Después de la batalla contra Soto y los tigres dientes de sable, la manada se encontraba agotada pero agradecida por haber superado el desafío. Sin embargo, en medio de la celebración, una sombra del pasado comenzó a emerger, trayendo consigo revelaciones que sacudirían los cimientos de la manada.

Una noche, mientras la manada descansaba bajo el resplandor de la luna, Diego y Shira se encontraron caminando juntos por el valle, disfrutando de la tranquilidad de la noche. Pero su paz se vio interrumpida cuando una figura misteriosa emergió de entre los árboles, su presencia envuelta en sombras.

Diego y Shira se pusieron en guardia, preparados para enfrentarse a lo que sea que se les presentara.

—¿Quién eres tú? ¿Y qué quieres? —preguntó Diego, su voz llena de cautela.

La figura se acercó lentamente, revelando su rostro en la luz de la luna. Era una tigresa dientes de sable, con una mirada feroz y determinada en sus ojos.

—Soy Kira, la hermana de Soto. He venido en busca de respuestas y justicia por la muerte de mi hermano —dijo, su voz llena de dolor y furia.

Diego y Shira intercambiaron miradas, sorprendidos por la revelación.

—Lo siento por tu pérdida, pero fue tu hermano quien nos atacó primero. Solo nos defendimos —respondió Shira, su voz llena de compasión pero firmeza.

Kira gruñó, su ira apenas contenida.

—No me importan tus excusas. Mi hermano puede haber cometido errores, pero era mi familia. Y ahora, buscaré venganza en su nombre —dijo, su voz llena de determinación.

Diego y Shira se prepararon para enfrentarse a Kira, sabiendo que no tendrían más opción que defender a su manada. La batalla que siguió fue feroz y despiadada, con Kira mostrando una habilidad y ferocidad que rivalizaban con la de su difunto hermano.

A pesar de sus mejores esfuerzos, Diego y Shira se vieron superados por la determinación de Kira y sus habilidades de combate. Justo cuando parecía que estaban a punto de ser derrotados, un grito resonó en la noche.

Era Manny, quien había escuchado la conmoción y había acudido en ayuda de sus amigos. Con su fuerza y determinación, logró derrotar a Kira y salvar a Diego y a Shira de una muerte segura.

La batalla terminó, pero las revelaciones que habían surgido sacudieron a la manada hasta lo más profundo. Kira, derrotada y herida, se retiró en la oscuridad, prometiendo volver algún día para buscar venganza.

Esa noche, mientras la manada se reunía alrededor de la fogata para recuperarse de la batalla, Diego y Shira se tomaron un momento para procesar lo que habían aprendido.

—Kira representa una amenaza para nuestra manada, pero juntos podemos enfrentar cualquier desafío que se nos presente —dijo Diego, su voz llena de determinación.

Shira asintió, sintiendo la fuerza y el amor que compartían.

—Estamos juntos en esto, Diego. Siempre y para siempre —respondió, su voz llena de convicción.

Y así, bajo el resplandor de la luna y el brillo de las estrellas, Diego y Shira se abrazaron, sabiendo que habían superado otro desafío juntos y que su amor los llevaría hacia un futuro lleno de esperanza y felicidad