar en su interior.

Lucy: ¿No lo hago bien?

Preguntó ella asustada.

Natsu: Lo haces gloriosamente bien  pero quiero terminar dentro de tí.

El comentario le provocó un punzaso en el pecho a Lucy. Aún en su inexperiencia, ella era conciente de que eso significaba que deseaba un heredero pero eso jamás iba a suceder.

Lucy: Pero yo no puedo....

Él supo lo que ella quería decir, le besó los labios para callarla y luego se quito sus últimas ropas para luego tomarla de la mano.

Natsu: Nunca me he descargado dentro de nadie... Y creemé que a pesar de no ser virgen, todo lo que siento es nuevo para mí, había sentido deseo y lo había apagado rápidamente pero lo que siento por tí, no lo puedo explicar, es algo que nace en mi pecho haciéndome sentir vulnerable y fuerte al mismo tiempo. No es solo un deseo carnal sino que hay algo más fuerte en mi corazón que te necesita.

Aunque ella sabía que él no era virgen, por que a los nobles se les entregan mujeres como juguetes, jamás imagino escuchar esas palabras y verlo tan angustiado.

Lucy: Yo... no sé que decir...

Natsu: Solo necesito saber si estarás conmigo para siempre...

Lucy: Por supuesto, estaré contigo para siempre...

Natsu: ¡Te amo demasiado!

Besándose, él se posicionó en su entrada y de la manera más delicada comenzó a penetrarla. Se deleitaba en el beso pero tambien en la calidez con la que se sentía recibido en el interior de Lucy, luego se topo con aquella barrera y cortó el beso.

Natsu: Trataré de ser cuidadoso, ¿si?

Entrelazo su mano con la de ella y la besó de nuevo para aminorar el dolor. Poco a poco sintierón la barrera romperse y como ella era llena completamente, apretando su mano para poder soportar el dolor.

Cuando llego al fondo, él cortó el beso para ver el estado de su amada. Unas lágrimas habían caído sobre sus mejilla y el las besó para secarlas.

Natsu: Lo siento...

Lucy: No te disculpes, yo te amo y sabía que dolería.

Natsu al ver la sonrisa que ella le dedicó, no pudo sentirse más enamorado. En lo que pasaba el dolor, el acariciaba su rostro con ternura. La imagen ante él era simplemente perfecta que la grabó en su corazón por siempre.

El pelirosa miró a su rubia con sus labios enrojecidos, su mirada llena de vida, sus mejillas rojas y esos mechones rubios desordenados.

Lucy: ¿Porqué me miras así?

Natsu: Por que eres perfecta.

Ella sonrió ampliamente, comenzando a jugar con lo mechones rosa.

Lucy: Ya puedes moverte, ya el dolor se fue...

Antes de hacer algún otro movimiento, él tomó las manos de la rubia colocandolas en las caderas de él.

Natsu: Si sientes que te lastimo, no dudes en detenerme, ¿entendido?

Ella asintió positivamente. Con sumo cuidado él comenzo a moverse, sintiéndose pérdido con la suavidad de su interior más el dulce sónido de los gémidos de su esposa cerca de su oído.

Ella en vez de disminuír el movimiento, se acomodó mejor, elavando un poco las caderas e insinuaba al pelirosa moverse un poco más profundo. Movió sus manos hacia la espalda de él, arañando suavemente al sentir cada estocada y aferrándose con sus piernas el cuerpo de su amado esposo.

Ambos jadeaban, intentado no realizar mucho escándalo pero el placer era tanto que obligaba a Natsu a apretar las sábanas fuertemente para contener su deseo de terminar, él necesitaba que ella sintierá completamente placer.

Algunos besos mitigaban la necesidad de gemir fuertemente pero unos profundos suspiros les hacía avivar la pasión.

Él fue aumentando el ritmo, ya a ese punto no podía controlarse y afortunadamente la rubia igual. Ella clavo su boca en el hombro del pelirosa para no explotar en un grito de placer. La mordida solo provocó que Natsu se corrierá dentro de ella, sintiéndo como el interior de Lucy se contraía.

Poco a poco los movimientos fuerón disminuyendo hasta que la erección cesó del todo. Jadeantes, ambos se contemplaban con una hermosa sonrisa de satisfacción; él besó su frente y luego sus labios.

Lucy/Natsu: ¡Increíble!

Para la rubia su primera vez en toda su vida y para el pelirosa la primera vez que experimentaba hacer el amor.  Al cabo de unos mínutos, él salió de ella con sumo cuidado, mirando la sangre que demostraba que ella le había entregado su virginidad.

Natsu: ¿Te sientes bien? ¿Necesitas algo?

Lucy: Solo dormir, no me imaginé que hacer el amor cansara.

Ella seguía siendo inocente. Se colocó a su lado y la abrazó fuertemente.

Natsu: Te amo, Lucy.

Lucy: Te amo, Natsu.

Ella solo suspiró, quedandose dormida rápidamente; mientrás Natsu la contempló un poco más, deleitandose como la luz de la luna se reflejaba en el rostro del amor de su vida, hasta quedarse dormido.

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La Luna Sobre Nuestro Amor, es el tema de una canción del gran salsero, Marc Antony.

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