Capítulo seis
—¿Qué tienes, qué sucede? — gritaba un guardia de seguridad.
—Me violaron, por favor ayúdeme — suplicaba la chica al hombre.
— Tranquila querida, vas a estar bien — decía este tratando de controlarla mientras pedía ayuda.
Los efectos de la metanfetamina habían surgido velozmente, la enferma del lugar corrió hasta la chica tomando el pulso.
— Rápido necesitamos estabilizar su ritmo cardíaco — gritaba a sus ayudantes.
En unos segundos todos los que habitaban el aquel orfanato había salido a presenciar la escena, los médicos llegaron y se la llevaron hasta la enfermería donde la lograron estabilizar.
— ¿Cómo está? — preguntó la directora
— Bien, gracias a Dios la logramos estabilizar — dijo soltando un leve suspiro — Los resultados muestran que había consumido metanfetaminas —
—¿Qué dice? — preguntó alarmada la señora
— Así es, probablemente el que la violó se lo dio para facilitar las cosas. No se preocupe directora, en cuanto despierte hablaremos con ella.
*******
—¿Vieron lo que le pasó a esa chica?
— Si que horror, se veía tan mal.
Se podía escuchar en las habitaciones, al parecer todos se percataron.
— Deberíamos ir a verla ¿No creen chicos? — preguntó Mirta a sus compañeros. Ella era una joven de diesisiete años, estaba por cumplir la mayoría de edad y desde que la trajeron por sus tíos no había podido encontrar familia, eso había causado malos comportamientos en ella, era grosera, desobediente pero cambiaba de humor repentinamente.
— No lo sé Mirta, no estoy seguro de ir a ese lugar, no sabemos quién es — habló un chico de quince años.
— Miedosos — soltó saliendo de la habitación.
La joven recorría cada rincón de la casa sin que las maestras o vigilantes la mirarán. Se colo en uno de los primeros pasillos, sabía que podía encontrar la sala de urgencias por ahí. Miró cada letrero hasta dar con el indicado.
—¡ Bingo ! — grito no tan fuerte para no ser descubierta. Abrió la puerta y este emitió un leve crujido, fue abriéndolo poco a poco y cuando por fin estuvo adentro cerró y caminó en dirección de la niña.
Se le quedó mirando con detenimiento, era extraño las cuidadoras habían dicho que era una chiquilla de más o menos doce años, cuando la vio entrar eso aparentaba, era baja de estatura pero viendola de cerca parecía casi de su misma edad. La chica que hacía recostada en la cama abrió los ojos lentamente, le dolía la cabeza y sus ojos estaban muy secos al igual que toda su piel.
— Que, ¿Qué sucedió?— habló la joven aun perdida
— Hola, ¿Cómo te sientes? — se apresuró a decir Mirta curiosa por saber más de la historia. Charlie la miró y su semblante cambió, de una manera fugaz se sentó y le estiró la mano.
— Charlie, encantada —
—Mirta, mu-mucho gusto — contesto aún dudosa, esa joven estaba dándole miedo. Hace unos instantes estaba débil y no sabía lo que le había pasado, pero ahora, sonreía como si no sintiera nada de dolor.
—Mirta, ¿Me podrías decir que hago aquí? — preguntó confundida, en eso unos pasos se escuchaban muy cerca de la habitación.
—Por favor no digas que me viste, ni que estoy aquí. Eso me traerá problemas — suplicaba la joven escondiéndose de tras del armario
Charlie sonrió asintiendo.
La puerta se abrió de golpe dejando ver a dos mujeres.
— ¿Cómo te sientes linda? — preguntó la primera.
—Mal, me duele todo el cuerpo. Ese hombre me hizo mucho daño — habló ella entre lágrimas desgarradoras. Mirta aún escondida abrio los ojos como platos por la respuesta. Ella si se acordaba de lo que le había pasado pero ¿Por qué hace unos momentos fingió no saber? Era extraño y comenzaba a darle miedo el comportamiento de la chica.
— Entonces si recuerdas — aseguró la segunda mujer — Aquí cuidaremos de ti linda no te preocupes, ¿ Cómo te llamas? —
—Charlie, soy la paciente de la doctora M — comunicó aún entre lágrimas
—¿La doctora M? — se sorprendió la muejer — ¿Entonces?— preguntó mirando a su compañera y está asintió.
— Fue nuestro chófer — dijeron al unisono .
—Si, ese señor me hizo mucho daño — soltó la chica mirandose las medias.
— Y ¿Do- dónde está él? — preguntó la doctora .
— Está... No lo sé — gritaba tomándose la cabeza con ambas manos
Las mujeres corrieron a tranquilizarla.
—Eso ya no importaba corazón, aquí tendrás un techo, comida, ropa y nuevas amigas para superar lo que te ha pasado. Vente vamos a que conozcas tu habitación — dijo la rectora tendiendo le la mano. Salieron de la habitación dejando a otra chica oculta muy nerviosa con todo lo que había presenciado.
*********
Unos golpeteos se escuchaban en la habitación número veinte. Las señoritas que tenían la edad parecida a Mirta se sobreexltaron, una de ellas se puso de pie para abrir la puerta.
— Chicas — gritó exaltada
Todas miraron a verla, estaba a punto de contar todo que había escuchado pero alguien la detuvo.
— Hola Mirta amiga — dijo Charlie desde la cama a medio vestir
Se quedó congelada al verla ahí, junto a sus compañeras de habitación ¿Por qué estaba ahí, y que hacía en ropa interior? La miró unos segundos y luego trato de sonreír para que no notará su nerviosismo.
—Hola Charlie ¿Qué haces aquí? — preguntó
—Es mi nueva habitación ¿Es linda verdad? Le dije a la señora encargada de supervisar que me pusiera junto a ti — habló acercándose a ella y tomándola fuertemente del brazo — Ven vamos acompáñame a los baños — dijo jalando la y saliendo de la habitación aun con ropa interior. Unos chicos que se encontraban en el pasillo la miraron extrañados, era la primera vez que veían así a una chica, normalmente los uniformes eran por debajo de las rodillas, pero ella. Tenía unas bragas de encaje que dejaban admirar totalmente sus glúteos redondeados y firmes, el sostén en juego la hacia parecer una de las modelos que leían en sus revistas. Era espléndida aun siendo tan pequeña.
—Charlie, tapate todos te miran y si alguna maestra nos ve — trato de hablar
— Tranquila, no pasará nada te lo aseguro y por los chicos no creo que tengan en valor de hacerme algo — digo mientras le giñaba el ojo a uno de ellos.
Entraron a los baños y cerraron con seguro. Charlie ya no podía más, cada segundo que no lo tenía se volvía loca
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