25. CONFESIONARIO
―Padre, perdóneme pero he pecado mucho. Acabo de hacerle un daño irreparable a mi esposa, yo... yo... ―empezó a llorar desconsoladamente―¡Yo la amo! ¡La amo! Pero la he traicionado.
―Tranquilízate hijo es un buen signo de arrepentimiento la contrición que estás sufriendo.
―Padre, he sido infiel, soy un adúltero y me he contagiado de SIDA. Mi mujer es tan fiel, tan piadosa y devota, ¡soy lo peor!, ¿¡cómo pude haberle hecho esto!?
―Hijo mío es fácil caer en las liviandades de la carne, hacer lo correcto en todo momento es el premisa a seguir, si tienes a Dios en tu corazón, si lo tienes presente en todos los momentos de tu vida, solo tienes que rendirte ante su poder y su amor para superar las más difíciles pruebas. Ahora dime, ¿desde cuando has sido infiel a tu esposa?, ¿con cuántas mujeres la has engañado?, ¿cuántas veces lo has hecho?
(...)
―Por el poder que ostento yo te absuelvo en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Ahora ve y reza 5 Padres Nuestros y 5 Ave Marías.
―Gracias Padre.
Después de eso el sacerdote salió del confesionario directo a la clínica. Tenía que hacerse la prueba de descarte de VIH.
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