13

ENITH

Nick y yo rompemos a reír en el mismo momento en el que les vemos correr hacia la puerta. Es imposible no imaginar a donde van o lo que harán cuando lleguen a ese lugar y la sola idea me sonroja. Ni Heira ni yo tenemos ningún tipo de experiencia con los hombres y los gemelos parecen tan experimentados...

Miro de reojo al chico que me ha robado, aunque lo ofrecí voluntariamente, mi primer beso.

No sabía que podía sentirme así con un chico. Ha sido todo tan repentino que sin duda es difícil de creer. No obstante una sola mirada suya y me derrito. Es asombroso al mismo tiempo que aterrador.

—¿Estás lista para irte? Parece que ya no llueve.

Asiento al tiempo que me pongo de pie. 

Hago ademán de devolverle su camisa pero se niega.

—Me gusta como se ve en ti —mi corazón se acelera cuando sus palabras toman sentido y no puedo evitar sonrojarme sacando una sonrisa en él. 

Cubro mi rostro con las manos y parte de las mangas de su camisa pues me queda bastante grande y parece que se me traga por completo.

Toma mis manos para alejarlas de mi cara y deja un suave beso sobre mi nariz.

—Vamos cosita bonita. Todavía quiero ver la ciudad.

Con nuestras manos unidas, dejamos la cafetería y recorremos la calle admirando las vistas.

Pese a que llevo viviendo aquí cinco años y ya he pasado antes por esta zona, todo parece distinto cuando lo recorro junto a él. Incluso algo como coger el metro e ir de un sitio a otro me está fascinando.

Me demuestra en todo momento que se siente a gusto conmigo con pequeños gestos como abrazarme contra su cuerpo cuando el metro está a rebosar de gente, o rodear mis hombros o cintura mientras caminamos, todo eso en caso de que nuestras manos se suelten, algo que no sucede mucho.

Arrimada a él mientras caminamos, disfrutamos de un perrito caliente en medio de la calle entre la sexta avenida y la calle trece.

—Dios, esto está delicioso — murmura con la boca llena mientras la cubre con la servilleta arrugada que nos ha entregado el vendedor junto con nuestra comida.

—Debiste pedirte otro. Ya te advertí que eran legendarios.

—Y no mentiste — lanza la servilleta en una papelera junto a él mientras a mi todavía me queda la mitad del mío—. De todos modos no quiero llenarme con esto. Quiero probar otras cosas. ¿Qué tal algo dulce? 

—Claro. Seguro que damos con algo que te apetezca.

Trato de ignorar la sonrisa que aparece en su rostro porque algo me dice que no es en comida en lo que está pensando.

No es hasta horas más tarde, cuando mi madre llama para preguntar donde estamos y si tenemos pensado volver en algún momento que me doy cuenta de que el tiempo se ha ido volando.

Le respondo que no hemos decidido nada aun pero que la avisaré con lo que sea que decidamos.

—Debería ir a buscar a Heira. 

Nick asiente y nos dirigimos hacia su hotel. De camino, pruebo de llamar a mi hermana, pero el teléfono suena una y otra vez y no hay respuesta. Nick parece tener el mismo problema con Scott, puesto que lo veo llevarse el teléfono al oído y negar con la cabeza cuando no logra comunicarse.

Al salir del metro cerca de Central Park, la lluvia que había desaparecido en la mañana, regresa con fuerza, y esta vez no tenemos tanta suerte como antes y cuando llegamos al hotel, estamos completamente empapados.

En el ascensor, y debido al cambio de temperatura, empiezo a tiritar de nuevo. Es espantoso ser tan friolera. Todo lo que quiero es sacarme la ropa que se está pegando a mi cuerpo y darme un baño caliente, sin embargo eso va a tener que esperar porque primero debo encontrar a mi gemela.

—Oh, mierda.

Me vuelvo hacia Nick quien mantiene su mirada en el panel donde indica el número de piso en el que estamos. Abro los ojos aterrorizada al ver que parpadea sin cesar poco antes de que la luz del techo lo haga también antes de que el ascensor se detenga a medio camino y nos encontremos sumidos en la oscuridad.

La luz de emergencia se enciende poco después, pero no ayuda a la situación. 

Tengo frío y no me gustan los espacios cerrados. Tendría que haber usado las escaleras.

—Está bien, cosita. Seguro que lo pondrán en marcha en un momento.

Me giro hacia él y le veo pulsar el botón para comunicarse con mantenimiento, quien por supuesto, no responde. Genial.

Los estornudos no tardan en aparecer y los escalofríos los siguen de cerca.

—Mierda. Ven aquí, cariño.

Me encuentro rodeada por sus brazos y me aferro con fuerza a él. Incluso empapado como está, su cuerpo genera el suficiente calor para mantenerme donde estoy.

No sé en que momento, empiezo a reaccionar al suyo. 

Quizá es por estar abrazados y que la ropa se pega por completo a nosotros como una segunda piel, pero me encuentro acariciando su pecho y disfrutando del olor a lluvia y al suyo propio.

—Cosita, vas a tener que alejarte un poco o dejar de tocarme de este modo.

—Pero se siente bien..

—Se siente jodidamente bien, pero no soy de piedra y estás muy buena, así que por favor.

Levanto la cabeza que tenía apoyada sobre su pecho y me encuentro con su mirada.

Incluso con la poca luz que hay ahora, puedo ver la profundidad de sus ojos y el hambre con el que me está mirando, como si no hubiese nadie más para él. Del mismo modo que no hay nadie más para mí.

—Bésame.

La petición sale de mis labios como una suplica, apenas un susurro que sé que solo escucha porque no hay otros sonidos que nos rodeen.

—Quiero mucho más que besarte.

—Entonces toma lo quieras.

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