Prólogo

Cold Spring, una humilde villa a las afueras del estado de Nueva York, no tendría más de 4.000 habitantes. Era, sin lugar a dudas, un pueblo muy pequeño.

A pesar de ello, era la atracción perfecta para los turistas que, cansados del ajetreo en el centro de la ciudad, venían a dar una vuelta por los hermosos parques del pueblo, llenos de paz y tranquilidad; y si venían en la temporada correcta, una gran variedad de flores.

La villa contaba con todo lo que tendría una ciudad, pero no con la gran variedad que encontramos en lo que se conoce más comúnmente como Nueva York. Sólo había una tienda de electrónica, sólo un restaurante, sólo un banco... Y todos conocían a todos.

Si se quería ir al supermercado, pasabas por la tienda del viejo Kennedy. Si querías ir al cine, ibas al centro cinematográfico del joven Willow, así sucesivamente. Y si te llevabas mal con alguno de los vecinos, olvídate de pasar por sus negocios.

Esto causaba que todos se llevaran decentemente bien con todos, no fuera que empezases una pelea con el médico de la ciudad y luego te recetara arsénico para los picores...

En resumen, el lindo y pequeño pueblo en el que nunca pasa nada. O, al menos, no en el pueblo en sí.

Ahí es donde entra el Stereos, el único bar/discoteca de la zona. No es que los que frecuentaban el bar fuesen ex-convictos, pero allí es donde sucedían las peripecias más inusuales del pueblo. Y allí es donde un joven, de nombre Neo Kelley, trabajaba. Por las mañanas (sólo los fines de semana), servía los desayunos y algunas comidas en el bar. Por las noches, hacía todo tipo de cócteles y bebidas y, según los rumores, el chico era tan habilidoso que podría perfectamente ser un maestro en su arte.

Todas las noches sin falta, entraba a trabajar al bar. Y, todas las noches sin falta, hacía uso de lo aprendido durante el día en su universidad. Cada noche no faltaba el típico cliente que venía a beber para olvidar sus penas. Y una vez que estaba borracho como una cuba, despotricaba durante el resto de la noche lo mal que le trataba la vida.

Respecto a Neo, aquello no terminaba ni de disgustarle ni de encantarle. Por un lado podía ayudar a la persona en cuestión (si es que llegaba a recordar algo una vez sobrio). Como futuro psicólogo, aquello le agradaba.

Por otro lado, el tener que ver a un adulto, o casi adulto, en ese estado, le ponía malo. Por fortuna, lograba mantener la calma y llamar a un taxi para que se llevaran al sujeto.

Aunque pronto llegaría un momento en el que ni lo aprendido en las prácticas podría servirle para lidiar con su cliente más exigente, Makai Weaver.

¡Hola!

Bueno, como ya habrán leído en la descripción, esta historia está dedicada completamente a younghotyellow99 porque le echo de menos y porque se lo merece ❤ Y se la dedicaría también a Carolina, pero como no es muy aficionada al yaoi le dedicare otra xD

Y otra cosa.

La historia gira alrededor del arte de la Coctelería, porque quise hacer algo nuevo para mí. Estudié mucho acerca de esto, así que espero que puedan darle una oportunidad.

Sin más dilación, ¡hasta el próximo capítulo!

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